Estimar, del latín estimare, tiene un doble significado: "determinar el valor de" y "tener una opinión sobre".
Implica afirmarse como individuo, valorar, respetar y confiar en uno mismo.
LOS TRES PILARES.
EL AMOR A UNO MISMO.-
es necesario quererse a pesar de los propios defectos y limitaciones. Los que se aprecian saben rehacerse de los fracasos y superar las crisis. Es un sentimiento muy relacionado con el afecto recibido en la infancia, y si éste ha sido ofrecido de manera incondicional o se ha hecho depender de la conducta del niño o el adolescente ( "si no te protas bien, mamá no te querrá").
LA PROPIA VISION.-
por encima de la realidad objetiva, lo importante es cómo nos vemos a nosotros mismos. una imagen positiva supone una fuerza interior que nos permite creer en nosotros a pesar de la adversidad y de las contrariedades de la vida. En su creación influyen tanto las expectativas de nuestros padres como la interpretación que hayamos hecho de las mismas.
LA AUTOCONFIANZA.-
permite pensar en el futuro sin caer en ideas negativas como " Jamás lo conseguiré" o "Lo bueno siempre les sucede a los demás". Su mayor ventaja es que impulsa a la acción. Tiene su origen en la educación recibida y en la confianza que nuestros padres depositaban en nosotros y nos transmitían.
QUE SIENTES POR TI?
Estos son los ingredientes de la autoestima:
confianza profunda en nosotros mismos, que nos capacita para superar las críticas, el abandono, las crisis de la vida y los conflictos más variados; convicción de ser válidos en la vida, de ser capaces de enfrentarnos (con éxito o sin él) a las dificultades, de poder influir, con nuestros actos, ideas y sentimientos, en el entorno que nos rodea;
valoración de nuestros propios méritos y virtudes y respeto por las propias limitaciones y defectos; sentimiento de nuestro derecho a afrimarnos en nuestrso intereses, deseos y necesidades;
aceptación y amor por nuestro cuerpo, nuestra salud física y mental, el bienestar de todo nuestro ser; equilibrio para poder relacionarnos satisfactoriamente con las demás personas, sin dejar de sentirnos, al mismo tiempo, autónomos y plenos.
Amarás a tu prójimo como a tí mismo.
"No hagas a otro lo que no quieras que te hagan a tí". Esta frase resume la mayoría de las morales filosóficas de oriente y occidente. El precepto bíblico que le corresponde precisa incluso más: "Amarás a tu prójimo como a tí mismo". Buda dijo algo muy parecido. No puede haber un verdadero vínculo afectivo si no existe una reconciliación con uno mismo. Tanto no quererse como creerse el único ser digno de amor puede tener consecuencias negativas no sólo para uno mismo sino para los demás.
El afecto incondicional: un regalo de los padres.
El niño va construyendo su autoestima a partir de muchos y pequeños gestos: "Miro a mi madre y me sonríe". A partir de los dos o tres años empieza a valorar su apariencia física y su capacidad para complacer. En general, quien goza de alta autoestima ha recibido en la infancia y la adolescencia el amor incondicional de los suyos: los padres no han hecho depender su afecto de la conducta del niño ni le han comparado con sus hermanos o con los compañeros de colegio.
Quienes crecen con la idea de no ser buenos hijos, desarrollan sentimientos de culpa que se manifiestan a través de conductas autodestructivas: crean situaciones que les hacen merecedores de castigo. Un ejemplo podría ser éste: una mujer de 32 años dice "cuando empiezo a salir con un hombre, no puedo dejar de pensar que me considera un mero pasatiempo sexual. Entonces, entro en crisis de tremendos celos injustificados y todo se echa a perder... Algo más fuerte que yo me impulsa a destrozar lo bueno que pueda haber en la relación".
Amor a uno mismo, SI, pero ¡ojo! con la dosis necesaria.
La autoestima es tan necesaria para un magnate como para un preso, un escolar, una modelo o un ama de casa. Pero, ¿en qué medida? Conviene establecer bien los límites: una cosa es amarse desmesuradamente y otra despreciarse, creerse Dios o una nulidad. Quererse significa entre otras cosas, aceptar los propios defectos, los fracasos, las decepciones sin temblar de vergüenza. Quien se valora de forma correcta actúa como lo haría una buena madre: mostrándose indulgente y no dejando de amar al hijo en los momentos de peor fortuna. Hacerse respetar, tener confianza en uno mismo, velar por los propios intereses y sentirse motivado para el logro son algunas de sus ventajas. Pero ¡cuidado con los excesos! Si nos pasamos con el narcisismo, estas virtudes podrían transformarse en defectos como vanidad, ambición desmedida, temeridad, delirios de grandeza o hiperperfeccionismo.
Un termómetro: la autoconfianza
Existe un dato más fácil de medir que el amor a uno mismo: la autoconfianza. Quienes cojean de confianza en sí mismos, siempre piensan que no lograrán lo que desean, renuncian a un ascenso laboral o a una cita amorosa, se inhiben constantemente.
La educación y las primeras experiencias escolares influyen mucho en la fe que tenemos en nosotros mismos. Si los pequeños fracasos se vivieron en nuestro entorno como verdaderas catástrofes, con el tiempo evitaremos, de forma automática, cualquier situación que pueda provocarlos. Por desgracia, son muchos quienes deciden no intentar nada por sí mismos y seguir el paso marcado por los demás antes que arriesgarse a un fracaso.
Tanto la autoconfianza como la falta de ella pueden transmitirse de padres a hijos de forma inconsciente. si un padre no confía demasiado en los recursos de su hijo o si se angustia exageradamente por él, no es raro que éste, por amor, se transforme en un ser pasivo y pusilánime. También puede darse el efecto contrario: que el hijo se lance a aventuras temerarias para desafiar al padre y contrarrestar sus miedos.
FORMULA MAGISTRAL: Cariño y respeto.
La autoestima nace de una fórmula magistral que está en manos de los padres: amor, respeto, confianza y establecimiento de los límites. pero ha de haber un equilibrio entre unos y otros ingredientes.
Consejos a los padres:
Da ejemplo a tu hijo. Antes de ocuparte de la autoestima de tus hijos, comprueba la tuya. Sé un buen modelo para ellos, aceptando las críticas y no hundiéndote ante los fracasos. Sobre todo, no adoptes comportamientos opuestos a los valores que deseas transmitir.
Expresa tu afecto de forma regular. La intención de amar no basta: tiene que estar acompañada de palabras claras y gestos concretos, para que tu hijo se considere digno de estima. No se trata de ofrecer regalos sino de que vea que merece estar por encima de tus preocupaciones e incluso de tu trabajo.
Trasmítele el sentimiento de que es único. Tu hijo debe tomar conciencia de su propio valor. Evita compararlo con sus primos o amigos... Si tienes varios hijos, no te dirijas siempre a ellos en grupo; dedícales tiempos especiales.
Escúchale de forma regular. No esperes a que esté triste para ocuparte de él. Háblale en cualquier momento y averigua qué siente.
Interésate por lo que le interesa. ¿Practica judo? ¿Es fan de Madonna? Anímale. No te contentes con una vaga muestra de interés y pregúntale sobre todo lo que llama su atención.
Enséñale a reírse de sí mismo. Adquirirá así una cierta distancia emocional. Eso sí, mucho cuidado con reírse de él delante de los demás: ¡ni de broma!
RESTAURA TU EGO
CONOCETE MEJOR. La regla de oro es ser consciente de las propias capacidades y limitaciones.
ACEPTATE TAL Y COMO ERES. Tener una buena autoestima no significa ausencia de defectos.
SE HONESTO CONTIGO Y CON LOS DEMAS. Asume tus responsabilidades, tus exigencias, tus miedos. No te engañes.
ACTUA. Los actos son la gimnasia que mantiene en forma la autoestima. Fíjate objetivos y comprométete con ellos.
SILENCIA LA CRITICA INTERIOR. Suele tratarse de reproches oídos a los padres. Hazte consciente de cuándo surge en tu interior esa voz y ponla en su justo lugar.
ACEPTA LA IDEA DEL FRACASO. Actuar implica un riesgo: el de fracasar. Un psicoterapeuta puede incluso "prescribir" un fracaso para ayudar a desdramatizarlo.
AFIRMATE. Aprende a decir No sin agresividad. Pide las cosas sin falsas excusas. Responde con calma a la crítica.
PRACTICA LA EMPATIA. Es bueno para tí saber escuchar los puntos de vista de los otros, incluso aunque no estés de acuerdo con ellos.
APOYATE EN TUS VALORES Y NO LOS TRAICIONES
Convéncete de que pùedes reaccionar de forma diferente si algo no te gusta. Es lo que se llama aceptarse y vivir en conformidad con los propios valores. Todos tenemos unos principios, conscientes o no, que corresponden al mundo ideal que nos representamos y que guían nuestras elecciones y nuestro modo de vida. Para unos, lo importante es el respeto; para otros, la libertad. Unos valoran el amor, compartir; otros, la independencia... Actuar de acuerdo con los propios principios y no con los ajenos contribuye al fortalecimiento de la autoestima. Porque si traicionáramos los valores que consideramos importantes, dejaríamos de respetarnos.
EJERCICIOS PARA QUERERTE MAS.
RELAJATE por completo.
PIENSA en alguien que te quiere. Observa quién es.
IMAGINA que escribes tu biografía como si estuvieses contándosela a esa persona que te ama. Poco a poco acuden a tu mente las palabras que relatan tu vida.
VISUALIZA a la persona que sabes que te quiere. Está al fondo de la habitación y te mira. Mírala tú también. entonces decides describirla en tu biografía y hablar del papel que ha desempeñado en el transcurso de tu vida.
OBSERVATE DESDE OTRA PERSPECTIVA. Abandona con suavidad tu cuerpo y sitúate en el fondo de la habitación, junto a la persona que re quiere. Mírate escribiendo tu biografía. Piensa en lo que te aprecias, cuáles son los sentimientos que tienes hacia tí mismo.
OBSERVATE A TI MISMO a través de los ojos de la persona que te ama. Introdúcete en su cuerpo suavemente y mírate a través de sus ojos. Escucha los pensamientos que tiene sobre tí y siente lo que experimenta por tu persona.
REGRESA a tu propia perspectiva y escribe mentalmente las cualidades y aspectos de ti mismo que percibiste al mirarte a través de los ojos del amor