Brian Weiss
EL CICLO DE LA VIDA
Cuando estamos aquí pasamos por muchas etapas. Nos despojamos de un cuerpo de recién nacido, pasamos al de un niño, del de niño al de adulto, y del de adulto al de anciano. ¿Por qué no dar un paso más y desprendemos del cuerpo adulto para pasar a un plano espiritual? Eso es precisamente lo que hacemos.
Nunca dejamos de crecer. Y cuando llegamos al plano espiritual seguimos creciendo aún más. Pasamos por varias etapas de desarrollo. Cuando llegamos, estamos quemados.
Tenemos que pasar por una etapa de renovación, una de aprendizaje y una de decisión. Decidimos cuándo queremos regresar, dónde y por qué motivos. Algunos resuelven no volver. Prefieren pasar a otra etapa de desarrollo y permanecen en forma espiritual, unos más tiempo que otros, antes de regresar. Todo es crecimiento y aprendizaje, un crecimiento continúo. El cuerpo no es más que un vehículo que utilizamos mientras estamos aquí. Lo que perdura eternamente es el alma y el espíritu.
Nuestras vidas no son el resultado de actos y acontecimientos aleatorios. Las trayectorias vitales están previstas sabia y detenidamente para mejorar el aprendizaje y la evolución.
Elegimos a nuestros padres, que suelen ser almas con las que hemos interactuado en vidas anteriores.
Aprendemos de niños, de adolescentes y de adultos, y evolucionamos espiritualmente a medida que nuestros cuerpos cambian. Cuando el alma abandona el cuerpo en el momento de la «muerte» física, seguimos el aprendizaje en planos superiores, que en realidad son niveles superiores de conciencia. Repasamos la vida que acabamos de abandonar, aprendemos las lecciones y preparamos la próxima existencia. El aprendizaje no termina con la muerte del cuerpo.
Existen muchos niveles de conciencia que visitamos cuando el alma abandona el cuerpo físico. Uno importante es la etapa de aprendizaje, en la que repasamos nuestras vidas. Volvemos a experimentar cada encuentro, cada relación. Sentimos las emociones de la gente a la que hemos ayudado o hecho daño, amado u odiado, afectado positiva o negativamente. Sentimos sus emociones muy profundamente, pues se trata de un recurso de aprendizaje con mucha fuerza, una especie de reacción de respuesta instantánea e intensa al comportamiento que tuvimos cuando estábamos en la Tierra, en un cuerpo físico. Aprendemos a través de las relaciones, y por eso es importante comprender cómo hemos afectado a los demás.
El concepto de la reencarnación explica y aclara las relaciones de la vida actual. A menudo resulta que hechos del pasado lejano siguen influyendo en las relaciones actuales. Darse cuenta de las causas fundamentales de vidas anteriores puede servir para arreglar la relación del presente. La conciencia y la comprensión son potentes fuerzas reparadoras.
EL REGRESO
Elegimos cuándo queremos pasar al estado físico y cuándo queremos abandonarlo. Sabemos cuándo hemos conseguido aquello a por lo que nos enviaron aquí abajo… Cuando has tenido tiempo de descansar y revigorizar el alma, se te permite elegir cuándo regresar al estado físico.
No nacemos en nuestra familia por accidente ni por casualidad. Elegimos las circunstancias y preparamos un plan para nuestra vida antes incluso de ser concebidos. Nos ayudan en esa preparación los serenes espirituales llenos de amor que después nos guían y protegen mientras estamos en el cuerpo físico y se va desarrollando el plan de nuestra vida. Podemos llamar destino a los hechos que van desarrollándose después de que los hayamos elegido.
Existen pruebas importantes de que vemos los principales acontecimientos de la vida que tenemos por delante, los puntos de destino, en la etapa de preparación que precede a nuestro nacimiento. Se trata de pruebas clínicas, recopiladas por mí y por otros terapeutas a partir de los pacientes que han experimentado recuerdos previos al nacimiento mientras estaban hipnotizados o medicados, o de forma espontánea.
Ya está programado quiénes serán las personas más importantes que conoceremos, cuáles los reencuentros con almas gemelas y compañeros del alma, incluso los lugares en los que sucederán esos hechos. Algunos casos de déjà vu, esa sensación de haber estado antes en un sitio o de haber vivido un momento, pueden explicarse como un vago recuerdo de esa anticipación de la vida que está cristalizando en la vida física que vivimos.
Lo mismo sucede en el caso de la gente. Las personas adoptadas suelen preguntarse si el plan de su vida se ha visto alterado de algún modo. La respuesta es negativa. Los padres adoptivos se eligen, lo mismo que los naturales. Todo tiene su razón, y en el curso del destino no existen casualidades.
Aunque todos los seres humanos tenemos un plan vital, también tenemos libre albedrío, lo mismo que nuestros padres y todas las personas con las que nos relacionamos. Nuestras vidas y las suyas quedarán afectadas por las elecciones que hagamos mientras estemos en estado físico, pero los puntos del destino sucederán de todos modos. Conoceremos a las personas que proyectamos conocer y nos enfrentaremos a las oportunidades y los obstáculos que habíamos previsto mucho antes de nacer. Sin embargo, la forma de desenvolvemos ante esas situaciones, nuestras reacciones y decisiones subsiguientes son las expresiones de nuestro libre albedrío. El destino y el libre albedrío coexisten e interactúan constantemente. Son cosas complementarias, no contradictorias.
Las pruebas procedentes de los pacientes a los que he sometido a regresiones coinciden en que el alma parece reservarse un cuerpo concreto, aproximadamente en el momento de la concepción. No puede ocuparlo otra alma. Sin embargo, la unión del cuerpo y el alma no se completa hasta el momento e nacimiento. Antes de eso el alma de un ser nonato puede estar tanto dentro como fuera del cuerpo, y a menudo es consciente de experiencias que suceden al otro lado. También puede percatarse de hechos que ocurren fuera de su cuerpo e incluso del de su madre.
El alma no puede dañarse jamás. Ni los abortos espontáneos ni los provocados pueden hacerle daño.
Cuando un embarazo no termina bien, no es infrecuente que la misma alma ocupe el cuerpo de un hijo posterior de los mismos padres.
EL KARMA Y LAS LECCIONES
Tenemos deudas que hay que pagar. Si no las hemos abonado, tenemos que llevárnoslas a otra vida para saldarlas. Al pagar las deudas progresamos. Algunas almas lo hacen más deprisa que otras. Si algo interrumpe tu capacidad de pagar esa deuda, tienes que regresar al plano del recuerdo y esperar allí hasta que vaya a verte el alma con la que tengas la deuda. Cuando los dos podáis volver a una forma física al mismo tiempo, se os permitirá regresar, pero el que decide cuándo volver eres tú. Tú decides lo que hay que hacer para pagar esa deuda.
Habrá muchas vidas para satisfacer todos los acuerdos y todas las deudas pendientes.
Aún no se me ha comunicado nada sobre muchos de los demás planos, pero éste, el relacionado con «las deudas que hay que saldar», evoca el concepto del karma. El karma es una oportunidad de aprender, de poner en práctica el amor y el perdón. El karma es también una oportunidad de expiar, de hacer borrón y cuenta nueva, de compensar a aquellas personas a las que hayamos podido molestar o dañar en el pasado.
El karma no es solamente un concepto oriental. Es una idea universal, plasmada en todas las grandes religiones (véase La responsabilidad por las propias acciones en el Apéndice A, Valores espirituales compartidos). La Biblia dice: «Se recoge lo que se siembra«. Todo pensamiento y toda acción tienen consecuencias inevitables. Somos responsables de nuestras acciones.
LA CREACIÓN DE RELACIONES DE AMOR
Son niveles de aprendizaje distintos, y tenemos que aprender algunos de ellos en carne propia. Tenemos que sentir el dolor. Los espíritus no sienten dolor. Están en una etapa de renovación. El alma se renueva. En estado físico, cuando entran en la carne, sienten dolor; pueden sufrir. En forma espiritual no se siente dolor.
Sólo existe felicidad, una sensación de bienestar. Pero es un período de renovación por el que pasamos. En estado espiritual, la relación entre la gente es distinta. En estado físico, pueden experimentarse las relaciones.
Tras nacer en estado físico, nuestra principal fuente de aprendizaje es la relación con los demás.
A través de la alegría y el dolor de las relaciones con otras personas, progresamos en nuestra senda espiritual para aprender sobre el amor desde todas partes. Las relaciones son un laboratorio viviente, una prueba sobre el terreno para determinar cómo nos va, si hemos aprendido nuestras lecciones, para descubrir hasta qué punto nos acercamos a nuestro plan vital predeterminado. En las relaciones se evocan nuestras emociones, y reaccionamos. ¿Hemos aprendido a poner la otra mejilla o contraatacamos con violencia? ¿Tendemos la mano a los demás con comprensión, amor y compasión, o reaccionamos con miedo, egoísmo o rechazo?
Sin las relaciones no lo sabríamos, no podríamos evaluar nuestro progreso. Son oportunidades maravillosas para aprender, aunque difíciles.
LA ELIMINACIÓN DE OBSTÁCULOS PARA LA FELICIDAD Y LA ALEGRÍA
Usted sabe mucho más que los demás. Comprende muchas más cosas. Sea paciente con ellos. No tienen los conocimientos que usted posee. Enviaremos espíritus para que le ayuden, pero lo que está haciendo ya es correcto… Siga así. No hay que desperdiciar esta energía. Tiene que deshacerse del miedo. Ésa será su mejor arma.
Todos hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, y Dios está dentro de todos. Nuestra naturaleza básica subyacente se basa en el amor, la paz, el equilibrio y la armonía. Nuestra esencia innata es compasiva, cariñosa y buena. Somos almas.
En el transcurso de nuestras vidas va acumulándose un revestimiento de miedo, rabia, envidia, tristeza, inseguridad y muchos otros sentimientos negativos que tapa nuestra hermosa naturaleza interior. Esa envoltura se intensifica y se refuerza debido a la educación y a las experiencias de nuestra niñez en la vida actual. Parecemos lo que no somos: personas furiosas y temerosas, llenas de sentimiento de culpa e inseguridad. Nos hemos olvidado de quiénes somos en realidad.
No nos hace falta aprender qué son el amor y el equilibrio, la paz y la compasión, el perdón y la fe. Los conocemos desde siempre. Nuestra tarea es, por el contrario, olvidar esas emociones y actitudes negativas y dañinas que asolan nuestras vidas y nos producen tanto sufrimiento a nosotros, a nuestras comunidades y a nuestro mundo. Al ir deshaciéndonos de esos rasgos negativos, quién lo iba a decir, redescubrimos nuestra auténtica naturaleza, nuestro yo positivo y amoroso. Siempre ha estado ahí, pero tapado, oscurecido y olvidado.
Cuando retiramos las capas exteriores de residuos e inmundicia, las ideas y las emociones negativas, cuando limpiamos y pulimos el revestimiento exterior, podemos vislumbrar de nuevo los auténticos diamantes que en realidad somos. Somos almas inmortales y divinas y estamos recorriendo un camino. En el fondo, siempre hemos sido diamantes.
EL PODER CURATIVO DE LA COMPRENSIÓN
Todo es amor… Todo es amor. El amor lleva a la comprensión. La comprensión lleva a la paciencia.
Y entonces se detiene el tiempo. Y todo pasa aquí y ahora.
Las regiones más profundas de nuestra mente no están sujetas a las leyes temporales normales. Sucesos del pasado remoto pueden afectamos todavía con una aguda inmediatez. Las heridas del pasado influyen en nuestro humor y en nuestra conducta como si nos las hubieran infligido ayer, y a veces su fuerza aumenta incluso con el tiempo.
La comprensión puede ayudar a cicatrizar esos traumas del pasado.
Dado que la mente más profunda no está sujeta a las condiciones habituales del tiempo y el espacio, los sucesos del pasado pueden rescribirse y reformularse. La causa y el efecto no están ligados tan inextricablemente. Los traumas pueden deshacerse y los efectos perjudiciales, invertirse. Puede darse una curación profunda, incluso cuando se interpongan grandes distancias o hayan pasado muchos años de dolor y sufrimiento.
Del mismo modo que el amor aporta una profunda curación a las relaciones, la comprensión comporta una reducción del miedo.
La comprensión abre una ventana por la que la brisa del amor se lleva suavemente las dudas y las ansiedades, refresca el alma y nutre las relaciones.
Los miedos suelen referirse a hechos que ya han sucedido, en esta misma vida o en otras muy anteriores.
Como nos hemos olvidado, proyectamos esos miedos en el futuro pero, en realidad, lo que tememos ya ha terminado, Lo único que tenemos que hacer es recordar, despertar al pasado.