sábado, marzo 19, 2022

La Ley de la Reencarnación

La Ley de la Reencarnación aparece en el Ser y lo condicionará, después de terminar su primer trabajo dentro de un cuerpo físico, el trabajo como hombre de las cavernas, y finalizar el estudio de cómo realizó dicho trabajo, en la reunión espiritual convocada por el Ser de Luz que programó su encarnación y que, a partir de ahora, programará las siguientes encarnaciones, a las que podremos llamar, todas ellas, reencarnaciones.

Es evidente, que la Ley de la Reencarnación es una Ley Divina que no tiene un ámbito universal, general y amplio, como otras Leyes Divinas. La Ley de la Reencarnación tiene, como campo de su manifestación, Los Mundos Primarios, los Mundos de Expiación y Prueba y los Mundos de Regeneración.

La Ley de la Reencarnación finaliza su función, termina su labor impulsante del Ser, en la última etapa evolutiva de los Mundos de Regeneración. A partir de este punto evolutivo y hacia adelante, la Ley de la Reencarnación ya no aparece, ya no tiene ninguna misión que cumplir, porque, a partir de este punto, ya no hay cuerpos físicos que utilizar, el Ser se moverá y actuará, como Ser espiritual que es.

Al explicar la función de la Ley de la Reencarnación, podríamos sintetizar diciendo: la Ley de la Reencarnación tiene por objetivo, su objetivo, el de proporcionar al Ser espiritual TODO el conocimiento que se puede derivar de la ENERGIA DENSA, de la energía materializada.

El Ser tiene que aprender, tiene que ir adquiriendo conocimiento, para alcanzar el objetivo por el cual fue creado y, para ello, tiene que empezar por conocer lo primero.

Podríamos decir, por lo tanto, que lo determinante es el conocimiento de la energía, no la encarnación en sí, ni el número de encarnaciones que serán necesarias para que todo el conocimiento de la energía densa esté ya en el Ser. Todo esto serán aspectos circunstanciales, no fundamentales.

Es apreciar y darnos cuenta, cómo se cumple aquella indicación que nos hizo Dios al crearnos, cuando nos dijo: «Para llegar a la sabiduría absoluta, a la perfección total, al final de tu largo caminar evolutivo, al final de los Mundos Crísticos, sólo tienes que aprender dos lecciones y únicamente dos, una lección para tu Espíritu y otra lección para tu Alma. Para tu Espíritu, la lección que debes aprender es la lección del conocimiento de la ENERGIA, y para tu Alma, la lección que debes aprender es la lección del conocimiento del AMOR...

Para comprender esta indicación de Dios, para comprender su ejecución evolutiva, la lógica nos dice que lo natural es empezar el conocimiento por lo primario, por lo que es inicial y continuar así hacia adelante.

El conocimiento de la Energía, de lo que es la energía, de cómo se transforma, cómo se utiliza, qué efectos produce en cada modo de expresión y cómo el Ser puede influir en ella, es un conocimiento que empieza con la estructura más densa de la energía, la estructura más pesada, más materializada, más compacta, la estructura que forma la materia inerte y que, en el Ser espiritual, viene determinada por la estructura física del hombre de las cavernas.

Una reencarnación, todo lo que contiene una vida física, es el resultado de todo un estudio, de toda una valoración, de todo un análisis, de todo un contrapeso de pros y contras, de apreciar lo más conveniente, lo más necesario, lo más útil y lo más prioritario, que necesitará un Ser espiritual para continuar armónicamente su caminar evolutivo hacia el objetivo final por el cual fue creado.

Solamente el razonar lo que acabamos de indicar nos conducirá a decir: una programación encarnatoria; una acción de ordenar por prioridades los conocimientos a adquirir; una determinación de relaciones entre Seres, según los grados de prioridad; una presentación ordenada de pruebas en todo el transcurso encarnatorio; un seguimiento continuo del grado de cumplimiento de lo programado; y todo cuanto constituye la expresión del Designio Divino para impulsar la evolución del Ser espiritual, no puede ser ejecutada, no puede ser asumida, por un Ser que no alcance el punto mínimo de unión consciente con Dios, por un Ser que, cuando actúa, no sea la expresión de Dios actuando en su mínima expresión, pero Dios actuando, al fin y al cabo.

El Ser que tiene esa función, es un SER DE LUZ, es un ser que se halla en los Mundos de Luz, es un Ser que recibirá al Ser espiritual en el momento de ser creado, que lo recibirá en calidad de «protegido», que será su pupilo, que deberá vigilar y controlar su trabajo, que le presentará todas las lecciones que deberá aprender, que analizará cómo las habrá asimilado, que le enseñará dónde se equivocó y por qué se equivocó, que le mostrará las causas del error, que le propondrá lecciones rectificadoras, que le indicará dónde debe poner su atención en el futuro, que le orientará en lo que debe ser prioritario, que le dará todas las posibilidades de acción, mientras se mantengan en un orden evolutivo y no rompan la armonía de trabajo.

El Ser de Luz asume esta tarea de conducir a un Ser, que comporta muchos siglos de trabajo, en el contar humano, de conducirlo, desde el mismo momento de ser creado, hasta el momento de dejar su último cuerpo físico, al final de la última etapa evolutiva de un Mundo de Regeneración.

Pero esta tarea del Ser de Luz, resulta ser una tarea ambivalente, ya que, a su vez, representa un trabajo propio, representa un trabajo para ayudar a su pupilo en su caminar evolutivo, por un lado, y, por otro lado, representa asumir la labor evolutiva que el Ser de Luz debe cumplir para pasar del Mundo de Luz al Mundo de Pureza, al haber adquirido todo el conocimiento que el Ser de Luz necesita adquirir en los planos evolutivos de los Mundos de Luz y, con ello, poder pasar a los planos evolutivos superiores de los Mundos de Pureza.

Pero para ejecutar el cumplimiento de la Ley de la Reencarnación, para hacerlo como «Dios actuando», el Ser de Luz necesita contar con toda la información necesaria, con la información exhaustiva y ésta información se la debe dar la Ley de Causa y Efecto.

Recordemos cómo la Ley de Causa y Efecto iba registrando la más pequeña vibración producida por el Ser en todo momento y cómo determinaba de inmediato, los efectos producidos por dicha vibración.

Pues bien, el Ser de Luz recibe de la Ley de Causa y Efecto, que es lo mismo que recibir de Dios actuando, en forma de Ley, lo que podríamos entender como un dossier, como un dossier que es la información completa de todo cuanto generó, emitió y realizó, el Ser al que se le va a valorar el estudio de su trabajo encarnatorio. Es la información de todas las energías utilizadas, de cómo se utilizaron y qué efectos produjeron.

La información que entrega la Ley de Causa y Efecto, que está detallada exhaustivamente, contiene el registro de todas las vibraciones que el Ser puso en movimiento, durante todos los instantes de su vida física. Esta información contiene el grado de intensidad de la energía y el tono en que la energía se movió, y cada grado de intensidad de la energía va seguido o acompañado, del efecto que produjo.

La información aparece como una gráfica, que permite ver de inmediato, los puntos más elevados, que son los momentos de la vida del Ser humano que produjeron vibraciones más limpias, puras o sensibles, de los puntos más bajos, que son los momentos de vibraciones más materializadas, egoístas y negativas, propias de los defectos del Ser, que se manifestaron durante su vida física. La gráfica muestra todas las fluctuaciones que ha producido el trabajo de aprendizaje del Ser, muestra cómo actuó el Ser en cada una de las pruebas claves para su progreso, muestra con exactitud todo su comportamiento y, sobre todo, muestra los efectos que ese comportamiento produjo y los grados de deuda, de compromiso de restitución, que se crearon, si otros Seres salieron perjudicados con su acción.

En toda encarnación se presentan momentos que son una prueba fundamental, momentos que contienen una lección básica e imprescindible, relacionada con la ignorancia más grave que arrastra de otra encarnación, y se programan para que el Ser pueda formar una mayor claridad de conocimiento y una mejor ordenación de valores y, todo ello, impulse armónicamente su evolución. Cómo el Ser actuó en esos momentos claves, en qué medida asimiló la lección contenida y en qué posición le coloca el grado de asimilación de la prueba, todo ello, será prioritario para formar la siguiente programación encarnatoria que el Ser de Luz deberá preparar.

El Ser de Luz tiene ante sí, con toda claridad, la realidad evolutiva del Ser y puede ver lo más débil y lo más logrado, lo que ha sido asimilado y lo que aún es ignorancia en el Ser. Puede ver qué nivel ocupa el Ser en el cuadro evolutivo de la Ley y qué es prioritario para dar impulso a su progreso.

De la información suministrada por la Ley de Causa y Efecto, el Ser de Luz hace una valoración primera, un estudio previo o una pre-programación de proyecto encarnatorio.

Para formar el estudio previo, tendrá en cuenta, como aspectos primordiales, los puntos más débiles del Ser, los errores más graves o las ignorancias más abultadas, para poder ver la forma cómo deben resolverse todos los aspectos que retienen al Ser en un nivel evolutivo y le impiden progresar armónicamente.

En el proyecto previo, el Ser de Luz forma una escala de valores de todas las lecciones que el Ser necesita asimilar, que son los conocimientos que deben ir formando su nivel de conciencia y que deben dar impulso a su evolución. En esta escala de valores, los primeros valores, son las ignorancias más apremiantes de ser eliminadas, las ignorancias, que una vez eliminadas, permitirán que el Ser pueda comprender otros aspectos de Verdad que no podrían estar en él, que no podría comprender ni asimilar y que le retendrían en su nivel evolutivo, si la ignorancia, que debe eliminarse, permaneciera en él.

Pero pensemos que las ignorancias del Ser o los graves errores que comete el Ser humano, normalmente, se producen en su relación con otros Seres, tanto allegados a él, familiares o amigos, como alejados de él. Estos errores, que son obstáculos que deben salvarse para poder continuar el caminar evolutivo, son ocasionados siempre cuando el Ser actúa contrariamente a lo que indica la Ley Divina, cuando los actos son de desamor o de falta de fraternidad.

Si tenemos presente, que el destino de todo Ser es el de llegar a una unión fraterna de amor, con todos los Seres de la Creación, veremos natural que el Ser de Luz presente en su programación previa, como el trabajo prioritario que deberá cumplir el Ser, aquellas pruebas encarnatorias que deben suministrar las lecciones, que una vez asimiladas, anularán los errores de desamor que cometió en la anterior encarnación.

La programación previa, lo es, porque el Ser de Luz debe, primero, ponerse en relación con los Seres de Luz que guían y programan, las encarnaciones de los Seres con los cuales su protegido quedó en deuda de amor fraterno. Entonces, los Seres de Luz deberán ver y analizar conjuntamente, en qué tiempo podrán coincidir las encarnaciones de todos ellos, ya que alguno puede estar encarnado aún y se necesitará esperar su desencarnar y posterior toma de conciencia espiritual de su trabajo, para hacer coincidir su encuentro en la nueva encarnación.

No será difícil comprender, que para anular un grave error, que puede ser de odio o de venganza, se programe que los dos Seres que cometieron el error, que fueron enemigos, ahora se conviertan en familiares, en hermanos, en madre e hijo, en marido y mujer o en otro parentesco. Lo importante es que, a través de los lazos de amor que proporciona la unión de la sangre, puedan sentir un cierto amor mutuo que vaya reduciendo, y finalmente anulando, las graduaciones de desamor arrastradas de la otra encarnación.

Cuando estaba trabajando el libro La encarnación y la des encarnación del Ser espiritual, me hicieron «ver», a nivel espiritual, lo que les ocurrió a dos Seres que eran vecinos de un mismo pueblo y cuyo relato puede dar claridad a lo que ahora estamos analizando.

Vi a dos hombres que habitaban en un mismo pueblo, eran conocidos y participaban en reuniones comunales y, además, tenían unas tierras de labor lindantes en el mismo municipio. Sus vidas transcurrían con toda normalidad. Pero una vez, en la comunidad, surgieron unos problemas de lindes que afectaron a sus propiedades. Hubo varias discusiones, sin que se llegara a ningún acuerdo. Los enfrentamientos fueron agudizándose tanto que, finalmente, las dos familias se encontraron reñidas. Los dos hombres continuaron oponiéndose entre sí, defendiendo cada uno de ellos sus respectivos puntos de vista, hasta llegar a crear sentimientos de odio mutuo.

El odio que sentían les dominó durante el resto de sus vidas y desencarnaron con este sentimiento negativo profundo.

La Ley de Causa y Efecto les indicó, a los respectivos Seres de Luz, que las vibraciones de odio generadas por estos Seres, les situaban en una posición de ofuscación tal, que no sería posible una labor de crecimiento espiritual sino se limpiaba la negatividad que los envolvía.

Los dos Seres de Luz consideraron que lo más conveniente sería, para favorecer su impulso evolutivo y reducir las vibraciones negativas acumuladas, que encarnaran como hermanos de unos padres de nivel evolutivo algo superior y que fueran Seres conocidos por ellos en otra encarnación.

Su vida como hermanos se desarrolló dentro de unas relaciones armónicas, a pesar de que en varios momentos de sus vidas surgiera, como una reminiscencia de otro tiempo, una cierta oposición de uno de ellos por lo que el otro sustentaba o hacía.

La Ley de Causa y Efecto registraba y acumulaba, tanto de un Ser como del otro, más vibraciones positivas que negativas. Esta acumulación de energía positiva iba reduciendo, por el efecto de contraposición, las dosis de energía negativa anterior, dosis que estaban registradas en el nivel evolutivo señalado por la Ley de Evolución y Progreso y que, al ir reduciéndose, los iba acercando al estado de equilibrio y de armonía con la Ley.

Los dos Seres continuaron su vida de esta manera, más bien favorable para su caminar evolutivo, puesto que iba reduciendo los errores o vibraciones negativas acumuladas, hasta el día en que desencarnó su padre.

La herencia establecida por el padre no fue del agrado de los hijos, que los enfrentó y volvieron a surgir vibraciones negativas, aunque no llegaron a producir vibraciones de odio, como ocurrió en la anterior encarnación.

Cuando, al poco tiempo, desencarnaron los dos hermanos, los Seres de Luz vieron que habían conseguido, en esta encarnación, llegar a sustituir las vibraciones de odio por vibraciones de enemistad, gracias a las energías de amor generadas, pero, por contraposición, habían aumentado las vibraciones negativas de enemistad y ello, como consecuencia de las energías de enfrentamiento que promovieron por su disconformidad con la herencia paterna.

El nivel general de amor, que tenían los dos hermanos, era aún demasiado bajo, como consecuencia de la enemistad o el desamor que últimamente había producido y esta situación continuaba imposibilitándoles para entrar a estudiar lecciones más elevadas.

Los dos Seres de Luz determinaron, ante esta situación, que era necesario volver a reunirlos en lazos familiares, para que se continuara la práctica del amor que llegara a reducir, tanto como fuese posible, las energías negativas arrastradas.

La decisión que consideraron más apropiada los Seres de Luz fue la de hacerlos encarnar, esta vez como hombre el uno y como mujer el otro, para que se encontraran y se casaran.

Como marido y mujer, se esperaba, que pudieran poner en movimiento energías de amor, lo suficiente fuertes, como para que les permitiese reducir o quizás llegar a cancelar, las acumulaciones negativas atrasadas.

También se aprovechó esta encarnación para ampliar el campo de armonización y ayudar al impulso evolutivo de otros dos Seres. Estos dos Seres formaban parte de las familias de aquellos vecinos de la primera encarnación. Se programó que participaran directamente en la labor de amor que se esperaba del matrimonio. Estos Seres se unieron en el trabajo como hijos del matrimonio, el uno como hija, el que era familiar del vecino que ahora es la madre y el otro como hijo, el que era familia del vecino que ahora es el padre.

Esta disposición de los Seres de Luz tenía como objetivo complementario, a la vez que como objetivo fraterno amplio, el apoyar el incremento de la energía amor, en cada uno de los componentes del matrimonio, como consecuencia del apoyo que recibirían de un Ser no desconocido para ellos, de un Ser con el cual ya habían mantenido relaciones fraternas de amor.

Los sentimientos de amor, que la madre sentía hacia su hija y los que el padre sentía hacia su hijo, unieron más al matrimonio, que era la fuente de estas uniones.

La Ley de Causa y Efecto iba registrando frecuencias positivas de amor, tanto en un Ser como en el otro y ello iba reduciendo la acumulación de energías negativas que aún arrastraban de las dos encarnaciones anteriores.

El impulso evolutivo, programado por los dos Seres de Luz, continuaba manteniendo su efecto.

Las relaciones sociales, en un momento de sus vidas, condujeron al marido a encontrarse con otra mujer. Las relaciones con este otro Ser se fueron haciendo más íntimas y más continuas y terminaron por producir un enfrentamiento entre el marido y la mujer.

La posición de la madre era apoyada por su hija y el padre recibía un apoyo de su hijo, más por los lazos de amor que les unían que por la aprobación de su conducta.

El enfrentamiento se generalizó y puso en movimiento, por ambas partes, vibraciones negativas de desamor, muy tensas y llenas de resentimiento, que terminaron por enfriar las relaciones, que ya no tenían nada de amor y condujeron a una separación matrimonial, marchándose el marido con la otra mujer.

Mantuvieron sentimientos de desamor hasta el momento de desencarnar y la Ley de Causa y Efecto registró, por un lado, una reducción considerable de las energías negativas de las otras encarnaciones y, por otro lado, un aumento, también considerable, de vibraciones de desamor generadas en sus conductas de la presente encarnación.

A la vista de la información suministrada por la Ley de Causa y Efecto, los dos Seres de Luz consideraron que era necesario volver a unir a estos dos Seres para que pudiesen limpiar tanta vibración de desamor.

Los dos Seres de Luz determinaron que el trabajo más apropiado para conseguir la máxima cancelación de vibraciones negativas, se hallaría en las relaciones entre madre e hijo y, así, programaron que la mujer pasara ahora a ser la madre y tuviese como hijo al que fue su marido.

Las vibraciones de amor que generaron tanto la madre como el hijo consiguieron reducir considerablemente las energías negativas acumuladas. La vida de estos dos Seres continuó moviéndose en esta posición de amor, más intensa por parte del Ser que ahora era la madre, pero también de amor, aunque no tan intensa, por parte del Ser que ahora era el hijo.

El hijo se casó y su mujer no sentía un amor hacia el Ser que era su suegra. Esta actitud de la mujer influenció al marido que actuó, hacia su madre, con más frialdad y menos amor del que se esperaba de él.

La madre continuó amando a su hijo, aunque movía, de vez en cuando, resentimiento hacia la actitud de su hijo.

Cuando madre e hijo desencarnaron, la Ley de Causa y Efecto presentó un cuadro en el que se apreciaba, que el Ser que ahora era la madre, casi había conseguido la completa anulación de todas las energías negativas, que había acumulado en sus tres encarnaciones anteriores. Mantenía residuos de sus resentimientos últimos, como madre, que no daban la limpieza completa que debe conseguir el Ser. El Ser que ahora era el hijo, no había conseguido tanto la anulación de sus vibraciones negativas acumuladas, a causa de la frialdad de sus vibraciones últimas pero, en conjunto, se había producido un progreso evolutivo.

Hasta aquí, la visión que me dieron, pero es interesante que pongamos atención en todo el proceso evolutivo presentado y ver cómo se programó, en qué se basó y qué consiguió. Y apreciarlo bien, al observar el trabajo de estos dos Seres para pasar del error al conocimiento, para pasar del desamor al amor fraterno, para conseguir anular su ignorancia y armonizarse con la Ley. Es interesante darse cuenta que el factor tiempo, en el campo espiritual, no es un valor determinante y que lo único que tiene valor es el grado de acumulación de vibraciones positivas, el grado de mayor luz alcanzado, el grado de mayor amor asumido.

Pero pongamos atención en un hecho: aquellos dos Seres movieron energías muy negativas en un momento, como consecuencia de sus grados de ignorancia de la realidad espiritual del Ser; el Amor Absoluto de Dios, en forma de Ley y ejecutado por un Ser de Luz, no critica ni juzga ni castiga, sino que da todas las oportunidades para que el Ser deje el error y asuma el conocimiento; el Ser es libre y actúa según sus impulsos y en su grado evolutivo bajo, acertará y errará, cancelará deudas y adquirirá deudas con la Ley. Para adquirir un conocimiento y anular un error, aquellos dos Seres tuvieron que emplear cuatro encarnaciones, que juntamente con los tiempos espirituales, entre encarnación y encarnación, suman alrededor de quinientos años. ¡Quinientos años para aprender un conocimiento y aún no conseguido por completo! Este dato es importante que lo tengamos presente para entender el proceso evolutivo y ver cómo actúa la Ley Divina, cómo actúa el Amor Absoluto de Dios, para que todo Ser, sin excepción alguna, vaya adquiriendo el conocimiento contenido en cada grado evolutivo, en cada nivel de progreso, de manera que, el Ser no podrá dejar el nivel en que está y pasar a un nivel superior, mientras le queden parcelas de conocimiento por asimilar, mientras tenga alguna duda, mientras tenga alguna sombra de todo cuanto está contenido en el plano evolutivo en que se halla.

Es decir, en el mundo espiritual no es posible pasar, de un nivel al nivel superior siguiente, con medias notas, como ocurre en nuestro mundo material, se debe pasar como si hubiese sacado matrícula de honor, porque debe poseer, absolutamente, todo el conocimiento contenido en el nivel evolutivo en que se halla, ya que debe poder ser un maestro de ese conocimiento.

En los Mundos Primarios y en los Mundos de Expiación y Prueba, la ley de Causa y Efecto se manifestará de la manera expresada en el ejemplo anterior, que es presionando el efecto erróneo para cancelarlo y alentando el efecto positivo para incrementarlo, en definitiva, impulsando al Ser hacia estados superiores de conciencia, hacia estados de mayor pureza vibratoria, hacia estados de mayor luz, hacia niveles de mayor conocimiento, hacia estados de mayor armonía con la Ley, que es, de mayor unión con Dios. Y esto se determina, se programa, se impulsa y se determina, a través de la Ley de la reencarnación, que conduce al Ser a pasar por cada aula de estudio, que en una vida física, donde encontrará las lecciones que se enseñan en dicha aula y que él necesita para ir subiendo de planos evolutivos.

A partir de los Mundos de Reencarnación, que la Ley de Evolución y Progreso nos señala como las etapas evolutivas en las que ya no prevalece el error, en las que las sombras, que proyectan las ignorancias, han desaparecido por completo y la luz es total, aunque no intensa, la acción de la Ley de Causa Efecto tiene ya otro sentido y, por ello, la Ley de la Reencarnación ya no actúa, ya ha dejado de mostrarse, ha finalizado su función.

La Ley de Causa y Efecto, desde los planos evolutivos de Mundo de Regeneración y en todos los planos evolutivos de los Mundos de Sabiduría, de Luz, de Pureza y Crísticos, está en relación constante y consciente de ello por parte del Ser, para presentar el grado de intensidad de acierto, el grado de fuerza demostrativa, que el Ser ha producido con sus actos, en relación a la Ley Divina.

La Ley de Causa y Efecto viene a ser, para el Ser espiritual como una brújula que está indicando constantemente la dirección a seguir, como una ayuda que tiene el Ser para saber estar en la certeza, de su actuación justa, para valorar de manera continua sus grados de progreso, que son grados de identificación y de armonización con Dios.

La Ley de Causa y Efecto, para todos estos Seres elevados, es un diálogo constante con el Creador, es estar continuamente actuando en, con y por Dios. Es la toma de conciencia de estar acercándose a la Unidad, a ser UNO con el TODO, a ser, finalmente, el mismo TODO.

La Ley de la Reencarnación habrá cumplido su finalidad cuando el Ser haya adquirido este conocimiento, cuando el Ser se haya despojado de sus errores por completo y haya asimilado todo el conocimiento sobre la energía, estructurada en forma densa y tangible físicamente.

La Ley de la Reencarnación es un Impulso Divino, dado al Ser humano, para que cumpla su programa de progreso y salga de la «escuela primaria» para entrar en la escuela secundaria.