lunes, noviembre 29, 2021

José María Salmerón

El eneagrama es un sistema tipológico que contempla nueve tipos de personalidad básicos en la naturaleza humana. Es un sistema que recoge la sabiduría tanto de corrientes filosóficas como de tradiciones espirituales y religiosas.

No se trata de ninguna corriente doctrinal sino de una de las herramientas más útiles en la práctica de cualquier religión o camino espiritual: el autoconocimiento. También es un importante ayuda en la práctica de la psicoterapia al aportarnos gran cantidad de información sobre la personalidad de un paciente y sus procesos mentales con muy pocos datos.

Esto es lo que se conoce como el eneagrama de la personalidad ya que en su origen el eneagrama era un modelo de aplicación a cualquier suceso natural. Es decir un modelo para comprender de forma profunda la estructura y dinámica de cualquier cosa, su desarrollo en el tiempo y las interrelaciones entre los distintos elementos que la forman. ( Gurdjieff).

El eneagrama de la personalidad establece nueve tipos de carácter diferentes a los que denomina según la pasión principal que subyace a cada tipo. La pasión principal es nuestro talón de Aquiles, el punto débil que siempre nos arrastra a actuar con un mismo patrón de comportamiento, sean cuales sean las circunstancias o nuestras auténticas necesidades.

De esta pasión principal se derivan el resto de rasgos satélites que conforman toda nuestra personalidad y, aunque todos tenemos un poco de cada una de las pasiones, hay una que es básica, como la piedra angular sobre la que se asienta el resto de la estructura caracterial. Las nueves pasiones se corresponden con los siete pecados capitales del cristianismo (más la cobardía y la vanidad), aunque el significado que el eneagrama da a estas pasiones difiere de lo que entendemos por pecado. Para el eneagrama el conocimiento profundo de nuestra pasión principal es lo que nos ayudará a encontrar “el camino de vuelta a casa”, a nuestro ser completo y sin limitaciones. Libres para vivir plenamente.

El eneagrama de la personalidad parte de la idea de que el ser humano posee una naturaleza divina o Esencia que olvidamos al nacer y una naturaleza adquirida o Ego que es el conjunto de estrategias adaptativas que utilizamos para “defender” nuestra vida y crear una identidad que sustituya a la que hemos olvidado. Con el tiempo estas estrategias acabarán conformando nuestro carácter (también llamado falso self, personalidad o personalidad adquirida).

El nacimiento pues, no es más que el paso de un estado de Amor Incondicional donde la dicha es absoluta sin ninguna necesidad de la que preocuparse, a un mundo de amor condicionado donde la satisfacción de las necesidades más básicas queda fuera de nuestro control. La caída a este mundo de amor condicionado se produce ya en la pequeña célula inicial de cada ser humano, que en su recorrido por la trompa, busca un útero cálido y nutritivo en el que echar sus raíces para poder crecer...

Cada persona utiliza las características de su temperamento innato de la mejor manera que sabe para adaptarse y sobrevivir a las dificultades de los primeros años de vida. En el proceso de adaptación a este mundo nos vamos desconectando de nuestra esencia y este vacío, este no saber quiénes somos en realidad, es lo que intentaremos corregir fabricando nuestra personalidad egótica. Pero es tal la desconexión que el individuo ni si quiera recuerda que ha existido esa pérdida, ese “fracaso en el desarrollo de su potencial completo”. Estamos dormidos con respecto a nuestra verdadera naturaleza pero nos creemos despiertos. El objetivo del trabajo con el eneagrama es despertar, es reencontrarnos con esa parte perdida.

El eneagrama nos ayuda a descubrir cómo hemos limitado nuestro verdadero ser y qué aspectos son los que tenemos que trabajar para recuperar la memoria de quiénes somos en realidad.

Las Nueve Pasiones son :

Tipo Uno. LA IRA.
Se trata de una ira muy reprimida y elaborada, trasformada en crítica, exigencia y juicio, tanto a uno mismo como a los demás. Las personas que pertenecen a este tipo no son abiertamente coléricas sino todo lo contrario, muy controladas, perfeccionistas, utilizan la virtud como forma de poder. Se sienten ética y moralmente superiores al resto. Son poseedores de la verdad. Persiguen altos ideales a los que se entregan concienzudamente. Son rígidos, poco espontáneos y fríos al contacto.

Tipo Dos. LA SOBERBIA.
Entendida como incapacidad de reconocer el propio sufrimiento. Son personas que niegan sus necesidades y se vuelcan generosamente en satisfacer las necesidades de los demás. Esto los hace sentirse superiores al resto. En su interior son muy orgullosos y prepotentes. Son muy seguros de sí mismos, brillantes, serviciales, complacientes, con una gran intuición para saber qué es lo que los demás necesitan. Son muy empáticos, emocionales y seductores. Les gusta disfrutar de los placeres y que no limiten su idea de libertad. Se prostituyen por amor y se rodean de desvalidos. Manipulan con la emoción, pueden ser muy histriónicos.

Tipo Tres. LA VANIDAD.
O apego a la propia imagen. Supone una identificación con la parte más superficial de la personalidad, la máscara, negando aspectos más profundos y espirituales, por lo que en su interior existe un gran vacío. Es un tipo eficiente, capaz y pragmático. Es ambicioso, competitivo, muy preocupado por la imagen social de éxito. Encantador y atractivo, actúa según se espera en cada situación de forma camaleónica. Es muy activo, trabajador, puede tener problemas de adicción al trabajo. Vive en la falsedad y en la superficialidad. Tienen mucha ansiedad y angustia, necesitan acaparar la atención del entorno.

Tipo Cuatro. LA ENVIDIA.
Es la tendencia a compararse siempre con los demás y salir perdiendo. Los cuatro no son capaces de apreciar sus virtudes y cualidades y creen que lo mejor está fuera. Esto los lleva a la insatisfacción y queja frecuente. Son hipersensibles muy en contacto con su mundo interno emocional. Se sienten especiales y diferentes, poseedores de una capacidad de apasionamiento y emotividad más profunda de lo normal. Son muy intuitivos, creativos, graciosos, refinados e intensos, sobre todo en cuanto a demostración de sentimientos de tristeza. En su interior se sienten vulgares, defectuosos y con una autoestima muy baja. Sufren muchísimo y tienden a auto compadecerse. Buscan que los quieran provocando lástima, por lo que se suelen rodear de “salvadores”.

Tipo Cinco. LA AVARICIA.
Es el miedo a quedarse sin nada y a depender demasiado del mundo, se sienten muy vulnerables. Tienen miedo también a que se invada su espacio o intimidad por lo que tienden al aislamiento social. Acumulador de conocimientos, sobre todo los específicos de una materia concreta. Observan el mundo con su mente analítica pero sin implicarse. Introvertidos, poco expresivos y emocionales; ariscos y desconfiados. Son tacaños en lo material y en lo personal, pero cuando dan, son auténticos (no manipulan).

Tipo Seis. LA COBARDÍA.
Falta de orientación interna que provoca duda crónica y mucha ansiedad. En su interior se sienten asfixiados por el miedo: a equivocarse, a expresarse...que puede llegar a paralizarlos. Se distraen imaginando desgracias o contratiempos para estar así preparados ante cualquier eventualidad. Es el tipo civilizado y trabajador, cumplidor del deber, respetuoso con las normas. Son personas grises, poco conflictivas, aunque el subtipo sexual puede ser muy asertivo, desafiante y rebelde (contrafóbico). Son fieles a sus relaciones y a la autoridad y defensores de los débiles. Buscan ambientes donde las reglas estén bien establecidas, con figuras de autoridad claras.

Tipo Siete. LA GULA.
Es una necesidad de mantener abiertas todas las opciones. Más que un exceso de cantidad de una sola cosa es una tendencia a probarlo todo en la búsqueda constante del máximo placer. Tienen una mente planificadora y pueden vivir en la fantasía de múltiples proyectos que luego no lleven a cabo. En su interior existe mucho miedo a aburrirse porque el aburrimiento significa empezar a conectar con el dolor. Son alegres, extrovertidos y polifacéticos. Son charlatanes compulsivos, embaucadores, seducen con sus palabras y su viva inteligencia. Muy manipuladores y promiscuos. Cuando conectan con el dolor y la culpa se hunden. Son maníaco-depresivos. Les gusta rodearse de gente “fascinante”, anti convencional (como ellos) que mantenga su nivel de entretenimiento.

Tipo Ocho. LA LUJURIA.
Es la intensidad en todas las acciones y emociones, no sólo en el ámbito sexual. Viven con gran apasionamiento cualquier situación placentera (comida, bebida, sexo...) y no placentera (enfrentamientos, disputas, etc). Son agresivos, seguros de sí mismos, dominantes. Pueden tener una actitud intimidatoria tendente a la humillación y a la infravaloración de los demás. Son rebeldes, luchadores, impulsivos, exhibicionistas, fanfarrones. Existe un predominio de la acción sobre el pensamiento o el intelecto. Tienen poca conciencia de su mundo interior, toda la energía está al servicio de no conectar con la culpa y el sentimiento de indefensión y dependencia que subyace en este carácter.

Tipo Nueve. LA PEREZA.
Es la resistencia a profundizar en uno mismo. Este tipo vive anestesiado con respecto a sí mismo, desconectado de sus propias emociones y pensamientos, intentando mantener inconsciente todo lo que pueda despertarlo de su narcotización existencial. Es el tipo adaptado, conformista y bondadoso, aparentemente tranquilo. Tiene dificultad para las confrontaciones directas y suele transigir demasiado o minimizar los conflictos por mantener la paz. No está en contacto con sus propias necesidades y suelen vivir la vida a través de la de otros, volcándose en proyectos ajenos.

Es conveniente hacer una serie de aclaraciones para los recién iniciados en este tema. Lo primero es que no hay números “mejores” que otros. Todos suponen un sufrimiento y limitación para la persona que pertenece a un determinado número o tipo. En segundo lugar, dentro de los rasgos descritos hay algunos que pertenecen más a la “máscara” (la parte más superficial de la personalidad) del sujeto y son apreciables por el observador externo (p.ej. la charlatanería del siete o la hiperactividad del tres ) y otros que pertenecen al “ser inferior” o aspectos más profundos de la personalidad y que rara vez salen al exterior, e incluso no son reconocidos por el propio sujeto (p.ej. la ira del uno o la soberbia de los dos...).

Y por último, aclarar que cada número tiene a su vez unas cualidades superiores o Virtudes, de las que no vamos a comentar nada por ahora, y que surgen tras el trabajo de autoconocimiento y de desidentificación de nuestros rasgos de personalidad.

EL SÍMBOLO

La palabra eneagrama proviene del griego “ennea”, nueve, y “grama”, figura. Eneagrama es tanto el nombre del sistema como del símbolo que lo representa: nueve puntos de una circunferencia unidos entre sí por líneas. El símbolo no es casual sino que expresa gráficamente las características principales de este sistema.

- Por un lado el círculo, que simboliza la totalidad y la unicidad, indica su perspectiva del ser humano como un todo, completo en sí mismo y también la idea de que Dios es uno.

- En segundo lugar el triángulo, que según Gurdjieff representa la Ley del Tres: Todo lo que existe es el resultado de tres fuerzas: una positiva, otra negativa y una neutra, que coincide también con el concepto de trinidad de la mayoría de las tradiciones espirituales.

- Y en tercer lugar la Hexada, figura realizada por las líneas que unen los puntos en la secuencia 1-4-2-8-5-7, que simboliza lo que Gurdjieff llamó la ley del Siete: es la forma en la que cualquier cosa cambia y evoluciona en el tiempo. Los días de la semana , la tabla periódica y la escala musical siguen esta ley.

El símbolo expresa el carácter dinámico de este sistema. Esto lo diferencia del resto de las clasificaciones tipológicas existentes, que en su mayoría etiquetan a la persona ignorando los procesos de transformación. Es la única escuela caracteriólogica que se plantea de dónde viene cada tipo, hacia dónde se mueve según el estado de tensión o relajación en el que se encuentre y qué trampas impiden el movimiento hacia el crecimiento personal y la salud (relaciones psicodinámicas). Existen además relaciones de simetría, polaridad, y contigüidad con el resto de los caracteres.

Relaciones psicodinámicas: 

La secuencia 1-4-2-8-5-7-1 y 9-6-3-9 supone la dirección de desintegración, que es el comportamiento que adoptamos cuando ya hemos llegado al límite dentro de nuestro tipo. Por ejemplo, un dos sobrecargado por satisfacer las necesidades de los demás puede llegar a estallar de forma muy agresiva, como un ocho, exigiendo que satisfagan también las suyas e incluso humillar a los que ha estado ayudando por ser tan dependientes.

La dirección de integración.

1-7-5-8-2-4-1 y 6-9-3-6, es el conjunto de rasgos que adopta cada tipo cuando está en una situación segura o cuando ha alcanzado el estado de salud. Es lo que se conoce como “salida sana”. Por ejemplo, la salida sana del cuatro es el uno o ser capaz de estar presentes en la realidad y comprometerse con ella abandonando fantasías e idealizaciones, actuando de forma organizada en vez de reaccionando de forma subjetiva. Por supuesto el cuatro sano adquiere las características del uno sano.

Relaciones de simetría:

-Derecha-izquierda (a partir del punto nueve): el lado derecho del eneagrama es más femenino, más seductor y social ( uno, dos, tres y cuatro) y el izquierdo más masculino, más antisocial y rebelde (cinco, seis, siete, ocho).

-Superior-inferior: los caracteres de la parte superior ( nueve, en el grado máximo, ocho, siete, tres, dos y uno) son los que están menos conectados con su interioridad y los que parecen más felices. Los de la mitad inferior (seis, cinco y cuatro) están más conectados con su mundo interno y aparecen más tristes o insatisfechos.

Relaciones de polaridad:

Los números nueve, tres, seis, son el centro de tres polaridade

-Moralidad en la actuación: El uno es hiper moral y el ocho es amoral. Los nueve son neutros.
-Emoción: Los dos son básicamente alegres y los cuatro, tristes. Los tres son emocionalmente neutros.
-Expresividad: Los siete son hiper expresivos, no se callan nada y los cinco inexpresivos y reservados.

Relaciones de contigüidad:

Dan lugar a las alas, así cada tipo puede poseer características de los números contiguos a él, y según las que predominen dará lugar a una variante u otra. Por ejemplo, no es lo mismo un seis ala cinco, que es serio e introvertido, que un seis ala siete que es más hablador y divertido.

ORÍGENES

El origen de este sistema filosófico no está demasiado claro. La historia que más me ha convencido es la de Don Riso y Russ Hudson en su libro ” La Sabiduría del Eneagrama”. Según ellos hay que distinguir entre el origen del símbolo y el del sistema de los nueve tipos de personalidad. El origen del símbolo se relaciona con los Saurmoni en Babilonia, hacia el 2500 a.C, aunque también pudiera tener conexión con el pensamiento griego clásico.

El que introduce el símbolo en el pensamiento occidental fue George Ivanovich Gurdjieff hacia 1914. Gurdjieff dedicó la primera parte de su vida, junto con otros amigos, a la búsqueda de un sistema que, según él, los antiguos habían descubierto para transformar la psique humana, y que después se había perdido. Parece ser que descubrió este antiguo símbolo en Afganistán o Turquía. Con todo lo aprendido después de varios años de estudios de las antiguas tradiciones de sabiduría, Gurdjieff creó un compendio de filosofía, psicología y espiritualidad cuyo símbolo era el eneagrama. Como hemos comentado antes él lo aplicaba para la comprensión de cualquier proceso y todavía no se relacionaba con los tipos de personalidad.

La conexión entre el símbolo y los nueve tipos de personalidad la realizó Oscar Ichazo. Este autor también fue, como Gurdjieff, un estudioso de filosofías y tradiciones espirituales antiguas (gnosticismo, neoplatonismo, sufismo, la cábala, etc.) viajando hasta Oriente Medio. La idea fundamental con la que relacionó el símbolo del eneagrama es una enseñanza del siglo IV , “la de recordar los nueve atributos divinos como se reflejan en la naturaleza humana”. Esta idea entró en la tradición cristiana como sus opuestos: los siete pecados capitales, (más otros dos, la cobardía y la vanidad).

Ichazo consiguió colocar en la secuencia correcta estos nueve atributos sobre el símbolo y el resultado fue el eneagrama tal y como lo conocemos actualmente.

Más tarde, en los años setenta, Ichazo organiza un retiro de 40 días en el desierto de Arica (Chile) para trabajar este sistema de autoconocimiento con un grupo de pensadores. Entre los asistentes se encuentra Claudio Naranjo, psiquiatra chileno, que posteriormente consiguió completar de forma más profunda las descripciones de los diferentes tipos. Utilizó sus conocimientos de otras tipologías psicológicas y trabajó con grupos de personas que se identificaban con un determinado número, entrevistándolas para recabar más información. Naranjo comenzó a enseñar el sistema en California, utilizando este método de paneles o grupos de personas de un mismo tipo que contaban sus rasgos, tendencias, etc. ante el resto de asistentes.

Posteriormente autores como Don Richard Riso y Russ Hudson, Helen Palmer y otros, han contribuido a desarrollar distintos aspectos de esta tipología, como sus teorías sobre los grados de desarrollo en el crecimiento o los estilos intuitivos

¿COMO APARECE EL RASGO?

Según Gurdjieff existe en el ser humano una Inteligencia Superior (Yo Pienso), una Emoción Superior (Yo Siento), y un Instinto Superior (Yo Hago). En una persona armónica estos tres centros actúan al unísono: lo que hace está en congruencia o concordancia con lo que siente y lo que piensa. La llegada a este mundo de amor condicionado supone la aparición del Miedo. Es decir, necesitamos ser cuidados pero la obtención de dichos cuidados está fuera de nuestro control, tenemos un cuerpo que puede sufrir agresiones, enfermedades...

Este miedo irrumpe en la Esencia, en el sentimiento de unidad y Consciencia del Ser, rompiendo la armonía. Las tres áreas quedan desintegradas y desconectadas ( transformándose en el centro intelectual inferior, centro emocional inferior y centro instintivo inferior), quedando un vacío entre mi auténtica identidad (mi Esencia) y la nueva. Me olvido de quién soy. La pérdida de nuestra auténtica identidad provoca frustración y rabia, que producen culpa y miedo.

Para contrarrestar ese miedo nos fabricamos una personalidad con diferentes rasgos y estrategias dependiendo del ambiente y de las características genéticas de cada persona. Estas estrategias acabarán limitando nuestro campo total de acción y reacción, dando lugar a una personalidad constreñida y rígida con la que nos identificamos ,“yo soy así”. Al ir identificándonos con esta personalidad adquirida, nos iremos desconectando más de nuestra Esencia lo cual producirá más miedo, que a su vez dará lugar a unos rasgos aún más acentuados, en un círculo vicioso que se autoalimenta.

Este esquema sigue una de las figuras que forman el eneagrama: el triángulo formado por el 9->6- >3. El 9 es la pereza o el olvido de uno mismo, el 6 es el miedo y el 3 es la vanidad o la apariencia:
No sé quién soy (9) -> esto me produce miedo (6) -> creo una personalidad falsa para tapar el miedo (3) -> esta personalidad me aleja todavía más del conocimiento de mi auténtico ser (9)...

INSTINTO
9
6 3

INTELECTO EMOCIÓN

Según el eneagrama cada tipo tiene un miedo básico o una “versión personalizada” del miedo inicial (al vacío, a la nada, a la muerte), y aunque todos compartimos los mismos miedos, hay uno en concreto que es el que nos marca y condiciona toda nuestra personalidad.

Los miedos básicos serían:

Tipo Uno. Miedo a ser malo o imperfecto.
Tipo Dos. Miedo a ser indigno de amor.
Tipo tres. Miedo a no ser valioso, a no ser “visto”.
Tipo Cuatro. Miedo a carecer de identidad .
Tipo Cinco. Miedo a quedarse sin nada y no poder valerse por si mismo. Tipo Seis. Miedo a carecer de un apoyo seguro. Miedo al miedo.
Tipo Siete. Miedo a quedar atrapado en el sufrimiento.
Tipo Ocho. Miedo a ser controlado y humillado por otros.
Tipo Nueve. Miedo al conflicto interno y la fragmentación.

Para contrarrestar estos miedos y calmar la ansiedad que producen surgen una serie de deseos, que cuando se convierten en nuestro único objetivo dan lugar a las pasiones. Al mismo tiempo nuestro campo vital queda sesgado, sólo nos interesa aquello que creemos que puede satisfacer nuestro deseo y neutralizar nuestro miedo. Esto da lugar a que tendamos a fijarnos sólo en aquello que nos interesa, es decir, tenemos una percepción distorsionada de la realidad.

Deseos básicos y sus distorsiones:

Tipo Uno. Deseo de perfección y virtud. Degenera en perfeccionismo obsesivo e intensa autocrítica, se fijan principalmente en lo que no concuerda con su idea de virtud y perfección para poder criticarlo y corregirlo.

Tipo Dos. Deseo de ser amado. Degenera en prostitución emocional y generosidad compulsiva, Se fijan en lo que los demás necesitan para satisfacerlos y así sentirse indispensables para los demás y superiores.

Tipo Tres. Deseo de ser valioso y útil. Degenera en fingimiento y falsedad, en actividad frenética. Se fijan en lo que está bien visto dentro de su ámbito social y se amoldan a ello para conseguir aceptación y admiración.

Tipo Cuatro. Deseo de tener una identidad propia, de ser él mismo. Degenera en especialismo o necesidad de sentirse especial y diferente. Para ello potencian sus emociones y se hacen los inaccesibles. Ponen su atención en todo lo bueno que tienen otros y en lo malo que tienen ellos. 

Tipo Cinco. Deseo de ser autosuficiente física, psíquica y emocionalmente. Degenera en afán por acumular, sobre todo conocimientos, en desapego emocional y social. Están alerta con respecto a la posibilidad de depender demasiado de personas o cosas y de que lo limiten.

Tipo Seis. Deseo de seguridad. Degenera en dificultad de acción si no es dentro de un marco de creencias, instituciones, etc. Ponen su atención en descubrir posibles ataques o indicios de futuras catástrofes, para estar preparados .

Tipo Siete. Deseo de placer y felicidad. Degenera en huída constante de cualquier situación conflictiva o dolorosa. Ponen su atención en lo positivo y placentero de las cosas negando los aspectos menos divertidos.

Tipo Ocho. Deseo de protegerse frente al mundo. Degenera en comportamiento combativo, desafiante y antisocial. Intentan desviar su atención de cualquier información que amenace su sentimiento de poder.

Tipo Nueve. Deseo de paz y estabilidad. Degenera en sobre adaptación, resignación y pereza mental. Están pendientes de las necesidades de los demás y se olvidan de sí mismos.

LAS TRIADAS

Los vértices del triángulo formado por los número 9-6-3 también representan los tres centros en los que se divide la psique humana según el eneagrama: instinto (9), pensamiento (6) y sentimiento (3). Los nueve tipos de personalidad se agrupan así en tres tríadas según el “componente de la psique menos capaz de funcionar libremente”

A. Tríada del Instinto.

Formada por los tipos ocho, nueve y uno. Falta de sentido de identidad corporal. La pasión básica es la IRA. “Intentan usar su voluntad para influir en el mundo sin dejarse influir por él”.Temen ser dominados o explotados. Se vuelcan en la acción para desconectar del aquí y ahora, se resisten al presente. Son instintivos y viscerales. “PIENSAN QUE SIENTEN” pero en realidad “HACEN”.

La Ira puede seguir tres direcciones:
- Hacia el mundo: el tipo ocho. La Venganza. Ponen límite a los estímulos externos, para no ser heridos.
- Hacia dentro y trasformación en contrario: el tipo uno. El Perfeccionismo. Reprimen los impulsos internos, la ira es un sentimiento inadmisible para ellos.
- Hacia dentro y hacia fuera: el tipo nueve. La Indolencia. Son pasivo-agresivos, reprimen los impulsos internos y ponen límite a los estímulos externos, para que nada altere su equilibrio.

B. Tríada del Sentimiento.

Formada por los números dos, tres y cuatro. Su pasión básica es la CARENCIA. Han perdido el contacto con su verdadera naturaleza emocional, no se sienten amados ni dignos de ser amados. Creen que tienen que hacerse valer para que los quieran, por lo que dependen del apoyo y la aprobación de los demás. Tienen una forma de sentir falseada, inauténtica. Crean una imagen de sí mismos con la que se identifican. Están orientados hacia el pasado.

“HACEN QUE PIENSAN” pero en realidad, “SIENTEN”.

La carencia de un sentimiento de valía puede solucionarse de tres formas:

- Transformándolo en su contrario: el tipo dos. La Adulación. Se vuelcan en complacer a los demás para caerles bien. El amor es vivido como aprobación.
- Hacia dentro: el tipo cuatro. El Victimismo. Se concentran en lo trágico y complejo de sus vidas, para provocar lástima y conseguir así que lo atiendan. El amor es vivido como empatía. - Hacia dentro y hacia fuera: el tipo tres. El Engaño. Busca la valía mediante logros. Tiene bloqueados sus sentimientos. El amor es vivido como reconocimiento.

C. Tríada del Pensamiento.

Formada por los números cinco, seis y siete. La pasión principal es el MIEDO. Tienen una mente que no para de elucubrar, planear, pronosticar, dudar... Les falta orientación interna, lo que les genera mucha ansiedad e inseguridad con respecto a lo que les va a pasar o qué es lo que tienen que hacer, sus pensamientos están enfocados hacia el futuro. “SIENTEN QUE HACEN” pero en realidad, “PIENSAN”.

Según la forma de manejar el miedo:

- Hacia fuera y trasformación en lo contrario: El tipo siete. La Planificación. Son muy aventureros, incluso pueden tener conductas temerarias. Tienen mucho miedo de lo que puede haber en su mundo interior.
- Hacia dentro: el tipo cinco. El Desapego. Tienen mucho miedo del mundo exterior por lo que se retiran y se aíslan del mundo.
Hacia dentro y hacia fuera: el tipo seis. La Duda. Tiene miedo al miedo. Se abre al mundo pero para actuar en él necesita un apoyo externo que le dé las pautas o las normas a seguir. La indecisión lo paraliza.

LOS SUBTIPOS

Dentro del centro instintivo inferior, el eneagrama distingue tres instintos primarios: el sexual, el social y el instinto de autoconservación. El instinto que se haya visto más descuidado en la infancia dará lugar a un comportamiento específico, basado en preocupaciones y obsesiones encaminadas a intentar reparar el instinto dañado.

Por tanto dentro de cada número del eneagrama se puede distinguir tres variantes instintivas ( sexual, social y autoconservación) que matizan los rasgos dentro de cada tipo, e incluso se puede conocer el instinto predominante de una persona independientemente de saber a qué número pertenece.

Variante instintiva de conservación. Existe un gran interés y preocupación por la salud física, la comodidad, la comida, la ropa, el dinero...Ponen la atención en buscar las condiciones óptimas para sentirse a gusto, se preocupan por su propio bienestar. En su aspecto menos sano el instinto puede volverse contra sí mismo y caer en conductas autodestructivas

Variante instintiva social. Existe un gran interés por caer bien a los demás y por pertenecer a un grupo de referencia o apoyo. Les preocupa ser aceptados y obtener una posición de privilegio dentro de su grupo, familia, trabajo... en su versión menos sanas estas personas pueden volverse antisociales.

Variante instintiva sexual. Existe una búsqueda de cualquier situación emocionalmente intensa. Les atrae el contacto íntimo, tanto una conversación profunda con una persona fascinante como en una relación sexual. Buscan la solución a sus problemas en una pareja que los complete y pueden llegar a obsesionarse y descuidar otras necesidades. En su versión menos sana pueden entregarse a comportamientos promiscuos o evitar cualquier tipo de contacto sexual.

TIPO UNO: EL PERFECCIONISTA

La ira es la motivación de raíz del tipo UNO, pero esta pasión queda enmascarada como virtud. La ira se experimenta como resentimiento, producido por la creencia de que los demás no se esfuerzan tanto como ellos y este esfuerzo además no es reconocido.

Son personas que se han marcado un ideal de perfección que creen que deben alcanzar para sentirse íntegros y dignos de ser amados. Pero nunca están satisfechos con lo conseguido, por más que se esfuercen nunca llegan a la ansiada perfección, esto los mantiene es continua frustración y conflicto entre el deber y el placer.

La rabia consecuente a tanta frustración suele mantenerse en un plano más bien inconsciente, ya que para ellos la cólera está reñida con su modelo de virtud. Por ello no se suele manifestar abiertamente, a no ser que encuentren un buen motivo para demostrar “su justa indignación”, sino que se suele expresar como perfeccionismo, crítica, exigencia o dominación.

Las personas que pertenecen a este tipo sufrieron en su infancia situaciones de mucha exigencia unidas a escaso reconocimiento, lo que las llevó a esforzarse más y más. Intentan quedar por encima de las expectativas de sus padres para poder reclamar, al menos en nombre de la justicia, el reconocimiento ( ya que no amor) que creen haberse ganado.

Esta temprana autoexigencia los obliga a inhibir su espontaneidad y frenar sus impulsos. El niño trasforma su necesidad de ternura y afecto en búsqueda de respeto y justicia, convirtiéndose en un “moralista especializado en hacer cumplir las reglas a los demás”, actitud que lo aleja cada vez más de la satisfacción de su necesidad reprimida de amor.

Perfeccionismo o virtuosismo compulsivo:

Son los aristócratas del eneagrama. Existe conciencia de superioridad y de que sólo ellos saben lo que es correcto, lo que es justo. Creen tener una importante misión que cumplir en la vida y pueden llegar a grandes sacrificios personales por conseguirla. Son personas de acción, que intentan justificar de forma racional todo lo que creen que “deben hacer”.

Su pensamiento es lógico, pragmático. Su apariencia es rígida y seria, con dificultad de adaptación a los cambios. En su interior son muy instintivas y pasionales, aunque se esfuerzan en mantener controlados sus impulsos para mantenerse fieles a los valores que se han fijado. Su cabeza está llena de “debos” y “deberías” que ahogan su espontaneidad. Esta represión hace que les sea difícil reconocer y expresar sus emociones. Es típico que cuando las personas Uno se encuentran bajo los efectos del alcohol se desvanezcan las inhibiciones internas y aparezca su lado más alocado. Buscan el apoyo de una autoridad superior o sistema moral que respalde su comportamiento y su exigencia, así se sienten con derecho a criticar y exigir a los demás, y a satisfacer sus necesidades de forma indirecta. Son más obedientes a las normas abstractas que a la autoridad concreta ( ellos son la autoridad ).

Hiper control y autodisciplina.

Para ellos lo primero es el deber, así que nunca encuentran tiempo para satisfacer sus necesidades o darse algún placer, lo que les provoca más resentimiento. Les preocupa el orden, la puntualidad, el ajustarse a los programas. La entrega al placer la vive con mucha culpabilidad ya que cree que lo aleja de su ideal de perfección. El hiper control es otra expresión del perfeccionismo, como una forma de autoagresión, que los lleva a una constante frustración. Son personas muy rígidas que tienen poca capacidad de adaptación. Suelen tener problemas con sus cuerpos y sus instintos naturales, se les ha enseñado que son sucios, algo de lo que avergonzarse. Esto les provoca sentimientos de culpa, que se manifiestan como ansiedad o exceso de escrúpulos en temas como la alimentación, la defecación y la sexualidad. El exceso de represión de las necesidades instintivas puede llevar a estas personas a comportamientos compulsivos, trastornos alimentarios (anorexia, bulimia) o a buscar válvulas de escape, como tener una doble vida secreta en la que dan rienda suelta a sus pasiones. Crítica:

es la racionalización de la ira que se trasforma en una “pseudo benevolencia consciente, en un intento de hacernos creer que todo cuanto hacen o dicen es con buena intención o “por nuestro bien”. Otra forma de crítica son los reproches morales, que son una excusa para conseguir lo que quieren. En vez de pedir (yo necesito) utilizan la exigencia (tú deberías). Son muy culpabilizadores, capaces de crear un ambiente en el que la otra persona se sienta culpable (por ejemplo con una mirada de desaprobación o reproche).

La crítica también se vuelve contra ellos en forma de “autocrítica”. Son tremendamente duros con ellos mismos cuando cometen el más mínimo error ya que no son capaces de aceptarse a sí mismos como humanamente imperfectos. Temen no ser dignos de amor y redoblan sus esfuerzos por alcanzar la virtud.

Exigencia:

Por un lado se sienten en la obligación de resolver todos los problemas con los que se encuentren, y por otro creen que nadie más que ellas podrán solucionarlos convenientemente. Se sienten impulsados a decirles a los que les rodean cómo tienen que hacer las cosas (dada su conciencia de superioridad y de posesión de la verdad absoluta) y nunca estás satisfechos con los esfuerzos de los demás, porque no cumplen su deber también como ellos. Tienen tendencia a sermonear o predicar ( hay muchos “unos” en iglesias y escuelas) y a inhibir la espontaneidad de los demás. Esta tendencia a echarse el peso de la responsabilidad sobre los hombros hace que descuiden su cuidado personal, lo que los hace sentirse aún más frustrados y resentidos con el mundo.

Dominación: tiene que ver con su sentido de superioridad y su asertividad. En su interior se sienten muy inseguros y a veces tienen dificultad para decidir por miedo a equivocarse.

TIPO DOS: EL AYUDADOR

Los individuos que pertenecen a este tipo tienen una autoimagen engrandecida, inflada, aunque esta imagen no se manifiesta al mundo. Se sienten inmensamente abundantes y en disposición de dar. Tienen muy reprimido cualquier sentimiento de falta de valía, tristeza o necesidad de amor. Son muy asertivos, seguros de sí mismos, brillantes y exitosos en todo lo que hacen. Tienen muchísima energía para conseguir sus objetivos.

Lo más característico es la falsa generosidad, que es la estrategia que utiliza este tipo para conseguir, por un lado, la satisfacción de su necesidad de ser amado y por otro, un motivo más por el que sentirse superior al resto.

En la infancia suelen ser “la niña de papá” o “el rey de la casa”. Tienen un fuerte sentimiento de ser los elegidos pero, al no ver satisfechas todas sus expectativas por parte del padre o de la madre, se vuelven autosuficientes como forma de venganza (reprimen el dolor y se convencen:

“¡No te necesito!”).

Aprenden también tempranamente que complacer a los demás es una forma segura de obtener su amor. Creen que no serían amados si dejaran de ser un apoyo para los que les rodean y empezaran a preocuparse en atender sus propias necesidades.

Falsa generosidad.

Son capaces de adivinar cómo se sienten los demás y qué es lo que necesitan. Se identifican con las necesidades ajenas al mismo tiempo que niegan las suyas ( su sentimiento de abundancia es incompatible con tener necesidades) y proyectan su carencia en el mundo. Es el tipo más dependiente de todos: “necesitan sentirse necesitados”. Suelen rodearse de gente débil o insegura o que no esté en disposición de “devolverles los favores” (como los niños) para sentirse aún más indispensables y superiores.

Son muy “madrazas”. No estimulan el crecimiento y el desarrollo de habilidades de las personas a las que ayudan, sino todo lo contrario: intentan hacerlas cada vez más inútiles para que sigan dependiendo de ellos y no los abandonen. Esto los hace cargarse cada vez más de resentimiento por tener que renunciar y sacrificarse tanto y acaban estallando, echando en cara todo lo que han hecho y lo poco que se lo agradecen. Pueden ser tiernos, empáticos, comprensivos...y también agresivos e histriónicos. Su lema sería “haz el amor y la guerra”. El amor de pareja.

La relación de pareja es donde el tipo dos se realiza realmente. Necesitan confirmar su valía mediante las manifestaciones amorosas de su pareja, cuanta más intimidad física y emocional exista, más se sienten queridos. Pueden llegar a ser posesivos e incluso invasivos .Al principio se entregan totalmente hasta conseguir que su pareja sea dependiente de él. Entonces se siente limitado en su libertad y frustrado y puede empezar a culpabilizarla. Otra estrategia para culpabilizar es redoblar sus bondades.

Capacidad de seducción:

El subtipo sexual es el más seductor de todo el eneagrama , sería la típica “femme fatale”. Su estrategia fundamental es la prometer más de lo que luego ofrecen realmente, tanto en relaciones eróticas como sociales. Se muestran solícitos, apoyan emocionalmente, buscan el contacto y la proximidad. Suelen utilizar el sexo como forma de conseguir afecto sin tener que rebajarse a pedirlo ( necesitar afecto es de débiles, buscar sexo, no). Otra forma de seducir es mediante la adulación. Son grandes aduladores aunque “el tipo dos sólo halaga a quienes considera suficientemente dignos de ser seducidos”.

Hedonismo.

Buscan el placer como forma de reafirmar su imagen alegre y satisfecha y como vía de escape a sentimientos o recuerdos poco agradables. También les ayuda a seducir con sabrosas ofertas (“ conozco un restaurante maravilloso al que te llevaré a cenar...”). No les gusta que lo limiten, ni que les digan lo que tienen que hacer, ya que lo viven como una invasión, se sienten por encima de las normas. Tienen baja tolerancia a la rutina, a la disciplina y a la frustración. Necesitan que se satisfagan sus impulsos y si no se les da lo que quieren lo viven como desamor. Cuando alguien los frustra pueden reaccionar de forma inmediata y desproporcionada, incluso llegando al alejamiento total de esa persona ( entierran a la gente con el olvido).

Asertividad y autosuficiencia.

Son muy activos, con mucha capacidad de ir hacia sus objetivos. Es un número líder (junto con el 8 ). No tienen conciencia de miedo, son los primeros que se lanzan a los riesgos. Tampoco conectan con la culpa (“soy tan bueno...”) ni con sus necesidades.

Su autosuficiencia hace que sea muy difícil llegar al fondo de estas personas porque se resisten a aceptar su debilidad o su carencia. La gente puede cansarse de que nunca dé de sí mismo y a veces el Dos es capaz de simular una pena o un bajón para que no lo abandonen.

También tiene dificultad para sentirse querido, ya que su autoestima depende de que esté siempre en disposición de dar y no de recibir.

Está muy desconectado de su ser inferior, de su carencia, de su insatisfacción, realmente se cree lo bueno y feliz que es.

TIPO TRES: EL MODELO

La Vanidad es la pasión por el cultivo de una buena imagen. Consiste en una compulsión por llamar la atención, ya sea mediante el éxito profesional y social, o el atractivo sexual. Para este tipo el amor es sinónimo de reconocimiento o admiración.

En su infancia se les valoró por lo que hacían, pero no se sintieron amados por ellos mismos. Tienen la sensación de que no se les prestó la suficiente atención, y es esto lo que pretenden reparar con su esfuerzo adulto de “ser vistos”. Aprendieron que siendo excelentes en determinadas tareas o maximizando sus aptitudes conseguían el reconocimiento de su familia y se esforzaron en mantener este reconocimiento aun a expensas de sus propios deseos o necesidades.

Poco a poco se van alejando de su propio ser, hasta llegar a la desconexión con su parte más interna. Incluso llegan a creer que ellos no son nada más que la fachada que muestran al mundo, pudiendo sufrir graves crisis de identidad “¿ quién soy realmente? ¿Qué es lo que siento yo realmente?”.

Preocupación por la imagen.

Estos individuos, más frecuentemente individuas, viven, como ya hemos dicho, completamente identificados con la parte más externa de su personalidad (el ego). Esto los hace superficiales y muy preocupados por las apariencias.

Tienen una gran capacidad para captar “la imagen “ de cada ambiente y amoldarse a ella, son muy camaleónicos. También pueden ser muy entretenidos, agradables y encantadores, lo que les asegura el éxito social.

Son falsos en cuanto a la expresión de sentimientos, como están muy desconectados de sus propias emociones ( antes de descubrir qué sienten, se preguntan “¿qué siente el otro sobre mí? O ¿qué es conveniente sentir en ese momento?”). Sólo expresan los sentimientos “correctos” para cada situación, pero suelen ser más simulados que sentidos realmente. Crean una imagen de sí mismos y la venden. Se diferencia del tipo dos, en que el dos se cree lo maravilloso que es, no necesitan convencer al mundo. El tres sí. En su fuero interno existe un gran vacío y mucha inseguridad, tienen que estar continuamente demostrándose a sí mismos y al mundo lo que valen. Tiene tendencia a actuar también cuando están solos (siguen cuidando su aspecto aunque estén solos en casa y no esperen visitas). Son selectos y refinados, huyen de lo vulgar. Les encanta estar a la moda pero sin salirse de los cánones establecidos.

Tienen una gran preocupación por la belleza física (son carne de gimnasio y grandes consumidores de cosméticos) y el atractivo sexual, aunque suele haber bastante frigidez ,ya que tiene dificultad para conectar con lo que sienten.

Éxito:

Es el signo externo que necesitan para confirmar su valía. Pueden enfocarlo hacia el atractivo sexual y el estatus social o bien hacia el trabajo. Sea lo que sea a lo que se dediquen ( lo cual dependerá de la sociedad y cultura en la que vivan) tienen que ser los mejores.

Ser el mejor por sí solo no basta, necesita pruebas: aumentos de sueldo, piropos por la calle, la corona de Miss España, títulos, premios, etc. Esta orientación hacia la consecución de logros hace que sean muy prácticos, organizados, activos y eficientes. Tienen una mente objetiva, precisa y rápida y les interesa mucho la tecnología. Se diferencia de los Seis en que el pensamiento práctico de los Tres siempre lo lleva a la acción. Son muy competitivos, fríos y calculadores, e incluso pueden pisar cabezas si eso los aproxima a su objetivo.

Tiene mucho miedo al fracaso por lo que sólo se propone hacer aquello en lo que está seguro de que va a triunfar. Cuanto más cerca está del éxito o más lucha por él, más miedo tiene al fracaso. Para ellos el tiempo es sinónimo de rendimiento, por lo que lo estrujan al máximo. Suelen tener problemas de adicción al trabajo y ansiedad. Es el típico juppie estresado. Necesitan tenerlo todo bajo control ya que creen que las cosas no llegaran a buen puerto si no están personalmente encima de ellas. Son hiperactivos y es difícil que se relajen o se abandonen. Necesitan la ansiedad y la actividad para no conectar con su vacío interior.

Para mantener el rendimiento también deben desconectarse de sus sentimientos, sobre todo los dolorosos. Tienen que seguir funcionando pase lo que pase.

Insatisfacción y miedo a la soledad.

Todos los éxitos que consiguen los considera falsos, ya que su motivación y los medios que utilizan para conseguir lo que quieren, no salen de su corazón. Todo lo que obtienen es a través del engaño. Esto los hace plantearse si serían realmente queridos si no fueran tan eficientes, tan guapos, tan ricos... Existe el sentimiento escondido de que lo que la gente ama de ellos es sólo una máscara hueca que no es real.

El fracaso de su imagen es lo que les suele conectar con la soledad y el vacío que sienten. También una enfermedad o un obligado periodo de descanso en el que no pueden ocupar su tiempo en una actividad, incluso pueden vivir las vacaciones con angustia.

TIPO CUATRO: EL INDIVIDUALISTA

El punto central de este carácter es una profunda y temprana privación de amor, lo que lo lleva a un sentimiento crónico de escasez y de falta de valía que tendrá como resultado la envidia: la tendencia a compararse y salir perdiendo.

En su infancia estos individuos no se sintieron queridos por el padre o la madre y lo internalizaron como “si no me quieren es que no valgo”. Esto les produce una intensa frustración y rabia y un profundo sentimiento de vacío que nada puede llenar.

Existe el anhelo de un paraíso perdido que nunca más se va a recuperar. Conocieron el amor pero después se lo retiraron y, de alguna manera, viven como en un perpetuo duelo por esta temprana pérdida.

La envidia.

Proviene de su sentimiento de falta de valía y de la creencia en que todo lo bueno está fuera. Al mismo tiempo está al servicio de mantener un alto grado de frustración, ya que la envidia les hace desear todo lo que creen que no pueden tener o ser. Tiene además el agravante de que, cuando estos individuos consiguen algo de lo que ansían, tienden a restarle todo el valor que antes le otorgaban. Por ejemplo, si desean una casa tan bonita como la de su vecino, cuando por fin la consiguen ya no es tan bonita, ya que como sienten que su mundo es tan poco valioso, todo lo que incorporan a él se vuelve automáticamente carente de valor. Esta estrategia también sirve para potenciar su imagen de víctima. En el fondo se alegran de que el otro esté mal, así ellos pueden estar bien.

El victimismo y el apego al sufrimiento.

El tipo cuatro se identifica con una imagen minusvalorada y pobre de sí mismo ( a diferencia del tres que se identifica con una imagen idealizada de sí mismo) y es el arma que utiliza para recibir atención y cuidados y para culpabilizar a los que le rodean como causantes de su intenso sufrimiento. Son quejicas profesionales. Aunque comparten con el punto Cinco el sentimiento de carencia y privación, se diferencian de éste en que exigen y demandan enérgica y explícitamente todo lo que creen que les falta. Es una forma de echarle la culpa al mundo de su situación y no responsabilizarse de su autosatisfacción. También pueden pretender que se “adivinen sus deseos” y luego acusan a los demás de no haber respondido a sus necesidades “secretas”.

Cuando por fin son satisfechas sus expectativas lo viven con sentimientos encontrados : felicidad inicial por haber conseguido lo que querían y angustia a continuación por haber perdido el rol de víctima. Tienen un apego patológico al sufrimiento y mucha fobia al dolor real. Son muy dependientes y a veces se aferran demasiado a su pareja por un temor anticipado a perderlas.

Sentirse especial.

A los cuatro les encanta sentirse diferentes al resto y potencian esta imagen intentando contrastar su estado de ánimo con el de la gente que le rodean o rechazando cualidades propias porque se parecen a las de otras personas o intensificando sus emociones.

Es el tipo más apasionado del eneagrama. Se concentran en “ser ellos mismos” y no les gusta que los limiten, sobre todo en cuanto a expresión de sentimientos. Se sienten refinados, con estilo, originales ( son muy dados a copiar de otros pero sin que se les note) y con mucha preocupación por la estética, no soportan la vulgaridad, aunque en el fondo se sienten tremendamente vulgares.

Cuando su imagen de sentirse especial no se ve confirmada se sienten genios “incomprendidos”.

Emocionabilidad.

El tipo cuatro tiende a identificarse con sus estados de ánimo y trata de intensificar estos estados como forma de autoafirmarse y “sentirse ellos mismos”. Están más conectados con los sentimientos derivados de una experiencia que con la experiencia en sí misma. Utilizan la fantasía para adornar las situaciones y así dotarlas de más sentimiento.

La emoción predominante es la nostalgia o la melancolía. Miran nostálgicamente el pasado hasta cuando se van al futuro ( Durante unas vacaciones dirían “¡cómo vamos a echar esto de menos cuando nos vayamos!”) También tienen tendencia a dejarse arrastrar por sus emociones y esperar “a que les llegue la inspiración” o “ que venga un príncipe azul que las salve”.

Creen que nadie puede sentir como ellos sienten, se vanaglorian de su gran capacidad de sufrir. Esto también los hace personas muy sensibles, intuitivas, artísticas, imaginativas, apasionadas y muy empáticas con el sufrimiento ajeno. Son comprensivos y con mucha capacidad de perdonar (se enfadan explosivamente pero se les pasa enseguida). También les gusta cuidar a los demás, son obsequiosos y atentos, aunque a veces pueden caer en el exceso de sacrificarse masoquistamente. Tienen dificultades con la disciplina porque nunca le apetece hacer lo que tiene que hacer, y para ellos es fundamental hacer siempre lo que a uno le apetece ( aunque también pueden ser muy disciplinados y ordenados) Relaciones afectivas.

Son muy dependientes porque para ellos si no hay dependencia no hay amor, son muy entregados en la pareja y se funden con el otro, renunciando a sus propias necesidades. Para disfrutar del placer también necesitan tener a alguien al lado. Son adictos al enamoramiento, muy pasionales. Necesitan gran intensidad, se suelen enamorar de lo inalcanzable, o tener relaciones sado-masoquistas. Cuando se acaba la intensidad se aburren y cambian de pareja. También tienen mucho miedo al abandono, lo cual los hace apegarse más y ser celosos y posesivos, consiguiendo en algunos casos que finalmente los abandonen (así termina con la angustia de pensar que va a ser abandonado)

La tendencia a sufrir y a auto denigrarse puede conducir con frecuencia a la depresión, aunque al estar muy en contacto con su mundo interior trabajan muy bien en la terapia. En el fondo son fuertes y decididos.

Los subtipos.

Dentro de este carácter los subtipos están más diferenciados que en otros números. Así el subtipo sexual es de expresión emocional más fuerte y violenta tanto sentimientos de tristeza como de alegría, son turbulentos y tempestuosos. Son los que mejor representan el ideal del romanticismo, no viven tanto en la fantasía sino que intentan que sus deseos se hagan realidad.

El subtipo social es el que más “distinto” se siente de todos. Aunque desea relacionarse y pertenecer a grupos de élite, su sentimiento de no valía y la posibilidad de poder ser humillado hace que en muchos casos se retire a su mundo de fantasía o busque grupos alternativos ( de gente tan distinta como ellos). No se queja abiertamente sino que tiende a intensificar más su sufrimiento, es muy melodramático e hipersensible.

El subtipo de conservación es más masoquista que melodramático y bastante estoico. Es más independiente que los demás, práctico y materialista.

TIPO CINCO: EL INVESTIGADOR

Es el carácter más introvertido y solitario del eneagrama. La avaricia proviene del miedo a quedarse sin nada. Los cinco son codiciosos sobre todo de conocimientos. “Cuanto más sé, más soy”. Son observadores minuciosos y desapasionados de la realidad, se refugian en sus conocimientos y en sus pensamientos analíticos sobre la realidad para no tener que interactuar con ella. También son tacaños en lo material y sobre todo en la expresión, son callados, secos y aparentemente indiferentes.

Las personas que pertenecen a este tipo sufrieron un privación de afecto muy temprana, se dice que ni siquiera llegaron a establecer un vínculo afectivo con su madre. Esta privación maternal puede ser real ( por necesitar estar en incubadora o por hospitalización de la madre) o psicológica, en el caso de madres poco afectuosas que se preocupan de los cuidados materiales del hijo pero no de sus necesidades emocionales. También puede darse en el caso de madres demasiados invasivas y controladoras. El niño para protegerse se retira a su mundo interior. En general existe una frustración temprana de la necesidad de afecto y el niño para defenderse de próximos sufrimientos decide desconectarse de su necesidad de amor y hacerse autosuficiente.

Desapego patológico.

En el fondo se sienten muy frágiles y vulnerables e incapaces de sobrevivir en el mundo exterior por lo que se aíslan y limitan sus necesidades al mínimo para no tener que depender de nada ni nadie. Se creen superiores por no necesitar Se auto depriva para no tener que exponerse. Las relaciones se viven como una amenaza, tiene miedo al desgaste, a tener que dar algo de sí mismo y quedarse sin nada. Vive con recelo las manifestaciones de afecto por parte de los demás; considera que todo es un montaje social y que la gente sólo busca su propio provecho, no se fían de la autenticidad de los sentimientos ajenos. Tienen mucho miedo a que se invada su espacio.

Este no necesitar a los demás les provoca sentimientos de culpa.

Hipersensibilidad e insensibilidad emocional.

En su interior se sienten muy frágiles y vulnerables, con baja tolerancia al dolor emocional, por lo que desconectan de sus sentimientos hasta el punto de perder la conciencia ellos e incluso bloquear el que éstos se produzcan. Esto los hace insensibles, fríos, inexpresivos y nada empáticos. También tienen dificultad para experimentar sensaciones placenteras.

Orientación al conocimiento y aplazamiento de la acción.

Toda la energía está al servicio de la captación de información. Son observadores analíticos de la realidad. Suelen ser personas muy inteligentes, ingeniosas, irónicas, con muchos conocimientos, generalmente de una materia muy concreta, se hacen expertos. La especialización es un forma de contrarrestar su creencia de que son incapaces de manejarse en el mundo como el resto de la gente. Por eso se concentran en un tema concreto, generalmente insólito, hasta que lo dominan.

Crean un lugar en su mente donde ellos tienen todo bajo control, esto los hace sentirse a salvo. Pero mientras, descuidan todas las otras facetas necesarias para la supervivencia, como las relaciones o cosas prácticas de la vida (buscar un empleo, hacer la compra, limpiar la casa) Su estrategia observadora también les sirve para desvincularse de la vida. Creen que cuando la comprendan totalmente se sentirán lo suficientemente preparados para actuar, para vivir. La realidad es que pasan la vida como meros espectadores de ésta, se dedican a analizar la experiencia en vez de experimentar lo que les está pasando. El aplazamiento de la acción también tiene que ver con su baja energía. Son personas poco energetizadas corporalmente, toda la energía se deriva a la actividad mental. Como se sienten débiles intentan moverse poco para no gastar. Tienen problemas para “sentir su cuerpo”, por lo que algunas veces recurren a deportes extenuantes (como el ciclismo) que de alguna forma los hagan sentirse vivos. La actividad sexual también les sirve para conectarse con la realidad y pueden ser bastante sexuales.

Sentimiento de vacío.

La retirada de la vida y la separación emocional, y a veces física, de los demás da lugar a un sentimiento de vacío interior que potencia su vulnerabilidad y sentimiento de inadecuación. También los hace sentirse culpables ya que su indiferencia emocional es una forma de castigo y venganza.

Rebeldía.

Aunque aparentemente los cinco son bastante obedientes, su pensamiento es muy rebelde. Cuando se sienten amenazados pueden utilizar la agresión intelectual como forma de defensa , provocando a los demás con opiniones contrarias que intentan minar las creencias de la otra persona y destruir sus argumentos. Así consiguen que se alejen y los dejen en paz.

TIPO SEIS: EL LEAL

Es el más miedoso e inseguro dentro de la tríada del pensamiento. Su falta de orientación interior es tal que hasta dudan de su propio pensamiento y de la duda en sí misma “¿ Debería dudar de esto ? ” o “¿ Qué es la seguridad ? “.

Conviven con una “ansiedad de origen desconocido” a la que intentan continuamente buscar explicación y contrarrestar por diversos medios. Pero la incertidumbre crónica y el hecho de vivir en sus mentes más que en la realidad ayudan a mantener el nivel de ansiedad.

En su infancia estas personas no se sintieron nada seguras. En el momento en que el niño comienza a independizarse de su madre, necesita el apoyo y la orientación de la figura de autoridad paterna. Pero puede ocurrir que:

- Esta figura está ausente: el niño carece de esa referencia externa, no existe un padre que “invista “ al hijo y crea en él. Suelen sentirse culpables de ser el causante de malestar en la familia, ( “¡ Con lo que trabaja tu padre..!”) sobre todo si la madre es una victimista cuatro. De adultos buscarán continuamente esa referencia fuera de ellos.

-Es demasiado autoritaria: existe un miedo real al castigo y una desconfianza en sus capacidades, ya que nunca logra estar a la altura de unas exigencias demasiado altas. Por otro lado suele coexistir una figura materna demasiado protectora que le ofrece al niño una visión del mundo como un sitio lleno de peligros, al mismo tiempo que le trasmite el mensaje de que no confíe en sus recursos para sobrevivir.

-Las figuras parentales sean demasiado ambivalentes y ambiguas: que unas veces se le castigue y otras se le apruebe por los mismos comportamientos hace que el niño no sepa a que atenerse.

Todo esto da lugar a que se produzca un contexto inseguro y amenazante que impide el normal desarrollo del sentimiento de seguridad necesario para lanzarse a la vida.

La ansiedad.

Supone un estado de alarma hacia un peligro que ha dejado de existir. Existe un miedo central a ser, a sentir, a dejarse llevar por los impulsos y a actuar espontáneamente, junto con un miedo al mundo exterior y un miedo a las consecuencias futuras de acciones presentes. Están castrados a nivel instintivo(miedo a actuar) y emocional (miedo a expresarse). Tiene temor a equivocarse, por lo que evitan tomar decisiones y se paralizan a la hora de actuar. Temen lo desconocido, los cambios inesperados, las situaciones donde haya que improvisar sin un guión preestablecido. Tienen miedo al amor y a la soledad, a confiar en la gente y a no ser capaces de valerse por sí mismos.

La culpa.

Es un tipo muy en contacto con la culpa. Proviene de la trasformación del enemigo de fuera en enemigo interno. Los seis se convierten en sus propios perseguidores por medio de la autoinvalidación, autooposición y autoacusación. La culpa también es proyectada fuera y esto los lleva a acusar a los demás con la creencia de que así se libran de su profundo sentimiento de culpabilidad. Suelen protestar bastante y criticar a otros por conductas similares a las suyas.

Catastrofismo y Suspicacia.

Están siempre “al acecho” de posibles peligros que podría surgir en cualquier momento. Su pensamiento suele estar en el futuro, tienden a imaginar posibles contratiempos o incluso desgracias para así estar preparados si ocurrieran. También creen que existen intenciones “ocultas” en las personas e intentan descubrir pistas que les de la razón a sus temores. Pueden llegar a ser bastante paranoicos o tener celos patológicos. Creen que los demás quieren rivalizar con ellos continuamente ya que así es como van por la vida, con la cuestión ¿aquí mando yo o mandan en mí?

Búsqueda de apoyos externos.

Debido a su profunda inseguridad interna estos individuos necesitan encontrar referencias externas que les sirvan de guía. Pueden buscar apoyo en un grupo de amigos, siempre que hayan probado antes que merecen su confianza. Se volcará en esta relaciones para asegurarse de que los lazos se mantiene fuertes y no lo abandonaran. Es un amigo leal.

También tiene tendencia a buscar estructuras donde las normas, los límites y las directrices estén bien claras. Una vez que saben lo que se espera de ellos son trabajadores responsables y siempre cumplen con su deber, así se aseguran que la empresa o la organización a la que pertenecen “cuidará de ellos”. A pesar de su gran inseguridad consciente tienen mucha dificultad para conectar con su debilidad, les cuesta mucho llorar por ellos mismos, o reconocer su sentimiento de pequeñez.

Refugio en la lógica.

El tipo seis es el más lógico de todos los caracteres. Se sienten seguros entre teorías, filosofías y contextos científicos. Sobrevalora el intelecto como solucionador de problemas, y recurre a la razón cuando las demás guías fallan. Pero también puede convertirse en una trampa la necesidad de “inventarse problemas” para solucionarlos a nivel intelectual y no tener que afrontar los aspectos instintivos y emocionales que tienen tan reprimidos.

Problemas con la autoridad.

El miedo original hacia la autoridad paterna y el temor a ser castigado, continua en la vida adulta con cualquier figura que represente la autoridad. Pueden adoptar dos posiciones: o bien se congracian con la autoridad por medio de la obediencia y sumisión a las normas, o bien se rebelan contra ella y la desafían convirtiéndose ellos en la autoridad (intentan usurpar el papel del padre). En la mayoría de los casos existe una ambivalencia, en apariencia pueden parecer obedientes pero se mantiene críticos y escépticos internamente. También pueden alternar fases de mayor adhesión a las normas con otras de mayor rebeldía. Es frecuente que sean al mismo tiempo sumisos con los que están por arriba en la jerarquía de poder, y agresivamente autoritarios con los que están por debajo.

Dentro de este número es donde están más diferenciados los tres subtipos instintivos. Aunque en los tres están en contacto con su miedo, ansiedad y duda, la forma de manejar estos aspectos difiere en cada uno:

Subtipo de conservación. Seis-calor o evitador.

Se parece al tipo cuatro porque es más emocional, débil e inhibido. Es muy afectuoso y su estrategia para evitar la ansiedad es el contacto emocional. Busca el amor a través de la aprobación. Son cálidos, hospitalarios, tienen mucha necesidad de congraciarse con los demás. Disimulan menos su inseguridad y nerviosismo, se muestran vulnerables. Buscan un compañero fuerte para no tener que competir y sentirse protegido.

Subtipo social. Seis prusiano.

Evitan la ansiedad cumpliendo el deber. Son obedientes y sumisos, muy responsables. Necesitan directrices muy claras que les digan como actuar. No soportan la ambigüedades porque los conecta con su inseguridad. Aún cumpliendo con el deber siente miedo y necesita que la autoridad lo apruebe (a diferencia del uno). Confían más en la autoridad representada por un sistema , que por una persona concreta ( así evitan enfrentamientos con un jefe). Son muy correctos y controlados. Son militares, funcionarios. Su adhesión a creencias o grupos de referencia los puede lleva a extremos de fanatismo (cuando encuentran algo en lo que creer obedecen ciegamente y se cierran a cualquier otra opción).

Subtipo sexual. Seis-fuerza o seis contra fóbico.

Son los más lanzados, los más agresivos. Rivaliza con la autoridad, allí donde van tiene que hacerse con el poder y así evitan la ansiedad. Exteriormente no son miedosos sino más bien arrogantes, aunque interiormente son los que más dudan y desconfían. Pueden llegar a la megalomanía. Se sienten amados cuando son obedecidos.

TIPO SIETE: EL CHARLATAN

Son personas afables, divertidas, espontáneas, alegres y entusiastas, siempre dispuestas a nuevas aventuras. Aunque pertenecen a la tríada del pensamiento, no son exteriormente miedosas, ni especialmente intelectuales. Son buenas representantes del ideal del hombre renacentista ya que suelen estar dotadas de una inteligencia ágil y gran capacidad para aprender rápido, no solo información, sino también habilidades manuales.

Todo esto potencia su tendencia a dispersarse en múltiples proyectos que mantengan su mente entretenida y desconectada de sentimientos de angustia, frustración o sufrimiento. Los siete dedican todas sus energías a evitar el aburrimiento, que para ellos es la antesala del dolor. En el fondo creen que si caen en las garras del sufrimiento nunca podrán salir.

En la infancia de los Siete se dice que podría existir una alteración en la fase de separación, que es la fase en la que el niño empieza a independizarse de su madre. En esta etapa aparecen los objetos de transición, que ayudan a que la separación sea menos traumática. El tipo siete al parecer no termina de completar esa fase y permanece en la búsqueda de continuos objetos de transición que le impidan conectar con el miedo, la frustración y el dolor de tener que abandonar el confortable regazo de mamá y enfrentarse a un mundo mucho menos confortable. Esta transición dificultosa podría deberse a que el niño tuvo que intentar independizarse demasiado pronto, cuando aún carecía de recursos suficientes para pasar a la siguiente etapa o, según otros autores, a un exceso de maternaje, es decir, a una madre demasiado protectora y permisiva o a la existencia de varias figuras maternales (tías, hermanas mayores, abuelas). El paso de este periodo de felicidad y despreocupación, a las duras realidades de la vida es experimentada por el niño siete como una expulsión del paraíso ( aún más clara que en el tipo Cuatro).

Esta incapacidad de soportar la frustración lo lleva a intentar distraer su mente con todo tipo de ocupaciones. Es típico que las personas Siete no recuerden aspectos negativos de su infancia.

Sólo recuerdan los momentos felices.

La Gula. Mantener abiertas todas las opciones.

En este carácter la gula se entiende como “el deseo de llenarse con gratificaciones externas como respuesta al sentimiento de frustración, vacío y necesidad”. Pone toda su energía en no conectar con el sufrimiento a través de la continua búsqueda de situaciones placenteras. Lo más importante es mantener la mente en un estado de excitación ya sea pensando en atractivos planes futuros o disfrutando de situaciones placenteras. Sin embargo la capacidad real de disfrute está disminuida en este tipo ya que la propia excitación mental les impide experimentar plenamente el presente por lo que nunca se sienten satisfechos.

Debido a su falta de orientación interior (como el resto de la tríada del pensamiento) necesitan probarlo todo para estar seguros de cuál es la mejor opción. Esto les lleva a una carrera de excesos, de actividades múltiples y variadas, y a tener una abultada ” agenda vital” llena de gente muy dispar. Pueden tener varios trabajos completamente diferentes entre sí, múltiples hobbies, con un gusto especial por lo distinto: la moda extravagante, las culturas de países remotos, lo mágico y esotérico, las aventuras originales y novedosas...

Charlatanería, fraudulencia y persuasión.

La principal arma de seducción de un siete es su encanto personal, una mezcla de su carácter alegre, complaciente con los demás y nada agresivo, y su gran intuición e ingenio, vehiculizado todo esto principalmente a través de la palabra. Detrás del encanto existe una mente manipuladora y astuta que planea las estrategias para conseguir sus objetivos. Utilizan el intelecto para defenderse de la ansiedad y del dolor, aunque a diferencia del Seis, su forma de defensa es encandilar al enemigo. Muchas veces trasforma el miedo en amabilidad compulsiva, como forma de neutralizar la angustia del momento.

Su encanto personal y su capacidad para encontrarle explicación a todo hacen que sean muy persuasivos. La persuasión está al servicio de conseguir sus fines sin que se note, incluso encubriéndolos bajo una apariencia de generosidad e idealismo que oculta sus verdaderos intereses. Son los típicos charlatanes de feria, capaces de vender cualquier cosa y por supuesto, de venderse a sí mismos. Necesitan hablar para darle salida a una mente rebosante y pletórica de ideas y para sentirse en contacto con los demás. El silencio es sinónimo de vacío y se sienten impulsados a llenarlo con palabras para no caer en la angustia. Tienen también la capacidad de hablar de cualquier tema como si fueran eruditos. Esto se debe a su ansia de probarlo todo y a su incapacidad de concentrarse en un tema el tiempo necesario para dominarlo en profundidad: tienen conocimientos superficiales de gran variedad de materias (se leen los índices de los libros o los resúmenes de la contraportada y se creen que han leído el libro), conocimientos que bien adornados puedan dar la impresión de ser casi tesis doctorales. Tras esta presunción de erudición existe un deseo de grandeza intelectual, aunque en el fondo de su ser existe un gran complejo de inferioridad. El problema es que ellos mismos se acaban creyendo lo que inventan y dejan de ser conscientes del grado de falsedad y manipulación de sus vidas (esto los haría conectar con la culpa). Muchas veces acaban siendo “el encantador encantado”.

Planificación.

Es la estrategia más utilizada para escapar de la realidad, del presente, de la angustia. Viven orientados al futuro, planificando proyectos o planes que incluso realizan imaginariamente. La anticipación de la experiencia es lo que más excita a los siete. Esto les resta energía para llevar a término o si quiera empezar alguno de los numerosos proyectos que ocupan su mente. Viven en sus fantasías y no pisan tierra.

Auto indulgencia y falta de disciplina.

No soportan los límites a la inmediata satisfacción de sus deseos. Existe un rebeldía taimada a la autoridad, no se enfrentan a ella directamente, como el Seis o el Ocho, si no que simplemente hacen caso omiso o la desafían diplomáticamente, ya que el Siete huye de los conflictos. Así neutralizan la voz del superego y el sentimiento de culpa. También son muy indulgentes y permisivos con los demás, para reafirmarse en su derecho a la libertad y el libertinaje. La rebeldía también se expresa como un rechazo de lo convencional, e incluso una incapacidad para disfrutar con placeres “ordinarios”, y un interés por lo remoto.

Tiene problemas para mantener relaciones estables, se aburren, necesitan nuevos estímulos o no acaban de estar seguros de que ésa sea su pareja ideal (¿y si hay alguien todavía mejor que ésta?). Comprometerse firmemente con su pareja supone cerrar la puerta al resto de posibles candidatas/os. Lo mismo les ocurre en el trabajo, tienen dificultad para llevar los proyectos a su fin, ya que se aburren en cuanto desaparece la excitación inicial y empieza el trabajo real necesario para la consecución de sus objetivos.

Narcisismo.

Aunque no son nada arrogantes e incluso aparentan gran humildad, se sienten intelectualmente superiores al resto. Tienen tendencia al exhibicionismo de sus conocimientos y les gusta influir en los demás mediante el consejo. Presentan un deseo de grandiosidad encubierto por un trato aparentemente igualitario. En el fondo existe un gran complejo de inferioridad que divide su mente en dos polaridades muy marcadas.

TIPO OCHO: EL JEFE

Es el tipo dominante, independiente, desafiante y muy seguro de sí mismo. Son personas dotadas de gran carisma, líderes naturales. Tienen muchísima fuerza vital y una energía desbordante, al servicio de impedir que nadie los controle o pueda herirlos, su miedo básico.

Necesitan estar al mando y sentir la intensidad en todo lo que hacen. Bajo esta coraza de fortaleza y dureza hay una gran vulnerabilidad que les cuesta reconocer y mucho más exteriorizar. Tienen un gran miedo al rechazo por lo que tratan de protegerse rechazando ellos primero. El amar a una persona los hace débiles, dependientes y vulnerables por lo que se cierran a cualquier sentimiento tierno y se bloquean en el contacto íntimo con los demás.

La infancia de los niños Ocho en general suele ser bastante dura, desde casos extremos de malos tratos, con padres violentos o desequilibrados, en ambientes de delincuencia, etc., hasta situaciones familiares bastante normales pero en las que el niño vivió el rechazo por parte de sus progenitores y sintió la necesidad de protegerse. En muchos casos son niños que han tenido que madurar prematuramente bien para hacerse cargo de la supervivencia de la familia y de la suya propia ante un medio hostil, o bien porque recibieron el mensaje de que la debilidad y los sentimientos tiernos los exponía al sufrimiento y al rechazo.

También existe un profundo sentimiento de haber sido traicionados por personas que eran importantes para ellos, por lo que deciden no volver a exponer su inocente corazón. El hecho de que un niño adopte este tipo de carácter viene determinado también por la genética (como en el resto de los casos). Son niños con gran fortaleza corporal y gran resistencia y aprenden tempranamente que éstas son sus principales bazas a la hora de defenderse en un mundo hostil.

Lujuria e intensidad.

Tienen pasión por el exceso en cualquier terreno: sexo, trabajo, comida, bebida, velocidad, actividad física. Están orientados sobre todo a las sensaciones corporales en detrimento de la parte intelectual o emocional. La búsqueda de intensidad a través de la acción está al servicio de sentirse más vivos y oculta un falta de viveza interior provocada por su huida del contacto con su interioridad y sus sentimientos. Esto los hace ser impulsivos, impacientes y hedonistas. La diferencia con el hedonismo del Siete o el Dos es que el placer está muy relacionado con el dolor, tanto por el dolor que supone vencer los obstáculos que le separan del placer, como el dolor que causan a las víctimas que dejan a su paso en ese mismo camino hacia la satisfacción de su deseo.

Disfrutan más cuando consiguen lo que quieren "arrebatándolo" (aunque sea a costa de hacerle daño a otro) que cuando lo reciben sin tener que esforzarse. Hay una excitación sobreañadida cuando existe un desafío o una lucha implícita en la consecución del placer. Les atraen los riesgos y transgredir las normas. Son muy desinhibidos y no sienten ni vergüenza ni culpa por sus actos. Pudiera parecer que son puramente instintivos, en términos freudianos un "ello" en estado puro, pero en realidad se trata de un "superego" vuelto al revés, es decir, en vez de gastar toda su energía en mantener los instintos a raya, la gastan en oponerse ferozmente a cualquier tipo de represión por parte del superego. Aunque tienen tan reprimidos los sentimientos de culpa o vergüenza en el fondo se sienten indignos pero lo intelectualizan diciéndose que la aparente bondad de los otros es pura hipocresía y que su maldad es fruto de su integridad. Esta visión cínica de la vida junto con su resquemor de saberse malas personas, los hace sentirse indignos de ser amados y son incapaces de recibir y aceptar las demostraciones de amor. Lo cual aumenta su insatisfacción y su vacío y los impulsa de nuevo a la lujuria vital.

Rebeldía y dominación.

Su miedo a depender de algo o alguien hace que vivan la vida como una continua lucha, se sienten en guerra con el mundo. Cuanto más tienen que luchar por algo más vivos se sienten y más reforzados en su creencia de que todo cuesta y nada se da gratuitamente. Les gusta estar al mando y no soportan recibir órdenes. Se oponen al sistema y se rebelan ante las restricciones, llegando en casos patológicos al trastorno de la personalidad antisocial.

Se relacionan con los demás con una actitud intimidatoria, utilizando la presión y a veces hasta la humillación para conseguir que los demás se dobleguen a sus exigencias. Necesitan límites claros, les gusta forzar las situaciones y a las personas para ver hasta dónde pueden llegar. Son directos y francos, dicen lo que piensan sin rodeos y desconfían de los que no son tan directos como ellos (creen que encubren segundas intenciones).

Necesitan tenerlo todo bajo su control para estar seguros de que nadie les traicionará. Consiguen que los demás acaben dependiendo de ellos y pueden llegar a verlos como sus posesiones, indignos de ser tratados como iguales. A veces pueden sentirse explotados por los demás. Cuanto más inseguros se sienten y más reprimen la necesidad de afecto y la expresión de ternura, más agresividad demuestran.

Insensibilidad.

La coraza bajo la que protegen sus sentimientos está al servicio de su necesidad de ser autosuficiente y contra dependiente. Se presentan ante los demás como personas duras e impasibles ante el sufrimiento de los demás y el suyo propio.

Pueden llegar a disfrutar humillando y frustrando a los demás, como una forma de venganza frente a la humillaciones que vivió de niño. El no conectar con su propia debilidad los hace creerse invulnerables, aunque trae como contrapartida que abusan de sus propios recursos y energías y acaban pagándolo con ataques al corazón, crisis de agotamiento...

Fanfarronería.

Se dan mucha importancia y les gusta alardear de sus conquistas en cualquier terreno. Es el único número que hace alarde de su propia pasión. Son exhibicionistas de todo lo que refleje su poder, su influencia, como forma de hacer saber a los demás quién es el que está al mando. Actúan con superioridad y arrogancia, mirando al los demás como "súbditos".

TIPO NUEVE: EL PACIFICADOR

Son personas tranquilas, sociables y bondadosas, conformistas y tolerantes. Es el carácter que más desconectado vive de su propia pasión. Anhelan la paz y la estabilidad interior y exterior, por lo que intentan pasar por alto cualquier situación perturbadora y se insensibilizan frente al dolor.

También tienen tendencia a huir de las tensiones y los problemas de la vida trascendiéndolas por el camino de la iluminación o la espiritualidad pero sin pasar por el mundo real. Para evitar el conflicto tanto interno como externo viven en continua negación de sus propias necesidades en beneficio de la satisfacción de las necesidades de los demás.

Tienen mucha dificultad para decir “no”, son complacientes y abnegados y en muchos casos ni siquiera tienen conciencia de estar renunciando a nada, tal es la desconexión que tienen de sí mismos.

Los Nueve recuerdan una infancia feliz, pero no siempre es así. Su forma de reaccionar ante el dolor y la frustración de no ser queridos incondicionalmente es narcotizarse y anestesiarse, quedándose en las capas más superficiales de la experiencia. Aprenden que la mejor manera de mantener la armonía en su entorno es no causar problemas y adoptar el papel de mediador en los conflictos. Reciben el mensaje de que se les quiere por lo buenos que son. También aprenden a reprimir su rabia hasta tal punto que se olvidan de que la tienen. Se centran en satisfacer las necesidades de los demás y acatar su voluntad en detrimento de sus propias necesidades. Pueden llegar al extremo de disociarse y olvidar completamente cualquier aspecto traumático o frustrante de su infancia. Suelen tener madres muy castrantes que desean niños modélicos , perfectos, que no den un ruido. Como no aprenden a hacer valer su voluntad y pedir la satisfacción de sus necesidades estos niños no saben realizarse independientemente de sus padres, especialmente establecen una relación simbiótica con la madre, negándose al proceso de individualización y en la edad adulta volverán a fusionarse con las personas a las que intenten complacer. Inercia psicológica.

Se debe a la narcotización y desconexión de su propias experiencias internas. La pereza se entiende como una desidia a profundizar en sí mismo o ir más allá de la capa más superficial de la realidad. Aunque ya no son conscientes de ello, temen que al profundizar o conectar con su propio mundo interno aparezcan conflictos que rompan su precaria estabilidad, por lo que gastan muchas energías en mantener reprimido tanto sus deseos como su rabia o su sufrimiento.

Es como si hubiesen desarrollado un paquidermismo psicológico, o una gruesa piel que los aísla de cualquier tipo de inclemencia. Esto se traduce a nivel intelectual en una falta de sutileza e imaginación que los hace ser personas de trato rudo, poco diplomáticas, nada perspicaces. A veces tienen problemas de memoria y concentración, debido a su necesidad de buscarse continuamente distracciones que le impidan experimentar la realidad.

No son personas inactivas sino todo lo contrario, son incapaces de estar sin hacer nada. Utilizan el trabajo y la actividad física para no conectar, les gusta ver la televisión, hacer crucigramas, leer periódicos, (a veces hacen varias cosas a la vez). Cuando aparece un problema tienden a ocuparse con actividades secundarias que le evitan enfrentar los conflictos directamente. Dejan las cosas importantes para última hora y sólo los afrontan cuando la angustia los supera. La tendencia a la distracción también los hace ser un poco manazas o sufrir accidentes corporales con relativa frecuencia.

A nivel emocional también existe un adormecimiento con el que intentan evitar que la realidad los afecte en profundidad y que los hace parecer anodinos, simples, “sin sangre en las venas”. Esta indiferencia y falta de reacción puede provocar la irritación y enfado de los demás, precisamente justo lo que ellos intentan evitar.

La inercia psicológica también provoca una gran resistencia al cambio, son personas de hábitos robóticos y costumbres casi inamovibles, conservadoras, con mucho apego a la familia o al grupo, suelen vivir donde siempre han vivido, no son muy aficionadas a cambiar de trabajo, viajar... Una vez que encuentran la estabilidad la defienden a toda costa.

Sobre adaptación.

Una de las estrategias fundamentales de los nueve para mantener la estabilidad en su entorno es adaptarse a las necesidades y exigencias de los demás. Creen que si entran en conflicto con los intereses de los otros perderán el contacto con las personas que los sustentan. Esto se traduce en una incapacidad de decir “no”, que los lleva a hacer cosas que en realidad no desean hacer. Para ello necesitan reprimir todos sus necesidades e impulsos ejerciendo un férreo control sobre ellos. Son resignados y renuncian a defender sus propios derechos. Se auto abandonan para concentran toda su atención en satisfacer las demandas de los demás. Son complacientes, poco asertivos, abnegados, concienzudos y responsables y de tan buenos que son, a veces parecen tontos. La contención de sus impulsos y no saber cuál es su necesidad les provoca gran ansiedad que intentan amortiguar a través de la comida y la bebida, aunque no lo disfrutan porque suele ser de forma compulsiva, pudiendo tener problemas alimenticios o alcoholismo.

Nadie especial.

Los nueve mantienen su sentido de la identidad evitando percibirse a ellos mismos directamente, para lo cual centran su atención en su relación con los demás y viven la vida a través del otro. Se contentan con ocupar un segundo plano, son modestos y humildes, renuncian a sobresalir y ser reconocidos, aunque en el fondo esperan ser retribuidos y son soberbios.

Su mayor satisfacción viene de la participación de los éxitos y el aplauso de aquellos que consideran de más valor. Su identidad se establece por su sentimiento de pertenencia al grupo, a la familia, a una nación, un partido político o un equipo de futbol. La modestia también les sirve para reducir al mínimo sus expectativas afectivas y evita así exponerse a posibles decepciones. Son descuidados en su aspecto físico y suelen tener problemas de obesidad, aunque existe una variante “atresada” o más parecida al Tres que se caracteriza por ser más esbelto, elegante y más agresivo y exitoso.

Rabia reprimida y resistencia interna.

Toda esta abnegación y represión de sus deseos trae consigo un gran resentimiento. La ira de los nueve rara vez se manifiesta abiertamente, excepto cuando llega a un punto máximo en el que explotan con una furia desatada como si de una olla a presión se tratara, es decir, necesitan acumular mucha rabia para que esta se salte los fuertes controles que la mantienen a raya. Dejar salir la rabia pone en peligro las dos cosas más importantes para ellos: su paz interior y su conexión con los demás, por eso esto sólo ocurre de vez en cuando. Lo más frecuente es “la resistencia pasiva” y la agresividad soterrada, que básicamente consiste en aceptar hacer algo, pero luego no hacerlo o en mantener posturas u opiniones con tozudez.

Una forma de defenderse y al mismo tiempo agredir es parapetarse tras “teorías generales” o aforismos, que no den cabida a matices o variaciones individuales. Se resisten con fuerza a cualquiera que trate de hacerles cambiar de opinión ya que esto podría perturbar su equilibrio interior.

OBJETIVOS Y FORMA DE TRABAJO CON EL ENEAGRAMA

El Eneagrama es una poderosa herramienta para la trasformación personal. Su objetivo principal es ayudarnos a despejar el camino que nos conduce a nuestra verdadera esencia, al Ser . Para ello nos muestra las diferentes estrategias que cada uno hemos tomado en nuestra desesperada y, la mayoría de las veces, poco fructífera búsqueda de Amor. Así como un martillo puede servir para hacer una mesa o para abrirle la cabeza a alguien, el eneagrama también puede ser utilizado como “arma arrojadiza” o con intenciones manipulativas en vez de ser un instrumento al servicio del amor. Cualquier cosa, por loable que sea, puede ser utilizada por el Ego para su propio provecho, así que sed críticos y cuestionaros tanto la información como las formas (o personas) en que ésta se os presente (incluido, por supuesto, este texto).

El volver a conectar con las heridas que se esconden detrás de nuestros limitaciones e imperfecciones conlleva siempre sufrimiento, (y es fácil que caigamos en la tentación de maquillar estos rasgos para que no nos parezcan tan inaceptables). Sólo desenmascarando el Ego podemos trascenderlo, sólo experimentándolo en toda su extensión, podemos ir más allá de él. Pero el objetivo del eneagrama no es quedarse en el dolor (dicen los maestros que es precisamente nuestro apego al sufrimiento lo que nos impide en última instancia abandonarnos a nuestra verdadera naturaleza divina), sino traspasar las fronteras de nuestros deseos y nuestros miedos, desidentificándonos de lo que creemos que somos (nuestra personalidad) para volver a conectar con nuestra esencia.

En cuanto a la forma de trabajo... Leer sobre el eneagrama es instructivo, pero el verdadero conocimiento es más fácil de asimilar y más profundo cuando se asiste a un taller. Es posible descubrir cuál es el número al que uno pertenece leyéndose un libro, o hasta comentando el eneagrama con los amigos, pero el verdadero efecto trasformador ocurre, no al conocer intelectualmente el conjunto de características de mi personalidad, sino al “verme” a mi mismo, como si de un espejo se tratara, mirando mi propio ego desde fuera. Ese momento de profundo insight puede suceder o no en el trascurso de un taller, u ocurrir después, pero creo que la experiencia del trabajo con la máscara y el ser inferior, primero, y el de los paneles ( o presentación de cada número por grupos ante el resto de participantes), es realmente potente y mueve no sólo lo intelectual sino lo emocional y corporal.

Por eso hay una diferencia entre saber a qué número o pasión se pertenece y “pillarse en el acto”, es decir observarse a uno mismo mientras actúa según las características de su número. Otra ventaja de asistir a un taller es que “ves” el resto de números, cómo se mueven, cómo hablan, cómo se presentan ante el mundo, y sobre todo, cómo sufren, aunque aparentemente sean triunfadores Tres o divertidos Siete; o qué débiles son, aunque parezcan seguros de sí mismos como un Ocho o un Uno... Es una hermosa experiencia que abre el corazón a la compasión y a la unidad en vez de a la separación y al juicio.

Además de la asistencia a un taller es necesario continuar con el trabajo personal de forma continuada, cultivando el estar presente y la autoexploración, con una consciencia libre de juicios y alerta con la que ir “desactivando” el piloto automático con el que funcionamos las 24 horas del día. Eso no quiere decir que nuestros rasgos sean malos y que lo ideal es dejar de ser cómo somos. Significa que podemos tener conciencia y libertad para usarlos o no cuando nos convenga, en beneficio de nuestro crecimiento como seres humanos y, por extensión, del mundo que nos rodea.