jueves, septiembre 09, 2021

El Ritual Mágico

Entramos, a partir de este momento, en la magia como fenómeno. Pero cuidado: vamos a hablar ahora de la verdadera Magia, de lo que se ha venido en llamar Alta Magia para distinguirla de la otra, de la Baja Magia, esta última más conocida del público en general porque es la formada por los curanderos, echadores de cartas, hechiceros y brujos... los que buscan su lucro a través de ella.

Ahora vamos a hablar exclusivamente de la Magia en el más alto sentido de la palabra. Por eso, nuestras afirmaciones tal vez sorprendan a muchos: ciertamente, vamos a establecer unas nociones y a sentar unas bases que son muy poco conocidas por el público en general. Porque, ya lo hemos dicho anteriormente (tema La Magia) la verdadera Magia es una doctrina esotérica, oculta... y de ahí precisamente su otro nombre de ocultismo.

Cornelius Agrippa de Nettesheim, doctor en derecho y medicina, participante en el Concilio de Pisa, historiador oficial de Carlos V, fue uno de los principales propagadores de la Cábala, a través de la cual, según sus palabras, es posible "comunicarse con las fuerzas del plano superior para dominar a las del plano inferior"

Introducción.

Entramos, a partir de este momento, en la magia como fenómeno. Pero cuidado: vamos a hablar ahora de la verdadera Magia, de lo que se ha venido en llamar Alta Magia para distinguirla de la otra, de la Baja Magia, esta última más conocida del público en general porque es la formada por los curanderos, echadores de cartas, hechiceros y brujos... los que buscan su lucro a través de ella.

Ahora vamos a hablar exclusivamente de la Magia en el más alto sentido de la palabra. Por eso, nuestras afirmaciones tal vez sorprendan a muchos: ciertamente, vamos a establecer unas nociones y a sentar unas bases que son muy poco conocidas por el público en general. Porque, ya lo hemos dicho anteriormente (tema La Magia) la verdadera Magia es una doctrina esotérica, oculta... y de ahí precisamente su otro nombre de ocultismo.

Los fundamentos de la Alta Magia....

La Alta Magia se fundamenta en la acción del hombre (el mago) sobre un plano superior, al que nos hemos referido ya al hablar de los Reinos de la Magia: el plano astral. Como hemos dicho ya en aquella ocasión, el acto mágico busca sus efectos actuando sobre este plano astral, el cual, a través de la ley de las correspondencias, actúa como intermediario para conseguir el fin material o espiritual propuesto.

El fin material o espiritual propuesto. ¿Cuáles son los fines que persigue realmente el mago a través de su acto mágico? Si consultamos cualquier grimorio, encontraremos allí multitud de fines, la mayor parte de ellos mucho más próximos a nosotros de lo que parecería en una ciencia tan elevada: conseguir el engorde del ganado, el amor de una mujer, la fama y el dinero... para todos estos fines, nos dicen los grimorios, hay formulas precisas, establecidas y cualificadas, de muy seguro efecto, que basta recitar al pie de la letra para obtener automáticamente los fines solicitados.

Desgraciadamente, la cosa no es tan sencilla como esto; de otro modo, la Magia sería un arte tan asequible que podría llevarlo a cabo cualquier hijo de vecino. La mayoría de los grimorios y demás libros de fórmulas mágicas (aun sin tener en cuenta el hecho de que la mayor parte de los grimorios que han llegado a nuestras manos son copias y re copias, adulteraciones y hasta falsificaciones de los originales) solamente nos señalan el cascarón vacío de lo que es la Magia, la cubierta exterior formada por una serie de fórmulas que, en sí mismas, no significan nada.

Porque no todo es posible para la Magia, no todo es asequible. Hay, incluso para ella, cosas que escapan por completo a su alcance.

Entonces, ¿la magia no es omnipotente? Quien piense en la posibilidad de una omnipotencia de la Magia demuestra poseer una maravillosa ingenuidad. La Magia, ciertamente, es capaz de hacer muchas cosas... pero existen siempre unos límites. Pedir a la Magia que convierta a un elefante en una pulga, por ejemplo, es algo tan absurdo como pretender conseguir el amor de una mujer recitando simplemente, a la luz de la luna, una "fórmula mágica" convenientemente preparada, delante de un amuleto hecho con la lana de unas medias que haya llevado en alguna ocasión la mujer amada. No, los fines del verdadero mago son mucho más concretos... y mucho más reales.

Unos fines que podríamos resumir, sustancialmente, en cuatro: la videncia, la proyección del cuerpo astral, la evocación de los entes astrales y, finalmente, la acción -a través del plano astral- sobre un tercero.

Veamos un poco más detenidamente el alcance de cada una de estas cuatro finalidades, aunque todas se definan ya suficientemente por sí mismas. La videncia - que ha sido en parte capturada, si se nos permite la expresión, por la parapsicología- es la cualidad, obtenida a través del acto mágico, que le permitirá al mago ver lo que ocurre en otras partes - lo cual dentro de todo es relativamente fácil para la Magia- o lo que ocurre en el pasado y en el futuro... lo cual es ya un poco más difícil.

La proyección del cuerpo astral (es decir, el abandono momentáneo y voluntario, por parte del mago, de su cuerpo físico para entrar dentro del plano astral) es ya más difícil de conseguir... y mucho más peligroso también, ya que desencadena una serie de fuerzas que muchas veces pueden quedar fuera del control del mago, y lo sumergen en un mundo completamente distinto e inhabitual para él.

La evocación de las fuerzas astrales (dentro de la cual hemos de incluir, aunque equivocado en sus teorías, al espiritismo), permite al mago entrar en contacto con las fuerzas astrales, llamadas también "los elementales" (entre otros) y usarlas incluso como mediadoras para sus otros fines.

La acción sobre un tercero, finalmente, es la base sobre la que se asientan todos los maleficios -aunque sus alcances puedan ser muy otros-, y su finalidad es actuar sobre otras personas o grupos de personas... a través siempre, claro está, del plano astral, medio eterno a través del cual se mueve (y empleamos la palabra mover en un sentido evidentemente figurado) toda la acción del mago.

Estos son pues, en pocas palabras, los resultados que busca el practicante de Alta Magia al realizar sus actos mágicos. Sin embargo, como ya hemos dicho varias veces en otras ocasiones, estas finalidades no son, en suma, más que otro medio del que se vale el experimentador para conseguir una nueva finalidad, superior y última, que es siempre el resultado final de la Magia: la autoperfección del propio operador...

Teofrasto Bombast von Hohenheim, más conocido como Paracelso. fue uno de los más grandes magos conocidos, y sus trabajos alquímicos son tan conocidos como sus avances en medicina, en la que fue un precursor del magnetismo animal y uno de los maestros en que Mesmer basó su doctrina, así como uno de los primeros estudiosos de lo que después sería la homeopatía.

El acto mágico.

La base en que se sustenta toda la Magia es el acto mágico. Y, al llegar al acto mágico, tropezamos con una de las ceremonias más esotéricas que existen... ya que el real acto mágico debe ser realizado individualmente, en la soledad. Ningún curioso, ninguna clase de público, ha asistido jamás a una verdadera ceremonia mágica: un mago no puede hacer un espectáculo de su ritual, ya que entonces su fracaso sería absoluto... puesto que el acto mágico exige una profunda concentración.

Es por eso por lo que los rituales mágicos apenas son conocidos, y todos los conocidos no son verdaderos rituales mágicos. Ya que, si bien el mago puede trabajar en algunas ocasiones y siempre que lo crea necesario con la colaboración de un auxiliar o médium, es desaconsejable el que varios magos trabajen juntos, en colaboración. Pueden, si lo desean, buscar conjuntamente una misma finalidad, trabajar siguiendo los mismos rituales y con los mismos medios, a la misma hora del día, bajo idénticas circunstancias... pero no en el mismo sitio. Soledad, aislamiento: estas son las características básicas que requiere el acto mágico.

Así pues, y dentro de lo que nos permiten los conocimientos que de él poseemos, es decir, dentro de lo que de él ha trascendido al público, vamos a hablar del acto mágico. Pero, para hacerlo, deberemos referirnos primero a su principal y único protagonista: el mago. Él es la base de todo acto y todo ritual mágico, sacerdote, sujeto, y objeto a la vez.

Surge con ello la pregunta inicial: ¿puede cualquiera ser el oficiante de una ceremonia mágica, con sólo conocer y seguir el ritual? ¿Puede cualquiera, en otras palabras, ser mago?

Cornelius Agrippa de Nettesheim, doctor en derecho y medicina, participante en el Concilio de Pisa, historiador oficial de Carlos V, fue uno de los principales propagadores de la Cábala, a través de la cual, según sus palabras, es posible "comunicarse con las fuerzas del plano superior para dominar a las del plano inferior"

La iniciación.

La respuesta es rápida y tajante: no. La negativa se halla ya en una de las condiciones básicas de la Magia: la necesidad de una iniciación. Iniciación que aquí, al hablar del acto mágico, debemos entender en el sentido de preparación. Cualquier persona no puede ser mago... a menos que sea antes preparada e iniciada. Porque, para poder actuar mágicamente sobre las fuerzas de la naturaleza, el hombre ha de ser antes lo suficientemente dueño de si mismo como para saber dominarse y sobreponerse a su propio cuerpo. Esto muy pocas personas saben hacerlo, a menos que se dediquen a una larga preparación. Como dice Eliphas Levi, "el mago debe ser impasible, sobrio, desinteresado, impenetrable e inaccesible a toda especie de prejuicio o de terror. No debe tener defectos corporales, y debe estar a prueba de contradicciones y aflicciones. La primera y más importante de todas las obras mágicas es la de llegar a esta rara superioridad".

El hombre, pues, debe prepararse desde mucho tiempo atrás para la Magia. Y debe hacerlo en cuerpo y mente. No es demasiado difícil: es solamente cuestión de buscar un método. Si existe una gimnasia para moldear y perfeccionar el cuerpo, cabe preguntarse, ¿por qué no ha de existir una gimnasia que nos sirva para moldear y perfeccionar el espíritu?

Para adquirir el poder mágico, dice Eliphas Levi, hacen falta dos cosas: desprender de la voluntad todo servilismo, y ejercer un dominio absoluto sobre ella. Es por eso que, en la iniciación del mago, entran en gran escala las disciplinas de la educación mental y psicológica. "El mago enamorado -dice Levi-, glotón, colérico, perezoso, son monstruosidades imposibles. El mago piensa y quiere; no ama nada con deseo; no rechaza nada con pasión: la palabra pasión representa un estado pasivo, y el mago siempre está activo y siempre victorioso. Lo más difícil en la Alta Magia es llegar a esta realización. Así, cuando el mago se ha creado a sí mismo, ha cumplido la gran obra, por lo menos en su instrumento y en su causa."

Pero la iniciación, así, es larga y dura. En realidad, todas las iniciaciones son largas y duras. Desde los más remotos tiempos, las sectas iniciáticas han pedido mucho a sus adeptos: sacrificios, esfuerzos, valor. Pitágoras pedía a sus discípulos que se condenaran a un riguroso silencio de muchos años. Es tan preciso cuidar el cuerpo como la mente.

Mejor dicho, es preciso cuidar a los tres cuerpos. Porque, para la Magia, el hombre tiene tres cuerpos: el cuerpo físico, el cuerpo astral y el cuerpo espiritual.

Joseph Balsamo-Bacconieri, más conocido, por el nombre de su madrina, como el Conde de Cagliostro. Mago, profeta, vidente, sus extraordinarias y misteriosas dotes le llevaron a numerosas dificultades, que terminaron con su condena de por vida en el Castillo de León.

Los tres cuerpos de la Cábala.

La Cábala es la base de toda la Alta Magia actual. Según la Cábala, el Universo se descompone en tres planos o "mundos": el físico, el celeste o astral, y el espiritual. Siguiendo la ley de las correspondencias, el Universo y el Hombre (el Macrocosmos y el Microcosmos), dentro de sus mundos respectivos, son correspondientes entre sí punto por punto; en consecuencia, el hombre estará también compuesto por tres partes o "cuerpos": un cuerpo físico, un cuerpo astral y un cuerpo espiritual. El cuerpo astral actúa, aquí como una especie de plano medio, como un intermediario entre el cuerpo físico y el espiritual: se trata del medio o trampolín utilizado por el mago para catapultarse hacia sus fines, ya sean espirituales o materiales. Es, esencialmente, el medio mágico.

Esta división cabalística del cuerpo humano en otros tres "cuerpos" parece ir en contra de lo que nos enseña la fisiología... aunque sólo aparentemente. La "fisiología mágica" (es decir, la que acepta y sigue el mago) nos presenta una división del cuerpo humano en sus tres partes, vista desde el punto de vista fisiológico, completamente exacta y definida. Para el mago, el cuerpo humano tiene también, fisiológicamente, tres segmentos: tres departamentos, tres modalidades podríamos decir, cada una de ellas abocada a una función específica. En la parte inferior tenemos el vientre o abdomen, a través del cual se realizan todas las funciones corporales de la alimentación material del cuerpo, por lo que los magos le dan el nombre de "fábrica de la materia". Ascendiendo en el cuerpo, encontramos un segundo departamento: el pecho o tórax, a través del cual se realizan las funciones de la respiración y de la circulación sanguínea, que son las que mantienen la energía del cuerpo; la magia llama a esta parte la "fábrica de la vitalidad". Finalmente, en la parte superior, se halla la cabeza, que a través del cerebro regula todas las funciones del cuerpo, y constituye el eje de la inteligencia volitiva; el ocultismo le da el nombre de "fábrica de la fuerza nerviosa".

Estas tres partes o "fábricas" constituyen los equivalentes orgánicos de los tres "cuerpos" del cuerpo humano. El vientre corresponde, como fábrica de la materia, al cuerpo físico; el pecho, como fábrica de la vitalidad, se correlaciona con el cuerpo astral; la cabeza, finalmente, como fábrica de la fuerza nerviosa y de la inteligencia, es el equivalente al cuerpo espiritual.

Esta división del cuerpo humano en tres partes tiene suma importancia para la Magia. La finalidad que busca el mago con sus ceremonias es actuar, a través de su poder especial, sobre la naturaleza. Para ello deberá utilizar, en primer lugar, la mente. Pero la mente está sujeta al cuerpo, y el lazo de unión entre mente y cuerpo es el sistema nervioso. Y el sistema nervioso depende en gran parte de la circulación sanguínea, la cual, a su vez, depende de la naturaleza, calidad y cantidad de los alimentos que ingerimos. Los tres cuerpos, pues, están íntimamente ligados entre sí, y el futuro mago debe tener buen cuidado en educar y cuidar todos ellos a fin de conseguir una perfecta coordinación, subordinada a su voluntad. El mago debe ser, en todo momento, dueño absoluto de sus tres cuerpos, de sus tres entidades. El hombre común no lo es nunca. Muchas veces hemos sentido, ante una circunstancia poco usual, diversas manifestaciones incontroladas: una desasosegada sensación en el vientre, una opresión en el pecho, una tirantez en cabeza. Algunos de los tres cuerpos, o dos de ellos, o los tres a la vez, reaccionaban por su cuenta ante las circunstancias, estaban fuera de control.

Esto es algo que el mago nunca debe permitir que ocurra. Los métodos para educar estos cuerpos son pues uno de los objetivos primordiales de toda iniciación mágica... y también de toda la vida posterior del mago, ya que en realidad la iniciación no termina nunca, y la "profesión de mago" no es más que un constante auto perfeccionamiento que no se acaba nunca en la vida terrenal.

La educación del cuerpo físico

El cuerpo físico es el sustento material de todo el cuerpo humano en su conjunto, y su base se halla en la alimentación. El vientre es el crisol en donde se producen todos los fenómenos que permiten la subsistencia del ser humano, y sus acciones y reacciones repercuten en todas las demás funciones orgánicas. No es preciso citar aquí, la experiencia nos lo enseña a menudo, la somnolencia y el sopor que nos invaden después de una comida excesiva, la pesadez subsiguiente a un banquete excesivamente libado.

Por ello, no es sorprendente que una de las condiciones básicas que exija la magia en el mago sea una adecuada y equilibrada alimentación. Una alimentación que, si se quiere que arroje todas sus cualidades al resto del cuerpo, no ha de ser excesiva, pero tampoco puede pecar por defecto. La alimentación del mago (y esto es fundamental) ha de ser equilibrada en grado sumo, a fin de que se mantenga siempre un statu quo entre la parte física e intelectual: tan perjudicial es un exceso de intelectualidad (que abocará indefectiblemente en desórdenes nerviosos) como su defecto (con sus inevitables secuelas de torpor y atontamiento físico). La alimentación ideal del mago es, por ello, el vegetalismo: un vegetalismo moderado, que, sin embargo, deberá hacerse más riguroso en los períodos inmediatamente anteriores a la realización de cualquier acto mágico, como veremos más adelante.

Sin embargo, no basta con mantener simplemente el equilibrio. Es preciso acostumbrar también a los centros del cuerpo físico (y de retrueque a los de los otros cuerpos, con los que, no hay que olvidarlo nunca, está íntimamente ligado, con lo que siempre las acciones de uno repercuten en los otros dos) a un entrenamiento vital dosificado y progresivo, a una serie de estímulos cuidadosamente elegidos que logren el que, a la larga, los centros de este cuerpo se habitúen a reaccionar de la forma apetecida a la menor solicitud... que estén siempre alerta.

Esto se logra mediante el uso adecuado y periódico de excitantes materiales, cuidadosamente escogidos. Entre todos ellos, cuya lista completa sería interminable, destacaremos como los más importantes el alcohol, el café, el té, y las drogas como el haxix (o haschis), el opio o la morfina.

De todos ellos es inútil hablar detenidamente, puesto que sus efectos son ya lo suficientemente conocidos. Sin embargo, sí vale la pena hacer algunas especificaciones: el alcohol, por ejemplo, tomado dosificadamente, es un excitante rápido, poco profundo y de poca duración... pero cuyo uso no puede repetirse sin una pausa conveniente entre una y otra dosis ya que, en caso de segunda dosis rápida, los efectos excitantes son menores, disminuyendo proporcionalmente a la inversa de la cantidad ingerida hasta terminar, en caso de persistencia, con la embriaguez. El café es uno de los excitantes más duraderos y poderoso que se conocen actualmente, siendo su principal centro de influencia el de la sensibilidad. El té puede considerarse, dentro de los excitantes naturales, en un término medio entre el alcohol y el café, siendo sus efectos más débiles que los de este último, pero también más prolongados que el primero. Las drogas, finalmente, no actúan exactamente como excitantes, vía corporal, de las capacidades intelectuales, como los anteriores, sino sencillamente como amplificadores de la sensibilidad, siendo las consecuencias de su reacción más peligrosas que las de los demás excitantes por crear hábito.

En el uso de todos estos excitantes, naturalmente, todos los magos advierten que el neófito deberá usar de una extrema cautela y cuidar escrupulosamente de su empleo y de las dosis adecuadas para la finalidad que persiga... prescindiendo en absoluto si es necesario de las drogas hasta que esté lo suficientemente adelantado para conseguir su control.

La educación del cuerpo astral

Así como el mantenimiento del cuerpo físico está centrado en el vientre, en donde se producen las transformaciones que nos procurarán todos los elementos que repondrán las energías gastadas en nuestra constante actividad, el mantenimiento del cuerpo astral, ubicado en el pecho, se produce a través de los pulmones, por medio del aire que respiramos.

Así pues, el que desee dedicarse a la Magia deberá preocuparse de educar convenientemente no sólo el cuerpo físico (a través de una adecuada alimentación y un ponderado uso de los excitantes), sino también y preferentemente el cuerpo astral. Esto último se logra mediante un adecuado régimen respiratorio. Es sabido, de todo el mundo, que una respiración afanosa y rápida actúa como excitante de los centros nerviosos, mientras que una respiración suave y pausada los relaja. Estas variaciones son reflejadas también por el corazón, ya que ambos órganos -corazón y pulmones- van estrechamente enlazados, sincronizados en sus funciones, de modo que el ritmo de la respiración se extiende a todo el cuerpo y se refleja en él, afectándolo en mayor o menor grado, activando o retardando su actividad general. La respiración, con ello, se convierte en una de las actividades más importantes del cuerpo humano, como lo demuestran entre otras cosas el que todas las técnicas yoga de auto perfeccionamiento, den precisamente a la respiración una importancia vital.

Porque el aire, para el cuerpo astral, es el equivalente a los alimentos para el cuerpo físico. Un buen dominio y un control absoluto de la respiración mantendrán al futuro mago siempre en condiciones de adecuar su actividad corporal a lo que necesite realizar, "programando" así sus necesidades de toda índole, tanto las físicas como las astrales, de modo que compensen sus necesidades intelectivas... manteniendo con ello un perfecto y constante equilibrio.

Y, al igual que los alimentos materiales, este alimento "astral" posee también sus excitantes, cuyo uso conveniente dará al mago la posibilidad de acrecentar su poder astral. Los excitantes del aire como alimento astral son los perfumes y las sustancias volátiles como el éter y el cloroformo, de clara acción sobre los órganos sensitivos humanos.

Hacer ahora aquí una lista de los perfumes que actúan como excitantes del cuerpo astral humano sería demasiado laborioso y extenso. Citemos solamente algunos, como puede ser el almizcle, cuya acción es equiparable al alcohol con respecto al cuerpo físico; el incienso, que es un poderoso excitante intelectual; y principalmente el humo de tabaco, cuya acción principal es instintiva. Todos ellos, empleados en los momentos y medidas convenientes, producen los efectos excitantes requeridos de ellos; empleados en demasía, producen efectos tan perniciosos como los de los excitantes materiales: el éter, y, principalmente, el cloroformo, por ejemplo (que en el plano astral sustituyen al alcohol en el plano físico), tienen los mismos efectos que éste, si bien su "borrachera", que va acompañada de una completa insensibilidad, es casi instantánea, mientras que la del alcohol es lenta y progresiva.

La educación del cuerpo espiritual.

Pero el futuro mago no solamente ha de aprender a mantener una "dieta" (si es válida la palabra) que le permita desarrollar al máximo sus aptitudes físicas y astrales, sino que debe supeditar todo esto -tanto su cuerpo físico como el astral- a su psique, a su voluntad... a su cuerpo espiritual. El futuro mago ha de aprender a saber dominarse por completo. Por ello, ha de seguir desde un principio una serie de normas que le ayudarán a mantener este dominio de su cuerpo volitivo sobre sus demás cuerpos: ha de aprender a "gustar" de toda clase de alimentos, aunque no sean demasiado agradables para su paladar; ha de acostumbrar su olfato a todos los olores; no sentir repugnancia ante el tacto de ninguna sustancia, por fría, desagradable o viscosa que sea; ha de escuchar toda clase de música, no solamente la que le plazca a su oído; ha de recrear su vista con las cosas hermosas, pero también habituarla a las cosas desagradables... habituar todos sus sentidos, en fin, a todo lo que nos rodea, y habituar también con ello a la voluntad a no reaccionar desagradablemente ante ninguno de ellos, por repugnante que pueda parecerle.

Puesto que, así como la comida es el alimento de nuestro cuerpo físico, y el aire que respiramos el de nuestro cuerpo astral, las sensaciones que recogen nuestros sentidos y son transmitidas a nuestro cerebro constituyen nuestro alimento espiritual, nuestro alimento psíquico. Y es preciso saber dominar, dosificar y seleccionar este alimento que llega a nuestro intelecto, para hacer uso de él en la forma más conveniente a las necesidades del momento... lo cual sólo puede conseguirse a través y tras una larga práctica y un cuidado proceso de habituación.

Claro que este alimento, como los anteriores, tiene también sus excitantes. Los excitantes del alimento intelectual son todas las cosas que despiertan en nuestra mente unos sentimientos más intensos de lo habitual. Nuestros sentidos -y las sensaciones que estos sentidos transmiten a nuestro cerebro- son susceptibles de modificaciones y perfeccionamientos, como lo demuestra el hecho de que la pérdida de uno de estos sentidos agudice extraordinariamente a los demás. Los excitantes de los sentidos, bien dosificados, pueden ayudar a un extraordinario desarrollo psíquico del cerebro: la música (que actúa en una forma triple y simultánea sobre el cuerpo físico instrumentos de madera- astral -instrumentos de metal- y espiritual o psíquico -instrumentos de cuerda); la poesía; la pintura; la escultura; todas las artes, en fin, a través de las cuales el hombre podrá hallar siempre una elevación espiritual.

Los requisitos de la iniciación

Pero esto aún no es suficiente. Además de la educación completa de sus tres cuerpos, el futuro mago debe saber sujetar en todo momento estos tres cuerpos al completo dominio de su voluntad, encaminándolos desde un principio a lo que más tarde serán sus principales obligaciones mágicas. Papús, a este respecto, y refiriéndose a esta, podríamos llamar, "educación práctica" (ya que va encaminada a la posterior consecución del acto mágico), define las tareas iniciadoras del futuro mago de la siguiente manera: "la educación de la mirada y el uso de los espejos, la educación de la palabra, preludio del estudio de las fórmulas, la educación del gesto, que una vez fijado dará origen a los pentáculos, y por último la educación de la marcha y el trazado del círculo mágico, serán objeto de nuestras investigaciones".

¿Y bastará ya con esto? No... aún no. El neófito deberá seguir aún perseverando en todos los dominios. Lo expresado hasta ahora no es más que una parte de todos los requisitos; no es un fin en sí mismo, es tan sólo un medio, uno entre los muchos caminos. El neófito deberá buscar, en estas prácticas, los senderos que le conduzcan a la perfección máxima que puedes alcanzar en este plano. Porque ésta, la perfección, el autodominio total del cuerpo, es la finalidad última a la que van encaminados todos estos procesos... en los cuales, hay que hacerlo notar aquí, pueden hallarse los mismos principios que en las modernas (aunque seculares) doctrinas orientales de auto perfección, puesto que todas estas doctrinas no son, en realidad, más que formas orientales de la misma Magia occidental. Sólo cuando el mago haya logrado esta auto perfección en un grado suficiente podrá dedicarse, entonces sí, a la práctica de la Magia, sabiendo que podrá llegar alguna vez a conseguir sus propósitos.

¿Los conseguirá realmente? Bien, esto ya es otro asunto... porque, pese a todo, el éxito o el fracaso no depende únicamente de las aptitudes del mago en sí. La naturaleza, aquí, también entra en juego... y de una forma mucho más directa de lo que pudiera parecer a simple vista.

La intervención de la naturaleza

Esta afirmación de que no son suficientes las aptitudes personales del mago para practicar la Magia tal vez decepcionará a algunos entusiastas que veían ya el camino expedito tras una más o menos intensa preparación corporal y espiritual. Vamos a aclararnos. El factor mago es el factor más importante de todo acto mágico, y si falla él falla todo. Pero sin embargo no es el factor único. La naturaleza interviene también.

Volvamos un momento a la Cábala y a la ley de las correspondencias. Hemos dicho que el Universo estaba formado por tres planos o "mundos", que tenían su correspondencia en el hombre, en los tres planos o "cuerpos" humanos. Estos tres planos del Universo son el físico, el celeste o astral y el espiritual: el físico es la naturaleza, el astral es el cielo, y el espiritual es el ser Supremo de luz. Estos tres principios se corresponden a los tres principios humanos (material, astral y espiritual), y sus acciones y reacciones afectan por simpatía a todo el conjunto.

Como también afectan al hombre... del Macrocosmos y Microcosmos. El ser humano, dice Papús, se halla envuelto en una red de fuerzas tal, que todos sus esfuerzos resultarán estériles si no sabe aprovechar el instante propicio para poner su voluntad en movimiento. No se trata pues tan sólo de cómo hacerlo, sino de cuándo. La prueba de esta necesidad de la "oportunidad" la tenemos en el hecho de que incluso los brujos y hechiceros de las aldeas más perdidas o de las civilizaciones más primitivas no efectúan sus exorcismos y sus maleficios más que en determinadas condiciones, en las que saben que sus actos obtendrán los resultados apetecidos, porque, dicen, entonces es cuando las condiciones son "favorables" o las fuerzas "propicias".

Ser "propicias" o "favorables": he aquí la frase clave. Todo lo que está arriba está abajo, dice la Cábala. El hombre es un ser cósmico, está ligado al cosmos. ¿Qué tiene de extraño pues que se sienta influido por los astros que le rodean? "El fluido astral -dice Papús- que circula en los seres y en las cosas terrenas, pasa por sucesivos estados de condensación y de disolución, y dichos estados dependen, según el esoterismo, de la posición que tengan entonces los cuerpos celestes."

Entramos pues de lleno en los terrenos de la astrología. Pero no se trata aún de la astrología que todos conocemos, la que predice nuestro futuro leyendo en los astros, sino de otra astrología más básica, más elemental: La "astrología mágica" como podríamos llamarla. La astrología que ha de tener muy en cuenta todo mago, independientemente de la astrología general, ya que de ella depende el éxito o el fracaso de sus operaciones.

Todo gira alrededor del acto mágico

Así, teniendo en cuenta todo esto, y tras largos años de preparación, estudio y práctica, el neófito en la Magia podrá considerarse ya un iniciado. Entonces, al fin, podrá entrar a formar parte de la legión de los magos. Sus primeras experiencias, naturalmente, serán tímidas. Sufrirá muchos fracasos. La realización del acto mágico, su éxito, no es fácil. Pero el verdadero mago perseverará, no se desanimará, y continuará ensayando hasta lograr conseguir lo que persigue.

El acto mágico: todo gira a su alrededor. Cuatro, hemos dicho, son sus fines primordiales: la videncia, la proyección del cuerpo astral, la evocación de las fuerzas astrales y la acción sobre un tercero.

Dentro de estas cuatro finalidades básicas, sin embargo, existen multitud de variantes. Y cada acto mágico tiene su ritual concreto, en cuyo secreto, el secreto de estos rituales, está el secreto de toda la Magia. Por eso se mantienen ocultos.

Los requisitos del acto mágico

La realización del acto mágico requiere del mago unas condiciones anímicas especiales, que no pueden obtenerse sin una preparación. Las fuerzas a desarrollar durante la experimentación serán grandes, y el mago debe aprovisionar energías y vitalidad para el gran momento.

¿Cómo? Los requisitos son varios. En primer lugar existe la alimentación. El régimen alimenticio general del mago debe extremarse al acercarse el momento del acto mágico. Nueve días antes de la operación, nos dicen los manuales, el mago deberá someterse a un estricto régimen vegetariano, que se reducirá exclusivamente a pan, legumbres cocidas y agua durante los tres últimos días. Durante los cuarenta días anteriores al acto mágico, igualmente, el mago deberá mantener una castidad absoluta (ésta si es una castidad con sentido). Y cada mañana, durante los días anteriores al acto, el mago deberá tomar un baño de agua consagrada... que, en el último día, y según algunos autores, deberá cambiarse por una ducha, ya que ésta activa y predispone, mientras que el baño más bien ablanda y relaja.

Estos son los principales requisitos previos. Tras ellos, nuestro mago está ya en disposición de iniciar sus experiencias...

El acto mágico

Y llegamos así al momento culminante de la vida del mago: la realización del acto mágico. Nos adentramos en lo más hondo del ritual de la Alta Magia... en aquellos pormenores que permanecen más ocultos por el velo del misterio.

¿Qué ocurre en el acto mágico? ¿Cuáles son las finalidades que persigue el mago, cuáles son los medios a través de los cuales opera, cuáles son sus recursos y cuáles sus consecuencias?

Ya hemos dicho que las finalidades del acto mágico son esencialmente cuatro: la videncia, la salida del cuerpo astral, la evocación de las fuerzas astrales y la acción sobre un tercero. Cada una de

estas finalidades tendré, por supuesto, su ritual particular, y el mago deberá adecuar estrictamente sus acciones mágicas al fin que desee perseguir.

Pero también, si lo desea, el mago puede, simplemente, experimentar. En realidad, es recomendable que el mago incipiente, el recién iniciado, se limite únicamente, en sus primeros contactos con el aún desconocido mundo de la magia, a la experimentación pura, a los ensayos podríamos llamarle, dejando para más adelante, para cuando posea una mayor seguridad y dominio sobre sí mismo y lo que lo rodea, los caminos más aventurados de la magia encaminada a fines concretos, ahondando más y más en estos caminos, según el mismo vea sus propios éxitos y progresivas capacidades.

De todos modos, los cuatro fines primordiales del acto mágico -por encima de la experimentación pura y simple, que no tiene mayor cualidad que la de ensayo- siguen estando ahí, frente a nosotros. Son caminos curiosos y dignos de ser examinados. Vamos, pues, a adentrarnos en ellos.

La videncia.

Para sus experimentos de videncia, el mago necesita de un instrumento imprescindible: el espejo mágico.

Los espejos mágicos, nos dicen los manuales, son como ventanas que dan al plano astral. Forman, dentro del instrumental del mago, uno de los útiles más apreciados, hasta tal punto que algunos autores los colocan incluso dentro del instrumental general del mago, cosa que nosotros no hemos hecho por considerarlos, pese a todo, como un instrumento dedicado única y exclusivamente a un fin determinado, y no un instrumento de uso general. El espejo mágico es usado únicamente por el mago para sus experimentos de videncia, siendo su utilidad en los demás casos prácticamente nula.

¿Cómo funciona el espejo mágico con relación al plano astral? Uno de los mejores divulgadores franceses de los fenómenos mágicos nos ofrece, al respecto, una interesantísima analogía. Supongamos, nos dice, que en el tabique que separa a dos habitaciones contiguas hacemos un pequeño agujero. Nosotros, estando situados en una de las dos habitaciones, desearíamos ver lo que ocurre en la habitación contigua, pero mientras permanezcamos en el centro de la estancia lo único que veremos será una pared, con un pequeño agujero en el centro.

Pero ¿y si nos acercamos lo suficiente a este agujero? Observaremos entonces que nuestra habitación, la pared incluso, desaparecen, y el pequeño orificio se transforma, para nuestros ojos, en un amplio ventanal que nos permite ver todo lo que ocurre en la otra habitación. El milagro se ha cumplido.

Salvando las naturales distancias, podríamos decir que los espejos mágicos actúan del mismo modo. El tipo de "espejo" más conocido es indudablemente la bola de cristal..., si bien su uso y su abuso por parte de falsos magos y adivinos de salón ha hecho que haya sido desacreditada en muchas partes. Los espejos mágicos pueden ser de muchas clases: cristalinos, metálicos, incluso de grafito; deben ser en general ovales, ligeramente cóncavos... aunque se aceptan multitud de variantes. La misión de estos espejos frente al experimentador es, sencillamente, la de actuar como órganos de condensación de la luz astral, la cual es luego controlada por el operador. Esto, por supuesto, requiere una gran concentración por parte del mago, máxime cuando éste desee proyectar su visión a través del pasado o del futuro. No basta con mirar atentamente el espejo para que instantáneamente aparezcan allí las visiones que se deseen evocar: es precisa una intensa preparación y una adecuación extrema para conseguir los efectos deseados. Como dice muy bien Papús, los experimentos mágicos, aún los más ínfimos, exigen una gran tensión de espíritu, una calma absoluta y, sobre todo, una persuasión profunda de las dificultades que presenta la empresa acometida. Solamente a través de un adiestramiento prolongado y progresivo puede una persona habituarse a la videncia a través de los espejos mágicos. Las personas que, sentadas tras su bola de cristal iluminada, ven sin gran dificultad todo lo que su cliente les pide, son en su mayor parte meros charlatanes.

La salida del cuerpo astral.

Si la videncia necesita únicamente de una gran concentración, la salida en cuerpo astral necesita, al mismo tiempo, de un gran dominio sobre sí mismo y de una intensa preparación. Y también de un gran valor... puesto que esta experiencia puede resultar sumamente peligrosa.

Para realizar este tipo de experiencias, el mago deberá permanecer siempre dentro del círculo mágico de protección. En primer lugar, deberá purificarse en la forma habitual y realizar todos los requisitos rituales previstos para ellas.

Después, podrá intentar la prueba. Una vez dentro del círculo, se tenderá en el suelo, en posición nortesur, con la cabeza hacia el norte. En esta posición intentará una relajación total y absoluta de todos sus miembros, es decir, intentará una "enervación" tan total como sea posible en su cuerpo.

Tras lo cual intentará, simplemente, elevarse por encima de su cuerpo. (en el tema de los viajes astrales, encontrarán una técnica para posibilitar la salida del cuerpo astral).

Esto es difícil, pero tras una larga preparación y práctica es posible. Las primeras veces, el neófito sentirá una especie de sensación desagradable en el momento en que desee terminar la operación: esto es señal de éxito. Y este éxito podrá comprobarse cuando, tras un cierto tiempo de entrenamiento, el operador intente, una vez fuera de su cuerpo, controlarse y dirigirse. El método a seguir será como el que se efectúa con relación al cuerpo físico... y se verá que sirve también con el cuerpo astral. Así, el mago aprenderá a moverse en cuerpo astral por el espacio...

Y más tarde, si sigue con sus experiencias, podrá aprender también a moverse astralmente dentro de otro plano: el temporal. No se tratará aquí de un fenómeno de videncia, sino de una verdadera exteriorización. El mago estará presente en los lugares que visite, con lo que las nociones de distancia y tiempo habrán desaparecido para él. La práctica continua y progresiva de esta experiencia darán al mago un dominio absoluto sobre su cuerpo astral, convirtiéndole en dueño de un elemento inapreciable: un mundo sin distancias, sin tiempo, pero tan real como el que esta usted viviendo en estos momentos, a través del cual podrá ejercer todo su poder.

Pero cuidado: estos ensayos pueden ser también peligrosos. El mago deberá tener buen cuidado en protegerse mediante el círculo y los pentáculos, ya que solamente ellos podrán garantizarle, al final de su excursión, el regreso a su cuerpo. Cualquier fallo, cualquier imprevisión, podría traer desagradables sorpresas: la de no volver a encontrar el cuerpo abandonado o, aún peor, la de encontrar este cuerpo ocupado por otro ser astral, por un espíritu indeseable, dando lugar así a una verdadera posesión corporal, tal y como entiende la Iglesia. ¿Ha ocurrido esto ya alguna vez? Indudablemente sí, aunque, a este respecto, la Magia se muestre hermética...

La evocación de las fuerzas astrales.

Pero el mago no debe contentarse únicamente con experimentar en sí mismo. Como dueño de lo que le rodea, debe aprender también a dominarlo, a someterlo a su voluntad. Este es el verdadero fin de la Magia.

Nos referimos, al hablar de todo ello, a las fuerzas astrales, a lo que hemos llamado los "elementales"... a los espíritus que pueblan el plano astral. Entran aquí pues tanto los espíritus buenos como los malignos, los espíritus a los que tradicionalmente llamaríamos ángeles y demonios.

Dentro de este apartado pues forma parte también la demonología, con toda su secuela de magia negra y pactos con el demonio (tema pactos y posesiones). Ahora nos interesa únicamente hablar en líneas generales, ya que estamos hablando de la Alta Magia en general.

La evocación de las fuerzas astrales es uno de los actos mágico que necesita de un mayor dominio personal por parte del mago, ya que no se trata solamente de provocar fuerzas sino de dominarlas y luchar contra ellas. Muchas veces las fuerzas astrales, los "elementales", no querrán doblegarse a nuestros deseos: es entonces cuando el mago deberá mostrar toda su preparación y todo su poder... o sucumbir. No hay otra alternativa.

La evocación de las fuerzas astrales es el acto mágico que necesita, también, de una mayor protección. El lugar donde se realice, incluso si se trata de un ocultum permanente, deberá ser purificado a cada nueva operación. El círculo mágico, máxima protección contra las fuerzas astrales, deberá ser trazado muy cuidadosamente, ya que cualquier error o imperfección puede ser fatal. Si el círculo esta mal trazado, el mago lo notará inmediatamente a través de una extraña y desapacible sensación: no debe entonces dudar ni un segundo; con la espada (todo mago tiene una) trazará unos rápidos círculos a su alrededor, hendiendo el aire en torno suyo. Notará inmediatamente unos débiles destellos en la extremidad de la espada... las fuerzas astrales rechazadas. Sabrá, entonces, que ha vencido al peligro.

La espada y el bastón serán, en este acto, los principales elementos de acción del mago. Mediante el bastón, y tras recitar el ritual de invocación, el mago atraerá hacia sí a las fuerzas astrales, que mantendrá fuera del círculo de protección. Este acto entraña un peligro grande, ya que si los elementales logran introducirse en el círculo protector pueden adueñarse parcial o totalmente del mago, vampirizarlo, por así decirlo... de cuyos fenómenos hablaremos en otro tema que titularemos el vampirismo.

Luego, una vez llamados los espíritus astrales y mantenidos a distancia suficiente, el mago deberá aprender también a enviarlos de nuevo a su lugar de origen, rechazándolos con la espada y con la fórmula de abjuración; sólo entonces renacerá la seguridad en torno suyo.

Hemos hablado hasta ahora, al citar la evocación de las fuerzas astrales, únicamente de su llamada, de su mantenimiento bajo control y de su despido. Esta es la base de la evocación, lo primero que debe aprender a dominar el mago. Más tarde, cuando su dominio y su control sobre las fuerzas astrales sea absoluto, podrá intentar el dar otro paso hacia delante, dominando a los elementales y obligándoles a servirle según sus deseos...

La acción sobre un tercero.

Entramos, en esta última finalidad concreta del acto mágico, en el dominio de los hechizos y maleficios. Se trata, aquí, de uno de los actos más divulgados de la Magia, por ser una de las finalidades mágicas que desde más antiguo se ha usado. Es, también, uno de los fines que se presta a un mayor número de interpretaciones erróneas, ya que al hablar de él se roza siempre este límite del que tanto debemos huir, el que separa a la Magia de la charlatanería.

Es preciso, por lo tanto, hablar con cuidado de él, separando de una forma bien clara todos los elementos que entran en su constitución. Por eso y por falta de espacio es por lo cual vamos a dejar este tema virgen para solo el disfrute de los ya iniciados.