Por: Dolores Rizo
Las ganancias secundarias son todas aquellas consecuencias que acompañan a situaciones en las que nos sentimos mal o simulamos un sentimiento negativo. Y que, además, paradójicamente tienen algo de positivo para la persona que las obtiene.
Este “algo positivo” puede llegar a convertirse en algo muy peligroso, ya que es un reforzador o un premio que va a estimular que intentemos volver a ponernos en la situación desagradable.
Por ejemplo, una enfermedad puede suponer una reacción en los demás hacia la persona enferma, de cuidados, de atenciones, de muestra de afecto, y de ser más condescendientes con esa persona. Además, puede existir la ganancia secundaria de no tener que ir a trabajar, o de mejores condiciones laborales adaptadas a la enfermedad, ayudas económicas, etc.
Son tantas las cosas buenas que alguien podría pensar, ¿Por qué voy a poner los medios para curarme si a cambio de un dolor más o menos asumible obtengo un saco de coas positivas?
¿Cómo descubrir las ganancias secundarias?
Las ganancias secundarias pueden ser muy sutiles y encubiertas, de tal forma, que la persona que las recibe ni siquiera es consciente de lo que éstas le están aportando realmente.
La persona que sufre malestar por una dolencia, enfermedad o emociones que la desbordan, en realidad, es una persona infeliz y con frecuencia se queja de su situación.
Sin embargo, reconoce que su situación podría ser peor de no encontrarse en la situación actual, ya que, a pesar del sufrimiento, su situación le concede algunos privilegios, como tener cerca a las personas que le importan, mantenerse sin trabajar, conseguir cambios en las personas cercanas ya que estas harán lo posible para que mejore el estado y el dolor de la persona que está mal, etc…
¿Cómo afectan las ganancias secundarias en las relaciones?
Las ganancias secundarias son un beneficio, dentro del malestar, para la persona que las recibe, pero son un desgaste grande para aquellas personas con las que convive, ya que sufren como si fuera propio el malestar o las emociones desbordantes de la persona enferma.
Los familiares, parejas, amigos cercanos o seres queridos, son quienes sufren las peores consecuencias, ya que pueden llegar a creer que depende de su comportamiento, que la persona enferma se recupere o mejore dentro de su mal estado.
Esta carga, se acaba convirtiendo en una dependencia para ambas personas, ya que, la persona que sufre su proceso dependerá de aquellas que la atienden y estas estarán continuamente pendientes de la persona enferma.
El chantaje emocional
Por tanto, dentro de esa dependencia que se genera de la persona enferma hacia las personas que le facilitan las ganancias secundarias, es muy fácil dejarse llevar por el chantaje emocional. Es decir, la persona enferma puede acabar por culpar, exigir o cargar a la persona que atiende con el curso de su enfermedad o el estado de salud, en el intento de conseguir lo que espera.
Podemos apreciar un ejemplo de ello en aquellas personas a las que les desborda un estado emocional de enfado, ira o furia, etc… Estas suelen culpar a otras personas de su reacción y malestar. Además, esperan a que la otra persona cambie, pida disculpas o reconozca el error, manteniendo el enfado, la ira, etc…por un largo periodo de tiempo. Mantienen su postura como medida de presión: esperando sentirse mejor solamente cuando el otro muestre algún tipo de cambio en la dirección que ellas pretenden.
Así, de ésta forma, la persona culpada, tenderá a ceder, para evitar el conflicto o el malestar que le genera a la persona emocionalmente afectada, estar así durante mucho tiempo.
Y por éste mecanismo, con las reacciones de enfado, ira, furia, etc… se obtienen ganancias secundarias, como es el cambio de la otra persona, hacia la dirección que la persona enfadada le marca.
Resistencia al cambio
Las personas que obtienen algún tipo de ganancias secundarias se resisten al cambio terapéutico, ya que, a pesar del malestar, es mayor la recompensa que obtienen por este estado.
Sin embargo, al tratarse de una proceso inconsciente, tanto las ganancias como la resistencia, cuando la persona se hace consciente de ello, suele trabajar más profundamente en su cambio de actitud, y por ende, en su mejora de salud, física y psicológica.