sábado, noviembre 08, 2008

Administralo Bien

MIGUEL MARTINEZ

Por lo general cuando comenzamos a dar clases de Metafísica, lo que más anhelamos es tener discípulos. Por eso asumí el dar un curso para capacitar nuevos instructores y por voluntad propia apareció un joven, que entusiasta se perfiló con mucho interés. En verdad que si lo hubiese evaluado por su presencia física le hubiera dado cero puntos. Este chico en realidad parecía un loquito: los cabellos largos descuidados, los pantalones montados en la cadera que parecía que ya se le iban a caer, los zapatos unos tres números más de su talla. En fin, aparentaba todo, menos ser un muchacho normal. Sin embargo, pude percibir que más allá de esa loca apariencia se escondía un ser ávido de aprender la Metafísica, y eso me gustó mucho, por lo que lo acepté para prepararlo como facilitador de la Enseñanza Metafísica.
Por supuesto, que en mi afán de mejorarlo le dije: “A usted hay que darle un cambio, así que comenzaremos cortándole el cabello, porque una cabeza desordenada es caos total”, e inmediatamente le di la clase de la Ley de Correspondencia. Y le expliqué que así como estaba su cabeza desordenada estaba su mente, y que ese desorden repercutiría en su mundo físico, desarmonizando todo su entorno. Este joven quedaba impactado cuando le explicaba algo, y su interés por estar a mi lado para que lo instruyera crecía fuertemente, al extremo que ya no me dejaba en paz. Cada vez que sonaba el timbre de la puerta de mi residencia, era ese chico, buscando más conocimiento espiritual.
Su cambio iba generándose gradualmente, y lo enseñé a trabajar, dándole un curso profesional de terapia corporal, donde desarrolló toda su destreza y se convirtió en un gran profesional en corto tiempo, devengando un sueldo de unos seiscientos dólares mensuales. Deslumbrado por aquel discípulo perfecto, no hacía otra cosa que alabarlo. Sus clases eran fabulosas, estudiaba como nadie y todas las personas se inclinaban por aquel muchacho lleno de tanta soltura y aplomo.
Sin embargo, era demasiado éxito para no ser probado y le vino el gran momento. Apareció una chica y se enamoró como un mismo loco, lo que me pareció perfecto. Pero como prueba al fin y al cabo, comenzó la disputa entre su novia y la Enseñanza. Este chico entró en un cambio terrible: ya las clases no le importaban, los servicios los realizaba sin ponerles ningún tipo de vibración, y lo peor fue que no quiso estudiar más, porque el tiempo que destinaba para instruirse y dar las enseñanzas, lo había ocupado con el compromiso con su novia. Todo el interés que había manifestado por su Enseñanza comenzó a desvanecerse.
Ante esta situación tan terrible como es ver que tu hijo espiritual se desmorona, no hallaba que hacer. No obstante, lo busqué para hacerlo entrar en razón y recordarle que todo lo que había adquirido se lo había proporcionado la vida, para facilitarle las cosas para una cómoda expansión de la metafísica.
Persuadido por su cuerpo de deseos, el astral inferior, se dejó arrastrar por él, dejando a un lado su cuerpo mental donde había alimentado tanta Enseñanza y deseos altruistas, los cuales había mermado por su falta de discernimiento. Este chico había sido objeto de la fuerza siniestra. Tras esa muchacha linda, bella, que estaba bien buena que él había conocido, se escondía la peor de las víboras, disfrazada de niña santa y buena, que por supuesto, había sido enviada por la otra polaridad con el único fin de apartarlo de la metafísica.
Nos encontramos en un “Café Central” y por haber dejado el dinero en mí vehículo, le pedí que por favor me obsequiara un refresco, a lo que me contestó: “No puedo, no tengo dinero.” Y aprovechó, para aclararme que la Metafísica no era su meta final, porque él ahora ganaba dinero y lo que más deseaba era vivir con su chica, comprar un apartamento, tener un hijo, y adquirir un auto; y dando clases de metafísica no lo iba a obtener. Por eso, puntualizó que ya no tenía tiempo para dar clases, ya que quedaba muy cansado de las labores del día, para asistir a las reuniones de grupo interno, y su novia se molestaba, porque ella necesitaba ser atendida.
Lo escuché detenidamente, inmerso en un desgarrante dolor que perforaba mi alma, ya que sabía que esa conducta era el perfil de un alumno tomado por la fuerza siniestra. Al terminar de hablar pasó un hombre velozmente y le arrebató la cartera del hombro. Por supuesto, él salió detrás del ladrón para que le devolviera la cartera, pero fue inútil. El hombre desapareció entre la multitud. Este chico regresó a mí y con todo mi amor lo consolé diciéndole que se quedará tranquilo, que los documentos no era los más importante y los podía tramitar de nuevo. Entonces él me respondió: “Es que ese ladrón me llevó dos millones de Bolívares (mil dolares)”. A lo que le dije: “Hace unos momentos me dijiste que no tenías ni un Bolívar.”
Terminado aquel episodio que me conmovía tanto, le dije: “Cuando se deja la Luz como lo has hecho, se comienza a vivir en la oscuridad y la mentira. Ese ladrón apareció porque tú mismo te conectaste con él, ya que esa es la energía que ahora manejas. Los Maestros te pusieron en el camino para que hicieras el trabajo por la humanidad, por eso nos conocimos aquella tarde, porque fuiste tú el que llegó a mí buscando la instrucción. La Jerarquía al ver el interés que demandabas, te proporcionó todo para que pudieras evolucionar e hicieras el trabajo con gusto, con disponibilidad de todas las comodidades que necesitamos en el plano físico para la expansión de la Enseñanza.
Por eso tu mundo cambió en positivo. Cuando no eras nadie, por supuesto, no le interesabas a otros, porque no brillabas, no estaba tu lámpara encendida. Hoy la pretendes extinguir al apartarte de lo más grande que te ha podido pasar como es desarrollarte internamente, que por supuesto, genera innumerables beneficios en tu mundo externo. Si esa chica hubiera aparecido en tu vida de otra forma, hubieras podido emprender una bella relación, pero todo aquel que practica la separatividad, la división, la posesión, el “para mí”, va en contra de todo lo crístico, y por ende es anticrístico totalmente lo que genera.
Si ella hubiera aparecido en tu vida para el bien, para ayudarte, para unirse en la labor que realizabas, o por lo menos respetarte lo que asumiste por voluntad propia, todo hubiera sido puro y perfecto; pero no de la forma en que se han dado las cosas, no prohibiéndote la Metafísica, o tu Enseñanza que fue la que te brindó todo lo bello que habías adquirido. En tu caso, tenías que discernir y darte cuenta que esas energías lo que pretenden es apartarte de tu camino, para que vivas en el atraso total, y se extinga la luz de tu alma.
Sin embargo, eres tú el que tiene que administrar bien todo lo que recibes de beneficio, porque hasta esa luz que tienes en el rostro tampoco te pertenece; era tan sólo mantenida por todas las bendiciones y vibraciones hermosísimas que generabas por tu entrega a la Metafísica, y me perdonas que sea tan crudo contigo, pero alguien te lo tiene que decir y es mi persona, por tú haberme escogido como instructor.
Fíjate que ya no vas a las clases, y mucho menos quieres impartir la Enseñanza por la que tanto te esmeraste en aprender en un momento. Ten presente que cuando hay poca luz en un lugar y se enciende una lámpara, aparecen los animalitos, ó sea los bichitos, a rondar la luz para perturbarla y alimentarse de ella. Piensa que todo lo que estás viviendo es producto de tu falta de discernimiento, falta de lealtad y amor a tu Enseñanza, y no creas que te va a venir una maldición por abandonarlo todo. ¡No! Sencillamente es que al bajar tus altas vibraciones, te sumerges en un cuerpo inferior, por supuesto ligado a su respectivo plano como es el astral inferior, donde solamente podrás alimentarte de tus instintos y deseos. Allí, una vez más te vas a revolcar con todas tus frustraciones y carencias afectivas, familiares y económicas como las tenías anteriormente, que lo único que hacen es mantenerte en una fosa, devorándote como animales feroces, como son todas esas energías deplorables que sólo tienen un objetivo: el que pierdas la oportunidad de crecer espiritualmente, ya que allí no se está en la creatividad de los asuntos beneficiosos para ti y mucho menos para la humanidad. Sin embargo, entendí que él no estaba obligado a seguir en la Instrucción, que tan sólo era su decisión el hacerlo, pero si algún día decides buscarme porque consideraste que la Enseñanza fue beneficiosa para tu alma, las puertas estarán abiertas siempre, y estaré esperando tu llamado a la puerta, como la madre que sirve la mesa y que aunque sabe que el hijo no está, no pierde la esperanza en que recapacite y vuelva. Igualmente pone su plato lleno con todos los exquisitos manjares para que los deguste y se nutra una vez más. Y recuerda siempre, que donde no hay amor, unidad, ni lealtad, no hay una conciencia crística.