Por Fran Garcia
Es indescriptible la emoción que se siente cuando se camina por encima del Cerro del Bu. Desde la mítica Colina, se divisa toda la legendaria ciudad de Toledo. Si además, se sube al Monte del Diablo acompañado del investigador Alberto Canosa, el mayor experto de los secretos de Toledo, el acontecimiento es doble. Si quieres subir con nosotros a través de este reportaje, acompáñanos. Cosas insólitas nos aguardan...
Visita a Toledo
Toledo es un enclave mítico, histórico, legendario, y mágico, situado exactamente en el centro geográfico y matemático de la Península Ibérica. Situada tan solo a 80 kilómetros de Madrid, cuando el viajero llega allí, se vé envuelto de repente en otro lugar muy diferente, siente que ha llegado a un lugar que pertenece a otra dimensión, en donde abundan ya las montañas y los valles bañados por el agua del río Tajo, y en donde un microclima propio, agradable y sano, abraza al que allí se encuentra. Sencillamente, allí, en ese sitio tan especial como es Toledo, uno se siente bien.
Muchos madrileños y españoles en general, de cualquier parte de nuestro país, tal vez no se han fijado suficientemente en los encantos que ofrece un lugar tan bello como la ciudad milenaria de Toledo. Pero si fueran testigos, como lo hemos sido Alberto y yo, durante estos días, de la cantidad inmensa de turistas extranjeros, de muchos países, que desfilan diariamente por toda la ciudad, para ver y contemplar todas sus maravillas, recobrarían un nuevo y gran interés por esta capital del mundo antiguo, la Jerusalen de Occidente, como así se la ha llamado, porque en Toledo, entre otras razones, al igual que en Jerusalén, habitaron judíos, musulmanes y cristianos, mientras Israel estuvo ocupada durante muchos siglos.
Durante unos días he tenido el privilegio de poder conocer de cerca al legítimo descubridor de la Cueva de Hércules, Alberto Canosa. Alberto es una persona de buenos valores morales y muy instruído en el conocimiento de las Escrituras de Dios. Es buen conversador, persona abierta, sociable y sencillo. Hemos paseado por las viejas calles toledanas, la calle del Hombre de Palo, la Catedral, el Callejón de San Ginés, y cómo no, hemos visitado también La Montaña de los diablos.
Un poco de Historia
Antes de abordar la descripción del Cerro del Bu, conviene hacer un poco de Historia para entender mejor esta Montaña. La leyenda y tradición dicen que la Torre de Hércules, situada sobre la cima del Cerro del Bu, fué construída por el Rey hebreo Salomón, el hijo del Rey David, en el año 1.037 a.C. La Construcción de este emplazamiento tuvo un motivo muy especial, para que tuviera cumplimiento en nuestros días. El investigador Alberto Canosa cree que hay un pasaje bíblico que confirma este dato; se encuentra en el libro de 1ª de Reyes, capítulo 9, versículo 15, que dice así:
"Esta es la razón de la leva que el Rey Salomón dispuso para construir la Casa de Yaveh, y su propio palacio, y el Mil-lo, y la muralla de Jerusalén, y Hazor, Meguiddo y Gezer".
Pues bien, Canosa cree que el Mil-lo no era una construcción más, sino literalmente una colina. Nunca nadie supo ubicar Mil-lo, pero el descubridor de la Cueva de Hércules lo ubica en el Cerro del Bu, en Toledo.
Arriba, en la loma superior del Cerro, se encontraban dos emplazamientos extraordinarios. Por un lado, La Torre de Hércules, también llamado el Palacio Encantado, y por otro lado, la Entrada a la Cueva de Hércules por el Cerro del Bu. En la entrada de la Cueva de Hércules, está escrito en letras brillantes de color azul el siguiente texto: "Cuando Salomón construyó esta Cueva, era la edad de Adán de 3.006 años". Dato que concuerda exactamente con la coronación del Rey Salomón a los 20 años de edad en Jerusalén, en el año 1.037 a.C.
Remontándonos hasta la época visigoda en España, estaba prohibido, incluso para el Rey, penetrar en cualquiera de los dos recintos sagrados de la Montaña del Diablo. Únicamente el monarca, cuando tomaba posesión de su trono, podía seguir la tradición de añadir un candado más a la Puerta de la Cueva de Hércules, ya que si por el contrario desobedecía las instrucciones legendarias del Rey Salomón, una maldición terrible caería sobre quien de esa manera imprudente obrase. Es por ello que hasta un total de 24 candados reales fueron colocados en la entrada del Cerro del Bu por los 24 monarcas visigodos. Ningún monarca quiso franquear aquella puerta sagrada, ninguno excepto el último monarca visigodo, el monarca maldito, Don Rodrigo.
El Rey godo Vitiza subió al trono en el año 702. A la muerte de Vitiza, en torno al año 709, todo cambió. La nobleza y los obispos impidieron que el hijo del Rey Vitiza, llamado Achila, que por aquél entonces era menor de edad, ocupara el trono. Los poderosos de la Corte descartaron la corona para el legítimo sucesor del trono, Achila, el hijo de Vitiza, y eligieron en su lugar a Don Rodrigo, un jefe militar afín a sus intereses. En el verano del año 711, el Rey ilegítimo y usurpador, Rodrigo, violó el mandato de Salomón, y entró en la Torre de Hércules y en la Cueva, para lo cual tuvo que romper todos los candados de la Puerta.
Ya abajo, en la Cueva, vió dos estatuas metálicas gigantes en movimiento. Había tambien una mesa, se cree que era la Mesa de Salomón, y un papiro antiquísimo que describía la invasión árabe en España. Rodrigo abrió el papiro y leyó su maldición: "Estos personajes aquí representados (árabes con turbantes) ocuparán este lugar y todo el país".
El monarca usurpador dejó todo como estaba y salió aterrorizado del sacro lugar. Aquella noche, desde el Castillo de San Servando, contempló cómo explotaba la Torre de Hércules, caían sus piedras, y se cegaba la entrada a la Cueva. Canosa cree que el Rey Rodrigo al salir de la Cueva pudo activar, sin saberlo, algún mecanismo inteligente que pasadas aproximadamente 12 horas, accionaba un sistema diseñado para destruir la Torre de Hércules. Rodrigo murió en la batalla de Guadalete, según se cuenta, y durante 700 años los árabes ocuparon la Península Ibérica.
Orografía, descripción, y curiosidades de la Montaña del Diablo
El nombre árabe de Cerro del Bu se puede traducir como Montaña del Diablo o de los diablos. Desde antiguo, aquél cerro emitia extraños ruidos, sobre todo por las noches, que asustaban a los que por allí se acercaban, de ahí su nombre de Colina de los diablos. Se trata de un monte insertado en el centro de un paisaje en donde una serie de montañas rodean el Cerro del Bu, dándole ya una importancia central y protagonista a dicho monte. Desde la loma alta del Monte del Bu se puede contemplar justo en frente, por su cara norte, la vista de toda la ciudad de Toledo, con su catedral, su alcázar, el río Tajo, etc...
Pero este Monte del Bu era un pináculo sagrado en realidad, allí no habitaba nadie. La monarquía visigoda estaba instalada en el Castillo de San Servando, un emplazamiento a modo de fortaleza desde donde se contemplaba el Cerro sagrado del Bu. En realidad el descubrimiento de que la legendaria Torre y entrada de la Cueva de Hércules estaban ubicadas en el Cerro del Bu ha sido un acontecimiento reciente de hace unos pocos años, cuando lo descubrió el genuino y legítimo descubridor de la Cueva de Hércules, Alberto Canosa.
Hasta antes de las informaciones aportadas por este investigador hispano-alemán, los especialistas y estudiosos ubicaban La Torre de Hércules en otros emplazamientos y lugares de Toledo, como por ejemplo el Palacio de Galiana. Alberto Canosa vivió toda su infancia en la ciudad de Toledo, por lo que conocía perfectamente todos los montes, valles, y lugares de la histórica ciudad. Además, llevó a cabo una profunda investigación sobre la Torre y Cueva de Hércules, que le llevó a consultar todo tipo de documentos, mapas, libros, cronicas antiguas, etc.., en bibliotecas y otros lugares de interés. Al leer los textos antiguos en donde se describían las peculiaridades y prodigios de la colina donde se encontraba la Torre de Hércules, descubrió que tanto la Torre de Hércules como la Cueva de Hércules se encontraban ubicadas exactamente en el Cerro del Bu, tirando abajo las mil teorías de los expertos toledólogos.
Para empezar a describir esta colina mítica, hay que decir que se han detectado señales electromagnéticas y radiaciones en este extraño enclave. Las mediciones GPS arrojan igualmente inexplicables distorsiones en cuanto a las coordenadas geográficas de situación y localización.
La calzada del Bu
Si nos fijamos en la falda inferior de la montaña, desde la orilla del río asciende una magnífica y antiquísima calzada de piedra, que poco a poco va subiendo hasta el Cerro del Bu. Por este camino real, capacitado también para que transitaran carros, carrozas, carruajes, etc.., ascendían y descendían los monarcas visigodos y sus cortes reales. Una calzada tan importante debía llevar necesariamente a un lugar muy importante, no podía ser un camino cualquiera. Entonces, ¿qué había arriba, en la cima del monte?
Algunos han dicho que la calzada solo es un camino que subía hasta la carretera situada arriba, por donde pasan los coches. Sin embargo, hay un punto crucial del recorrido cuando la auténtica calzada tuerce no hacia la carretera sino exactamente hacia el mismo Cerro del Bu, lo que demuestra verdaderamente la orientación original de la calzada del Bu, dirigida hacia su propia cima.
Además existe un importante detalle que diferencia la calzada antigua que sube hasta el Bu de la calzada moderna que sube hasta la carretera, y que me demostró Alberto: las piedras de la calzada antigua son planas, lisas, más propicias por ejemplo para el transporte de carros. Sin embargo, la calzada moderna que va hasta la carretera de los coches está compuesta de piedras abombadas, redondas. El carruaje de un monarca habría ido dando botes por ésta última, pero no ocurrió así porque todavía no existía; antiguamente sólo existía la calzada que subía hasta la cima.
La Pirámide del Bu
Como se puede contemplar en estas curiosas imágenes que reproducimos, la Montaña del Bu es artificial, una especie de pirámide con estratos y filas escalonadas, perfectamente alineadas. Una magna obra de ingeniería de la Antigüedad. Un pináculo mágico colocado en un lugar preciso, en el centro de un valle rodeado por montañas.
Hierba Amarilla
En toda la montaña artificial no crece ni un sólo árbol. El color de la hierba de este monte es amarillento, un color completamente distinto a todos los demás montes que rodean al Cerro del Bu, al igual que diferente es la composición interior de este monte con respecto a todos los demás que le acompañan y protegen. Las semillas amarillas que el viento lleva del mágico Bu no prosperan en ningún otro lugar. Los demás terrenos y montes de los alrededores se muestran con un aspecto verde y natural.
Cubos cuadrados
Es fácil encontrar por allí grandes bloques de piedra, perfectamente cuadrados, como ésta que podemos ver en la fotografía de debajo, desperdigados por la ladera que baja a recibir el paso del río Tajo. Piezas gigantes, laboriosamente trabajadas, que cayeron espectacularmente hacia abajo el día de la Maldición, cuando explotó la Torre de Hércules en el año 711.
Millones de Piedras
Y lo más estremecedor es poder contemplar cómo millones y millones de piedras todavía se encuentran diseminadas y repartidas a lo largo y ancho de toda la montaña sagrada del Cerro del Bu. Una siembra descomunal de piedras que cualquiera que allí se acerque puede admirar por sí mismo, y que nos habla de la magnitud que tuvo que tener la explosión que destruyó la Torre Encantada. Rincones impresionantes como El Valle de las Piedras así lo testimonian y evidencian con toda elocuencia y realidad.
Un montículo añadido
Otra curiosidad en la que nos detenemos en nuestro análisis es la peculiaridad del montículo izquierdo del Cerro del Bu. Visto desde el lado sur, el Cerro presenta 3 curiosos montículos, uno situado a la izquierda, otro en el centro, y un último a la derecha. Pues bien, si nos fijamos detenidamente nos daremos cuenta de algo extraño y chocante, algo que Alberto y yo dijimos a la vez cuando estábamos observando la montaña : ¡Ese montículo izquierdo de la montaña es añadido y artificial!... Parecía un pegote colocado a propósito en el extremo izquierdo del cerro.
La piedra de los 3 ojos
En la falda inferior Este de la Montaña permanece intacto un promontorio de piedra con 3 ojos, apuntando cada uno de ellos una entrada a los túneles subterráneos que serpentean bajo los alrededores del Cerro del Bú. Una de esas entradas está tapada dentro de una caseta de ladrillo destinada a las necesidades de la red de electricidad. Alberto me contó que cuando él era pequeño estuvó allí, en esa entrada, pero que entonces no existía esa caseta de la red eléctrica. Después, al paso de los años, se cerró y se camufló aquella entrada mediante la construcción de dicha torreta, que ha logrado pasar desapercibida durante todo el tiempo, salvando sus secretos a los ojos de los curiosos.
Huellas de la Torre de Hércules en la cima
Por supuesto, toda la cima del Bu contiene todavía muchos cimientos de piedra que hablan de una grandiosa construcción en la Antigüedad. La Torre de Hércules era redonda, de piedra, y forrada exteriormente con mármol blanco. La Torre hacía forma de jarrón, pero por dentro era cuadrada. Tenía una sala con 4 habitaciones, cada una de ellas de un color, blanca, negra, roja y verde. La Torre estaba protegida por 4 figuras de leones orientados a los 4 puntos cardinales. Una de las grandes piedras del ala este de la montaña muestra todavía los huecos de los dedos de las zarpas del león situado en la cara este.
Recogiendo muestras
Los materiales de construcción de la Torre eran diversos, como el mármol blanco, el granito oscuro, etc... Resulta fácil conseguir trozos de piedras y muestras de estos magníficos materiales. Aquí adjuntamos una muestra de distintas piedras recogidas en el Cerro del Bu. Entre ellas se puede observar, efectivamente, el mencionado mármol blanco. Sin duda debió ser una Obra de Arte sensacional, que maravillaba todos los ojos que la contemplaban.
¿Dónde está la Entrada de la Cueva de Hércules?
Que la Torre de Hércules se encontraba en lo alto del cerro es evidente por estos y mil detalles más que se evidencian. Pero.., ¿Dónde estaba la Entrada de la Cueva de Hércules, situada también en lo alto, no muy lejos de la Torre, y que tras recorrer 2 kilómetros de túnel subterráneo, llega hasta la misma Cueva de Hércules situada en las profundidades de la cripta de la Catedral de Toledo?...
La Entrada de la Cueva de Hércules, por donde entró el Rey Rodrigo en el verano del año 711, conducía al tesoro más grande de todos los tiempos, mucho más que el tesoro hallado en el descubrimiento de la Tumba de Tutankhamón. En el próximo capítulo hablaremos de ello....
(Sin las informaciones que me ha brindado mi amigo, el investigador Alberto Canosa, habría sido imposible escribir este interesante reportaje).
Fran Garcia