miércoles, noviembre 19, 2008

La Crúz de Caravaca, entre la Mágia y el Misterio



Por Clara Tahoces



Al llegar el mes de Mayo, la pequeña localidad murciana de Caravaca de la Cruz, cobra otra dimensión. Todos los caravaqueños se vuelcan en el desarrollo de unas fiestas que son preparadas con esmero cada año. Es una celebración religiosa, pero pese a quien pese, la tradicional cruz de Caravaca ha pasado de convertirse en un símbolo propio del cristianismo, a ser un talismán, supuestamente muy poderoso, empleado por magos, sanadores y esoteristas.

Cuando pusimos los pies en Caravaca, comprendimos que no estábamos ante una fiesta más. Son tantas las cosas que se escuchan sobre la reliquia, que quisimos comprobar por nosotros mismos qué había de cierto en todo aquel asunto. Para empezar, era conveniente no olvidar que la cruz que se venera en Murcia no es la genuína. La que supuestamente contenía un gran pedazo de la cruz en la que fuera crucificado Jesucristo fue sustraída en extrañas circunstancias en 1934, sin que hasta la fecha hayamos tenido noticia de su paradero... La actual, recordemos, sólo contiene unas pocas astillas.

Por otro lado, la historia que se nos narra sobre la aparición de la cruz es tan increíble que nos resultaba difícil comprender cómo y por qué aquella reluciente pieza -que ahora contemplábamos en manos de un representante de la Iglesia, quien la daba a besar a los fieles-, podía haber levantado tantas pasiones, a la par que había hecho correr ríos de tinta y hasta de sangre... La respuesta estaba ahí, ante nuestras narices, aunque en ese momento no fuimos capaces de obtenerla.
Para algunos la cruz apareció, simplemente, porque a Murcia le hacía falta un milagro. La tradición piadosa nos remonta hasta el siglo XIII. En concreto, hasta el 3 de mayo de 1232. El escenario del milagro, no podía ser otro más que el castillo-alcázar de Caravaca que tanta importancia ha desarrollado para la fiesta, en el que se había instalado –según la versión oficial– entre 1230-1231 el sayid almohade de Valencia, Abu-Zeit.


Una misa para el sayid

Entre los prisioneros cristianos del sayid, se encontraba un sacerdote –según una de las versiones natural de Cuenca- llamado Ginés Pérez de Chirinos, auténtico protagonista de la historia, que al ser preguntado por su oficio, explicó que lo suyo era decir misa.

Parece ser que esta contestación suscitó cierta curiosidad en el sayid, quien le pidió que oficiara esta ceremonia a fin de tener conocimiento de ese ritual que tan raro le resultaba. Chirinos argumentó que sin los elementos oportunos no era posible realizarla, por lo que solicitó aquello que necesitaba olvidándose de lo más importante: una cruz.


Historia deformada

Y es aquí cuando empiezan a surgir las contradicciones en toda esta inquietante historia; ya que se sabe que las fuentes documentales fueron retocadas. De hecho, debido a los incendios, las guerras y otras calamidades, no se conservan los originales, y ni tan siquiera primeras copias. Las versiones más antiguas son el relato de Gil de Zamora (cronista del rey S. Fernando) y una narración titulada La primera historia, de finales del siglo XIII. De esta última, han surgido a su vez diversas variantes.

Por otro lado, algunas fueron claramente deformadas como recoge Pedro Ballester Lorca en La Cruz de Caravaca. Historia, rito y tradición. Apunta en este sentido: “...Las fuentes relacionadas con Gil de Zamora no parecen verosímiles por cuanto este personaje del siglo XIII es aducido por Román de la Higuera, jesuita de Toledo y muerto en 1611, dedicado a estudios de historia de España y autor de falsos cronicones que narraban novedades sobre la España antigua...”.


Aparece la cruz

Sea como fuere, el descuido de Pérez de Chirinos iba a dar pie al primer relato escrito. Nos describe que no encontrándose la cruz entre los elementos pedidos para el oficio de la misa, Chirinos se entristeció sobremanera, hasta que repararon en la enigmática aparición de una cruz, que hizo cambiar la mentalidad del sayid, propiciando su conversión, la de toda su familia y siervos.

Se afirma en este texto: “... Señor, una de las cosas mejores (más importantes) para decir misa me falta (mengua) y dijo el rey: qué cosa es; y dijo el clérigo: Señor, la cruz (y)es hecha de (esta) manera, y con sus dedos hizo la figura de la cruz (figuró), y entonces el rey miró hacia el altar y vio la Santa Vera Cruz y dijo ¿es ésta que está en el altar? Y entonces el clérigo miró hacia el altar y tomó la cruz y comprendió que esto era un gran milagro que venía de Dios...”.


¿Una teletransportación?

Pero es que según la tradición... la misteriosa cruz, no sólo se habría materializado por arte de magia, sino que le habría desaparecido a su propietario ante varios testigos ¿se nos habla de una teletransportación? Hay que observar un pequeño detalle, pero relevante: pese a que en muchas de las narraciones que podemos hallar, -a poco que buceemos en la historia de la cruz-, se nos explica que ésta fue traída por dos ángeles hasta Caravaca, lo cierto es que se sabe que la presencia de estos supuestos enviados celestiales es un añadido incluido por el Dr. Oncada (canónigo de Ávila) en 1540. Se trata de una de esas desvirtuaciones a las que hacíamos referencia líneas atrás.

La narración “original” no habla de ángeles por parte alguna... El periodista y presidente de la SEDP (Sociedad Española de Parapsicología) Ramos Perera, explicaba a Mundo Misterioso para completar la misteriosa narración: “... Más tarde se supo [tras la aparición del objeto] que era el lignum crucis que, según la tradición, Santa Elena, madre del emperador Constantino, hubiese ensamblado con cinco trozos del madero de la crucifixión de Jesús. Se lo regaló al patriarca Roberto, el primer obispo que tuvo Jerusalén, y el día del milagro lo llevaba al pecho uno de los sucesores...”.

Así pues, se nos sitúa a la cruz en dos lugares al mismo tiempo, pero no se explica la manera en que la reliquia llega desde Jerusalén hasta España. Según la versión que incluye a los ángeles, se encontraba el patriarca a punto de coronar al emperador Federico, cuando unos ángeles bajaron del cielo y le arrebataron sin más la cruz, haciéndola aparecer en Caravaca. Pero, esta tesis, como ya hemos argumentado, no se sostiene... entonces, ¿qué ocurrió? ¿podemos hablar de una teletransportación?

Si seguimos la tradición piadosa al pie de la letra, podríamos afirmar que sí. Sin embargo, hay otras posibles interpretaciones como la que nos comentaba la periodista Silvia Nieto, gran conocedora de todo lo relativo a la cruz: “... La teoría más aceptada acerca de cómo llegó la cruz a Caravaca es que fue llevada allí por los templarios desde la iglesia de la Veracruz de Segovia en 1234, cuando Alfonso X el Sabio, todavía príncipe, encomendó a esta orden militar la defensa de esta zona...”. Si esta tesis fuese cierta, gran parte del misterio que envuelve a la reliquia habría sido desmantelado de un plumazo, al menos, lo tocante al carácter sobrenatural de la cruz. Ahí queda este elemento para la reflexión...


La cruz se vuelve un símbolo esotérico

En cualquier caso, este enigma es posiblemente el causante directo, -guste a los cristianos o no– de que la cruz de Caravaca haya sido adoptada por esoteristas, sanadores y videntes como símbolo estrella, pues como resalta el especialista en esoterismo Luis Fernández: “...A nivel esotérico se usa generalmente como talismán. Sobre todo para la protección contra el “mal de ojo”. Actúa también contra los animales ponzoñosos, las mordeduras de serpiente, la rabia de los perros... También se emplea a nivel mágico para llevarla contigo a fin de eliminar supuestas malas energías que te puedan mandar...”.

El mismo Fernández apunta la causa de tanta “devoción” por el lignum crucis: “... Esta cruz se ha tomado como referencia por magos, esoteristas, etc. a causa de la tradición popular. Murcia, muy pegada a la Comunidad de Castilla-La Mancha, tiene unas tradiciones dentro del folklore, de la superstición... En su día, la consideraron milagrosa porque apareció por sí misma... la necesitaban. A partir de ahí, se origina el milagro, las familias y enfermos han seguido probando su eficacia, surgiendo una serie de oraciones. Se trata de un componente de fe...”, apunta Luis Fernández.


Los templarios la custodiaron

Otro de los factores que han podido influir en la adopción de esta reliquia como símbolo mágico, es la trayectoria templaria que la cruz tuvo, y que ha quedado reflejada de forma patente en las fiestas caravaqueñas, porque, independientemente de que la cruz llegase a Caravaca a causa de una teletransportación o por obra de los templarios, lo cierto es que por algún motivo, -tal vez su supuesta procedencia oriental– los caballeros templarios se sintieron especialmente atraídos por la cruz, hasta el extremo de desarrollar la necesidad de hacer de guardianes de la misteriosa reliquia.

No se sabe con certeza el año en el que los templarios se hicieron cargo del castillo y de la cruz. Mientras que algunos autores sostienen que su venida se produjo en 1244, tras quedar sometido todo el territorio murciano al vasallaje cristiano, para otros, la fecha válida sería 1265-1266.
No obstante, aunque la fecha difiera, la presencia templaria es un hecho cierto, como queda patente en el símbolo templario presente en la fachada del castillo. De ahí precisamente provienen algunas leyendas, como una que hace referencia al vino y que ha influido en la fiesta caravaqueña.


Sanados por el vino

Defiende la tradición que la popular fiesta denominada “los caballeros del vino” proviene de la época templaria y de un acontecimiento acaecido en el pueblo, cuando la morisma sitió la plaza de la localidad. Comoquiera que el tiempo pasaba y no se iban los soldados, las aguas del aljibe empezaron a descomponerse, de tal modo que una epidemia era lo menos que se podía esperar.

Los freires del templo no lo pensaron mucho, salieron del castillo a caballo y atravesaron todo el cerco para llegar a un sitio denominado “el Campillo”, lugar en el que llenaron de vino todos aquellos pellejos que se vieron capaces de transportar para, después abrirse paso de mala manera entre los asediadores.
Lo que sucedió después lo relata Juan G. Atienza en su Guía de la España mágica: “... Regresaron con los sitiados, bañaron en vino la santa reliquia y se lo dieron de beber a los sitiados, que así calmaron su sed y recuperaron las fuerzas que necesitaban para sostener la defensa...”.

En recuerdo de todo ello, -aunque muchos caravaqueños opinen lo contrario- se desarrolla una fiesta de claros matices templarios, entre cuyos actos principales destaca una carrera de caballos que tiene lugar en la cuesta del castillo, así como la bendición del vino y las flores.

La reliquia es sumergida por el capellán del santuario de Caravaca, -como tuvimos oportunidad de contemplar-, en el vino, para luego rociar las flores con éste, que son tomadas, con posterioridad por los fieles que aguardan largas colas para poder hacerse con un trozo del pasado, aunque muchos ignoren que este acto pueda tener por precedente a una orden religioso-militar semejante a los caballeros templarios.
Cruz que avisa de los peligros...

Popularmente, entre los esoteristas, se cree que esta cruz puede ayudar avisando de los peligros que se avecinan. Explica Luis Fernández: “... Afirman que las cruces de Caravaca grandes –las que no están cerradas– cuando va a producirse un fenómeno atmosférico raro, una gran tormenta con apagones de luz, se abren del todo, señalando que hay que proteger la casa o los campos. Para saberlo, se iba pasando la cruz por estos lugares, atada con un lazo rojo, para que todo quedase únicamente en lluvia...”.

Es más, son muchos los curanderos y sanadores que la utilizan a modo de improvisado método de detección de males, o incluso como componente de sanación. Para esto último, señala Fernández: “... pasan la cruz por la parte afectada y entonan unas oraciones, generalmente cristianas católicas, que se rezan en número de tres...”.


Soporte mántico

Tampoco faltan aquellos mánticos que se sirven de las supuestas virtudes de la cruz para sentirse inspirados antes de realizar una lectura de tarot o de runas, por citar un par de ejemplos. En estos casos, la cruz caravaqueña es empleada colocándose entre el consultante y el mántico sumergida en un recipiente de agua bendita. Se cree que ese recipiente tenderá a absorber la negatividad que pueda traer el consultante.

Hay rituales casi para todo: contra las anginas, dolor de muelas, contusiones, quemaduras, mal de orina, hernias, nostalgia, apoplejía, sordera, para librarse de los enemigos, hacer fortuna, contra posesiones, curar el ganado hinchado, dolor de vientre y una larga retahíla. Harina de otro costal es que dichas plegarias y rituales sean verdaderamente efectivos, y como se sabe, la fe es el componente detonante de la disolución de todo mal.

Sin embargo, a la postre, lo más importante, lo que cabe ser destacado es que gran parte de la difusión que ha tenido la cruz fuera de los ambientes religiosos, y aún en ellos, -sin que los fieles se hayan planteado el por qué de ciertos actos-, viene enmarcado en una serie de sucesos extraños que a lo largo de la historia de esta reliquia han perseguido a la misma configurando un paisaje plagado de enigmas históricos y recuerdos mágicos que perduran en el tiempo y en la cultura caravaqueña.


Cómo es la cruz de Caravaca

Para aquellos que no han tenido la ocasión de verla de cerca, conviene explicar cómo es el lignum crucis, así como sus principales características. Está guardada en un relicario con forma de cruz de doble brazo horizontal, de siete por diez centímetros y de uno vertical de diecisiete centímetros. El tamaño del relicario, se corresponde con el que en origen poseía la madera guardada en su interior. La cruz que ahora se contempla no es la original, pues ésta fue robada en 1934. Es una de las reliquias más veneradas por el cristianismo y gracias a ella, los caravaqueños han conseguido que la ciudad ostente el Año Jubilar cada siete años, de forma fija y no variable a partir del 2003.


Los OVNIs y la cruz

En todo este sincretismo no podía faltar un fenómeno tan importante como los OVNIs, que al parecer, camparon a sus anchas por tierras caravaqueñas haciendo de guardianes custodios de la reliquia.

Y es que otro de los actos que resultan más curiosos de visionar durante el desarrollo de sus fiestas, es el baño en el templete. En este mágico emplazamiento, se realiza una misa que conmemora la aparición de la cruz. Según Ballester: “... se escogió este sitio de la acequia, como podía haberse elegido otro...”; pero lo cierto es que era un lugar de salida, denominado puerta de Granada. Allí se puso un humilladero y con posterioridad se construyó el templete. Es decir, por azar, no se tomó el enclave.

Otro de los actos consiste en sumergir la cruz en las aguas del templete tantas veces como arcos tiene dicha construcción arquitectónica, para que, a continuación los fieles beban de ella. Pues bien, todo ello proviene de un hecho significativamente extraño: corría el año 1384, cuando se decidió el traslado de la cruz con motivo de una epidemia a Lorca y Totana. Se cuenta, -aunque hay quienes han querido obviar el hecho-, que durante el trayecto, dos luces de origen desconocido acompañaron a la reliquia sin desaparecer en todo el recorrido.
Comenta sobre el particular Atienza que, los fieles, -quizás sin tenerlo en cuenta– realizan una ruta OVNI: “... Hoy la procesión sigue, según se dice, el mismo camino que en aquella ocasión...”.

De hecho, no es la primera vez que esas “luces” u otras –quién puede aseverarlo– han vigilado los pasos de la santa reliquia. A comienzos del siglo XVIII, el mismo capellán del santuario conjuraba una tempestad, desde el llamado conjuratorio del castillo, momento en el que también surgieron de la nada unas inexplicables “luces”, que se pasearon entorno a la cruz “a dos palmos por encima de las tejas”, permaneciendo en la zona por espacio de una hora, y teniendo como testigos a los caballeros de Santiago, que moraban el castillo por aquellos días.
Precisamente, uno de los actos festivos pasa por realizar una bendición de la naturaleza en la explanada del santuario, que con gran probabilidad viene inspirado por el hecho recién explicado.

No se trata de un caso único ni mucho menos. En La España Extraña de Jesús Callejo y Javier Sierra, se recogen multitud de sucesos similares, como el caso del escudo de Teruel que alberga una estrella y un toro, en recuerdo de un raro avistamiento en el siglo XII, el escudo de Cuenca, protagonista de un fenómeno similar o el escudo de Estella.


¿Quién robó la cruz en 1934?

La cruz de Caravaca que hoy podemos contemplar no es la auténtica, ya que ésta fue robada del santuario en 1934, poco antes de que la Guerra Civil se adueñara de España. Quién la robo y por qué, es un enigma. Una de las personas que más ha investigado este asunto es la periodista Silvia Nieto, quién conoce el sumario nº 14 al dedillo, sumario al que Mundo Misterioso ha tenido acceso. Resulta curioso que en realidad, como nos explicaba Nieto sean dos y no uno los sumarios existentes. Ignoramos el porqué de este particular. Quizás la guerra hizo necesario la apertura de otro, o tal vez, ¿se quiso desde el principio que hubiese un sumario paralelo?
Son varias las hipótesis que se barajan sobre el robo:
- Un robo común. Es la tesis menos consistente dado que los ladrones no se llevaron la caja de plata que atesoraba la cruz, así como una tapadera de raso con piedras preciosas. Parece evidente que no se trató de un móvil enteramente económico.
- Un robo por parte de los masones. La cruz habría sido sustraída como objeto de culto y/o para ejercer presión política sobre el pueblo. Se llegó a especificar que el objeto habría salido de España rumbo a México. Lo cierto es que en la época del robo, la implantación de la masonería era muy fuerte en toda la región murciana. En Caravaca existía de hecho una logia masónica, La Luz del Cénit.
- Un robo templario. Habrían sido modernos caballeros del Temple los que sustraerían la reliquia como objeto de gran valor esotérico.

- Un robo del Vaticano. Según esta teoría, el Vaticano, ante la situación política que se avecinaba en el país, decidió robar la cruz para preservarla de todo mal, con intención de devolverla con posterioridad. Esta teoría fue sostenida por Fernando Sebastián de Erice, un diplomático caravaqueño ya fallecido. Él siempre creyó que la visita en 1984, de un nuncio de Su Santidad, estaba relacionada con el suceso del año 34, aunque, no pasa desapercibido, que la reliquia nunca fue retornada.
Hay que destacar que todo lo relativo a la cruz levantó y aún hoy, levanta ampollas, como se demuestra en el hecho de que el juez instructor se inhibiera del caso a razón de recibir amenazas de muerte. Su suplente, Manuel Martínez Alcaina sería asesinado de un disparo.

En opinión de Silvia Nieto, tras el robo -fuera cual fuese el móvil- la reliquia sufrió un destino insospechado: “... yo creo que la cruz está escondida en alguna parte, pero en España. A mí me parece que en todo el follón que se armó, alguien la escondió en algún sitio... y quizás el día menos pensado aparezca casualmente, o nunca sepamos más sobre ella...”.