Phileas Fogg
“Ninguna doctrina de origen humano, ningún credo, por más santificados que estén por la costumbre o antigüedad, puede alguna vez compararse en sacralidad con la religión de la Naturaleza. La llave de la Sabiduría que abre las puertas mágicas que llevan al santuario misterioso más profundo, puede estar oculta en su seno”. (Helena Petrovna Blavatsky)
Existen dos formas básicas para entender la Naturaleza: a través de la ciencia o por medio del simbolismo. El lenguaje científico se ha dedicado -a lo largo de los siglos- a describir e interpretar exclusivamente los fenómenos naturales físicos, desconociendo o ignorando la "realidad espiritual o invisible", que es el verdadero sostén del mundo físico.
Sin embargo, el simbolismo es la clave para conocer el mundo del Espíritu. Si consideramos a la Naturaleza como nuestra maestra, percibiremos que ella no se expresa con palabras, sino a través de símbolos, por lo cual es de vital interés para un amante de la Naturaleza el conocimiento de algunas señales que ésta nos ofrece. Éstos símbolos naturales poseen en su sencillez una gran profundidad, en ello radica su valor. En su simplicidad. No son parte de una complicada y sesuda doctrina religiosa, sino que forman parte de la prédica simple de la Madre Naturaleza.
Al hablar de dos lenguajes no es mi intención desdeñar el lenguaje científico, sino que usando las palabras de Teilhard de Chardin, digo: "Creo en la ciencia. Pero la ciencia, ¿se ha tomado alguna vez la molestia de observar el mundo de otro modo que no sea desde la parte exterior de las cosas?".
La sociedad de consumo ha explotado la eficacia del simbolismo mediante la publicidad. Dejando a un lado las palabras, los publicistas recurren a los símbolos pues saben que forman parte del lenguaje de nuestro subconsciente. Volviendo al valor del lenguaje simbólico, notamos que muchas veces las palabras no alcanzan para expresarnos sino que nos limitan. ¿Cómo expresar sentimientos o ideas mediante la palabra? Podríamos llenar páginas y páginas tratando de explicar qué es el amor, pero hasta que no percibamos con el corazón a que nos referimos con esa palabra, seguiremos teniendo una idea aproximada pero no exacta de esa acepción.
La ciencia empírica confinó el simbolismo exclusivamente a la Religión y el espiritualismo, mientras que la sociedad post-moderna lo identificó con el arte de vender...
La sociedad materialista cree que los símbolos naturales son meros pasatiempos para que se entretengan los idealistas, los místicos, los esoteristas y los poetas, pero que carecen de una valor práctico. Este es un error que es común en todos aquellos que piensan que la vida espiritual es algo aburrido, poco práctico e improductivo. No obstante, la verdadera espiritualidad es todo lo contrario. Sri Ram afirmaba que “la espiritualidad no es una torpe honorabilidad ni una pía conformidad, sino una vida exquisita, intensa, llena de romance, seductora y misteriosa”.
Los símbolos encierran un significado interior que nos pueden llevar a realidades de orden superior, y los símbolos naturales, al ser una creación "directa" de Dios poseen una importancia fundamental para conocer las leyes de la vida.
El Corán afirma que "Dios ha creado los cielos y la tierra con un fin. Hay en ello signos para los creyentes», dando a entender que la comprensión de nuestra vida pasa por el entendimiento de las claves que el Gran Espíritu ocultó en la creación.
Aunque el Libro de la Naturaleza exista y sea accesible a todos, es difícil interpretarlo.
Es más fácil perderse en oscuras abstracciones literarias que tratar de comprender los misterios de los bosques, la magia del océano y el encanto de las estrellas.
La Teosofía o “Sabiduría Divina” nos puede suministrar algunas pistas para poder interpretar las claves ocultas de la Madre Naturaleza, mediante los profundos estudios que se han realizado acerca de la Verdad escondida “más allá de lo evidente”.
G. A. Farthing reveló que “los hombres que viven en la Naturaleza comienzan a conocerla y a respetarla: ellos comprenden su relación íntima con ella. La Teosofía, como religión de la naturaleza que es, brinda la misma experiencia mística, con todo, apoyada en el enorme y complejo conocimiento de enseñanzas teosóficas transmitidas por los Maestros”.
Así como la vida urbana puede convertirse en nuestro “gimnasio psicológico” y ayudarnos a superar nuestros defectos, asimismo los ambientes naturales nos pueden brindar un marco incomparable para el conocimiento de la Vida Una y las leyes divinas.
En los próximos correos analizaremos algunos símbolos naturales y cómo pueden aprovecharse para comprender más plenamente las enseñanzas teosóficas.