jueves, noviembre 27, 2008
Las Cruzadas
Don Closson
Introducción
En el Concilio de Clermont, en 1095, el Papa Urbano II hizo un llamado a los cristianos de Europa para que respondan a un urgente pedido de ayuda de los cristianos de Bizancio, en el Este. Los musulmanes amenazaban conquistar el resto del Imperio Romano para Alá. La amenaza era real; la mayor parte del Oriente Medio, incluyendo la Tierra Santa que había recorrido Cristo, ya había sido conquistada. Así comenzó la era de las Cruzadas, tomado de la palabra latina crux, o cruz. Dedicados a salvar al cristianismo, los cruzados dejaron atrás sus familias y sus trabajos para adoptar la causa. Dependiendo de la forma de contar (sea por la cantidad de ejércitos cruzados o por la duración del conflicto), hubo seis Cruzadas, entre 1095 y 1270. Pero el espíritu cruzado continuaría por siglos, hasta que el islamismo dejó de ser una amenaza para Europa.
Nos cuesta mucho ver las Cruzadas con ojos que no sean los del estadounidense del siglo XXI. El concepto de defender el cristianismo o el lugar de nacimiento de Cristo mediante la acción militar es difícil de imaginar o de apoyar con la Biblia, pero tal vez sea algo más fácil luego de los sucesos del 11 de septiembre de 2001.
Por lo tanto, cuando los cristianos piensan hoy en las Cruzadas, tal vez sea con remordimiento o con vergüenza. Líderes de la iglesia, incluyendo el Papa, han aparecido en las noticias recientemente disculpándose ante los musulmanes, y todos los demás, por los sucesos que rodearon a las Cruzadas. En las mentes de muchos, las Cruzadas fueron un poco atinado fiasco que no logró las metas de recuperar permanentemente Jerusalén y las Tierras Santas.Por lo tanto, cuando los cristianos piensan hoy en las Cruzadas, tal vez sea con remordimiento o con vergüenza. Líderes de la iglesia, incluyendo el Papa, han aparecido en las noticias recientemente disculpándose ante los musulmanes, y todos los demás, por los sucesos que rodearon a las Cruzadas. En las mentes de muchos, las Cruzadas fueron un poco atinado fiasco que no logró las metas de recuperar permanentemente Jerusalén y las Tierras Santas.
¿Están en lo correcto los libros de historia cuando describen a las Cruzadas como una invasión de territorios musulmanes por parte de europeos errantes cuyo principal motivo era saquear nuevas tierras? Lo que suele quedar fuera del texto es que la mayor parte del Imperio Islámico había sido cristiano y había sido conquistado militarmente por los seguidores del profeta Mahoma en el siglo VII y VIII.
El islamismo había surgido repentinamente de la nada para convertirse en una amenaza para todo el Imperio Cristiano y, si bien había demostrado alguna moderación en su trato de los cristianos conquistados, había exhibido una notable crueldad también. Como mínimo, el islamismo impuso una discriminación económica y religiosa contra los que controlaba, convirtiendo a los judíos y a los cristianos en ciudadanos de segunda. En algunos casos, los líderes musulmanes fueron más lejos. Un suceso que podría haber detonado la Cruzada inicial, en 1095, fue la destrucción del Santo Sepulcro por el califa fatimida Al Hakem.{1} De hecho, muchos cristianos de ese tiempo creían que Al Hakem era el Anticristo.
Queremos tener respuestas de blanco o negro a las preguntas que nos inquietan, pero las Cruzadas nos presentan una compleja colección de sucesos, motivaciones y resultados que hace que sea difícil encontrar respuestas sencillas. En este artículo consideraremos los orígenes y el impacto de esta lucha de siglos entre los seguidores de Mahoma y los seguidores de Cristo.
Las causas
El historiador Paul Johnson dice que los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 pueden considerarse como una extensión de la lucha de siglos entre el este islámico y el oeste cristiano. Johnson escribe:
"Las Cruzadas, lejos de ser un escandaloso prototipo de imperialismo occidental, como se enseña en la mayoría de nuestras escuelas, fue un mero episodio en una lucha que ha durado 1400 años, y fue una de las pocas ocasiones en que los cristianos tomaron la ofensiva para recuperar los "territorios ocupados" de la Tierra Santa.{2}
El islamismo había explotado en el mapa al conquistar territorios que habían sido principalmente cristianos. Las ciudades de Antioquía, Alejandría y Cartago habían sido centros de pensamiento cristiano y de investigación teológica durante siglos, antes de ser tomados por ejércitos musulmanes en su jihad para extender el islamismo por todo el mundo. Comenzando en 1095 y siguiendo por más de cuatrocientos años, el espíritu cruzado que permeó gran parte de Europa puede ser visto como una acto de autopreservación cultural, parecido a la forma en que los estadounidenses ven hoy la guerra contra el talibán en Afganistán.
Nuestra motivación para la Cruzada en 1095 fue el pedido de ayuda hecho por el emperador de Bizancio, Alexius I. Gran parte del Imperio Bizantino había sido conquistado por los turcos selyuquíes, y Constantinopla, la más importante ciudad cristiana del mundo, también estaba siendo amenazada. El Papa Urbano sabía que los sacrificios involucrados en el llamado a luchar contra los turcos necesitaban más que simplemente acudir en rescate del cristianismo oriental. Para motivar a sus seguidores agregó una nueva meta: liberar a Jerusalén y el lugar de nacimiento de Cristo.
En el nivel personal, el Papa agregó la posibilidad de la remisión de pecados. Dado que el concepto del juramento del peregrino estaba muy extendido en la Europa medieval, los cruzados --nobles y campesinos por igual-- juraron llegar al Santo Sepulcro a cambio del perdón de la iglesia de los pecados que habían cometido. La iglesia también prometió proteger las propiedades que dejaban atrás los nobles durante su viaje al este.
El Papa tal vez lanzó una cruzada, pero tuvo poco control sobre ella una vez comenzada. Los cruzados prometieron a Dios, y no al Papa, completar la tarea. Una vez en camino, el ejército cruzado era mantenido unido por "obligaciones feudales, lazos familiares, amistad o temor".{3}
A diferencia del islamismo, el cristianismo no había desarrollado aún el concepto de una guerra santa. En el quinto siglo, Agustín describió lo que constituía una guerra justa, pero excluyó la práctica de la batalla para propósitos de conversión religiosa o para destruir ideas religiosas heréticas. Los líderes de naciones podrían decidir ir a la guerra por razones justas, pero la guerra no debía ser una herramienta de la iglesia.{4} Lamentablemente, usando el lenguaje de la guerra justa de Agustín, los papas y los cruzados se vieron a sí mismo como guerreros de Cristo en vez de personas que buscaban justicia frente a la amenaza de un enemigo usurpador.
Los sucesos
Los libros de historia que leen nuestros hijos, generalmente enfatizan las atrocidades cometidas por los cruzados y la tolerancia de los musulmanes. Es cierto que los cruzados masacraron a judíos y musulmanes al saquear Jerusalén, y luego pusieron sitio a la ciudad cristiana de Constantinopla. Los registros indican que los cruzados hasta luchaban entre sí al combatir a los musulmanes. Pero un examen más minucioso de las Cruzadas muestra que la verdadera historia es más compleja que la percepción del público o lo que encontramos en los libros de historia. El hecho es que tanto los musulmanes como los cristianos cometieron carnicerías considerables y que las guerras internas y las luchas políticas a menudo dividieron a ambos lados.
Los musulmanes podían ser --y lo fueron frecuentemente-- bárbaros en su trato de cristianos y judíos. Un ejemplo es cómo trataron los turcos a los prisioneros alemanes y franceses capturados a principios de la primera cruzada, antes del saqueo de Jerusalén. Quienes renunciaban a Cristo y se convertían al islamismo fueron enviados al este; el resto fue asesinado. Aun Saladino, el reconquistador de Jerusalén, no siempre fue misericordioso. Luego de derrotar a un gran ejército latino, el 3 de julio de 1187, ordenó la ejecución masiva de todos los hospitalarios y templarios que quedaron vivos, y decapitó personalmente al noble Reinaldo de Chatillon. El secretario de Saladino notó lo siguiente:
"Ordenó que fueran decapitados, prefiriendo tenerlo muertos antes que presos. Con él había toda una banda de eruditos y sufíes . . . [y] cada uno rogó que le permitieran matar a uno de ellos, sacó su espada y se arremangó las mangas. Saladino, con su rostro gozoso, estaba sentado en su estrado; los incrédulos demostraban una aciaga desesperación".{5}
En realidad, Saladino había planeado masacrar a todos los cristianos de Jerusalén luego de recuperarlo de los cruzados, pero cuando el comandante de la guarnición de Jerusalén amenazó destruir la ciudad y matar a todos los musulmanes dentro de sus muros, Saladino les permitió comprar su libertad o ser vendidos como esclavos en cambio.{6}
La traición mostrada por los cruzados contra otros cristianos es un reflejo de ese tiempo. En el punto más alto del espíritu cruzado en Europa, Federico Barbarroja reunió una gran fuerza de alemanes para lo que hoy se conoce como la tercera cruzada. Para facilitar su camino, negoció tratados de salvoconducto a través de Europa y Anatolia, aun consiguiendo permiso de los turcos musulmanes para pasar sin estorbos. Por otra parte, el emperador cristiano de Bizancio, Isaac II, acordó secretamente con Saladino hostigar a los cruzados de Federico a lo largo de su territorio. Cuando se lo consideraba útil, tanto los musulmanes como los cristianos hacían pactos con cualquiera que podría ayudar a su propia causa. En un momento, el sultán de Egipto ofreció ayuda a los cruzados en su lucha con los turcos musulmanes, y los turcos no fueron a rescatar a los musulmanes fatimidas chiitas, que controlaban Palestina.
La traición y la pecaminosidad humana fueron evidentes a ambos lados del conflicto.
Los resultados
El 29 de mayo de 1453, la ciudad de Constantinopla cayó ante el sultán otomano Mehmed II. Con esto, el Imperio Romano, de 2206 años de antigüedad, llegó a su fin, y la mayor iglesia cristiana del mundo, Hagia Sophia, fue convertida en una mezquita. Algunos sostienen que este desastre fue el resultado directo de los esfuerzos mal orientados de los cruzados, y que todo lo positivo que podrían haber logrado fue fugaz.
Cuando miramos atrás a las Cruzadas, tendemos a considerarlas un estallido de esfuerzos efímeros y fallidos de europeos malaconsejados. En realidad, el espíritu cruzado duró cientos de años, y el reino latino que se creó en 1098, durante la primera cruzada, duró casi 200 años. Jerusalén permaneció en manos europeas ochenta y ocho años, un período mayor que la supervivencia de muchas naciones modernas.
Teniendo en cuenta que el reino latino y Jerusalén finalmente cayeron en manos musulmanas, ¿lograron los cruzados algo significativo? Puede sostenerse que el movimiento de grandes ejércitos europeos hacia territorios controlados por musulmanes demoró el avance del islamismo hacia el oeste. La presencia de un reino latino en Palestina actuó como una zona de amortiguación entre el Imperio Bizantino y los poderes musulmanes, y también motivó a los líderes musulmanes a centrar su atención en la defensa antes que en la ofensiva, al menos por un período de tiempo.
Psicológicamente, las Cruzadas produjeron una cultura de caballería basada en gestas tanto legendarias como reales de los gobernantes europeos. Los reyes cruzados Ricardo Corazón de León y Luis IX fueron admirados aun por sus enemigos como hombres de integridad y valor. Ambos se veían actuando en nombre de Dios en su intento de librar a Jerusalén de la opresión musulmana. Durante siglos, los gobernantes europeos consideraron a los reyes cruzados como modelos de cómo integrar el cristianismo con las obligaciones de la caballería.
Lamentablemente, el valor y la capacidad para guerrear tomaron prioridad sobre todas las demás cualidades, tal vez porque era un residuo de las raíces paganas de los francos y la adoración de Odín, su dios guerrero. Estos pueblos germánicos tal vez se convirtieron al cristianismo, pero todavía tenían un lugar en su corazón para el paraíso del guerrero valiente, Valhalla.{7} En palabras de un estudioso:
"Pero los descendientes de aquellos adoradores de Odín todavía tenían el amor de un dios guerrero en su sangre, un dios de guerreros cuyo símbolo último era la guerra".{8}
Las Cruzadas protegieron temporalmente a algunos cristianos de tener que vivir bajo el gobierno musulmán como ciudadanos de segunda. Llamado dhimmi, el código legal imponía la superioridad de los musulmanes y humillaba a todos quienes se rehusaban a renunciar a otras creencias religiosas.
También se sostiene que el espíritu cruzadofue lo que finalmente envió a los europeos al Nuevo Mundo. El viaje de Colón justamente coincide con la remoción del gobierno musulmán de España. La exploración del Nuevo Mundo terminó por alentar una explosión económica que el mundo musulmán no pudo igualar.
Resumen
Los musulmanes siguen señalando a las Cruzadas como un ejemplo de injusticia perpetrado por Occidente sobre el Islam. Una pregunta interesante sería: "Si la situación se hubiera invertido, ¿se hubieran sentido justificados los musulmanes en ir a la guerra contra los cristianos?". En otras palabras, las reglas del Corán y el Hadith (los libros sagrados del islamismo), ¿justifican un conflicto similar al que llevaron a cabo los cruzados?
Usted tal vez escuchó la palabra jihad, o lucha, mencionado en las noticias. La palabra denota diferentes tipos de lucha dentro de la fe musulmana. En un nivel, habla de la lucha personal por la justicia. Sin embargo, hay numerosos usos de la palabra dentro del islamismo donde se refiere explícitamente a la guerra.
Primero, el Corán permite luchar para defender a musulmanes individuales y a la religión del Islam del ataque.{9} De hecho, se ordena a todos los musulmanes aptos que ayuden a defender la comunidad de los creyentes. También se les da permiso a los musulmanes para quitar a personas traicioneras del poder, aun cuando hayan acordado un tratado previamente con ellas.{10}
Se alienta a los musulmanes a usar la lucha armada con el propósito general de difundir el mensaje del Islam.{11} El Corán dice específicamente: "Combatir en ese mes es pecado grave. Pero apartar del camino de Alá -y negarle- y de la Mezquita Sagrada y expulsar de ella a la gente es aún más grave . . . "{12} La guerra también se justifica con el propósito de purgar a las personas de la esclavitud de la idolatría o la asociación de alguna cosa con Dios. Esto da al musulmán una razón teológica para ir a la guerra contra los cristianos, ya que el Corán enseña que la doctrina de la Trinidad es una forma de idolatría. Si la situación se hubiera invertido, la religión del Islam brinda múltiples racionalizaciones para las acciones de los cruzados.
Pero, ¿hay una justificación cristiana para las Cruzadas? El único ejemplo de un cristiano que haya luchado en el Nuevo Testamento es el apóstol Pedro, cuando sacó su espada para proteger a Jesús de los soldados romanos. Jesús le dijo que guardara la espada. Luego dijo: "¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?" (Mateo 26:53). El reino que Jesús había establecido no estaría construido sobre la sangre de los incrédulos, sino sobre la sangre vertida por el Cordero de Dios.
Las acciones de los cruzados deberían ser defendidas usando el lenguaje de la "guerra justa" de Agustín, en vez del vocabulario de la guerra santa. Si bien no siempre vivían de acuerdo con los dictados de los ideales de la "guerra justa", como la inmunidad de los no combatientes, las Cruzadas fueron una guerra defensiva de último recurso que buscaba la paz para su gente, que había estado bajo ataque constante durante muchos años.
Si una de las funciones de un gobierno ordenado por Dios es restringir el mal y promover la justicia, entonces se deduce que los gobernantes de las naciones donde viven los cristianos podrían necesitar realizar una guerra justa para proteger a su pueblo de una invasión.
Notas
1. John Esposito, ed. The Oxford History of Islam, (Oxford University Press, 1999), 335.
2. Paul Johnson, National Review, http://www.nationalreview.com/15oct01/johnson101501.shtml.
3. Thomas F. Madden, A Concise History of the Crusades, (Rowman & Littlefield Publishers, Inc, 1999), 10.
4. Ibid., 2.
5. Ibid., 78.
6. Ibid., 80.
7. Zoe Oldenbourg, The Crusades, (New York: Pantheon Books, 1966), 33.
8. Ibid, 32.
9. Corán 2:190, 193.
10. Ibid, 8:58.
11. Ibid, 2:217 (ver también www.irshad.org/islam/iiie/iiie_18.htm, publicado por The Institute of Islamic Information & Education, P.O. Box 41129, Chicago, IL 60641-0129).
12. Corán 2:217.
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Traducción: Alejandro Field