sábado, marzo 26, 2022

Los Evangelios son muy Posteriores a Cristo

José Iglesias

Desde hace unos años -en referencia a tres minúsculos trozos de un papiro (Pap. Magdalen. Oxford) que contienen unos pocos versículos del Evangelio de Mateo-, la prensa española en su sección de cultura ha publicado titulares como los siguientes: "La ciencia confirma que el Evangelio se escribió poco después de morir Cristo"; "Es posible... que (tres diminutos fragmentos de papiro) constituyan uno de los documentos más importantes del mundo"; "Un documento revelador para la cristiandad: el auténtico testimonio de Jesús"; "El relato de un testigo presencial del Evangelio". Con casi total seguridad estas afirmaciones son falsas, pues suponen que poseemos ahora documentos ciertos para fechar los evangelios muy cerca de la vida de Jesús, y argumentos seguros para probar la total veracidad de las afirmaciones de estos escritos.

El detonante fue una conferencia, varios artículos y sobre todo un par de libros de Carsten Peter Thiede un investigador alemán, fundador de un instituto propio de investigación que lleva el pomposo título de "instituto para la investigación fundamental científico-teórica"- los que causaron la conmoción. En el primero de sus libros ¿El manuscrito más antiguo de los evangelios? El papiro de Qumran 7Q5 y su importancia para los estudios neotestamentarios, de 1989, Thiede daba absolutamente por seguro lo que en principio no fue sino una modesta hipótesis del papirólogo español José O'Callaghan, a saber que entre los documentos de Qumran se encuentra un pequeño trozo del Evangelio de Marcos (6,52-53). De esta suposición se deducía lo siguiente: como Qumran fue destruido en el 68 d. C., ese evangelio hubo de componerse bastante antes; por tanto mucho más cerca de la vida de Jesús de lo supuesto hasta el momento, Para Thiede la propuesta de O'Callaghan era cierta sin oposición posible.... aunque el mundo científico casi en su totalidad se empeñara en rechazarla. No contento con tanta seguridad, Thiede deducía de su datación temprana del Evangelio de Marcos que éste debía contener recuerdos verdaderos de la vida de Jesús.... como si adelantar unos años la fecha de composición de un evangelio fuera ya una garantía de la total exactitud de su contenido...

La segunda publicación, de 1996, titulada El Papiro Jesús. El testimonio más sensacional sobre el origen de los evangelios después de los descubrimientos del Mar Muerto, fue el detonante definitivo que produjo las reacciones que más arriba hemos trascrito. En ella viene a decir Thiede que el Papiro Magdalen de Oxford (p64 = Papiro 64, en terminología científica) y el Papiro de Barcelona (P67 = Papiro 67, trozo del mismo manuscrito aunque conservado en otro lugar) son parte de una obra de mediados del siglo 1, en concreto hacia el 60, y por tanto, escrita años antes (hacia el 40: hay que suponer tiempo para la difusión) por Mateo mismo, como testigo ocular y verdadero de lo que vivió con Jesús.

Quien haya estudiado tan solo un poco el tema del origen de los evangelios sabe que estas afirmaciones suponen una revolución seria en la reconstrucción de la historia y cronología del cristianismo primitivo. Tales propuestas niegan que el primer evangelista fuera Marcos; que la obra de éste, el llamado primer evangelio, se escribiera hacia el 70 d. C., es decir unos cuarenta años después de la muerte de Jesús; que Mateo es posterior y que se inspira o copia de Marcos, por lo que debió componerse hacia el 80, más o menos ... ; que el Evangelio de Mateo no es obra de ningún testigo ocular... (puesto que se basa en fuentes escritas), y que probablemente no fue el apóstol Mateo quien la compuso, sino un discípulo de la segunda o tercera generación cristiana.

Todas estas ideas, firmemente asentadas entre los investigadores -protestantes, católicos, independientes o agnósticos- caerían por los suelos de ser cierto lo que Thiede afirma.

La crítica

Desgraciadamente para los sensacionalistas, las tesis de Thiede no se sostienen si se examinan con un poco de atención. lo único que ha hecho este personaje, con gran vista comercial, es construir una teoría atrayente con debilísimos y disputados argumentos... y casi diría que con alguna que otra rotunda falsedad. Vamos a comenzar nuestra crítica por la segunda y más importante publicación, en la que se recogen parte de los argumentos de la primera.

La primera observación concierne al título de la obra. No hay ningún papiro que lleve ese nombre, 'Papiro Jesús'. Resulta absurdo que Thiede lo denomine así puesto que se trata de breves trozos del Evangelio de Mateo. Si se admitiera tal denominación, todos los manuscritos de este evangelio (y son centenares) deberían portar el mismo título. En segundo lugar, es preciso hacer también una apostilla al subtítulo: Cualquier interesado sabe hoy que los manuscritos de Qumran contienen mucha información sobre el judaísmo anterior y más o menos contemporáneo de Jesús, pero ni una sola palabra sobre el cristianismo, ¡ni mucho menos sobre el origen de los evangelios!

Las siguientes críticas conciernen ya al contenido de la argumentación de Thiede... que -por cierto- tarda mucho en concretarse en su libro, engrosado con muchas páginas de poco interés para con el tema principal, que empieza a substanciarse después de más de cien páginas de preliminares... (1).

La teoría básica y fundamental del libro es que el Papiro Magdalen y el de Barcelona son de mediados del siglo I d. C. Ahora bien, esta teoría flaquea, hace agua por todas partes. Por si acaso alguien me acusara de puntos de vista personales en la refutación de estas hipótesis aparentemente revolucionarias, voy a criticarlas con palabras del único español que conozco que ha discutido en seno las teorías del libro que comentamos: A. Rodríguez Carmona (quien se inspira, me parece, en observaciones de J. K. Elliot en su reseña en la revista especializada Novum Testamentum). El teólogo español resume así las observaciones que dan al traste con toda la construcción de Thiede:
El primer argumento del profesor alemán es que los dos papiros hermanos (Magdalen y Barcelona) tienen una escritura muy parecida al rollo encontrado en Qumran sobre el Levítico (4QLXXLEVA) que es del siglo 1 d. C.: 'Las letras en los dos papiros están escritas de la misma manera, los trazos verticales y horizontales son del mismo grueso'. Pero "los especialistas replican que esto no es verdad, pues la misma foto del p64 que se ofrece en el libro de Thiede muestra claramente que los trazos verticales son más gruesos que los horizontales". Por tanto, la semejanza o igualdad de escritura falla. ¡Son las manos de dos escribas distintos!

El segundo argumento de Thiede es la comparación de los dos papiros, p64 y p67, con el rollo en griego de los 'profetas menores' (es decir, de Oseas a Malaquías), encontrado también en la zona del Mar Muerto, en Nahal Hever en concreto, datado en el siglo I d. C. El autor alemán "advierte que en los tres manuscritos se emplea en determinadas letras un estilo decorado (que pertenece al siglo I de nuestra era, y no después)". Pero los expertos en papirología replican a Thiede que esto tampoco es verdad; basta con observar atentamente las fotografías de los dos manuscritos (p64 y p67) y contrastarlas con la del texto de Nahal Hever para darse cuenta de que el tipo de escritura no tiene que ver casi nada una con otra.

"Finalmente presenta Thiede otro manuscrito, el papiro de Oxirrinco 246, que es en su opinión, casi gemelo con el p64 y que se puede datar en el 66 d. C. De nuevo los expertos rechazan el parecido y argumentan tras un estudio comparativo que no hay relación importante entre ellos'

Nuevo estudio

A estos serios argumentos podemos añadir, por nuestra parte, los resultados del contundente trabajo de T. C. Skeat, papirólogo renombrado, aparecido en el número 43,1 de la revista New Testament Studies de enero de 1997 (pp. 1-34). Skeat llevaba ya un par de años estudiando estos manuscritos antes de que apareciera la tesis de Thiede. Quedó sorprendido por las ideas de éste, por lo que decidió adelantar en un artículo parte de sus resultados.

Argumenta Skeat, tras un análisis codicolólico exhaustivo de los textos imposible de resumir aquí, que los papiros Magdalen y Barcelona pertenecen a un antiguo códice del que se conserva también otro fragmento, el llamado p4, y que el manuscrito en conjunto (es decir, el formado por los tres trozos) no puede datarse de ningún modo antes de finales del siglo II o a comienzos del III.

Después de exponer los resultados de su propio estudio y de comparar las opiniones sobre el papiro de otros eminentes especialistas concluye: "Para resumir: sobre la base de lo anteriormente dicho la única diferencia real de opinión respecto a la datación de lOS papiros p4 y p64 + p67 es Si (en la opinión de todos los especialistas menos Thiede) han de catalogarse como de finales del siglo II o hacia el 200".

Skeat aporta, además, otro argumento: el tipo de escritura de los dos papiros en discusión (p64 + p67) se parece en verdad a la de otros dos manuscritos griegos (Pap. Vindobonensis G 29768 y 29784), de caligrafía prácticamente igual (tanto, que las manos "pueden describirse como idénticas"),y que son sin duda ninguna de finales del siglo II d.C.

En síntesis, Thiede no parece tener razón en ninguno de sus argumentos. La pretendida revolución cronológica y sus consecuencias se desmoronan por los suelos al fallar su base. Los papiros Magdalen y Barcelona son con toda seguridad de finales del siglo II o comienzos del III. Sobre el origen y fecha del Evangelio de Mateo habrá que investigar por otros cauces.

La teoría del testigo visual

Queda aún una idea que va unida a la tesis principal de Thiede, y es: un evangelio escrito tan poco tiempo después de la muerte de Jesús sólo puede haber nacido de la pluma de un testigo visual. Y si es así hubo de ser fidedigno. Por tanto, todo lo que cuenta sobre la vida de Jesús es verdadero. Por poner unos ejemplos: han de ser ciertas la matanza de los inocentes por parte de Herodes o la visita al niño Jesús de los Reyes Magos...

Pensado fríamente, es difícil entender cómo pueden esgrimiese tales argumentos dentro del ámbito científico. Aunque el Evangelio de Mateo se hubiera escrito en una fecha temprana (hemos visto ya que a partir de los datos de Thiede no es posible.... pero concedámoslo), ¿se sigue de ello necesariamente que el autor del escrito evangélico hubo de ser testigo visual de todo lo que narra? ¿Hay algún nexo lógico en tal deducción? No lo parece.

Concedamos también que el autor del evangelio fuera contemporáneo de algunos hechos de Jesús. ¿Se deduce de ello sin remisión que todo lo que él hubo de escribir diez o veinte años más tarde había de ser necesariamente verdadero? Ciertamente no, salvo que se argumente que el autor estaba inspirado por el Espíritu Santo.... pero entonces nos salimos del ámbito de la Historia. ¿Cuántas narraciones de periódicos o de revistas hay cuyos autores son contemporáneos de los hechos que se narran, de las que se descubre más tarde que o son falsas, o que su óptica está distorsionada, o sesgada, o sencillamente que en ellas se cuenta mal lo acaecido, omitiendo datos importantes o añadiendo otros impertinentes? Por tanto, del hecho de que un escritor sea más o menos contemporáneo de lo que escribe no se deduce que todo lo que él narra haya de ser fidedigno y verdadero. Y volviendo a los ejemplos antes mencionados, la historia de los Magos... o la matanza de los inocentes... noticias del evangelio llamado de Mateo de cuya historicidad incluso los estudiosos católicos serios dudan, ¿han de ser verdades simplemente porque las escribió alguien que vivió más o menos unos treinta años después de esos sucesos? Y una última consideración: ¿Cómo una fecha teórica de un manuscrito hacia el 60 d. C. prueba que fue Mateo y no otra persona quien escribió el evangelio? Creo que no es necesario insistir más en lo endeble de toda esta argumentación.

¿El Evangelio de Marcos en Qumran?

Como dijimos antes, otra de las tesis que va unida con la persona de Carsten R Thiede y con esta pretendida revolución cronológica del cristianismo primitivo es la defensa a ultranza de la teoría (de 1972) de José O'Callaghan de que en las cuevas de Qumran se han encontrado restos del Evangelio de Marcos (el manuscrito llamado 7Q5).

A este respecto se imponen algunas observaciones elementales que arrojan dudas serias sobre la veracidad de esta hipótesis. En ese pequeño fragmento hallado en Qumran la reconstrucción de las letras que faltan o se leen mal es muy dudosa. En primer lugar, no puede estarse absolutamente seguro del número de letras que contenía cada línea de ese manuscrito de la cueva 7, con lo cual la posición de las que quedan es muy discutible. Por tanto, el orden de ellas -fundamental a la hora de establecer por medio de un computador una secuencia de letras que coincida con algún texto conocido- no es totalmente seguro. Segundo, de las aproximadamente 20 letras conservadas en el fragmento 7QS sólo se identifican bien 14; las otras 6 deben leerse de un modo algo distinto al usual, y, lo que es más grave, para que concuerde este fragmentito con nuestro evangelio actual habría que suponer en un texto tan breve, Me 6,52-53, nada menos que la omisión de tres palabras, variante que no parece en ninguno de los múltiples manuscritos que poseemos de ese Evangelio. Por si esto fuera poco, diversas combinaciones con las letras legibles, efectuadas por un ordenador, han dado la posibilidad de que ese pequeño fragmento fuera identificable, también con leves diferencias, con otros textos del Antiguo Testamento, de los Apócrifos, o incluso con algún pasaje de la literatura griega clásica.

Por todo ello la hipótesis de O'Callaghan ha sido generalmente abandonada por insegura.

Recientemente, según me ha comunicado personalmente el editor español de los textos de Qumran, Florentino García Martínez, un nuevo descubrimiento ha venido a zanjar, quizás definitivamente, esta cuestión de si hay o no un trocito del Evangelio de Marcos en Qumran. Recientemente ha quedado confirmado científicamente que cada planta de papiro tiene una configuración especial de las fibras internas que es propia y sólo suya. Esta configuración especial de cada ejemplar de papiro puede compararse exactamente con las huellas digitales entre los seres humanos: no hay dos exactamente iguales. Pues bien, los rasgos peculiares de las hojas de papiro donde están escritos 7Q4 y 7Q5 son exactamente iguales. Se trata, pues, del mismo manuscrito. Respecto a 7Q4, tras laboriosos tanteos y estudios, sabemos que ha sido identificado por fin por Emile Puech (Director de investigación en el Centre National de la Recherche Scientifique de París) como perteneciente al final del llamado Libro I de Enoc. Por tanto, si 7Q4 pertenece al libro 1 de Enoc..., ¡7Q5 también! Por consiguiente, no al Evangelio de Marcos.

Con ello otro pretendido argumento para la revolución cronológica de los escritos del cristianismo primitivo se desvanece también.

En conclusión: nos confirmamos en que las afirmaciones transcritas al comienzo de este artículo son exageradas, apresuradas, falsas y propias de un afán sensacionalista. Hoy por hoy no hay peso en los argumentos sobre la pretendida antigüedad de los papiros del Magdalen College y de Barcelona, o sobre el descubrimiento de textos cristianos en Qumran (7Q5) que nos permitan afirmar que los evangelios de Marcos y Mateo se escribieron muy pronto tras la muerte de Jesús y que son el producto de un testigo visual. Nada de ello es verosímil. El cuadro temporal del cristianismo primitivo que la Filología, la Historia y los estudios cronológicos han ido componiendo lentamente a lo largo de casi doscientos años de investigaciones no se ha modificado.
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Evangelios y Manipulación

Para nadie es un secreto que los evangelios "aceptados" por la Iglesia (es decir, los Evangelios Canónicos) datan de muchos años después de la muerte de Jesús. Para ser más exactos, el texto de Marcos está fechado en el 70 d.C., Lucas y Mateo redactaron los suyos en el 85 d.C. y Juan lo hizo aproximadamente en el 95 d.C.

Pero una cosa muy interesante se descubre en Marcos, quien culmina su evangelio (en su versión original) bruscamente en el capítulo 16, versículo 8, es decir, al descubrirse la tumba vacía de Jesús tras su crucifixión. Se ignora cuánto texto faltaba y cuál sería su contenido. Sin embargo, los textos que hoy en día llegan a nosotros continúan la narración hasta las apariciones de Jesús, lo cual, indiscutiblemente, es un agregado colocado posteriormente.

Sobre Marcos, también hay que destacar que existe un "evangelio secreto", cuyo descubrimiento arqueológico comenzó a llevarse a cabo en la localidad egipcia de Nag Hammadi, a partir de 1945. Entre los textos descubiertos (y que demostraban ser más antiguos que los evangelios canónicos), el profesor Morton Smith localiza en 1958 un fragmento de Marcos en un monasterio cercano a Jerusalén, en el desierto judío de Mar Saba, y que es considerado parte de este "evangelio secreto".

Este fragmento, estimado desaparecido, en realidad fue suprimido deliberadamente por instigación del Obispo Clemente de Alejandría (uno de los más venerados padres de la Iglesia), debido al mal uso que hacía de él la secta gnóstica de los carpocracianos, ya que según palabras del obispo, "no todas las (cosas) verdaderas deben decirse a todos los hombres". En uno de los extractos de este texto, se afirma que cuando Jesús llegó a la tumba de Lázaro, antes que se retirara la piedra que cubría la entrada, se escuchó un gran grito proveniente de la tumba.

Con respecto a los textos "adulterados" de Mateo y Lucas, vemos que se parecen mucho al de Marcos en cuanto a contenido se refiere, repitiéndose incluso palabra por palabra y frase por frase en ambos textos. Por eso se les denomina sinópticos, es decir, que ven las cosas con los mismos ojos. Siempre se pensó que Mateo y Lucas habían copiado a Marcos, pero la aparición de un nuevo texto cambió la situación. A este escrito se le denominó Documento Q, y consta de un grupo de dichos y enseñanzas de Jesús intercalados con algunos relatos de su vida, que incluyen curaciones y expulsión de demonios. Se presume que fue escrito (no se sabe por quién) entre los años 50 y 70 d.C. Su nombre, "Q", se deriva de la palabra alemana Quelle (fuente), nombre que le dio Johannes Weiss en 1890.

Pero mucho más importante es el descubrimiento del Magdalena Gr-17, considerado el primer evangelio. Forma parte del evangelio de Mateo, y es el testimonio de una persona que conoció a Jesús de Nazareth poco antes de ser crucificado.

Este documento descubierto, compuesto de tres fragmentos de entre 1.5 y 3.2 cm., contienen a Mateo 26,7-8; 26,10 y 26,14-15, siendo datado a comienzos del siglo I, es decir, antes de la muerte de Jesús.

Fueron encontrados en un olvidado bazar de antigüedades de Luxor por el reverendo Charles Bousfield Huleatt (1863-1908), quien en 1901 los donó al colegio Magdalena (Reino Unido). Fallecía el 28 de diciembre de 1908 durante un terremoto en Messina, Sicilia.

Si la datación establecida para este documento es correcta, los papiros del Magdalena Gr-17 no sólo serían los fragmentos más antiguos que existen del evangelio de Mateo, sino los más antiguos de todos los manuscritos conocidos del Nuevo Testamento. Su contenido, es el siguiente:
"Hallándose Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, se llegó a Él una mujer con un frasco de alabastro lleno de costoso ungüento y lo derramó sobre su cabeza mientras estaba recostado en la mesa. Al verlo se enojaron los discípulos y dijeron: ¿A qué este derroche? Podría haberse vendido a gran precio y darlo a los pobres. Dándose Jesús cuenta de esto, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? Obra buena es la que conmigo ha hecho. Porque pobres, en todo tiempo los tendréis con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis. Derramando este ungüento sobre mi cuerpo, me ha ungido para mi sepultura. En verdad os digo, donde quiera que sea predicado este evangelio en todo el mundo, se hablará de lo que ha hecho ésta para memoria suya. Entonces se fue uno de los doce llamado Judas Iscariote, a los príncipes de los sacerdotes y les dijo: ¿Qué me queréis dar y os lo entrego? Se convinieron en treinta piezas de plata, y desde entonces buscaba ocasión para entregarle".

Los evangelistas escribieron la vida de Jesús para demostrar que él era el Mesías esperado, y no tanto para contar su historia. Lo demuestra el hecho de que muchos pasajes de la vida de Jesús fueron "adaptados" a varias escrituras pertenecientes al Antiguo Testamento. Citaremos algunas:
Mateo, en referencia al nacimiento de Jesús, nos señala que cuando María quedó encinta por obra del Espíritu Santo, esto sucedió para que se cumplieran las palabras del profeta Isaías: "Que una virgen concebirá y dará a luz un hijo..." (Isaías, 7,14).

De igual forma señala que Jesús nació en Belén para cumplir otra profecía: "Belén, en la tierra de Judá, de ninguna manera eres la más pequeña de sus ciudades; porque de ti saldrá un líder que guiará a mi pueblo de Israel" (Miqueas, 5,2).

Por otra parte, explica la llegada de los Reyes Magos con presentes para el niño recién nacido, pero omitiendo que se inspiró en la profecía de Isaías (60,3): "Las naciones serán traídas a tu luz y los reyes al amanecer de tus días".

La falsa matanza de los niños por parte de Herodes (ver capítulo ¿Fue Herodes un Infanticida?) también está basada en el cumplimiento de otra profecía, esta vez de Jeremías (31,15): "Se oye un ruido en Ramá, el sonido de un amargo llanto. Raquel llora por sus niños; rehúsa ser consolada, puesto que están muertos".

Tras la supuesta masacre, Mateo señala que José y su familia huyeron a Egipto, precisamente para que se cumpla la profecía de Oseas (11,1): "De Egipto llamé a mi hijo".

Una vez muerto Herodes, José decide no regresar a Judea, sino ir a Nazareth, cumpliendo así una profecía cuya referencia no está indicada: "Que habría de ser llamado Nazareno".

Y así podríamos seguir, pero sería un texto demasiado extenso. Con unos cuantos ejemplos es suficiente para darnos cuenta de la magnitud de la manipulación...

Jesús de Nazareth: Un nacimiento "manipulado"...

Si hacemos caso a los evangelios apócrifos (evangelios ocultos por la Iglesia y que narran una vida de Jesús un tanto diferente a la conocida), uno de los pasajes más censurados y sometidos a viles modificaciones, es el nacimiento del hijo de Dios, pues aquí se ocultan una serie de fenómenos inexplicables que sucedieron durante este acontecimiento. Para ello vamos a basarnos en el Protoevangelio de Santiago, que fue escrito en el siglo II, y que constituye uno de los más antiguos.

Resaltemos, en primer lugar, que Jesús (cuyo verdadero nombre era Jeshu Bar Nagara) no nació en Belén (tal como se cree), sino camino a la pequeña ciudad, en el interior de una gruta (puesto que tampoco nació en un establo). Al adelantarse los dolores del parto, por el incómodo traslado hasta la ciudad de Belén, decidieron quedarse en una gruta, mientras José iniciaba la búsqueda de una partera en Belén, pues no quería someter a su mujer a la vergüenza de dar a luz a mitad del camino y a los ojos de todos los transeúntes.

Según los textos apócrifos, el viejo carpintero nos narra lo sucedido: "Yo, José, avanzaba y he aquí que dejaba de avanzar. Y elevaba mis miradas al aire y el cielo lo veía inmóvil y los pájaros detenidos. Y las bajé a tierra y vi una artesa y obreros con las manos en ella. Y los que llevaban la mano a su boca no la llevaban, sino que tenían los ojos puestos en la altura. Unos carneros permanecían quietos y el pastor levantaba las manos para pegarles con su vara y la vara quedaba suspensa en el vacío. Y en un instante todo volvió a su anterior movimiento".

Todo nos inclina a pensar que durante el proceso final de parto, todo quedó paralizado, tal como si el tiempo se hubiera detenido para que José pudiera encontrar a la "partera adecuada". Un hecho inusual que no podemos dejar pasar por alto, dadas las extrañas circunstancias. Pero continuemos con la historia. Al concluir estos acontecimientos, José se topó con Salomé, una partera. El padre de Jesús nos cuenta los acontecimientos ocurridos en la gruta donde María daría a luz: "Y he aquí que una nube luminosa la encubría. Y la nube se retiró enseguida y apareció en el interior de ella una luz tan grande que nuestros ojos no podían soportarla. Y esta luz disminuyó poco a poco hasta que el niño apareció".

¿Acaso nos encontramos ante la presencia de un OVNI...? ¿Jesús descendió de una nave extraterrestre...? ¿Es por ello que muchos años después afirmó que su "reino" no es de este mundo...?

Seguramente muchos rasgarán sus vestiduras antes de aceptar esta posibilidad.

Para finalizar este extraño episodio "bíblico", destacamos que otra nube luminosa guio a los Magos desde Oriente, y que dicha "estrella", se detuvo justo en el momento que sobrevolaba la gruta donde se había producido el milagroso "nacimiento" de un niño que dividiría la historia de la humanidad en dos partes: antes y después de él. El problema radica en el hecho que el viaje en camello hasta la gruta debió llevar cuanto menos varios días, y la misteriosa "estrella" estuvo guiando a los Magos día y noche. ¿Cómo es posible que pudieran seguir la estrella a plena luz del día? Observemos el cielo: la imponente luz del astro Sol nos impedirá siempre observar las estrellas, por lo que tenemos que recurrir al apoyo de la oscura noche, cuando el cielo queda despejado para los curiosos ojos que buscan mucho más que una estrella en el firmamento.

Esto deja claro que la estrellas debía ser muy particular, de enorme tamaño y con un brillo capaz de opacar al Sol por donde pasara hasta llegar a su destino. He aquí otra interrogante ¿Por qué la estrella se detuvo precisamente encima de la gruta donde había ocurrido el particular nacimiento?

Es difícil creer que una estrella pudiese comportarse de esta forma tan particular. Al llegar al punto de la gruta, deja de ser importante en la historia, pues los Magos dejan de seguirla. Es muy posible que haya desaparecido tras haber cumplido su "misión"...

¿Fue Herodes verdaderamente un infanticida...?

"Entre tanto Herodes, al ver que los magos lo habían engañado, se enojó muchísimo y mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y sus alrededores, de acuerdo con los datos que le habían proporcionado los magos". Así narra Mateo la masacre de niños que supuestamente ordenó Herodes.

Herodes llegó al trono en el año 716 del calendario romano, es decir, en el 37 antes de Cristo. Reinó durante 33 años y falleció en la primavera del año 4 antes de Cristo. Este dato es suficiente para entender que fue imposible que Herodes ordenara la matanza que le imputan en la historia, pues de ser así, Jesús hubiera nacido el año 6 antes de Cristo.

Olvidemos un poco la fecha, para resaltar otras curiosidades: el historiador romano Flavio Josefo (de origen judío y que falleció en el año 100 después de Cristo), no reflejó este importante episodio en su obra Antigüedades Judías, la cual por cierto, es muy detallada en sus narraciones. Expliquemos que en este libro están anotados, uno a uno, todos los crímenes cometidos por Herodes, pero nada dice del infanticidio que costó la vida a tantos niños.

Inclusive, su biógrafo Nicanor, quien siempre justificaba las atrocidades de este tirano romano, no explica en ninguna parte lo que lo llevó a cometer esta matanza. De hecho, ningún documento de la época reseña este horrendo crimen. Esto es por una sencilla razón: la narración de Mateo es una leyenda, y nunca sucedió.

Es probable que toda esta "fama" se deba al hecho que Herodes, en el año 7 antes de Cristo, hizo estrangular a sus hijos Alejandro y Aristóbulo cuando descubrió que uno de ellos se conjuró en su contra.

Asimismo mandó linchar a 300 jóvenes seguidores de sus hijos.

Falta un detalle importante: ¿No era más fácil enviar unos espías a Belén y asesinar al problemático niño directamente...? ¿Qué sentido tendría asesinar a todos los menores de dos años, en lugar de buscar al verdadero "culpable" de su preocupación, es decir, al nuevo rey de los judíos? ¿Iba Herodes a confiar en tres magos totalmente desconocidos para él, que además eran adoradores de este niño...? Demasiadas preguntas que carecen de una respuesta lógica.

La sorprendente niñez de Jesús de Nazareth...

Son muy pocos los matices que las Sagradas Escrituras nos ofrecen sobre la niñez de Jesús, quien por cierto, recibía el sobrenombre de Bar Nagara en arameo, que significa hijo del carpintero. Sin embargo, los evangelios apócrifos nos asombran con sus revelaciones, específicamente el Evangelio Árabe de la Infancia, que nos cuenta la siguiente anécdota:
Jesús, quien contaba siete años de edad, jugaba con otros niños haciendo figuras de barro. Todos presumían de su trabajo, pero al llegar el turno de Jesús, éste aseguró: "Mis figurillas marcharán, si yo se lo ordeno". Acto seguido, las hizo volar, posarse, y beber en un manantial...

El Evangelio de Santo Tomás también narra este episodio, que por cierto sucedió un sábado, con lo cual enfrentaba lo prohibido por la Ley Judía. Uno de los niños que reprochó el hecho fue el hijo de Anás, quien no dudó en vengarse del pequeño "mago", y cuyo suceso es relatado por los apócrifos: "... con una rama de sauce, el niño dispersaba las aguas que Jesús había reunido. Y Jesús, viendo lo que ocurría, se encolerizó y le dijo: Insensato... He aquí que te secarás como un árbol". Acto seguido, el pequeño contrincante quedó "tieso" como un palo.

¿Se trataba acaso de poderes paranormales que el niño Jesús sabía controlar muy bien? Otra anécdota nos cuenta que había un tal Salém que teñía trajes, al que un día Jesús, como broma, los tiñó en tinta de índigo. El texto apócrifo prosigue así: "Jesús se puso a sacar la tinta de los trajes y le dio a cada uno el color que deseaba. Los judíos, a vista de prodigio tamaño, glorificaron a Dios".

No siempre utilizaba sus poderes para asustar a los demás chicos, como la ocasión en que convirtió a tres niños en cabritillos. Cuando su madre le pedía agua, la multiplicaba, y si su padre requería doblar material de dureza extrema en el taller, "Jesús extendía su mano hacia el objeto y la cosa quedaba hecha como deseaba, sin que el niño tuviese casi que tocarla".

El Evangelio Apócrifo de Mateo nos relata, que en cierta oportunidad, un niño cayó por una baranda y falleció. Todos los presentes acusaron a Jesús por el accidente, "pero Jesús callaba y no respondía, descendió de la terraza y llamó al muerto por su nombre de Zenón, y éste respondió: Señor. Y Jesús le preguntó: ¿Te he tirado yo de la terraza al suelo?. El niño contestó: No, Señor". Este fue el primer muerto al que Jesús resucitó. Y no sería el último...

La gran interrogante que surge, siempre que aceptemos lo que estos textos nos afirman, es si Jesús conocía sus poderes desde el momento de su nacimiento, o los fue descubriendo con el tiempo, para lo cual habría tenido unos "maestros" (¿extraterrestres?) que le fueron educando en el constante aprendizaje del dominio de esos poderes especiales. Quizás los mismos "ángeles" que cuidaron de su madre terrenal durante su infancia y pubertad.

¿Sería este "entrenamiento" desarrollado durante los enigmáticos años perdidos de Jesús...?