miércoles, diciembre 03, 2008

El Secreto de Quetzalcoatl


Samael Aun Weor


Amigos, hemos asistido a un evento extraordinario, ciertamente el drama de Quetzalcoatl resplandece en la noche aterradora de todas las edades, es el mismo drama que se presentara en los Misterios de Eleusis, los Mistos, los iniciados; es el mismo drama que representara públicamente sobre las calzadas de Jerusalén el Gran Kabir Jesús.

No podía faltar en México, la tierra sagrada de los tiempos antiguos, el drama cósmico ya bosquejado aquí en forma extraordinaria.
Obviamente, Quetzalcoatl resplandece en el Cosmos inefable, es el Logos, Unidad múltiple perfecta. Quetzalcoatl es también Mitra, es Hermes Trismegisto el tres veces grande Dios Ibis de Thot; es, en realidad de verdad, el sol espiritual. Quetzalcoatl es la serpiente emplumada, la serpiente mística de los misterios Orficos, de los misterios de Egipto, de los misterios de los cambires y de los misterios del glorioso México antiguo y arcaico.

No es Quetzalcoatl un personaje meramente mitológico, como suponen los ignorantes ilustrados, no, Quetzalcoatl es el mismo principio cósmico que puso en existencia el Universo; es la palabra, es el Verbo de Juan. Con justa razón dijo Juan: “Y en el principio era el verbo y el verbo estaba con Dios y el verbo era Dios; por él todas las cosas fueron hechas y sin El nada de lo que es hecho hubiera sido hecho”.

Quetzalcoatl es el verbo mismo, la palabra encarnada. Antes de que el Universo existiera Quetzalcoatl existía.

Quetzalcoatl es la serpiente emplumada que se revolvía entre la polvareda cósmica, es el Omeyocan, cuando apenas comenzaba a amanecer la vida sobre este sistema solar, Quetzalcoatl en sí mismo es el Logos Platónico, el Cristo Hebraico, el Vishnú Indostánico.
Quienes no conocen la sabiduría hermética, quienes nunca en verdad han hecho un estudio sobre cosmogénesis, quienes nunca estudiaron antropología gnóstica, ésos que creen que saben demasiado, cuando en realidad de verdad ignoran la religión sabiduría de los tiempos arcaicos, piensan que Quetzalcoatl es un mito, un ídolo y hasta lo miran con desdén.
Señores, ha llegado el momento en que nosotros pasemos por una gran revalorización de principios, ha llegado el instante en que nosotros entendamos claramente que Quetzalcoatl nos indica lo que debemos hacer. Si nosotros queremos en verdad transformarnos, tenemos un prototipo extraordinario: ¡Quetzalcoatl! Quetzalcoatl como Logos es lo que es, lo que siempre ha sido y lo que siempre será, es la vida que palpita en cada átomo como palpita en cada sol, es la Palabra.

En realidad de verdad, la palabra es profundamente significativa. López Portillo, Presidente de la República Mexicana decía, por ejemplo, en su obra maravillosa Don “Q”, que la palabra tiene tres aspectos fundamentales: primero, el sonido; segundo, la representación; tercero, su significación.

Así que cuando alguien en verdad conoce el valor de la palabra y aprende a manejarla, marcha por el camino de Quetzalcoatl.
Habéis visto representado este drama extraordinario, este drama maravilloso. lncuestionablemente, Quetzalcoatl, el Cristo Mexicano, es el centro fundamental de este drama. En realidad de verdad, mis queridos amigos, ha llegado un momento para nosotros grandioso, se ha abierto en nuestra inteligencia la primera llamarada de la comprensión, empezamos a entender que el Logos puede ser visto de distintas maneras: Ya desde el ángulo hebraico o desde el ángulo egipcio, como también podemos estudiarlo a la luz del México arcaico. Quetzalcoatl como Vishnú, como Logos, es el Verbo.

La palabra fue la que dio vida a este Universo, la palabra sostiene a este Universo, el Logos suena, el Logos es música. La música también es esférica y fluye en todo el panorama cósmico. Dentro de cada uno de nosotros está latente Quetzalcoatl, dentro de cada uno de nosotros existe la posibilidad de encarnarlo.

Grandioso el drama, el hombre que está en la lejana Tula, el hombre que cae en tentación, que se embriaga con el vino, que fornica y pierde todos los poderes, que se dirige a la tierra roja, a la tierra de los mayores. El hombre que se ve en el espejo y dice: “Estoy muy viejo”, el hombre que sufre, llora y anda por los caminos del mundo con la cruz a cuestas, ése es Quetzalcoatl.

Al fin ya vieron ustedes la preciosa representación. Resucita entre los muertos, resplandece gloriosamente en el infinito espacio inconmensurable, es gloria, es luz, es sapiencia.

Nosotros también como Quetzalcoatl, un día perdimos el Edén maravilloso del que nos habla el Génesis hebraico, salimos del Jardín de las Espérides, abandonamos los campos Elíseos cuando caímos en la fornicación animal. Mas ante nuestra vista hay un guía extraordinario y maravilloso que nos indica el camino de la liberación, ¡ese guía es Quetzalcoatl!
Amigos, la cruz que carga Quetzalcoatl es formidable. Ese árbol del Universo contiene el secreto mismo de la doctrina Quetzalcoatliana. Pensemos por un momento en el Lingam vertical y el Yoni horizontal; incuestionablemente, la inserción del Phalus vertical dentro del Cteis formal, hace cruz. La cruz que cargó sobre sus hombros Quetzalcoatl, la cruz que carga el gran Kabir Jesús también rumbo al calvario, la cruz espléndida de todos los siglos.

Hermanos, incuestionablemente si la cruz es instrumento de tortura y de martirio, también en verdad la cruz es el instrumento de la liberación. En los tiempos de la antigua Lemuria se conoció la llave del Arca de la Ciencia; los hombres y mujeres aún no habían perdido la inocencia edénica; se reunían en los templos de misterios para reproducirse, mas no se reproducían como se reproducen, las bestias, no se reproducían como se reproduce el animal intelectual, no, se reproducían como se reproducen los hombres verdaderos, se reproducían como se reproducen los Superhombres.
En ese entonces se aceptaba claramente el don de “Kryashakti”. Hombres y mujeres se unían para crear y volver nuevamente a crear. Mas nunca derramaban el vaso de Hermes Trismegisto, el tres veces grande Dios Ibis de Thot, y como secuencia o corolario, la serpiente sagrada ascendía por la espina dorsal de aquellos hombres sagrados; y tenían aquellas criaturas poder sobre el fuego, sobre los aires, sobre las aguas y sobre la perfumada tierra.

Mucho más tarde en el tiempo, los seres humanos cayeron en la degeneración animal y como secuencia o corolario derramaron el vaso de Hermes, perdieron todos sus poderes.

Cayó Quetzalcoatl, sí, cayó pero ahora todos nosotros podemos dirigirnos hacia la tierra roja, hacia la tierra de nuestros antepasados, hacia la tierra de nuestros mayores, para lograr nuevamente la luz del esplendor.
Solamente llegando a esa tierra bendita lograremos la resurrección y aparecerá entonces la figura de Quetzalcoatl dentro de nosotros mismos aquí y ahora. Nos cubriremos de esplendores, tendremos poder para dominar a los aires, al fuego, a la tierra y a todos los elementos de la naturaleza en general.

Día llegará en que los que sigan la doctrina de la gnosis podrán provocar cambios en la naturaleza, día llegará en que aquéllos que sigan la doctrina de la gnosis lograrán la resurrección de Quetzalcoatl dentro de sí mismos aquí y ahora.

Nosotros, los gnósticos, tenemos la clave de todos los imperios y la llave de todos los poderes, podemos hacer temblar la tierra y mover los huracanes, porque conocemos el secreto de Quetzalcoatl y ese secreto lo ignoran los cerdos del materialismo, ese secreto es el ¡Gran Arcano!
Amigos, me despido de ustedes esta noche y felicito muy sinceramente a todos estos nobles artistas que han aparecido en escena. En ellos veo la chispa de la genialidad. Mediante el arte diamantino cargado de sapiencia llegaremos nosotros a todos los rincones de la Tierra.
Llevaremos la gnosis a los lugares más lejanos del mundo. . .
Paz lnverencial
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Instituto Cultural Quetzalcoatl de Antropología Psicoanalítica, A.C.
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