Mostrando entradas con la etiqueta Krishnamurti. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Krishnamurti. Mostrar todas las entradas

jueves, noviembre 27, 2008

La Meditación


J. Krishnamurti


Si durante el día está usted alerta, si está atento a todo el movimiento del pensar, a lo que usted dice, a sus gestos -cómo se sienta, cómo camina, cómo habla- si está atento a sus respuestas, entonces todas las cosas ocultas salen a la luz muy fácilmente. En ese estado de atención lúcida, despierta, todo es puesto al descubierto.

§ § La mayoría de nosotros está inatenta. Darse cuenta de esa inatención, es atención.

§ § La meditación no es una fragmentación de la vida; no consiste en retirarse a un monasterio o encerrarse en una habitación sentándose quietamente por diez minutos o una hora en un intento de concentrarse para aprender a meditar, mientras que por el resto del tiempo uno continúa siendo un feísimo y desagradable ser humano.

§ § Para percibir la verdad, uno debe poseer una mente muy aguda, clara y precisa —no una mente astuta, torturada, sino una mente capaz de mirar sin distorsión alguna, una mente inocente y vulnerable. Tampoco puede percibir la verdad una mente llena de conocimientos; sólo puede hacerlo una mente que posee completa capacidad de aprender. Y también es necesario que la mente y el cuerpo sean altamente sensibles —con un cuerpo torpe, pesado, cargado de vino y comida, no se puede tratar de meditar. Por lo tanto, la mente debe estar muy despierta, sensible e inteligente.

§ § Las necesidades básicas para descubrir aquello que está mas allá de la medida del pensamiento, para descubrir algo que el pensamiento no ha producido son tres: 1) se debe producir un estado de altísima sensibilidad e inteligencia en la mente; 2) ésta debe ser capaz de percibir con lógica y orden; 3) finalmente, la mente debe estar disciplinada en alto grado.

§ § Una mente que ve las cosas con total claridad, sin distorsión alguna, sin prejuicios personales, ha comprendido el desorden y está libre de él; una mente así es virtuosa, ordenada. Sólo una mente muy ordenada puede ser sensible, inteligente.

§ § Es preciso estar atento al desorden que hay dentro de uno mismo, atento a las contradicciones, a las luchas dualísticas, a los deseos opuestos, atento a las actividades ideológicas y a su irrealidad. Uno ha de observar "lo que es" sin condenar, sin juzgar, sin evaluar en absoluto.

§ § La mayor parte del tiempo está uno inatento. Si usted sabe que está inatento, y presta atención en el momento de advertir la inatención, entonces ya está atento.

§ § La percepción alerta, la comprensión, es un estado de la mente de completo silencio, silencio en el cual no existe opinión, juicio ni evaluación alguna. Es realmente un escuchar desde el silencio. Y es sólo entonces que comprendemos algo en lo cual no está en absoluto envuelto el pensamiento. Esa atención, ese silencio, es un estado de meditación.

§ § Comprender el ahora es un inmenso problema de la meditación —ello es meditación. Comprender el pasado totalmente, ver dónde radica su importancia, ver la naturaleza del tiempo, todo eso forma parte de la meditación.

§ § En la meditación existe una gran belleza. Es una cosa extraordinaria. La meditación, no "cómo meditar".

§ § La meditación es la comprensión de uno mismo y, por lo tanto, significa echar los cimientos del orden —que es virtud— en el cual existe esa cualidad de disciplina que no es represión ni imitación ni control. Una mente así, se halla, entonces, en un estado de meditación.

§ § Meditar implica ver muy claramente, y no es posible ver claramente ni estar por completo involucrado en lo que uno ve, cuando hay un espacio entre el observador y la cosa observada. Cuando no hay pensamiento, cuando no hay información sobre el objeto, cuando no hay agrado ni desagrado sino tan sólo atención completa, entonces el espacio desaparece y, por lo tanto, está uno en relación completa con esa flor, con ese pájaro que vuela, con la nube o con ese rostro.

§ § Es sólo la mente inatenta que ha conocido lo que es estar atenta, la que dice: "¿Puedo estar atenta todo el tiempo?" A lo que uno debe estar atento, pues, es a la inatención. Estar alerta a la inatención, no a cómo mantener la atención. Cuando la mente se da cuenta de la inatención, ya está atenta —no hay que hacer nada más.

§ § La meditación es algo que requiere una formidable base de rectitud, virtud y orden. No se trata de algún estado místico o visionario inducido por el pensamiento, sino de algo que adviene natural y fácilmente cuando uno ha establecido las bases de una recta conducta. Sin tales bases, la meditación se vuelve meramente un escape, una fantasía. De modo que uno ha de asentar esas bases; en realidad, esta misma manera de asentar las bases, es la meditación.

§ § Los meditadores profesionales nos dicen que es necesario ejercer el control. Cuando prestamos atención a la mente, vemos que el pensamiento vaga sin rumbo, por lo que tiramos de él hacia atrás tratando de sujetarlo; entonces el pensamiento vuelve a descarriarse y nosotros volvemos a sujetarlo, Y de ese modo el juego continúa interminablemente. Y si podemos llegar a controlar la mente de manera tan completa que ya no divague en absoluto, entonces —se dice— habremos alcanzado el más extraordinario de los estados. Pero en realidad, es todo lo contrario: no habremos alcanzado absolutamente nada. El control implica resistencia. La concentración es una forma de resistencia que consiste en reducir el pensamiento a un punto en particular. Y cuando la mente se adiestra para concentrarse por completo en una sola cosa, pierde su elasticidad, su sensibilidad, y se vuelve incapaz de captar el campo total de la vida.

§ § El principio de la meditación es el conocimiento de uno mismo, y esto significa darse cuenta de todo movimiento del pensar y del sentir, conocer todas las capas de la conciencia, no sólo las superficiales sino las ocultas, las actividades profundas. Para ello, la mente consciente debe estar serena, calma, a fin de recibir la proyección del inconsciente. La mente superficial sólo puede lograr tranquilidad, paz y serenidad, comprendiendo sus propias actividades, observándolas, dándose cuenta de ellas; cuando la mente se da plena cuenta de todas sus actividades, mediante esa comprensión se queda en silencio espontáneamente; entonces el inconsciente puede proyectarse y aflorar. Cuando la totalidad de la conciencia se ha liberado, sólo entonces está en condiciones de recibir lo eterno.

§ § Entre dos pensamientos hay un periodo de silencio que no está relacionado con el proceso del pensamiento. Si observas, verás que ese período de silencio, ese intervalo, no es de tiempo, y el descubrimiento de ese intervalo, la total experimentación del mismo, te libera del condicionamiento.

§ § La meditación no es un medio para algo. Descubrir en todos los momentos de la vida cotidiana qué es verdadero y qué es falso, es meditación. La meditación no es algo por cuyo medio escapáis. Algo en lo que conseguís visiones y toda clase de grandes emociones. Mas el vigilar todos los momentos del día, ver cómo opera vuestro pensamiento, ver funcionar el mecanismo de la defensa, ver los temores, las ambiciones, las codicias y envidias, vigilar todo esto, indagarlo todo el tiempo, eso es meditación, o parte de la meditación. No tenéis que acudir a nadie para que os diga qué es meditación o para que os dé un método. Lo puedo descubrir muy sencillamente vigilándome. No me lo tiene que decir otro; lo sé. Queremos llegar muy lejos sin dar el primer paso. Y hallaréis que si dais el primer paso, ese es el último. No hay otro paso.

miércoles, noviembre 26, 2008

La Realidad Comprendida a Través de la Plenitud


KRISHNAMURTI


Amigos:
Los periódicos han dado tantos informes inexactos con respecto a mí, que deseo corregirlos antes de empezar mi plática. Yo no soy teósofo. No pertenezco a ninguna secta o partido, ni a ninguna religión particular, porque la religión es un obstáculo definido para la plenitud del hombre. Tampoco deseo convertiros a ninguna teoría o conclusión fantástica.

Podréis preguntarme: ¿Qué se propone usted hacer? Si no trata que ingresemos a alguna sociedad o que aceptemos determinadas teorías, ¿qué es entonces lo que usted trata de hacer?

Lo que deseo es ayudar a vosotros, el individuo, a cruzar la corriente del sufrimiento, confusión y conflicto, por medio de la completa y profunda plenitud. Esta plenitud no radica en las autoexpresiones egoístas, ni se logra por medio de la compulsión e imitación; tampoco a través de un sentimiento o conclusiones fantásticas; sino a través del pensamiento claro, y de la acción inteligente cruzaremos esta corriente de pena y aflicción.

Hay una realidad, la cual puede ser comprendida solamente a través de la verdadera y profunda plenitud.
Antes de poder entender la riqueza y hermosura de la plenitud, la mente tendrá que liberarse a sí misma, del fondo escénico de tradición, hábitos y prejuicios. Por ejemplo: si pertenecéis a un partido político determinado, naturalmente, todas las consideraciones políticas que hagáis partirán de este estrecho y limitado punto de vista de vuestro partido. Si habéis sido educados, nutridos, condicionados en alguna religión, miraréis la vida a través de su velo de prejuicios y oscuridad. Ese fondo de tradición impide la completa comprensión de la vida, causando así, sufrimiento y confusión.

Yo os rogaría que escuchéis lo que tengo que decir, libertándoos por esta hora siquiera de este fondo escénico en que habéis sido educados, con sus tradiciones y prejuicios, y penséis simple y directamente en los múltiples problemas humanos.

El ser verdaderamente crítico no es estar en oposición. La mayor parte de nosotros hemos sido entrenados para oponernos, no para criticar. Cuando un hombre meramente se opone, indica por lo general, que tiene algún interés creado que quiere proteger; y esto no es penetración profunda a través de un examen crítico. El verdadero criticismo radica en tratar de comprender el pleno significado de los valores, sin el impedimento de las reacciones defensivas.

Por todo el mundo vemos extremos de pobreza y riqueza; abundancia y al mismo tiempo miseria. Existen distinciones de clases y odios raciales, la estupidez del nacionalismo y la espantosa crueldad de la guerra. Existe la explotación del hombre por el hombre. Las religiones, con sus intereses creados, han llegado a ser un medio de explotación que también divide al hombre del hombre. Hay ansiedad, confusión, desesperación y frustración.

Vemos todo esto. Forma parte de nuestra vida diaria. Cogidos en esa rueda del sufrimiento, si sois reflexivos debéis haberos preguntado cómo pueden resolverse estos problemas humanos. O bien, sois conscientes del estado caótico del mundo, o estáis por completo adormecidos, viviendo en un mundo fantástico, en una ilusión. Si sois conscientes, tenéis que debatiros con estos problemas. Al tratar de resolverlos, algunos acuden a los expertos en demanda de solución, y siguen sus ideas y teorías. Gradualmente estos se erigen en un cuerpo exclusivo, y así más tarde se ponen en conflicto con otros expertos y sus partidarios, y el individuo se convierte en un simple instrumento en manos del grupo o del experto. O tratáis de resolver estos problemas siguiendo un sistema particular que, si bien examináis, veréis que sólo es otro medio de explotación del individuo. O pensáis que para cambiar toda esta crueldad y horror deberá haber un movimiento de masa, una acción colectiva.

Ahora bien, la idea de un movimiento de masa se convierte sólo en una palabra efectista si vosotros, el individuo, que sois parte de la masa, no entendéis vuestra verdadera función. La verdadera acción colectiva solamente puede tener lugar cuando vosotros, el individuo, que sois también la masa, despertéis y toméis la plena responsabilidad de vuestras acciones, sin compulsión.

Favor de entender que no estoy dando un sistema de filosofía que podáis seguir ciegamente, sino que estoy tratando de despertaros el deseo de verdadera e inteligente plenitud, única que puede traer orden de cosas feliz y la paz en el mundo.

Puede haber un cambio fundamental y duradero en el mundo, puede haber amor, plenitud inteligente, sólo cuando despertáis y empezáis a libraros de la red de ilusiones, de las múltiples ilusiones que habéis creado alrededor de vosotros mismos, a través del temor. Cuando la mente se libre a sí misma de estos obstáculos, cuando exista este profundo, interno y voluntario cambio, solamente entonces puede haber una verdadera y duradera acción colectiva en la cual no puede haber compulsión.

Favor de comprender que os estoy hablando a vosotros como un individuo, no como a un grupo colectivo o un partido determinado. Si vosotros no despertáis a vuestra plena responsabilidad, a vuestra plenitud, entonces, vuestra función como un ser humano en sociedad debe resultar frustrada, limitada, y en eso hay pesar.

En consecuencia la cuestión es cómo puede haber esta profunda revolución individual. Si hay esta revolución verdadera, voluntaria, de parte del individuo, entonces crearéis el medio ambiente apropiado para todos, sin distinción de clases o razas. Entonces el mundo será una sola unidad humana.

¿Cómo vais a despertar como individuos a esta revolución profunda? Lo que voy a decir no es complicado, es muy sencillo, y precisamente a causa de su misma sencillez, temo que lo rechacéis como no siendo positivo. Lo que llamáis positivo es que se dé un plan definido, que se os diga exactamente lo que tenéis que hacer. Pero si podéis entender por vosotros mismos cuáles son los obstáculos que están impidiendo vuestra plenitud profunda y verdadera, entonces no llegaréis a ser meramente seguidores y a ser explotados. Todo proselitismo es en detrimento de la plenitud.

Para que se opere esta profunda revolución, debéis volveros plenamente conscientes de la estructura que habéis creado a vuestro alrededor, y en el cual estáis ahora cogidos. Es decir: tenemos ahora ciertos valores, ideales, creencias, que actúan como una red para retener la mente, y cuestionando todo su significado, entendiéndolo, nos daremos cuenta cómo han llegado a existir. Antes de poder hablar plena y verdaderamente, debéis conocer la prisión en la cual estáis viviendo, cómo ha sido creada, y al examinarla sin ninguna autodefensa, encontraréis por vosotros mismos su verdadero significado, que ningún otro puede transmitiros. A través del propio despertar de vuestra inteligencia, a través de vuestro propio sufrimiento, descubriréis el proceso de la verdadera plenitud.

Cada uno de nosotros está buscando seguridad, certeza por medio del pensamiento y la acción egoístas, ya objetiva o ya subjetivamente. Si sois conscientes de vuestro pensamiento, veréis que estáis persiguiendo vuestra propia certeza y seguridad egoístas, tanto exterior como interiormente. En realidad no hay tal absoluta división de la vida en mundo objetivo y subjetivo. Hago esta división sólo por conveniencia.

Objetivamente, esta búsqueda por una seguridad y certeza egoísta se expresa a sí misma a través de la familia, que se convierte en un centro de explotación basado en el espíritu de adquisición. Si lo examináis veréis que lo que llamáis amor a la familia es sólo afán posesivo.

Esa búsqueda de seguridad se expresa de nuevo a sí misma, a través de las divisiones de clase que llegan hasta la estupidez del nacionalismo e imperialismo y engendran el odio y antagonismo racial, y en último término, la crueldad de la guerra.

Así, a través de nuestros propios deseos egoístas, hemos creado un mundo de nacionalidades y gobiernos soberanos antagónicos, cuya función es: prepararse para la guerra y lanzar al hombre contra el hombre.

Existe además, la búsqueda de certeza y seguridad egoístas a través de lo que llamamos la religión. Gustáis apasionadamente creer que seres divinos han creado estas formas organizadas de creencia que llamamos religiones. Sois vosotros mismos que las habéis creado para vuestra propia conveniencia; a través de las edades han llegado a santificarse y ahora os habéis convertido en esclavos de ellas. Jamás podrá haber religiones ideales, por tanto, no perdamos tiempo discutiéndolas. Podrán existir sólo en teoría, pero nunca en la realidad. Examinemos, pues, cómo hemos creado las religiones y de qué manera nos hemos vuelto sus esclavos. Si las examináis profundamente, tal como son, veréis que no son otra cosa sino los intereses creados de creencias organizadas, que sujetan y explotan al hombre.

Así como objetivamente estáis buscando seguridad, también subjetivamente estáis buscando una clase diferente de seguridad, certeza, a la que llamamos inmortalidad. Anheláis una continuidad egoísta en el más allá, llamándola inmortalidad. Más adelante, en mis pláticas, explicaré lo que es para mí, la verdadera inmortalidad.

En vuestra búsqueda de esta seguridad nace el temor y os sometéis a otro, quien os promete esa inmortalidad. A través del temor creáis una autoridad espiritual, y para administrar tal autoridad hay sacerdotes, quienes os explotan por medio de la creencia, el dogma y el credo, empleando la ostentación, pompa y ritual que en el mundo entero se llama religión. Está basada esencialmente en el temor, aunque podáis llamarla Amor a Dios o a la verdad. Si lo examináis inteligentemente, sólo es el resultado del temor, y, por tanto, debe llegar a ser uno de los medios de explotar al hombre. A través de vuestro propio deseo de inmortalidad y de continuidad egoísta habéis edificado esta ilusión que llamáis religión, y consciente o inconscientemente estáis atrapados en ella. O bien podéis no pertenecer a ninguna religión en particular; pero sí a alguna secta, la cual sutilmente promete una recompensa, una sutil expansión del ego en el más allá. O podéis no pertenecer a ninguna sociedad o secta; pero puede existir un deseo interno, oculto y escondido, de buscar vuestra propia inmortalidad. Mientras exista un deseo de autocontinuidad, en cualquier forma, debe haber temor, el cual sólo crea autoridad y de aquí viene la sutil crueldad y estupidez de someterse a la explotación. Esta explotación es tan sutil, tan refinada, que uno llega a enamorarse de ella llamándola progreso espiritual y adelanto hacia la perfección.

Ahora bien, vosotros, el individuo, debéis llegar a ser conscientes de toda esta intrincada estructura, conscientes de la fuente del temor y estar dispuestos a destruírla, cualesquiera que puedan ser las consecuencias. Esto significa llegar a un conflicto individualmente con los ideales y valores existentes; y cuando la mente se libre a sí misma de lo falso, podrá haber la creación del recto medio ambiente para el conjunto.

Lo que primero os concierne es llegar a ser conscientes de la prisión, entonces veréis que vuestro propio pensamiento está continuamente tratando de evitar ponerse en conflicto con los valores de la prisión. Este escape crea ideales, los que, por más hermosos, no son sino ilusiones. Una de las trampas de la mente es escapar hacia un ideal, porque sino escapa, deberá ponerse en conflicto directamente con la prisión, con el medio ambiente. Esto es, la mente desea escapar a una ilusión más bien que enfrentarse con el sufrimiento que inevitablemente se origina cuando comienza a cuestionar los valores, la moralidad, la religión de la prisión.

Lo que interesa, por tanto, es entrar en conflicto con las tradiciones y los valores de la sociedad y la religión, en los cuales estáis cogidos y no escapar intelectualmente a través de un ideal. Cuando empezáis a cuestionar estos valores, empezaréis a despertar esa inteligencia verdadera, única que puede resolver los múltiples problemas humanos.

Mientras la mente esté atrapada en valores falsos, no podrá haber plenitud. Solamente lo completo revelará la verdad, el movimiento de la vida eterna.

Octubre 20 de 1935

martes, noviembre 18, 2008

Miradas de KRISHNAMURTI



"El ser luz para uno mismo, niega toda experiencia. El 'uno' que experimenta como el experimentador, necesita de la experiencia para existir y , por profunda o superficial que ésta sea, la necesidad de experiencias se vuelve cada vez mayor. La experiencia es conocimiento, tradición; el experimentador se divide así mismo para distinguir entre lo placentero y lo doloroso, entre lo tranquilizador y lo inquietante. El creyente experimenta conforme a su creencia, conforme a su condicionamiento. Estas experiencias proceden de lo conocido, porque el reconocimiento es esencial -sin él la experiencia no existe. Toda experiencia deja una huella a menos que, tal como surge, se termine. Toda res puesta a un reto es una experiencia, pero cuando la respuesta proviene de lo conocido, el reto pierde su frescura y vitalidad; entonces hay conflicto, desorden y actividad neurótica. La esencia misma del reto es cuestionar, perturbar, despertar, comprender. Pero cuando ese reto se traslada al pasado, uno está; eludiendo el presente. La convicción de la experiencia implica negar la investigación. Inteligencia es libertad para inquirir, para investigar el 'yo' y el 'no yo', lo interno y lo externo. La creencia , las ideologías y la autoridad impiden el discernimiento directo que sólo adviene con la libertad. El deseo de experiencias, de cualquier clase que sean, tiene que ser superficial o sensorio, consolador o placentero, porque el deseo, por intenso que sea, es el heraldo del pensamiento, y el pensamiento es lo externo. El pensamiento puede fabricar lo interno, pero ello sigue siendo lo externo. El pensamiento jamás descubrirá lo nuevo, porque él es viejo y nunca es libre. La libertad está más allá del pensamiento. Toda la actividad del pensamiento es la negación del amor. Cuando uno es luz para sí mismo, esa luz es la luz de todos los demás. Ser luz para uno mismo implica que la mente se halla libre del reto y la respuesta, porque entonces la mente está por completo despierta, está totalmente activa. Esta atención no tiene un centro, el 'uno' que está atento- y, por tanto , no tiene un límite. Mientras existe un centro, el 'yo', tienen que existir el reto y la respuesta adecuada o inadecuada, placentera o dolorosa . El centro jamás puede ser luz para sí mismo; su luz es la luz artificial del pensamiento, y éste tiene muchas sombras. La compasión no es la sombra del pensamiento sino que es luz, luz que no es ni de uno mismo ni de algún otro" De la obra de Krishnamurti titulada Diario II



Sobre la Verdadera Negación

MAESTRO: En una de sus pláticas a los niños usted dijo que cuando surge un problema uno debe resolverlo de inmediato. ¿Cómo ha de hacerse eso?
KRISHNAMURTI: Para resolver un problema inmediatamente, usted tiene que comprender el problema. ¿Es la comprensión de un problema una cuestión de tiempo o es cosa de percepción intensa, de intensidad en el ver? Digamos que yo tengo un problema, que soy vanidoso. Es un problema para mí en el sentido de que crea un con flicto, una contradicción dentro de mí. Es verdad que soy vanidoso y también es cierto que no quiero serlo. Primeramente debo entender el hecho de que soy vanidoso. Tengo que vivir con ese hecho. Debo no sólo estar intensamente atento al hecho, sino comprenderlo en su totalidad. Ahora bien, ¿es una cuestión de tiempo la comprensión? Puedo ver el hecho de inmediato, ¿verdad? Y la instantaneidad de la percepción. de ver, disuelve el hecho. Cuando veo una cobra, hay acción instantánea. Pero no veo la vanidad del mismo modo. Cuando veo la vanidad, o bien me gusta y por lo tanto continúo con ella, o no la quiero porque genera conflicto. Si no genera conflicto, no hay problema.
La percepción y la comprensión no pertenecen al tiempo. La percepción es cuestión de intensidad en el ver, un ver que es total. ¿Cuál es la naturaleza de ese ver algo totalmente? ¿Qué es lo que a uno le da la capacidad, la energía, la vitalidad, el impulso de encarar algo de inmediato, con toda su energía no dividida? En el momento que uno ha dividido la energía, surge el conflicto y, por lo tanto, no existe el ver, no existe la percepción de algo en su totalidad. Ahora bien, ¿qué es lo que le da la energía para hacerlo saltar cuando ve una cobra? ¿Cuáles son los mecanismos que hacen que todo el ser, orgánico y psicológico, salte sin vacilación alguna, de manera que la reacción sea inmediata? ¿Qué es lo que ha intervenido en esta inmediatez? Han intervenido varias cosas en esa acción inmediata: miedo, protección natural, los cuales deben estar presentes, el conocimiento de que la cobra es mortífera.
Ahora bien, ¿por qué no tenemos la misma acción enérgica con respecto a la disolución de la vanidad? Estoy tomando la vanidad como un ejemplo. Existen diversas causas que han contribuido a mi falta de energía. Me gusta la vanidad, el mundo se basa en ella, es el fundamento del modelo de comportamiento Social, me proporciona cierta sensación de vitalidad, cierta cualidad de dignidad, de superioridad, la impresión de que soy un poco mejor que otros. Todo esto obstruye esa energía que se necesita para disolver la vanidad. Entonces, o bien analizo todas las causas que han obstaculizado mi acción, impidiéndome disponer de la energía para encarar la vanidad, o veo el hecho de inmediato. El análisis es un proceso de tiempo, un proceso de postergación. Mientras estoy analizando, la vanidad continúa y el tiempo no va a terminar con ella. De esta manera, tengo que ver la vanidad en su totalidad, pero carezco de la energía necesaria para ver. Ahora bien, reunir la energía disipada requiere que lo haga no sólo cuando me estoy enfrentando a un problema como la vanidad, sino que debo estar acumulando energía todo el tiempo, incluso cuando no hay ningún problema. Nosotros no tenemos problemas permanentemente. Hay momentos en que no tenemos ninguno. Si en esos momentos acumulamos energía - acumular en el sentido de estar despiertos-, entonces, cuando surgeel problema, podemos hacerle frente sin pasar por el proceso del análisis.
MAESTRO: Existe otra dificultad. Cuando no hay problemas ni estamos acumulando esta energía, tiene lugar cierta forma de actividad mental.
KRISHNAMURTI: Hay un desgaste de energía en la mera repetición, en reaccionar a la memoria, a la experiencia. Si observa su propia mente, verá que un suceso placentero se repite una y otra vez. Usted quiere regresar a él, quiere pensar en él, y por lo tanto el suceso adquiere cierto ímpetu. Cuando la mente está alerta, no hay disipación. ¿Es posible dejar que ese ímpetu, que ese pensamiento florezca? Esto implica no decir nunca «esto está bien o está mal», sino vivir el pensamiento hasta el final, sentir que el pensamiento puede florecer de manera que se termine por sí mismo.
¿Deberíamos abordar el problema de otro modo? Hemos estado hablando de crear una generación con una nueva cualidad de la mente. ¿Cómo lo haremos? Si yo fuera maestro aquí, éste sería mi interés fundamental, y es obvio que un buen educador lleva este interés en el corazón: producir una mente nueva, una nueva sensibilidad, un nuevo sentir hacia los árboles, el cielo, el firmamento, los ríos, crear una conciencia nueva, no la vieja conciencia refundida en un nuevo molde. Me refiero a una mente completamente nueva, no contaminada por el pasado. Si ése es mi interés, ¿cómo lo llevo a cabo?
En primer lugar, ¿se puede producir una mente nueva de tal naturaleza? No una mente que sea una continuación del pasado en un nuevo molde, sino una mente no contaminada. ¿Es eso factible, o debe el pasado continuar en el presente para ser modificado y puesto en un nuevo molde? En cuyo caso no hay nueva generación: es la vieja generación que se repite en una forma nueva. Yo creo que es posible crear una generación nueva. Y pregunto: ¿Cómo he de hacer, no sólo para experimentar esto en mí mismo, sino para expresárselo al estudiante?
Si yo veo algo experimentalmente en mí, no puedo dejar de expresárselo al estudiante. Indudablemente, no es una cuestión de yo y el otro, sino algo compartido, ¿ verdad?
¿Cómo he de producir, entonces, una mente que no esté contaminada? Usted y yo no somos recién nacidos, hemos sido contaminados por la sociedad, por el hinduismo, por la educación, por la familia, la sociedad, los periódicos. ¿Cómo nos abrimos paso a través de la contaminación? ¿Digo que ésta forma parte de mi existencia y la acepto? ¿Qué hago, señor? Aquí tenemos un problema: nuestras mentes están contaminadas. Para los de mayor edad es más difícil abrirse paso. Usted es comparativa-mente joven y el problema es descontaminar la mente. ¿Cómo ha de hacerse?
O bien es posible o no lo es. Entonces, ¿cómo ha de descubrir uno si lo es o no? Me gustaría que se metiera de lleno en esto.
¿Sabe lo que significa la palabra «negación»? ¿Qué significa negar el pasado, negar que uno es hindú? ¿Qué entiende usted por la palabra «negar»? ¿Ha negado algo alguna vez? Existe una negación verdadera y una falsa negación. La negación que obedece a un motivo es una negación falsa. Negar con un propósito, con una intención, negar con un ojo puesto en el futuro no es negar. Si yo niego algo con el fin de conseguir otra cosa, eso no es negación. Pero existe una negación que no obedece a un motivo. Cuando niego sin saber qué es lo que me depara el futuro, ésa es la verdadera negación. Niego ser hindú, niego pertenecer a organización alguna, niego cualquier credo particular, y en esa misma negación me vuelvo completamente inseguro. ¿Conoce usted una negación semejante, ha negado algo alguna vez? ¿Puede negar de este modo el pasado, negar sin saber lo que el futuro le depara? ¿Puede negar lo conocido?
MAESTRO: Cuando niego algo, digamos el hinduismo, hay una comprensión simultánea de lo que es el hinduismo.
KRISHNAMURTI: Lo que discutíamos es la posibilidad de producir una mente nueva. Una mente que está contaminada no puede ser nueva. Así que estamos hablando de la descontaminación y si ésta es posible. Y en relación con eso comencé por preguntar quées lo que usted entiende por negación, porque me parece que la negación tiene muchísimo que ver con esto. La negación tiene que ver con una mente nueva. Si yo niego limpia mente, sin raíces, sin motivos, ésa es la negación real. Ahora bien, ¿es posible? Mire, si yo no niego por completo la sociedad en la que ¿están incluidas la política, la economía, las relaciones sociales, la ambición, la codicia, si no niego todo eso por completo, es imposible descubrir qué significa tener una mente nueva. Por lo tanto, el primer paso en asentar los cimientos consiste en negar las cosas que he conocido. ¿Es eso posible?
Es obvio que las drogas no van a producir una mente nueva: nada la producirá, excepto una negación total del pasado. ¿Es eso posible? ¿Que dice usted? Y si he respirado el perfume, si he visto, si he gustado una negación de tal naturaleza, ¿cómo haré para comunicársela al estudiante? Él debe tener lo conocido en abundancia: matemáticas, geografía, histeria, y, no obstante, debe estar plena e inexorablemente libre de lo conocido.
MAESTRO: Señor, todas las sensaciones dejan un residuo, una perturbación que conduce a diversos tipo de conflicto y otras formas de actividad mental. El enfoque religioso tradicional consiste en renunciar a estas sensa ciones mediante la disciplina y la negación. Pero en lo que usted dice parece haber una receptividad elevada con respecto a tales sensaciones, de modo que las sensaciones se perciben sin distorsión alguna y sin residuo.
KRISHNAMURTI: Ésa es la cuestión. Sensibilidad y sensación son dos cosas diferentes. Una mente que es esclava del pensamiento, de la sensación, de los sentimientos, es una mente residual. Goza con los residuos, disfruta pensando en el mundo placentero y cada pensamiento deja una huella, que es el residuo. Cada pensamiento sobre un determinado placer que usted ha experimentado deja una marca que contribuye a la insensibilidad. Es obvio que eso entorpece la mente; la disciplina, el control y la represión la embotan todavía más. Yo digo que la sensibilidad no es sensación, que la sensibilidad significa que no hay marcas, que no hay residuos. ¿Cuál es, entonces, la cuestión?
MAESTRO: ¿La negación de que usted habla es diferente de la que consiste en restringir las sensaciones?
KRISHNAMURTI:¿Cómo ve usted esas flores, cómo ve su belleza y es completamente sensible a ellas de modo que no haya residuos, ni recuerdos, para que cuando vuelva a verlas una hora más tarde, usted vea una nueva flor? Eso no es posible si la ve como una sensación y asocia esa sensación con las flores, con el placer El modo tradicional es excluir por completo lo placentero porque tales asociaciones despiertan otras formas de placer; por eso usted se disciplina para no mirar. Extirpar la sensación con un bisturí es algo inmaduro. ¿Cómo han de hacer entonces la mente y los ojos para ver el extraordinario color sin que deje marca alguna?
Yo no estoy pidiendo un método. ¿Cómo surge ese estado? De otro modo no podemos ser sensibles. Es como una placa fotográfica que recibe impresiones y se renueva a sí misma. Es expuesta y, sin embargo, se vuelve negativa para la siguiente impresión. Así, todo el tiempo, la mente se está purificando de cada placer. ¿Es eso posible o en lugar de tratar con hechos estamos jugando con las palabras?
El hecho que veo claramente es que cada sensibilidad residual, cada sensación embota la mente. Niego ese hecho, pero no sé qué significa ser tan extraordinaria-mente sensible que las experiencias no dejen huella y, no obstante, vea esa flor con plenitud, con tremenda intensidad. Veo como un hecho innegable que cada sensación, cada sentimiento, cada pensamiento deja una huella, moldea la mente, y que esas impresiones no pueden en modo alguno producir una mente nueva. Veo que tener una mente con huellas implica muerte, de modo que niego la muerte. Pero no conozco lo otro. También veo que una buena mente es sensible, sin el residuo de la experiencia. Experimenta, pero la experiencia no deja secuelas de las que extraiga más experiencias, más conclusiones, más muerte.
Niego lo uno y desconozco lo otro. ¿Cómo va a tener lugar esta transición de la negación de lo conocido a lo desconocido?
¿Cómo niega uno? ¿Niega uno lo conocido, no en grandes sucesos dramáticos, sino en los pequeños acontecimientos? ¿Niego cuando me estoy afeitando y recuerdo lo bien que lo pasé en Suiza? ¿Niega uno el recuerdo de un rato agradable? ¿Se da uno cuenta de ello y lo niega? Eso no es dramático, no es espectacular, no se entera nadie. Y, sin embargo, esta constante negación de las cosas pequeñas, estas pequeñas eliminaciones, las pequeñas borraduras, y no sólo una impresionante gran limpieza, son esenciales. Es esencial negar el pensamiento como recuerdo, agradable o desagradable, cada minuto del día y a medida que va surgiendo. Uno hace esto sin ningún motivo, no lo hace con el fin de entrar en el extraordinario estado de lo desconocido. Usted vive en el Valle de Rishi y piensa en Bombay o Roma. Esto crea conflicto, embota la mente, la divide ¿Puede verlo y descartarlo'.? ¿Puede seguir descartándolo, no porque desee entrar en lo desconocido? Usted nunca puede saber lo que es lo desconocido, porque en el momento en que lo reco noce como lo desconocido se encuentra nuevamente en lo conocido.
El proceso de reconocimiento es un proceso por el cual lo conocido continúa. Como no sé qué es lo desconocido, sólo puedo hacer lo siguiente: ir desprendiéndome del pensamiento conforme va surgiendo.
Usted ve esa flor, la siente, ve su belleza, su intensidad, su extraordinaria brillantez. Después va usted al cuarto en que vive, que es feo, no está bien proporcionado. Usted vive en ese cuarto pero tiene cierta sensación de belleza y comienza a pensar en la flor; entonces atrapa el pensamiento conforme surge y lo borra. Ahora bien, ¿a qué profundidad descarta usted, desde que profundidad niega la flor, niega a su esposa, a sus dioses, su vida económica? Usted tiene que vivir con su mujer, con sus hijos, con esta horrible y monstruosa sociedad. No puede apartarse de la vida. Pero cuando niega por completo el pensamiento, el dolor y el placer, su relación es diferente. De modo que debe haber una negación total, no parcial, no un conservar las cosas que le agradan y negar las que no le agradan.
Bien, ¿cómo le transmite usted al estudiante lo que ha comprendido?
MAESTRO: Usted ha dicho que en el enseñar y el aprender existe un estado de intensidad en el cual uno no dice «yo le estoy enseñando algo». Ahora bien, ¿este constante borrar las huellas del pensamiento tiene algo que ver con la intensidad del estado de enseñar-aprender?
KRISHNAMURTI: Evidentemente. Mire, yo siento que el enseñar y el aprender son lo mismo. ¿Qué es lo que tiene lugar aquí? Yo no le estoy enseñando, no soy su maestro o autoridad. Simplemente exploro y le comunico mi exploración. Usted puede tomarlo o dejarlo. La posición es la misma con respecto a los estudiantes. MAESTRO:¿Qué es entonces lo que tiene que hacer el profesor?
KRISHNAMURTI: Usted sólo puede descubrirlo cuando está negando constantemente. ¿Lo ha intentado alguna vez? Es como si no pudiera dormirse ni un solo minuto durante el día.
MAESTRO: Eso no sólo requiere energía, sino que también libera una gran cantidad de energía
KRISHNAMURTI: Pero primero debe usted tener la energía para negar.

jueves, noviembre 13, 2008

KRISHNAMURTI: su Enseñanza


El siguiente texto fue escrito por Krishnamurti, el 21 de octubre de 1.980.

La esencia de las enseñanzas de Krishnamurti queda recogida en la declaración que hizo en 1929 cuando dijo: La verdad es una tierra sin senderos. El hombre no puede acercarse a ella a través de ninguna organización, de ninguna secta, dogma, sacerdote o ritual, ni a través de algún conocimiento filosófico o técnica psicológica. Tiene que encontrarla a través del espejo de las relaciones, a través de los contenidos de su propia mente, de la observación y no a través del análisis intelectual o la disección introspectiva. El hombre ha construido en sí mismo imágenes como una valla de seguridad - religiosas, políticas, personales. Estas se manifiestan en forma de símbolos, ideas, creencias. La carga de estas imágenes domina el pensamiento del hombre, sus relaciones y su vida diaria. Estas imágenes son la causa de nuestros problemas ya que dividen a los hombres. Su percepción de la vida esta moldeada por conceptos ya establecidos en su mente. El contenido de su conciencia es su entera existencia. Este contenido es común en toda la humanidad. La individualidad es el nombre, la forma, la cultura superficial que él adquiere a través de la tradición y el ambiente. La unicidad del hombre no reside en lo superficial sino en la libertad absoluta del contenido de su consciencia, la cuál es común en todos los seres humanos. Así el no es un individuo.

La libertad no es una reacción; no es una elección. Es la pretensión del hombre creer que por tener elección es libre.

La libertad es pura observación sin dirección, sin miedo al castigo, sin recompensas.

La libertad existe sin motivo; la libertad no está al final de la evolución del hombre sino que reside en el primer paso de su existencia. Al observar, uno comienza a descubrir la falta de libertad.

La libertad se encuentra en una consciencia no escogida en nuestra existencia y actividad diaria. El pensamiento es tiempo. El pensamiento nace de la experiencia y el conocimiento, los cuales son inseparables del tiempo y el pasado. El tiempo es el enemigo psicológico del hombre. Nuestra acción se basa en el conocimiento y por tanto en el tiempo, así el hombre siempre es un esclavo del pasado. El pensamiento es siempre limitado, así que vivimos en constante conflicto y lucha. No hay evolución psicológica.

Cuando el hombre se vuelva consciente del movimiento de sus propios pensamientos, verá la división entre el pensador y el pensamiento, el observador y lo observado, el experimentador y lo experimentado. Descubrirá que esa división es una ilusión. Sólo entonces hay pura observación en la que no existe sombra del pasado ni el tiempo. Este eterno "insight"; trae consigo una profunda y radical mutación en la mente.

La negación total es la esencia de lo positivo. Cuando hay negación de todas esas cosas que el pensamiento ha ocasionado psicológicamente, solo entonces hay amor, que es compasión e inteligencia.

Jiddu KRISHNAMURTI


[1895 - 1986]

El Mesias que renunció al cargo

Krishnamurti, una de las grandes luces espirituales de este siglo, no aceptó ser tratado como un Maestro ni como una autoridad, y renunció a aceptar otra acción que no fuera la transformación espiritual de cada persona, sin sujeción a tradiciones ni a cambios preestablecidos. Esta actitud marca, tal vez, su sello más característico.

Al sumergirnos en su vida, surge la tentación de pensar que este rechazo a la autoridad y a los caminos establecidos está determinado por su propia historia personal. Pero ¿Quién se atreverá a asegurar que sea así, y no la verdadera condición para un crecimiento espiritual real?.
Krishnamurti pudo haber tenido la vida normal de un joven indio de familia pobre, pero el "azar" lo puso en el camino de la sociedad Teosófica, la que declaró al mundo que él era el mesías esperado para esta nueva era. Sin embargo, luego de algunos años de cumplir con tal "investimiento", vive un proceso de despertar espiritual que lo lleva a desvincularse de la institucionalidad Teosófica.

Inició así un nuevo camino que lo llevó a un liderazgo espiritual de proyección mundial, libre de cualquier atadura, y con la convicción de que el camino espiritual es también la vía hacia la libertad.
¿Qué pensar de un joven que a sus 18 años decide comenzar a escribir su autobiografía, y llamarla Cincuenta años de mi vida, argumentando que 32 años después será, sin duda, alguien digno para publicarla?.Pues eso hizo Krishnamurti en 1913.

El plazo de 50 años se cumplía en 1945, coincidiendo llamativamente con el final de la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué circunstancias habían marcado la vida de este joven indio para que su proyecto literario no se tratara sólo de un simple acto de megalomanía juvenil? Recorramos sus primeros años de vida para intentar encontrar una respuesta.

El nombre del dios pastor
Un 12 de mayo de 1895 nace Jiddu Krishnamurti, en Madnapalle, al sur de la India. Su condición de octavo hijo, tal como lo fue Krishna, el dios pastor, sustenta su nombre. Su padre –Jiddu Naraniah– un funcionario público de jerarquía menor, develó su vocación de espiritual al incorporarse en 1882 a la Sociedad Teosófica. Su madre –Sanjeevamma– era considerada psíquica, y aseguraba que experimentaba visiones y veía los colores del aura en las personas. Ella se entregó con gran dedicación a su hijo –marcado por una débil salud, y con frecuentes ataques de malaria–; Pasaba tardes enteras leyéndole escrituras sagradas hindúes, y hablándole de Krishna, del Karma y de la reencarnación. En algunas ocasiones, ella aseguraba que veía en el jardín a una hija que había muerto, y le preguntaba si él la veía.

Quizá esta relación cotidiana con el más allá ayudó a este muchacho a enfrentar el terrible dolor que le produjo la muerte de su madre, poco después de haber cumplido diez años, en 1905.

En el colegio, Krishnamurti desarrollo una falta de interés en los estudios y una actitud de permanente "mirar las nubes", que lleva a sus profesores a pensar que tenia un retardo mental. Poco después, la familia debió enfrentar la jubilación del padre, quien quedó con una pensión que no alcanzaba para mantener a sus hijos. En ese momento, como un llamado del destino, decidió solicitar trabajo en una sede de la Sociedad Teosófica, ubicada en Adyar. Annie Besant, cabeza de la entidad, accedió ante su incansable insistencia.

La Sociedad había sido fundada por madame Helena Petrovna Blavatsky (1831-1891), una rusa que vivió en el Tíbet, en contacto con los Maestros de la Hermandad Oculta. Tras conocer más tarde al coronel Henry Steel Olcott, un investigador psíquico de los EE.UU., fundan esta organización y le definen la misión de estudiar la antigua sabiduría y la exploración de los misterios de la naturaleza y los poderes latentes del hombre.

El momento de aparición de la Sociedad coincide con un periodo en el que había adquirido gran fuerza, en círculos vinculados con las tradiciones esotéricas, el planteamiento de la venida de un nuevo mesías o instructor del mundo. Mme. Blavatsky postuló entonces para la Sociedad el propósito de preparar su advenimiento.

En 1907, después de la muerte del coronel Olcott, Annie Besant se convirtió en la presidenta de la Sociedad. Su decisión de reincorporar a un cargo de responsabilidad a Charles Webster Leadbeater (1847-1934), un ex clérigo anglicano con reputados poderes de clarividencia, resultaría trascendente para la vida de Krishnamurti.

El mismo declarará después que "llevaba la existencia usual de un joven indio corriente, hasta que llegué a Adyar en 1908". Mientras su padre trabajaba para la Sociedad, él asistía a un colegio distante, y por las tardes jugaba con sus hermanos junto a un río, cerca de la sede.
Allí, Leadbeater lo "descubrió", y comenzó a sostener que el joven tenía un "aura singular que no contenía egoísmo alguno", entre otros atributos, declarando que sería un gran maestro espiritual y un excelente orador. Bajo este precepto solicitó al padre de Krishnamurti que accediera a que le muchacho y su hermano menor, Nitya, dejaran de asistir al colegio para ser instruidos por él.

Leadbeater aseguró también que las encarnaciones anteriores del muchacho revelan una "ordenación luminosa en sus vidas pasadas, de la que se desprendía que había sido discípulo del Buda".

Mrs. Besant se hizo eco en plenitud de las convicciones de Leadbeater, y fue aún más allá, asegurando que el Instructor del Mundo, el Bodhisattva Maitreya, se iba a manifestar a través del cuerpo de Krishnamurti.
Con el respaldo de Mrs. Besant, Leadbeater logró sacar a los hermanos de la casa paterna, y llevarlos a vivir en la elegante sede de la Sociedad Teosófica. Inmediatamente comenzaron a construir un muro protector alrededor del joven futuro mesías, para cuidarlo e instruirlo. Así fue integrándose a las practicas espirituales que allí se realizaban, y muy pronto otorgó a Mrs. Besant el título de madre.

Sin embargo, comenzó a surgir una fuerte critica que atribuía a la Sociedad "hacer negocio del mesías". Para comprender esto se debe tener en cuenta que el financiamiento de la Sociedad dependía de aportes y donaciones de sus miembros y simpatizantes, reclutados muchas veces en círculos de la alta sociedad de países europeos y de Norteamérica, con los que se sostenían las actividades y compraban propiedades para el desarrollo de la misión institucional. Junto a estos rumores, muchos de sus propios miembros también se rebelaron ante la adoración que se había comenzado a rendir al pequeño hindú. Por si no bastara, había surgido un fuerte rumor que atribuía inclinaciones homosexuales a Leadbeater.
Cuando en 1911 Mrs. Besant decide llevar por primera vez a Krishnamurti a Inglaterra, su padre, receloso de los rumores, entabló un juicio para recuperar a sus hijos, el que finalmente perdió. Así, en medio de este poco edificante clima espiritual, el futuro mesías inició su peregrinaje por el gran mundo.

El mesías en sociedad

Quizá no estaba en los planes de nadie que este primer viaje se convirtiera en una estadía de diez años, prolongándose hasta 1921.
Podemos imaginar a este joven muchacho indio, consignado como el nuevo mesías, deambulando como huésped en las casas de adherentes y socios ricos de la Sociedad Teosófica. Lejos de su tierra, su familia y sus costumbres, enfrentado a la deslumbrante realidad del imperio británico. Asistía a las galas de sociedad, al teatro, y era el centro de la atención. A poco andar comenzó a comprar ropas caras, desarrolló gusto por los autos, y parecía haber olvidado completamente su destino espiritual.

Se consigna que cuando le preguntaron en una velada como sobrellevaba su misión de ser la encarnación de la deidad, él habría contestado riendo: "Yo diría que es una dura carga; lo que más me preocupa en estos momentos es quién va a ganar Wimbledon".

En definitiva, el devoto meditador y visionario de Adyar mostraba una actitud irónica bordeando en lo cínico, lejos de la elevación espiritual que se habría esperado de su rol.

Pero nadie conoce los caminos del destino, porque en 1922 le deparaba un gran vuelco. Ese año viaja junto a su hermano Nitya a Estados Unidos, hasta una propiedad de la organización ubicada cerca de Santa Bárbara, California. Allí "Krishnamurti iba a sumergirse en el intenso despertar espiritual que cambió el curso de su vida".

Este despertar espiritual es presenciado y testimoniado por Nitya, quien describe que su hermano padecía fuertes dolores, se desmayaba, llamaba en lengua nativa a su madre, pedía que lo llevaran al bosque de la India y hablaba de la presencia de seres poderosos. Nitya afirma que era evidente un vaciado de la conciencia de Krishnamurti, junto a momentos en que sentía una gran presencia.

"El 17 de agosto sentí un dolor agudo en la base de la nuca y tuve que reducir mi meditación a quince minutos. El dolor, en vez de mejorar como había esperado, empeoró. El clímax fue alcanzado el día 19. Yo no podía pensar, no era capaz de hacer nada, y mis amigos me obligaron a permanecer en cama. Luego quedé casi inconsciente, aunque me daba cuenta muy bien de lo que sucedía a mi alrededor. Volvía en mí diariamente cerca del mediodía. Ese primer día, mientras estaba en tal estado y más consciente de las cosas que me rodeaban, tuve la primera y más extraordinaria experiencia. Había un hombre reparando la carretera; ese hombre era yo mismo, yo era el pico que él sostenía, la piedra misma que él estaba rompiendo era parte de mí, la tierna hoja de hierba era mi propio ser y el árbol junto al hombre era yo. Casi podía sentir y pensar como el hombre que reparaba la carretera, podía sentir el viento pasando a través del árbol, y la pequeña hormiga sobre la hojita de pasto. Los pájaros, el polvo, y el mismo ruido eran parte de mí. Justo en ese momento pasaba un auto a cierta distancia; yo era el conductor, la maquina y las llantas. Conforme el auto se alejaba, yo también me alejaba de mí mismo. Yo estaba en todas las cosas o, más bien, todas las cosas estaban en mí, las inanimadas como las animadas, las montañas, el gusano y toda cosa viviente", describirá Krishnamurti más tarde.

Hacia el fin de sus terribles dolores, sostiene haber tenido visiones del Buda, de Maitreya y de otros maestros de la jerarquía oculta, según aseguraba Nitya en una carta a Annie Besant.

"El proceso de Krishna ha dado ahora un definitivo paso adelante. La otra noche (...) todos sentimos un gran embate de poder en la casa, (...) Krishna vio al Señor y al Maestro; pienso que también vio la Estrella brillando afuera esa noche, porque todos nosotros experimentamos una intensa sensación de reverente temor (...). Después Krishnamurti me dijo que la corriente comenzó como de costumbre en la base de su espina dorsal y alcanzó la base posterior de su cuello, luego una parte pasó al lado izquierdo y la otra al lado derecho de la cabeza, y por fin se encontraron ambas en la frente; Cuando se encontraron, desde su frente surgió una llama. Ese es el desnudo resumen de lo que ocurrió; ninguno de nosotros sabe lo que ello significa, pero el poder era tan inmenso esa noche, que parece señalar una etapa definitiva. Presumo que debe significar la apertura del tercer ojo."

Como futuro instructor del mundo mantenía una agenda de viajes a diferentes países, particularmente vinculada con convenciones de la Sociedad Teosófica. En estas actividades, se hacia acompañar por su hermano. Sin embargo, el destino no quería darle paz; el 13 de noviembre de 1925, en medio de una tempestad, sobrevino la muerte de Nitya.
Krishnamurti quedó destrozado; sollozaba, gemía y lloraba a gritos por su hermano. Con su madre muerta, exiliado de su padre y demás hermanos a quienes no había vuelto a ver, su pequeño Nitya había sido su única familia y su querido compañero.

Pero no era sólo esa la fuente de su desesperación. También había puesto la vida de su hermano en manos de los grandes maestros espirituales Maitreya y el Buda, ante quienes consideraba tener acceso directo a través de practicas esotéricas junto a Mrs. Besant y Mr. Leadbeater. Más aún, ellos mismos, que también afirmaban tener acceso a esos planos del espíritu, habían asignado a Nitya a un papel de acompañante en el trayecto del futuro mesías.

Todo esto hace desmoronar como un castillo de naipes sus creencias de acceso a las predicciones de sucesos futuros, y sobre el propio destino mesiánico que le había asignado la Sociedad Teosófica. Su fe en los maestros y en la jerarquía oculta experimenta en ese momento una revolución total.

La ruptura con la Sociedad Teosófica

A partir de ese momento, Krishnamurti inició un proceso de distanciamiento con la Sociedad, expresado en una actitud de independencia frente a sus jerarquías, y la adopción de un discurso y un mensaje más centrados en sí mismo.

En las convenciones, aunque Annie Besant estuviera presente, tomaba la iniciativa en las pláticas entregando su nueva comprensión. Comenzó entonces, imperceptiblemente, a expresar una desbordante alegría, y un sentimiento de unidad con el universo. Su nueva actitud molestó a la jerarquía de la Sociedad, la que comenzó a difundir que no era el Señor Maitreya quien estaba hablando a través de Krishnamurti, sino espíritus malignos.

Para sus más cercanos, se estaba manifestando un proceso de larga gestación, a través del cual su mente había ido dejando caer las capas superficiales que había aceptado del ritual y la jerarquía Teosófica, para emerger libre, anclada en un desarrollo y una experiencia espiritual propia.

Refiriéndose años más tarde a la meditación que realizaba con la jerarquía de la Sociedad, Krishnamurti señalo que "la hacia porque me habían dicho que la hiciera. Formaba parte de la creencia Teosófica, pero para mí no significaba nada. Todo eso lo hacia automáticamente".

En una convención realizada el Ommen, el 1927, comenzó a hablar en un lenguaje por completo opuesto a las enseñanzas Teosófica: "Por muchas vidas y por toda esta vida, especialmente en los últimos meses, he luchado para liberarme de mis amigos, de mis libros, de todos mis vínculos. Deben ustedes luchar por la misma libertad. En lo interno tiene que haber un constante torbellino."

Una enorme asamblea de más de tres mil personas lo oyeron hablar sobre la necesidad de abandonar todas las fuentes de autoridad, y en particular aquella que lo signaba como el Instructor de Mundo. Por el contrario, señalaba, cada cual debe vivir sólo de su propia luz interior.

"Deseo que aquellos que buscan comprenderme sean libres, que no me sigan, que no hagan de mí una jaula que se tornará en una religión, una secta. Más bien deberían librarse de todos los temores; del temor a la religión, del temor de la salvación, del temor de la espiritualidad, del temor del amor, del temor de la muerte, del temor de la vida misma..."

"...Ustedes están acostumbrados a la autoridad, o a la atmósfera de autoridad que piensan va a conducirlos a la espiritualidad. Creen y esperan que otro, por sus extraordinarios poderes –por un milagro– podrá transportarlos a ese reino de libertad eterna que es la felicidad..."
"...Me han estado escuchando durante años sin que ningún cambio se operara en ustedes, salvo en algunos pocos. Ahora analicen lo que estoy diciendo, sean críticos para que puedan alcanzar una comprensión profunda, fundamental. Cuando buscan una autoridad que los conduzca a la espiritualidad, se obligan ustedes automáticamente a crear una organización alrededor de esa autoridad. Por la creación misma de la organización,... quedan atrapados en una jaula..."

Todo ello trajo consigo una verdadera revolución en la organización de la Sociedad Teosófica; se liquidaron los diversos fideicomisos y los fondos, las grandes propiedades y terrenos volvieron a sus donadores originales, y se estableció una pequeña oficina para emprender la publicación de sus practicas. Comenzó entonces a ser considerado un filosofo hostil a todas las creencias religiosas. Krishnamurti renuncio a la Sociedad Teosófica en 1930.

Muy poco después, el 20 de septiembre de 1933, moría Annie Besant, madre de su destino como Instructor del Mundo.

El retiro del mundo

La propiedad cerca de Santa Bárbara, California, en la localidad de Ojai, se convirtió en hogar permanente y centro de practicas. Aunque entre 1933 y 1939 viajó varias veces a la India para ofrecer ante masivos auditorios, el mundo y los medios de prensa habían perdido interés en este "Instructor del Mundo".

La Segunda Guerra Mundial lo encontró en Ojai, donde vivió durante casi ocho años en un relativo aislamiento. Como extranjero, se le prohibió ofrecer conferencias, y debía presentarse regularmente ante la policía.
No obstante, su calidad espiritual motivaba permanentemente la presencia de ilustres visitantes. Aldous Huxley, quien se había establecido en California y estaba perdiendo la vista, solía pasear con él durante largas horas. También realizaba paseos y picnics con un grupo de amigos que integraban, entre otros Greta Garbo, Charlie Chaplin y Bertrand Russell.
Rememorando su relación con Huxley y Gerald Heard, Krishnamurti diría después: "Yo era terriblemente tímido, y ellos eran tan intelectuales. Yo los escuchaba, intercalando uno o dos comentarios."

En 1945, al final de la guerra, cayó muy enfermo. Padecía dificultades urinarias, tenia fiebre alta y permanecía inconsciente durante largos periodos. Los médicos lo examinaron, pero parecían incapaces de diagnosticar su enfermedad, y no pudieron prescribirle medicina alguna. La salud le retornó luego sin razón explicable para los médicos, aunque él atribuyó a su propio ejercitamiento espiritual.

Maestro en una India independiente

El 15 de agosto de 1947, la India se declaró independiente, tras una larga lucha de carácter no violento, que había sido conducida, desde los primeros años del siglo XX, por Mahatma Gandhi. La llegada de Krishnamurti a su tierra natal, dos meses después de la independencia, no pudo haberse dado en un momento más propicio.

Muchos jóvenes, hombres y mujeres, se reunieron en torno de él en Bombay. Algunos habían participado en la lucha por la libertad, eran héroes políticos, pero estaban llenos de horror por los acontecimientos que siguieron a la división India. Uno de esos jóvenes era Achyut, quien estuvo muy cerca de Gandhi, a quien fue a visitar a fines de 1947 para decirle que por unos cuantos meses iba a dejar la política porque iba a pasar un tiempo con Krishnamurti. Gandhi se mostró muy feliz, y le confesó que tras los terribles acontecimientos ocasionados por la partición India, estaba pasando por una gran oscuridad, y que no vislumbraba ninguna luz.
Krishnamurti recibía a la gente que se acercaba a él y escuchaba sus preguntas. Su postura de negación de la autoridad espiritual o gurú como centro de conductor de la búsqueda religiosa y como intermediario entre el buscador de la verdad y la realidad misma, lanzaba toda la responsabilidad sobre el propio buscador. Solía decirles a quienes lo visitaban: "Lo real está cerca, uno no tiene que buscarlo. La verdad está en ‘lo que es’ y esa es su belleza."

No prometía tampoco éxtasis o explosiones de luz, ni visiones, ni poderes extrasensoriales para sustentar una búsqueda, sino más bien los desalentaba. Contaba que cuando era niño él tenia muchos poderes extrasensorios –la capacidad de leer el pensamiento o lo que estaba escrito en una carta sin abrir–, y que también podía materializar objetos, tener visiones, predecir el futuro e, incluso, el don de curar. Pero argumentaba que todos esos fenómenos debían observarse y desecharse a medida que iban surgiendo. Sólo el despertar de una percepción viviente; ver y escuchar lo real tal como se revelaba en los pensamientos y sentimientos que eran el verdadero contenido de la mente.

Muchas personas acudían a él en busca de curación física, pero Krishnamurti les decía: "En un tiempo practicaba curaciones; pero descubrí que es mucho más importante curar la mente, el estado interno del ser. Concentrase en la cura física puede contribuir a la popularidad, a arrastrar grandes multitudes, pero no conduce al hombre a la felicidad".
También le decía a sus seguidores que habían abrazado la causa de la independencia de la India, que la acción política y social jamás podría cambiar al mundo en sus raíces, y que el individuo mismo era quien debía transformarse radicalmente. "Los sistemas nunca podrán transformar al hombre, es el hombre que transforma siempre al sistema", decía.

Una vez un joven le preguntó qué entendía por "pensar creativo", frente a lo cual se levantó de un salto, se sentó junto a él e inclinándose hacia delante le preguntó: " ¿Quiere usted investigarlo, señor, y ver si puede experimentar el estado de pensar creativo ahora?" A partir de esta experiencia, a las conversaciones comenzó a añadir un trabajo practico transformador.

Junto a estas conversaciones con sus seguidores, Krishnamurti comenzó a ser invitado y escuchado por grandes lideres políticos.

En tanto la independencia fue liderada por Gandhi, no resulta extraño que las autoridades que asumieron el gobierno de la India independiente tuvieran gran interés por lo espiritual. Jawaharlal Nehru, como primer ministro de la India, se reunía con él para intercambiar ideas sobre el destino de su país.

Más estrecha aún fue la relación con Indira Gandhi. La profundidad espiritual de esta dirigenta política de la India queda muy bien expresada en una de sus cartas, donde pregunta: " ¿Ha llegado el mundo a un punto muerto? Más y más gente se está dando cuenta de lo que anda mal y de lo que podría hacerse. Sin embargo, la corriente nos arrastra en la dirección opuesta. Un puñado de personas tiene el poder de influir sobre la vida de millones que habitan esta tierra. Los pocos están demasiado envueltos en sí mismos y en lo que ellos consideran que son sus intereses inmediatos en términos de tiempo y lugar, y los muchos que desean ser empujados y mantenidos en la ilusión de que son libres y que conducen sus propias vidas. El mundo necesita de ese espíritu de compasión suyo, todos tendrían que mirar dentro de sí mismos y poseer el coraje de actuar en consecuencia".

Los acontecimientos políticos acercaban a Indira al año de su destino "Si de cualquier manera, ‘de cualquier manera’ ello pudiera servirle de ayuda, iré a Delhi", le escribió Krishnamurti, quien la vería por ultima vez en una visita que le hizo la noche del 13 de febrero de 1984. Pupul Jayakar, su amiga, discípula y biógrafa, cuenta que para el 3 de noviembre de 1984, Indira tenia programado almorzar en su casa con Krishnamurti y el Dalai Lama, quienes iban a ofrecer una platica pública juntos el 4 de noviembre. Pero la cena nunca se realizó. Ella fue asesinada el 31 de octubre de 1984.

"Krishnaji se sentó durante todo el día en mi sala de estar contemplando el jardín; estuvo observando los arboles y los pájaros, casi no habló y comió muy poco. A las cuatro de la tarde él había percibido la presencia de Indira, e hizo un comentario sobre la necesidad de silencio dentro de la mente para permitir que ella estuviera en paz. Yo pude ver que se sentía profundamente conmovido. Tarde en la noche siguiente, me dijo: no conserve recuerdos de Indira en la mente, eso la retiene en la tierra. Déjela irse. Su mano hizo un gesto hacia el espacio y la eternidad", testimonia Pupul Jayakar.

Final del viaje

En esa época también volvieron para Krishnamurti sus padecimientos físicos, Jayakar relata, luego de una visita que realizaran a Nehru:
"Cuando llegamos a la casa fue a su habitación, y nos pidió a Nandini y a mí que entráramos. Cerró la puerta y después nos dijo que, cualquier cosa que ocurriera, no nos asustáramos, y que de ningún modo llamáramos a un medico. Nos pidió a ambas que nos sentáramos tranquilamente y que lo vigiláramos. No tenía que haber temor. No debíamos hablarle ni reanimarlo, pero sí cerrarle la boca si se desmayaba. Bajo ninguna circunstancia debíamos dejar el cuerpo solo.

Krishnamurti parecía sufrir muchísimo. Se quejaba de un severo dolor de muelas y de un intenso dolor en la nuca, en la coronilla y en la espina dorsal.

En medio de sus padecimientos decía: "Están limpiando mi cerebro completamente, lo están vaciando". Otras veces se quejaba de un gran calor, y su cuerpo transpiraba profusamente. La intensidad del dolor variaba según el área donde se concentraba. A veces se localizaba en la cabeza, en los dientes, en la nuca o en la columna vertebral. En otras oportunidades, él gemía y se agarraba el estomago. Nada aliviaba el dolor; este venía y se iba a voluntad. Cuando el proceso operaba, el cuerpo que yacía en la cama era como una mascara; sólo parecía hallarse presente una conciencia del cuerpo. En este estado la voz era débil como la de un niño.
Súbitamente el cuerpo fue ocupado por una elevada presencia. Krishnaji se incorporo, sentándose con las piernas cruzadas y los ojos cerrados; el frágil cuerpo parecía crecer y llenar la habitación; había un silencio palpable, palpitante, y una fuerza inmensa se derramaba en el lugar y nos envolvía. En este estado, la voz tenia un gran volumen y profundidad".
A pesar de estos padecimientos, que vinculaban el dolor físico con el crecimiento espiritual, Krishnamurti no cesó nunca sus actividades de difusión de su enseñanza, ni transformó su mensaje, que postulaba el crecimiento espiritual basado en el conocimiento que emana del interior de cada ser humano y no de creencias y dogmas externos.

Si bien ya nunca más tuvo la plataforma de sus primeros tiempos a través de la Sociedad Teosófica, y muy atrás había quedado la época en que fue presentado como el nuevo mesías, había adquirido por sí mismo una celebridad e importancia de primer nivel.

En sus numerosas actividades como expositor solía recibir invitaciones oficiales de distintos países. En plena actividad, cumplió sus 90 años, viajando y dando conferencias. Pero la muerte ya estaba cerca.
En enero de 1986 dictó sus ultimas charlas en la India, y se despidió de sus discípulos. El 10 de enero quiso volver a pasear por la playa de Adyar, donde 75 años atrás había sido "descubierto" como Instructor del Mundo.

Después de todos estos rituales de despedida regreso a Ojai, y poco más de un mes después, el 17 de febrero de 1986, abrazo la muerte, afectado por un cáncer al páncreas. Sus cenizas fueron llevadas a Delhi.
En 1980, Krishnamurti le había dicho a Pupul Jayakar que cuando dejara de hablar, su cuerpo moriría.
"El cuerpo tiene un solo propósito –le dijo–, revelar la enseñanza."

Fragmentos de Krishnamurti :


Verdad y sufrimiento

"En breve voy a explicar que la verdad puede ser entendida instantáneamente. No es cuestión de tiempo; no es cuestión de desarrollo ni de habito. La verdad sólo puede comprenderse directamente de inmediato, ahora, en el presente, no en el futuro; y ella puede ser comprendida, sentida, realizada, cuando existe la capacidad de escuchar directamente, de un modo abierto y con el corazón abierto.

Hay sufrimiento: político, social, religioso. Todo nuestro ser psicológico esta confuso, y todos los dirigentes, políticos, religiosos, nos han fallado. Todos los libros han perdido su significación. Podéis consultar el Bhagavad Gita o la Biblia, o el último tratado sobre política o psicología, y encontraréis que ellos han perdido ese sonido típico, esa cualidad de la verdad; se han vuelto meras palabras. Vosotros mismos, sois los repetidores de esas palabras, estáis confusos e inciertos, la simple repetición de palabras nada sugiere. Las palabras y los libros, por consiguiente, han perdido su valor. Es decir si citáis la Biblia, o a Marx, o el Bhagavad Gita, vuestra repetición se convierte en una mentira porque vosotros mismos estáis inciertos, confusos.

El conocimiento propio no puede realizarse mientras no haya meditación. Porque la meditación es un proceso de constante revelación de todo pensamiento y todo sentimiento; no es la fijación en determinada imagen o idea, sino una constante percepción, una constante comprensión, de todo pensamiento y sentimiento a medida que surge. (...) Mientras no haya conocimiento propio, la multiplicación y reproducción de nuestros problemas continuará. Por eso es que el individuo tiene enorme significación. Porque él es el único transformador; sólo él puede revolucionar su vida de relación, y por consiguiente causar una revolución en el mundo, en el mundo de su relación." ...

Inteligencia y dignidad

"Pude que seáis capaces de leer las piezas de Bernard Shaw, de citar a Shakespeare, a Voltaire o algún nuevo filosofo. Pero si vosotras mismas no sois inteligentes, si no sois creadoras, ¿para qué sirve la educación? ¿No resulta importante, pues, que tanto los maestros como vosotros, estudiantes, averigüen, descubran, cómo se es inteligente?
Es obvio que la inteligencia os viene cuando no estáis atemorizados, cuando en vosotros no hay miedo. ¿Sabéis que es el miedo? El miedo surge cuando pensáis en lo que la gente pueda decir de vosotros, o en lo que puedan decir vuestros padres; cuando os critican, cuando se os castiga, cuando fracasáis en un examen, cuando no tenéis popularidad en vuestro medio. Gradualmente el miedo os invade, ¿verdad?

Es obvio, pues que el miedo es una de las barreras para la inteligencia, ¿no es cierto? ¿Y no es la esencia de la educación el libertar al estudiante –es decir, a vosotros y a mí– del miedo, y hacer que él se dé cuenta de las causas del miedo para que pueda vivir libre de temor? ¿No es acaso uno de los fines esenciales de la educación, desde la infancia hasta que os lanzáis al mundo, el de ayudarnos a ser libres para que podáis comprender el miedo y las causas del miedo?

Si uno tiene miedo carece de iniciativa. ¿Sabéis que es la iniciativa? ¿Resulta tan difícil describirlo? Tener iniciativa es hacer algo original de un modo espontaneo, natural, sin que a uno lo guíen, lo fuercen, lo controlen; hacer algo que amáis (...) Bien veis que si tenéis miedo, todo eso queda excluido, desaparece de vuestra vida. Si tenéis miedo, habréis por fuerza de seguir la tradición, a alguna persona, a algún "gurú" (guía espiritual). Cuando seguís la tradición, cuando seguís al marido o la esposa, vosotros –como individuos, como seres humanos– perdéis vuestra dignidad."

El miedo

"Vivir es encontrar por sí mismo lo que es verdad, y usted puede hacerlo sólo cuando hay libertad, cuando hay una continua revolución dentro de usted mismo... Sólo cuando usted está constantemente preguntando, constantemente observando aprendiendo es que se encuentra la verdad, Dios o el amor; y usted no puede preguntarse, observar, aprender; no puede estar profundamente atento, si tiene miedo. Así es que la función de la educación, ciertamente es erradicar interior y exteriormente ese miedo que destruye el pensamiento humano, la relación humana y el amor."

Fuente:

Revista "UNO MISMO"
http://members.tripod.com/~danilo3/aurobindo.htm