Juanjo Pérez
El hundimiento del Prestige ha desatado una corriente de simpatías hacia Galicia, invitando al turismo solidario para que, este verano, acuda a las tierras celtas. Entre las muchas cosas que se pueden ver y vivir en Galicia existen numerosos enclaves mágicos y misteriosos. Estos son tres de los más conocidos:
Destino 1: El Pasatiempo de Betanzos
Extrañas catacumbas… túneles angostos y subterráneos siniestros en un complejo entramado de cuevas y cavernas artificiales… representaciones y alegorías a la Gran Pirámide de Keops, la Gran Muralla China, o las entradas al inframundo. La Gran Mezquita de Mohamed Ali, los emblemas de todos los Papas o extraños símbolos masónicos. Esculturas de dinosaurios, leones o murciélagos … Éstas y otras maravillas se encuentran en un misterioso y fascinante enclave gallego: El Pasatiempo, en la villa coruñesa de Betanzos.
El Pasatiempo es el sueño materializado de un brigantino que, tras emigrar a América a finales del siglo XIX como miles de gallegos, volvió rico y triunfante tas su periplo indiano.
Aquel aventurero llamado Juan García Naveira, regresó a su Betanzos natal, con 42 años, y se propuso, junto con su hermano menor Juan María, compartir con sus paisanos parte de sus riquezas y de los conocimientos adquiridos en sus viajes por el mundo, bien a través de obras públicas y/o benéficas. Además de este parque, los hermanos García Naveira invirtieron buena parte de su inmensa fortuna en construir y edificar todo tipo de elementos beneficiosos para el pueblo. Juan Garcia Naveira, por su parte, se responsabilizó de la creación del lavadero público, el Refugio para niños con deficiencias mentales y el Sanatorio de San Miguel, en distintas partes de la villa bigantina.
Por su parte, su hermano Juan María se encargó de las Escuelas Municipales y la Casa del Pueblo. Y, entre los dos, subvencionaron la creación del patronato Benéfico-Docente García Hermanos, que constaba de un asilo y una escuela.
Sin embargo, si por algo han pasado a la historia es por la construcción de un insólito parque temático, llevo de simbolismos y claves ocultas, para muchos autores influenciadas por su pertenencia a la masonería.
El sin par recinto ocupaba originariamente 90.000 metros cuadrados, entre el gran jardín -hoy prácticamente desaparecido- y el Pasatiempo propiamente dicho.
Su construcción se comenzó en 1893, recién llegado don Juan de Argentina, lo que proporcionó al mismo tiempo numerosos puestos de trabajo para los vecinos de Betanzos, ya que llegó a mantener hasta a doscientos obreros simultáneamente.
Además, la creación del Pasatiempo supuso un modo de financiar la construcción y mantenimiento del asilo, al que iba destinado el importe del pago de las entradas al parque temático. En el 1914, en plena Guerra Mundial, ya tenía la estructura básica terminada, aunque su fundador continuó comprando terrenos y añadiendo elementos durante el resto de su vida. Desgraciadamente en la actualidad sólo es accesible al público una parte de la construcción original.
Según citan los analistas de este extraño lugar: “El Pasatiempo, citado ya en las guías Michelín de los años veinte, fue descrito como un Parque Enciclopédico. Los conocimientos y las ideas adquiridas en Argentina, donde don Juan trabajaba de día y estudiaba de noche, así como los viajes realizados posteriormente a diversas ciudades europeas y a Egipto, fueron ocupando su sitio a lo largo y ancho del parque. Los últimos avances tecnológicos de la época, como un dirigible o un funicular, se mezclaban con animales que debían resultar muy exóticos, como un hipopótamo o un rinoceronte, y con escenas sacadas de cuadros, postales y manuales escolares. Argentina ocupa un lugar primordial, con los escudos de todas sus provincias, el obelisco de la avenida 9 de Junio, el homenaje al centenario de la República y los bustos de todos los presidentes de aquel país.”
Además de las visitas del público general, se realizaban excursiones escolares para que los jóvenes estudiantes participasen de la gran gama de conocimientos que el parque representaba a través de sus esculturas, murales, etc. Al igual que ahora se suele hacer con las visitas a museos, los alumnos terminaban su visita escribiendo sus impresiones. Algo muy poco frecuente en los museos y obras artísticas de aquellos tiempos.
Tras la Guerra Civil, tres años después de la muerte de su fundador, el Pasatiempo dejó de cumplir con sus funciones para llegar a convertirse en un campo de concentración. Y con el tiempo muchos elementos de la parte baja llegaron a desaparecer para siempre, como la avenida de los Emperadores Romanos o la de los Literatos o la balaustrada de los Papas, flanqueadas por cientos de sus respectivas estatuas, además de fuentes, surtidores, estanques, canales, miradores. La maleza fue cubriendo lo que quedaba, y hasta llegó a caer en el olvido.
Durante lustros la vegetación devoró las estatuas, sello las cuevas y convirtió el Parque Enciclopédico en un lugar tan sugerente, como discreto. Por esa razón durante muchos años las cavernas y subterráneos de El Pasatiempo fueron escenario de todo tipo de rituales mágicos y esotéricos. Como anécdota baste reseñar que, en los años 80, la cabecera del programa de televisión A Noite das Badaladas, especializado en temas paranormales, se grabó en los túneles y cuevas de El Pasatiempo.
En 1986, el ayuntamiento de Betanzos compró los terrenos a los herederos y comenzaron las obras de restauración. Al ser la parte baja totalmente irrecuperable, se transformó en un espacio compartido por un jardín, un campo de fútbol y un auditorio al aire libre.
La parte alta, a cinco niveles sobre la ladera de la colina, que sólo era un 10% del total, se ha podido reconstruir, ya que se encontraba menos deteriorada. Pueden verse, por destacar sólo unos cuantos elementos, varias cuevas, el homenaje a Argentina, los usos horarios del mundo, la monarquía española y sus 18 Hijas Republicanas, el árbol de Gernika, la mezquita de Mohamed Alí, el estanque del Retiro o una gruta inspirada en la obra de Gaudí.
Actualmente, continúan las obras por parte de los estudiantes de la escuela-taller de Betanzos, pero todavía, en algunas ocasiones, los vigilantes descubren restos de velas, inciensos, y otros elementos mágicos, que parecen sugerir que todavía hoy, en pleno siglo XXI, algunas personas consideran este lugar, un excelente enclave mágico para ejercitar el ocultismo…
DESTINO 2: El cementerio de Noya
Las mismas costas del Fin de la Tierra (Finisterre), que ahora aparecen estigmatizadas con la marea negra del petrolero Prestige, recibieron hace siglos – según la leyenda- u otro enorme navío que embarrancó en sus costas, llevado por las mareas del Diluvio universal. El arca de Noé.
Según el mito, el arca cuya construcción se detalla en el capítulo 6 del Génesis bíblico, navegó durante 150 días, acogiendo a una pareja de cada especie animal. Por fin las lluvias del diluvio arreciaron y la nave toco tierra firme. Esa tierra, según la leyenda gallega, fue la población coruñesa de Noia (Noya), que debe su nombre precisamente a Noé.
Para el escritor Juan García Atienza, reputado experto en la geografía mágica española:
“Es más que curioso que la historia peninsular -y no precisamente la que hoy nos enseñan oficialmente, sino la que repitieron machaconamente cronistas e historiadores hasta el siglo XVII, que luego fue rechazada de plano repentinamente y considerada como simple y llana fabulación de ignorantes que hicieron sólo caso de las narraciones del vulgo y de la Biblia- viene sistemáticamente a incidir en unos orígenes del pasado peninsular que, sin excepción, parten de ese instante mítico del fin del Diluvio Universal y de la llegada a nuestras tierras de un Noé, o de varios, que fundaron aquí un poderoso imperio en los instantes más oscuros y desconocidos del tiempo. Un imperio, por cierto, que si juzgamos por aquellas lecturas, se revistió de una indudable coherencia narrativa y hasta cronológica, aunque partiera de un instante temporal que, sin más, podemos ya rechazar en tanto que origen de la Humanidad, aunque la cosa variaría sustancialmente si nos planteásemos ese origen como el de una Humanidad determinada, es decir, de una civilización concreta o hasta, si queremos, de nuestro propio mundo histórico.
En esa historia que cabalga sobre el mito, la descendencia noética se encuentra claramente establecida en la descripción de los acontecimientos y circunstancias que rodearon y determinaron la singularidad de aquellos monarcas que iban enlazando su propia vivencia con la corroboración legendaria de toda la mítica mediterránea. Es una aventura histórica que no hace otra cosa -pero no es poco- que evidenciar y dar crédito a todo el universo mítico que los historiadores posteriores se dedicaron a demoler sistemáticamente, hasta dejarlo relegado a simple fabulación popular sin fundamento. Nadie quiso pensar entonces -y aún ahora, pocos se atreven a hacerlo- que nada se inventa desde la nada y que todo, incluso las alucinaciones esquizofrénicas, serían impensables sin el sostén de un esquema vital o histórico que corroborase por un lado o por otro cualquier supuesta invención.
“La cosa, sin embargo, se complica cuando surgen indicios, por sutiles que sean, de que hay efectivamente una base de relativas verosimilitudes en lo que siempre vino a tomarse como pura invención sin fundamentos palpables; o cuando se constata que determinadas afirmaciones pueden tener un sentido si aplicamos una tabla de valores interpretativos distinta a la habitual; o cuando, en fin, nos damos cuenta de que algo aparentemente gratuito y sin sentido empieza a adquirir identidad si somos capaces de relacionar hechos o circunstancias que hasta entonces estuvimos midiendo por diferentes raseros, cuando en realidad formaban parte de un mismo todo.”
Si Atienza tiene razón, esa misteriosa humanidad llegada desde el mar hasta las costas gallegas, arribando con su “arca” al monte de Barbanza –uno de los montes sagrados u olimpos gallegos-, podría estar relacionada con otros muchos enigmas que rodean esta y otras poblaciones costeras.
Sin duda, una de mas más significativas son los sugerentes grabados y figuras que decoran castros, petroglifos y diferentes tipos de piedras. Particularmente, la fastuosa colección de enigmáticas lápidas que se almacenan en el no menos enigmático cementerio de Noia.
Los grabados del Más Allá
Sin duda, el Cementerio medieval de Santa María, con las famosas y enigmáticas lápidas donde se agolpan extraños símbolos, tantos que saturan la imaginación, es uno de los enclaves mágicos más importantes de Galicia. Y, como bien apunta José Carlos Fernández, en este cementerio, un pequeño templete cuadrangular, a cielo abierto, rodeado de tumbas y con un cruceiro en su interior, rematado en su parte superior por una bóveda piramidal, que se apoya en cuatro pilares.
"Se cuenta que el templete fue donación de un soldado del Templo de regreso de las Cruzadas trayendo consigo tierra de los Santos Lugares con la que se dice que está relleno el cementerio. Otra leyenda cuenta que el monumento fue donación de dos hermanos inseparables, 'monjes del Templo del Señor de Jerusalén', que estaban combatiendo contra el infiel y quedaron separados en medio de una batalla. No volvieron a encontrarse más, a pesar de que el mayor estuvo buscando a su hermano durante siete años por tierras de moros. Al fin regresó a su tierra natal de Noya y mandó levantar el cruceiro en memoria del joven desaparecido, al que creía muerto. Pero éste, al cabo de siete años, tras muchas peripecias, consiguió escapar y llegó al mismo sitio. Y mandó levantar el templete sobre el cruceiro como acción de gracias y en perpetua memoria del cariño manifestado por su hermano."
Nos sobrecoge el símbolo de la pirámide sostenida sobre cuatro pilares, y en su interior el símbolo del Hombre, el Cristo Crucificado. Las antiguas enseñanzas nos dicen que la Pirámide es el símbolo perfecto del Fuego Espiritual sobre la Tierra y que representa la Humanidad en su ascenso hacia las Ideas Celestes, a través de sus expresiones artísticas, filosóficas, científicas y místicas. Todo ello para devolver al Cristos Interior, la Luz de Dios en el corazón, que es el verdadero morador de la pirámide, representado por el Fuego.
La enseñanza cabalística nos enseña que la típica inscripción INRI, que figura en la cara anterior de la cruz orientada a Poniente, significa esotéricamente: Ignea Natura Renovatur Integra (toda la Naturaleza será renovada por el Fuego). En otra clave, la pirámide es un altar a la estructura y funcionalidad del Sistema Solar y del Logos, su última esencia. Esto queda confirmado por los dos símbolos astronómicos que aparecen en el foso de este templete, estructura que se apoya sobre los cuatro pilares y sobre los que descansa la pirámide de piedra. En el friso oeste aparecen representados cinco círculos unidos por unas bandas serpenteantes, entrelazadas geométricamente (símbolo del tiempo).
Las figuras inscritas en los círculos son, sucesivamente, un trébol (esquema del ciclo solar), un libro abierto señalado por un "lápiz" (símbolo del gran libro de la Naturaleza) en el segundo; en el tercero la imagen de un rostro con forma de luna; en el cuarto, otro libro abierto pero todo el círculo quebrado por una línea que le corta un tercio de la superficie; y en el quinto, una cara representando al Sol en tensa actitud. Quizás esté también queriendo significar el devenir cíclico de la Humanidad: las cinco humanidades de Tierra, Agua, Aire, Fuego y Eter, representando al Cuerpo, la Vitalidad, la Psique, la Mente Egoísta y la Inteligencia.
En el friso del lado este, mirando, pues, al Poniente, la Montaña Occidental de sombras, unos grabados que representan de izquierda a derecha la figura de un hombre de rodillas y que se apoya en un gran perro, pero sujetando con la mano izquierda una correa, es decir, no lleva, sino que es llevado, mientras su rostro cadavérico se alza dolorido al cielo: el gran perro sujeto por el hombre parece morder el lomo a otro de menor tamaño, (o es, quizás, un cervatillo) que le precede, quien a su vez hace lo propio con un tercero situado ante su hocico y más pequeño que él (¿un perro o qué otro cuadrúpedo?) La mirada hacia Occidente, el perro que conduce, lo demacrado del hombre, nos recuerdan la vinculación de estos mismos elementos en Egipto, con Anubis, el Chacal, y su estrella regente Sirio, estrella que deseca las aguas de la personalidad, símbolo de la liberación del Alma mediante la destrucción de los cuerpos materiales.
En opinión de Fernández: “Quizás representen ambos frisos las dos formas de ascenso del hombre en la pirámide de la evolución: la evolución de las formas, en las sucesivas humanidades, mirando al Sol que nace, es decir, a la luz de la vida, y la evolución de la conciencia en un camino arriesgado, vertical, consumidor, mirando a la luz de Occidente, a la luz del Sol que se sumerge en el Abismo, o sea, la luz de la conciencia que busca en lo más profundo de sí. El hombre de rodillas, consumido y en éxtasis de adoración es la personalidad dominada, el perro es la Mente Superior y el Ciervo la fría llama de la Intuición.”
Pero hay mucho más. Noia se encuentra en medio de un importante eje del megalitismo gallego, rodeada de dólmenes, menores, etc, algunos en excelente estado de conservación. Pero además allí, en Finisterre, concluye la verdadera prolongación mágica del Camino de Santiago, y al respecto Atienza apunta: “ ..esta zona constituye el más allá del Camino de Santiago (que termina, oficialmente al menos, con el encuentro de la muerte -siempre iniciática- bajo la figura del sepulcro de Compostela) y, por tanto, marca el comienzo ideal del saber trascendente que ha de llegar, por necesidad, después de la muerte, de la putrefacción alquímica. Pero no nos detengamos en ello y veremos cómo, para estos buscadores, el encuentro con el símbolo y la empresa de su interpretación, tanto a través de la leyenda como de la imagen, constituían la clave que habría de abrirles la puerta de ese saber ansiado; y que estos lugares están tachonados por todas partes con esas llamadas de atención que había que descubrir primero, para interpretar después y terminar comprendiendo.
Comencemos, si así lo queremos, por el mismo simbolismo que hemos descubierto a la entrada misma del cementerio: la leyenda subsidiaria de las serpientes que guardaban el lugar para que nadie se atreviera a hollarlo. Se trataba, pues, de un lugar protegido y estaba protegido porque guardaba un secreto. Curiosamente, la serpiente, desde el Génesis bíblico, ha sido tradicionalmente la guardadora del saber prohibido, de ese saber en pos del cual anda el ser humano a partir de ese instante en que prescinde del cumplimiento de la obediencia que le imponen los ritos y de las prohibiciones que emanan de los grupos de presión espiritual de todas las formas religiosas. La serpiente es la poseedora de ese saber vetado y, cuando surge, -bajo la forma de guardiana de tesoros, o hasta de un cementerio, como es éste el caso- hay que comenzar a plantearse que ese lugar guardado y prohibido contiene un secreto que necesita ser desvelado para penetrar en su significación.”
DESTINO 3: La catedral de Santiago
Con los pies hinchados por el esfuerzo, y casi mil kilómetros de andadura a las espaldas, el peregrino que concluye la Ruta Jacobea llega a la Catedral de Santiago de Compostela lleno de gozo. Por algo el monte donde concluye el Camino de Santiago, justo antes de entrar en el caso urbano, se llama así, "Del Gozo". Acaba de ejecutar una dura prueba física, un titánico esfuerzo de voluntad, pero a la vez, una reveladora experiencia interior, casi iniciática.
Al entrar en la capital de Galicia, el peregrino, que haya respetado la ruta tradicional, se encontrará primero con la fachada de Azabachería (pared norte) de la Catedral. Es su primer contacto con esa sublimo obra del arte sacro, en cuyo interior, según la tradición, reposan los restos del Apostol Santiago.
Según una de las leyendas locales, fue una misteriosa estrella la señaló la tumba de Apostol a unos pastores, en el primer tercio del siglo IX.
Según esa tradición Santiago el Mayor, uno de los discípulos de Jesús, habría sido martirizado en Palestina y posteriormente trasladado a Galicia por algunos de sus seguidores. Sobre el sepulcro encontrado en Compostela (Campo de la Estrella según una traducción) Alfonso II el Casto fundó una pequeña iglesia, en torno a la cual Alfonso III el Magno mandó construir otra prerrománica, que será destruida por Almanzor y las tropas árabes antes de cumplirse el año 1000. A partir de esos primitivos edificios se construyó la tercera ciudad santa del Cristianismo, junto con Roma y Jerusalén: Santiago de Compostela.
Historia de un monumento
De los templos conocidos en el solar que ahora ocupa la Catedral, en honor a Santiago el Mayor el que se mantiene en la actualidad fue el tercero. Aunque durante mucho tiempo hubo discusiones entre los especialistas sobre la fecha de construcción, en la actualidad se considera 1075 como el inicio de las obras. Dirigieron la obra, como apunta el historiador Manuel Jesús Precedo Lafuente, los maestros Roberto y Bernardo, a los que siguieron en su magno proyecto, a finales del siglo XI, el arquitecto esteban y, a comienzos del XII, otro maestro Bernardo, nieto del primero.
La obra del templo románico sobre el que se erige la Catedral duró hasta el año 1122, aunque no exista una opinión homogénea entre los expertos, sobre la conclusión de la fachada Oeste. Pero lo cierto es que los altares fueron ya consagrados y por consiguiente pudo iniciarse el culto.
La Catedral románica se conserva intacta en el interior de la actual, pero las fachadas exteriores sufrieron diversas modificaciones con el paso de los años, dependiendo de los nuevos estilos arquitectónicos que surgían cada siglo, y de las tendencias de la modernidad. Otras obras, sin embargo, fueron debidas a la instalación de elementos imprescindibles, como el magnífico órgano que disfruta la Catedral compostelana.
En la actual catedral, como pacientemente ha documentado Precedo Lafuente, se le fueron añadiendo nuevas dependencias año a año, ocupando en la actualidad 23.000 metros cuadrados. El brazo principal tiene 100 metros de largo, si bien, en el interior, se reducen a 97, a causa del grosor de las paredes; las cifras del brazo mas corto, llamado transepto, son de 70 metros desde fuera, y 65 en el interior. La altura de las torres de la fachada del Obradoiro es de 80 m., la del reloj (o Trinidad) mide 72, y la altura de la cúpula central, que preside una representación del Ojo de Dios que todo lo ve, es de 32 metros.
La Catedral de Santiago, que tiene más de 1000 columnas en su interior, dispone de un atrio que la circunda, en el que destacan cuatro plazas: Azabacheria, Obradoiro, Platerías y Quintana; y cuatro fachadas del mismo nombre. Cada una de ellas, una obra cumbre de la arquitectura y la mampostería de su tiempo.
En el interior de la edificación, además de sus capillas, altares y cristaleras, todas ellas ejemplo del más espectacular arte sacro, merece una atención especial el fastuoso Pórtico de la Gloria, considerada la mas valiosa creación de la arquitectura y escultura de fin de siglo XII).
Con sus 17 metros de ancho por 4.50 de largo, el Pórtico forma parte del vestíbulo o nártex, concluido por el Maestro Mateo en 1188. La posible temática del Pórtico sería la de la Iglesia, una especie de resumen teológico sobre la sociedad de salvación fundada por Cristo: la Iglesia Triunfante, en el arco central y la Militante en los otros dos: a la izquierda, los cristianos procedentes del Judaísmo, y, a la derecha, los procedentes de la Gentilidad. Otros, fijándose en la presencia de ángeles triunfantes con sus trompetas en alto, piensan en una representación del Fin de los Tiempos y su Juicio Final. De lo que no cabe dudad es de la influencia que el Libro del Apocalipsis de San Juan inspiró en el Maestro Mateo.
En las entrañas de la catedral
En agosto de 1989 la prensa gallega destacaba en primera página un sorprendente descubrimiento realizado en las entrañas de la catedral. Al parecer, las meticulosas mediciones efectuadas por un miniaturista compostelano, que pretendía confeccionar para la Iglesia una maqueta del edificio ante la inminente llegada del Papa, descubrieron un agujero que daba paso a una pequeña galería.
Para la investigación de ese conducto, y por primera vez en la historia de la arqueología gallega, se utilizó una sonda especial provista de una cámara de video, manejada por un grupo de investigadores de Madrid y Santiago. El cabildo de la catedral reclamó del Vaticano los servicios de un experto en paleografía latina, ya que , al parecer, la lapida encontrada en esa galería podría confirmar la tradición apostólica, discutida hasta la saciedad por los historiadores laicos, que consideraban que seguramente quien está enterado en la Catedral de Santiago fuese el hereje gallego, Prisciliano, degollado en el siglo IV por su apostasía.
Pero los subterráneos de la Catedral encierran otras maravillas. Con el nombre de Catedral Vieja se conoce la cripta o “iglesia baja” construida para salvar el desnivel que existía en el lugar tendría que edificarse la parte occidental de la Basílica. En su estructura existen elementos románicos, que han hecho que algunos autores la datasen hacia finales del siglo XI o comienzos del XII, pero sin embargo abundan más los elementos protogóticos, por lo que resulta mas razonable atribuirla al Maestro Mateo. Esa pequeña “catedral subterránea” tiene forma de cruz latina, presidiendo su altar mayor una imagen de la Virgen proveniente, posiblemente, de Doña Yolanda, esposa de Alfonso X el Sabio. A pesar de su aureola de misterio, es completamente accesible a los visitantes, que podrán disfrutar, además, de otros elementos artísticos trasladados allí desde otras partes de la Catedral.
También en el subsuelo del monumento compostelano alberga la Necrópolis, solo al alcance de investigadores acreditados. En 1946 la desaparición del coro central de la Catedral permitió excavar en esa zona, con objeto de documentar con mayor exactitud la “pre-historia” del edificio, antes del siglo IX, indagando de esta forma en los antecedentes históricos del culto a Santiago el Mayor en Compostela.
Esas excavaciones descubrieron un cementerio con enterramientos, que van del periodo romano (siglos I al IV) al suevo-visigótico (V al VII), orientados hacia un sepulcro mucho más importante, el de Santiago, tal y como se estilaba en las catacumbas. Al parecer en el siglo VII se produjo el abandono de este territorio, completando este cementerio los hallazgos de sepulturas anteriores que muestran el poblamiento ya en la Edad de Bronce y abriendo nuevas perspectivas para los tiempos cristianos.
Pero no solo en los sótanos de la Catedral se conservan preciosos tesoros culturales e históricos, en otras salas del monumento también.
La sacristía de la parte gótica de la Basílica fue en otro tiempo relicario. La cajonería es de caoba, sobre ella dos series de cuadros en cobre. Los mayores son doce, obra flamenca del siglo XVIII, y representan los artículos del Credo identificados cada uno de ellos con un apóstol. Los trece menores representan escenas de la vida de Cristo. Varios cuadros en tela, como el tríptico del Apóstol, completan los tesoros de este recinto.
El Museo de Tapices, como su nombre indica, alberga une excelente colección que ocupa varias salas. De igual manera el Museo Arqueológico, compuesto de dos salas divididas en tres departamentos, muestran numerosas piezas procedentes de diferentes puntos del edificio, que ya no existen en la actualidad. Como por ejemplo las sillas del coro hechas en piedra por el Maestro Mateo , o los planos de las excavaciones realizadas en el subsuelo de la Basílica así como objetos encontrados en ellos.
El Claustro, la Sala Capitular y la Capilla del Alba, también albergan preciosos tesoros, que han generado mas de una leyenda. Sin embargo, sin duda, es el Archivo y la Biblioteca de la Catedral una de las mayores riquezas culturales del monumento.
Durante años infinidad de leyendas y rumores se cernieron sobre la Biblioteca de la Catedral. Entre esotéricos, paganos y herejes de todo el país se comentaba que en su interior, sujeto con sólidas cadenas a dos robustas columnas, se custodiaba un ejemplar del Magno Libro de San Cipriano, uno de los Grimorios (libros de Alta Magia) mas populares en España. Y es posible que, si bien, no encadenado a ninguna columna, la Biblioteca de la Catedral disponga de algún ejemplar del famoso Grimorio –como mero elemento cultural- lo que si se conserva en estas valiosas salas son incunables de un incalculable valor, como los Tumos A, B y C, o el famoso Códice Calixtino, del siglo XII, que recientemente editaba como facsímil el historiador José María Kaydeda.
El archivo, recientemente modernizado por su actual director, el canónigo D. José María Díaz Fernández, ha sido adaptado para poner a disposición de todos los investigadores el valioso fondo documental que conserva. Muchas han sido y serán las tesinas inspiradas en esos archivos. Porque mucho ha sido y será el conocimiento que encierran sus paredes.