Alice Baylei
Sabiduría, quien le dijo que tenia un trabajo que hacer cuando cambiase su disposición (bastante desagradable en esos momentos). No fue hasta que tuvo 39 años y tres niños cuando estuvo por primera vez en contacto con el Maestro Tibetano en un nivel espiritual. Se anunció a través de una nota musical.
El le comunicó que escribiría a través de ella un libro. En el evento, que duró de 1919 a 1949, publicaron juntos 18 volúmenes, muchos de ellos son el tema de este artículo. Voy a encarar el tema como si verdaderamente haya sido Alice Bailey quien haya escrito estos libros, pero hay factores que juegan tanto a favor como en contra de esta interpretación. Los libros están escritos en su propio estilo de inglés; también, los tibetanos dicen en uno de ellos que no es tan fácil describir sus ideas en el medio occidental y ella , por otro lado, sugiere alguna corrección de vez en cuando. Así, en los últimos libros puede haber distorsiones debidas a la personalidad cultural de Alice y a sus propias limitaciones.
Por el otro lado, tenemos un auténtico ejemplo de la influencia de su propio idioma y la influencia de su Maestro en los escritos de su Autobiografía Inacabada. Es diferente el estilo y conserva parte de su personalidad: nacida en una familia bien pero esencialmente una mujer que no ha desarrollado su intelecto. El conocimiento mostrado en los libros, por ejemplo en la naturaleza del tema, muestra una evolución más refinada de la que ella poseía en ese momento. Es más, sus escritos parecen armonizar con los descubrimientos de los físicos teóricos de hoy en día.
Finalmente, el lenguaje con el que están escritos los libros son de una gran majestuosidad y claridad; y hay una consistencia de pensamiento muy por encima del rendimiento de los escritos, que sugiere un entrenamiento sistemático. Como todos los grandes sistemas de conocimiento, las enseñanzas tibetanas tal como son reveladas a través de Alice Baley contienen ciertas presuposiciones básicas. En ellas se incluye la suposición del libre albedrío, el desarrollo, la evolución del alma hacia Dios, pasando por un gran número de encarnaciones, y la presencia de energía como la sustancia mental básica del universo. En la segunda presuposición de la evolución espiritual, el Maestro comenta en uno de sus últimos libros, La Exteriorización de la Jerarquía: "Deberías recurrir al lugar en donde la bondad innata del ser humano pudiese finalmente triunfar ( en cualquier caso), porque la cosa más escabrosa puede superar la tendencia universal de la bondad. (Así, porqué la reencarnación es necesaria?) Olvidáis que las fuerzas diabólicas poseen una potencia que pueden destruir las formas muy fácilmente, tanto que las almas avanzadas no puedan reencarnarse, por tanto estáis directamente afectados por el plan-tiempo del proceso de evolución; vuestra evolución puede retrasarse muchísimo (quizás por milenios), y por tanto retrasarse la manifestación del Reino de Dios. ..
EL quid de la cuestión es que la evolución espiritual no es automática ni rutinaria. Estamos inmersos en algo parecido al conflicto maniqueo entre la luz y la oscuridad, en donde las fuerzas de la oscuridad siempre están activas y pueden causar un tremendo daño. El maestro sopesa nuestras dificultades en Occidente, en un trabajo que pronto verá la luz, "El discípulo en la Nueva Era", vol.1, en donde El dice que el material para el discípulo con el cual los maestros tratan es de más alta calidad que en tiempos anteriores. No obstante, el experimento de llevar la nueva técnica del trabajo de grupo tiene que ser llevado a la civilización Occidental, donde está el estrés y la tensión. El vivir con ese estrés impone en todos los aspectos de la vida una preocupación y un esfuerzo indebido, pero si el resultado es exitoso, el grado de la materia sube a un nivel más sutilmente poderoso. La jungla de Occidente es de un tipo diferente a la de los paices del Este. En Occidente piden la paz desde un estado de confusión por el (y de cansancio); la piden persistentemente en vez de desearla por su mal estado de salud. Para los discípulos en el Occidente no hay retiro del mundo, no hay espacio para la calma y el silencio de lo que en hindú es llamado el samadhi, una completa separación entre los llamados del cuerpo y las emociones.
El trabajo tiene que hacerse en medio del ruido. La Evolución Espiritual para el hombre occidental, supone una larga lucha en soledad contra las fuerzas adversas de las que frecuentemente se quiere escapar, y de las que uno debería algunas veces sentirse sometido. El factor necesario es el uso del libre albedrío, libremente y de una manera voluntaria, eligiendo la bondad. Así, Cristo (el Maestro de los Maestros) y la Jerarquía Espiritual nunca infringen el derecho divino del ser humano de tomar sus propias decisiones y de alcanzar la libertad luchando por conseguirla. De todas maneras, dentro del vasto proceso del Plan, incluyendo la majestuosidad de la entera evolución planetaria hay de hecho, una unidad de destino como hombres, como grupo de evolución, sin libre albedrío. El universo está finalmente determinado , como un reloj "desovillando" el tiempo. El hombre está sujeto a lo que llamamos " los actos de Dios", y anteriormente, no hay ayuda, no hay elección ni posible escape. Pero todo ello forma parte del Plan último.
Esta situación implica que una elección tomada erróneamente hace que se ponga en marcha la ley karma o la Ley de Causa y Efecto en el reino humano. No es correcto ver esta ley como meras retribuciones como muchas personas hacen. No solamente hay mucho más karma "bueno" que "malo", sino que a través del fuego purificador del dolor y el sufrimiento se nos guía siempre hacia arriba dentro del camino espiritual, más o menos duramente, en la medida en que necesitemos creer en ese momento. En estos momentos, debería decirse que todo está muy bien, pero qué hay de nuevo en todo ello? Seguramente, algunos fragmentos pueden ser encontrados en cada fé y todo este asunto es solamente un lió esotérico que quizás Alice Bailey mezcló en sueños? El libre albedrío y el derecho a elegir la maldad en lugar de la bondad se puede encontrar dentro de la fe cristiana; la evolución espiritual es común en otras religiones, por ello se han añadido las nociones de hinduismo sobre el karma y la reencarnación, las cuales generalmente son aborrecidas por la civilización occidental. Hablando en términos de una exposición aún incompleta, la repetición solamente puede hacerse en referencia a los sustanciales pasos que tienen que ser andados hacia las respuestas de estas antiguas cuestiones teológicas de identidad, maldad y sufrimiento. Hablando desde el término de lo que somos, nosotros poseemos una identidad como almas individuales dentro de un largo y finalmente triunfante día hacia la Luz. De ese modo, un sentido dentro de nosotros sabe adonde nos dirigimos, o al menos cómo llegar. El problema de la existencia de la maldad está presente para que podamos recorrer esa jornada usando nuestro libre albedrío, eligiendo nuestro propio camino.
El justo sufre precisamente porque está en el Camino y porque está sujeto a la ley del karma, el triunfo del injusto es breve porque sólo puede escapar temporalmente de sus responsabilidades refugiándose bajo la bandera de las fuerzas oscuras. El propósito de la evolución a través de las reencarnaciones es porque el Logos Planetario, o Dios, tal como le conocemos nosotros, está evolucionando también. A medida que nosotros evolucionamos espiritualmente, nos volvemos parte de Su propia evolución. El tema básico que posiblemente llevaría a Alice Baley a tener un pique con la iglesia ortodoxa es desde luego el de la reencarnación, y seguramente se deberían decir más cosas al respecto. Entre las leyes del cuerpo esotérico, la reencarnación es referida como la Ley del Renacimiento. Podemos aclarar la confusión que existe entre la reencarnación y la transmigración de las almas; se ha interpretado ésta última, diciendo que el alma del hombre puede encarnar en seres inferiores al humano, en animales o incluso en inferiores formas de vida.
La Ley del Renacimiento supone, contrariamente, un proceso de evolución progresiva, permitiendo a los hombres desarrollarse desde el materialismo más grosero hasta el principio de perfección espiritual . Este proceso es variable en cada persona, va a depender de sus circunstancias y de su actitud en la vida. Es la expresión de la voluntad del alma; porque es el alma la que se encarna, eligiendo y construyendo el cuerpo físico, emocional y mental apropiado para que pueda, a través de estos vehículos, aprender las lecciones necesarias. Es un hecho significativo, hablando en términos de la Nueva Era, que el Alma se reencarne en grupos, en grupos de una edad determinada. Nos encarnamos cíclicamente, bajo la Ley del Renacimiento, para poder alcanzar una buena relación con Dios y con sus criaturas. Cuando un hombre ha aprendido a no responder de una forma separada como un yo, se libera de su propio karma y sigue buscando la conciencia plena en un grupo, ya no más en sí mismo solamente. El alma se despierta en todas las formas y aspira llegar a la plenitud y a la elevación del Cristo (EPH IV : 13). La creencia en la reencarnación tal como es interpretada por Alice Bailey parece inicialmente tener ventajas e inconvenientes si la comparamos con la creencia hindú o cristiana. A los occidentales nos parece repugnante la idea de pasarnos una eternidad trabajando duro dentro de la rueda de la reencarnación y, a cambio, no haber pasado en términos de evolución a otros niveles más elevados de existencia. Aquí, los iniciados en el camino siempre tienen la libertad de mejorar mediante el propio esfuerzo y la ayuda y el coraje de la Jerarquía de los Maestros.
Por otro lado, los Cristianos se quejarían de que no puede haber un ajuste de cuentas desde el divino amor de nuestro Señor Jesucristo y de su inmenso sacrificio de redención en la Cruz. No puede haber, en otras palabras, la posibilidad de un cortocircuito del Karma. Este malentendido es debido al especial sentido de desarrollo en el concepto de Amor en las enseñanzas tibetanas. Nos anima a meditar profundamente en tres altas expresiones del amor: Amor en la Personalidad, Amor en el Ego o Alma y Amor en la mónada del Cosmos. El Amor en la Personalidad (la más baja vibración) se va desarrollando desde el amor a uno mismo, como el centro de todo, el amor a la familia y amigos, amor a otros hombres y mujeres hasta llegar al amor por la humanidad como amor y conciencia de grupo, la cual es la característica predominante del Alma. Amor en el Alma, gradualmente llega a ser amor por la humanidad dentro del amor universal: un amor que envuelve todas las formas de la divina manifestación de la vida. Expresar este amor, tal como dijo San Francisco, es en esencia ayudar a la evolución; sacrificarse por ella tal como hizo Cristo durante la agonía, asumiendo las más vastas vibraciones terrenas.
El punto verdaderamente importante es que los tibetanos no hablan para nada del amor de la personalidad. Considerado el Amor verdadero para muchas personas, este tipo de amor (él dice) no es realmente amor, sino afecto: una mezcla del deseo de amar y el de ser querido por razones de seguridad. El amor más alto, no es ni un sentimiento ni una emoción. Es el manejo de la fuerza que guia los mundos, que nos dirige hacia la integración, la unidad, incluso la fuerza que Dios es en acción. El amor espiritual es algo muy duro de cultivar (debido a la naturaleza egoísta inherente al ser humano). La expresión del amor espiritual nos pide que demos lo más grande que puede dar un ser humano, y que acabemos con nuestras actividades egóticas.
Después de entender completamente lo anterior, necesitaremos explorar otra característica que sobresale de las enseñanzas tibetanas sobre el contacto con el alma. Aquí debo hacer referencia a uno de los mejores libros escritos a través de Alice Bailey, El Tratado de Magia Blanca, el cual puede sorprender profundamente a los científicos por su amplia perspectiva del universo. Como ya es usual en estas enseñanzas, la frase magia blanca tiene otro significado del que comúnmente se le da. La magia es el uso de la energía por medios paranormales, y la magia blanca es el correcto uso de esa energía a través de la voluntad concentrada para el beneficio de la humanidad. El mago blanco es aquel que beneficia a todos con su voluntad.
El mago del camino del lado izquierdo, el contrario, trabaja solo, o coopera con otros con fines ocultamente egoístas. Estamos aquí para recordar que incluso los hermanos del lado oscuro son nuestros hermanos, que aunque equivoquen su camino, siguen siendo hijos del único Padre, perdiéndose en el materialismo y alejándose del Plan Espiritual. El concepto de magia blanca y negra, tiene a su vez, como una moneda, dos caras diferentes, dando un nuevo giro al concepto cristiano del pecado. La única manera en que el pecado cobra algún significado, es en la separación del hombre con Dios, y sus dolorosos esfuerzos para ascender de nuevo hacia Él. Nuestra libre voluntad hace que usemos muchas veces nuestra energías para desviarnos del camino de la expansión de la conciencia y por tanto de la unión, eso es lo que se llama pecado.
En la medida en que abrimos las puertas a las fuerzas oscuras estamos viviendo en pecado, porque la oscuridad nos arrastra fuera del camino. Si un hermano del reino del oscuro gana control sobre otro hombre, tan sólo demuestra que el hombre tiene sus puntos débiles. La puerta tiene que ser abierta por el hombre mismo, de ahí la necesidad de ser escrupulosamente puros: limpiando el cuerpo físico, aprendiendo a estabilizar el cuerpo emocional y desarrollando la pureza de nuestros pensamientos. Cuando ello suceda, habrá coordinación en los cuerpos más bajos y la propia persona será quien se permita a si mismo la entrada. El Tratado de Magia Blanca se basa en el poder mágico del alma, o cual es la mejor manera de vivir la vida desde el hombre espiritual. El libro se basa en 4 postulados, o posiciones elementales de la verdad que pide el pensador. Todo ello nos lleva a una tercera suposicion sobre la energía con la que empezamos y son de una gran importancia :
1. Existe en el Universo una Energía o Fuerza de Vida que es la responsable de todas las formas de vida. Estas formas de todos tipos son, por tanto, la expresión del tiempo y del espacio de la energía central universal.
2. Esta Anergia o Fuerza de Vida manifestándose a través de la materia, produce un tercer factor que es la conciencia (también una forma de energía). Así, todos los aspectos de la Fuerza de la Vida toman tierra y crean una forma de algún tipo, más vasta o refinada, y asumen existencias separadas como nosotros, con vibraciones específicas y estabilizadas. Cuando el tiempo y el espacio desaparecen, como ocurre con la muerte, la unidad central de la Fuerza de la Vida se reafirma, y sólo el espíritu permanece. 3. El por qué esta vida toma forma de ésta manera, es por el desdoblamiento de la conciencia de la revelación del alma, expresada a través de la luz. Los conceptos de luz y sonido, ambas formas de energía, son de gran importancia dentro de las Enseñanzas de los Maestros. Velada y oculta detrás de cada forma de expresión de esa energía está la luz, la orden original, "que todo sea la luz" antes de cualquier creación, pero Luz también significa comprensión, despertar, iluminación.
4. A todos se nos reconoce por la cualidad de nuestra luz, hay algunos que pueden incluso ver el aura, cuyos colores hablan de la calidad particular de cada ser individual.
5. Todas las vidas se manifiestan de una forma cíclica. Esta es simplemente la ley de la reencarnación, la cual ya ha sido examinada anteriormente, la cual hace referencia al perfeccionamiento gradual del aspirante a través del desdoblamiento de la conciencia.
Los Maestros continúan el libro hablando de la Naturaleza Interna del Hombre y de algunos detalles respecto al Cuerpo, Alma y Espíritu. Cada una de estas entidades toman su turno, prestando una atención especial al Alma, como el nivel al que todos aspiramos. Los tibetanos, hablando primeramente del Cuerpo, afirman que pensamos erróneamente conocerle. Ha sido estudiado durante siglos a nivel de su anatomía, pero de hecho, está sujeto a la Ley de la Analogía - tal como es arriba es abajo-. Su sentido es que el cuerpo refleja el alma y el alma refleja el estado del cuerpo. El cuerpo es la expresión de la energía del alma, y por tanto, finalmente, un reflejo de la Fuerza de la Vida, pero también tiene otros atributos importantes que no son puramente materiales.
Primero de todo, debemos recordar que finalmente no queda nada en el mundo creado que no sea energía en movimiento, y que cada pensamiento dirige algún aspecto de esa energía. Así, trabajando con y a través de nuestros cuerpos, trabajamos con y en nuestra anergias; de hecho, tanto la actividad positiva o negativa en el plano físico, es debida simplemente a la dirección positiva o negativa de las corrientes de nuestra fuerza mental y no está relacionada con algo inherente a las propias energías. En segundo lugar, el hombre se mueve en un remolino de fuerzas de todos tipos y cualidades y está relacionado con el resto de energías del universo.
La conexión es debida a lo que se llama el cuerpo etérico, que es mucho menos denso que la materia física, es un molde y al mismo tiempo envuelve el cuerpo físico. Tiene muchas funciones en relación con su contraparte más densa. El cuerpo etérico acumula luz radiactiva y calor, para controlar la transmisión con el cuerpo físico forma una barrera entre el plano físico y el peligroso plano astral que sólo puede ser transcendido cuando la conciencia está suficientemente desarrollada para permitir salir del astral. El denso cuerpo físico, compuesto por átomos, cada uno de ellos con su propia energía, luz y fuerza, se mantiene sólido y se expresa a sí mismo gracias a las energías que componen el cuerpo etérico. No sorprende entonces que los desórdenes en el cuerpo etérico tengan consecuencias calamitosas en el cuerpo físico. De hecho, una 'congestión' etérica podría traducirse en muchas enfermedades físicas o mentales. Los Maestros nos cuentan que la mejor prevención es poner en marcha el Alma. También resaltan que otra intervención directa de curación mediante la movilización de las energías es posible en cualquiera de los niveles más bajos de enfermedad física, etérica o mental. Mas arriba de estos niveles, no es necesaria, ya que a esos niveles todos tenemos una salud perfecta. El cuerpo etérico está formado verdaderamente por una red de canales finísimos o líneas de fuerza, y hay puntos donde estas líneas se cruzan y entonces forman centros de energía, y donde estos corrientes de energía se juntan y se cruzan con mayor intensidad, es a lo largo de la columna vertebral hasta la cabeza, allí están los siete centros más importantes.
Todo el tema de los centros de energía es peligroso si se entiende equivocadamente, constituyen un peligro si son despertados prematuramente o energetizados excesivamente, toda esa área puede ser una amenaza para el experimentador ocioso. El Maestro nos advierte de que no encendamos el fuego estimulando prematuramente los centros. Antes bien, deberíamos emplearnos en desarrollar en nuestra vida el altruismo y la purificación, en conocernos a nosotros mismos y en servir a la raza de los hombres en una abnegación completa. Cuando todo ello ya se haya hecho, y el hombre haya elevado y estabilizado sus vibraciones, verá que el desarrollo de sus centros ha seguido un curso paralelo a su evolución, y que las energías se han elevado también de los centros por debajo del diafragma hacia los centros superiores. Esta línea de pensamiento se dirige naturalmente al Alma y a su desarrollo. Los tibetanos otra vez, nos dan nueva información sobre la naturaleza del alma la cual posee una inusual pero persuasiva cualidad.
El Alma no es ni mucho menos la suprema entidad de Cristo enseñándonos, como la intermediaria vital entre la materia y el espíritu. Es, como seguramente los cristianos estarían de acuerdo, el vínculo entre Dios y la humanidad, pero al mismo tiempo, sostiene todas las formas (tal como hace el cuerpo etérico a un nivel más bajo), y por tanto Dios debería expresarse a través de todas esas formas. El alma es, por tanto, la que provee a las formas materiales de sus características distintivas. Actúa sobre la materia, forzándola para que asuma ciertas formas para que pueda responder a ciertas vibraciones y pueda construir formas visibles en el mundo material, al que reconocemos como mineral, vegetal, animal y humano, y formas más elevadas que no podemos ver con nuestros ojos. Las claras implicaciones que siguen son que todas las formas tienen alma. Las cualidades, vibraciones, colores, etc., en todos los reinos de la naturaleza tienen cualidades del alma. El alma es el factor consciente en todas las formas. Por tanto, debería definirse, dicen los tibetanos, como un aspecto significativo de cada forma (hecha por la unión del espíritu y la materia), la cual siente, registra los sucesos, siente atracción o rechazo, responde o retarda la respuesta, y hace que todas las formas estén en una condición constante de actividad vibracional. Aún más, el alma del Hombre consciente de sí mismo, está en armonía con el alma de todas las cosas.
Ello es una parte integral del Alma Universal, y por esa razón puede darse cuenta del propósito consciente de la Deidad. Puede de una manera inteligente, cooperar con la Voluntad de Dios y por tanto trabajar en el Plan de la Evolución, pero en primer lugar, como ya hemos visto, debe contactar con el ser inferior, antes de lo cual permanece en profunda meditación. Otras de las cualidades ligadas al desarrollo del alma y que por tanto necesitamos cultivar, son la alegría y la felicidad. La cuestión aquí es que la depresión y otras mórbidas preocupaciones, desembocan en una sensibilidad enfermiza. La crítica a los demás, lleva al discípulo a una condición de inutilidad. Por el contrario, la felicidad está basada en la confianza de Dios, en un sabio uso del tiempo y en el perdón de sí mismo. Los Maestros nos alientan para que disfrutemos con todas las cosas agradables que lleguen a nosotros, con esa responsabilidad de esparcir alegría y no revelarnos contra la felicidad y el placer en el servicio, porque si no hay alegría, felicidad, es un signo de que las cosas no van bien.
El Maestro diferencia sobradamente felicidad, alegría y éxtasis, como los tres niveles a los que nos hemos familiarizado hasta ahora. Primero, la felicidad se asienta sobre las emociones, y es una reacción de la personalidad bastante apropiada en la escena total de las cosas. Llega cuando la personalidad se encuentra con las condiciones que satisfacen alguna parte de su baja naturaleza. Por tanto, la felicidad es la meta del ego separador. Cuando buscamos vivir como almas, lo que hace estar contento al hombre de vibraciones bajas, hace estar descontenta el alma, encontramos alegría en las relaciones con los demás y atraemos hacia nosotros las condiciones que nos llevan a poder expresar mejor el alma en el grupo. Todo ello encierra una paradoja oculta, ya que en medio de esa profunda y personal angustia e infelicidad, la alegría del alma se conoce y se siente. Finalmente está el éxtasis, que está en la naturaleza del Espíritu y del cual se dice es infructuoso hasta que el alma hace realidad la unión con el Padre. A pesar de que el Maestro nos impulsa a sentir la alegría, la cualidad del alma a la que podemos aspirar, la alegría está basada en el conocimiento de que la humanidad siempre ha triunfado a pesar de las aparentes debilidades y de la destrucción de pasadas civilizaciones.
Serán también motivo de consideración otras tres características integradas en el alma, y veremos como la figura del tres no es por accidente. Estas tres cualidades con: indiferencia, impersonalidad e imparcialidad, y deben ser consideradas de forma muy cautelosa, desde que algunas personas entendieron estas cualidades de forma negativa, como significando estar aparte de todo y en una actitud ausente de amor. De hecho, estas características resuenan perfectamente con lo que se ha dicho anteriormente sobre el alma. El concepto de indiferencia significa el poder alcanzar una actitud neutral hacia lo que es llamado el no-ego. Es la actitud de no prestar una atención indebida al cuerpo físico, a los cambios de humor y los sentimientos, o a las condiciones mentales. El cuerpo existe y necesita de cuidados; los estados de ánimo y los sentimientos son potentes y agotadores y son fuente de mucho malestar. Pero debemos pactar con ellos, dice el Maestro, no luchar contra ellos, sino substituyendo nuestros intereses por otros, ignorándolos y tratándolos con indiferencia hasta que mueran por falta de atención. Similarmente, cuando un hombre empieza a vivir como un alma, la primera lección que debe aprender es que el Maestro trabaja con almas, y no contacta ni cuida la personalidad, lo cual no representa que no pueda sentir angustia por el inmenso sufrimiento del mundo, ni que no quiera liberarlo de ese sufrimiento.
Ellos se dan cuenta, mucho más que nosotros de las verdaderas necesidades del mundo, y de la oportunidad de aprovechar ese sufrimiento para avanzar espiritualmente hacia otro estado en el cual la agonía del cuerpo y de la mente ya no sea necesaria ni apropiada. Es a través de la impersonalidad que podemos disfrutar del trabajo, sin un pensamiento de ego o felicidad, sin promesas de un éxito futuro y tal como el Maestro bellamente lo expresa, sin exigir dolor por la tierna caricia y contacto con aquellos más despiertos en conciencia que nosotros. Si esta actitud no puede hacerse realidad, entonces deberemos reconocer el hecho y comprender que ninguna culpa nos sujeta. Si funcionamos de manera predominante en el nivel de la personalidad, no nos será posible acercarnos hacia el grupo de Maestros al nivel mental. Si seguimos siendo muy destructivos y personales, podríamos aún hacer daño y causar problemas al grupo, podríamos ver los sucesos a través de la estimulación del grupo, para los cuales aún no estamos preparados y hacernos añicos.
Cuando hayamos aprendido la lección de olvidarnos de nosotros mismos y no busquemos nada para el ser separado, cuando permanezcamos firmemente sobre nuestros pies y busquemos la ayuda dentro de nosotros mismos, y no fuera en los otros, cuando la tendencia de nuestra vida sea la cooperación, solamente entonces podremos pasar del estado pasivo al estado activo de grupo de trabajo. En tercer lugar y con respecto a la imparcialidad, el trabajador de magia blanca debe permanecer libre tanto como pueda de identificarse con lo que ha creado o con lo que intentó crear. Mucho del verdadero trabajo del alma se convierte en escabroso simplemente por el fallo del trabajador y el constructor de no guardar silencio. Hablando prematuramente de lo construido, se destruye lo que se ha intentado construir. Es solamente en el espíritu de la verdadera imparcialidad donde se realiza el verdadero trabajo del discípulo. Entonces es capaz de darse cuenta de que el que permanece en su vida es simplemente un trabajador - una de las más grandes armas de la jerarquía de los trabajadores- el cual supuestamente no continúa con las inclinaciones de su personalidad, ni con sus objetivos ni deseos. No hay nada más para él que trabajo y una constante asociación con las otras personas. Ella debe ser, naturalmente, una persona que se aísla, con un profundo anhelo de soledad, que no llega nunca a cumplir ese anhelo. Esta es la pena que debe soportar para tener la oportunidad de conocer las necesidades de la humanidad. De una manera similar, el cansancio físico no debe perjudicar la 'utilidad' del discípulo. Para muchas personas, las incapacidades físicas de diversos tipos van minando su trabajo; pero aquellos que están en el camino, a menudo tienen la curiosa capacidad de continuar, sin importar lo que les esté sucediendo físicamente.
El cuerpo puede llegar a ser el reflector de la vida mental, en la cual el discípulo permanece esencialmente no afectado por las condiciones externas. Aprende a vivir con sus incapacidades físicas y su trabajo mantiene su elevado nivel de siempre. La recompensa para aquellos que se sobreponen a los casi siempre temporales obstáculos en el camino del alma es enorme. La serenidad , en primer lugar. Aquí el Maestro señala rápidamente que serenidad y paz no son exactamente la misma cosa. Claramente la paz debe ser siempre temporal, y está relacionada con el mundo de los sentimientos y cualquier situación en la que nos podemos encontrar obstáculos. Es esencial para el progreso que cada paso dado hacia adelante este marcado por obstáculos y por situaciones de crisis y caos, que cuando son dirigidas adecuadamente son seguidas por cortos períodos de paz. Pero esta paz no es serenidad, y a un discípulo no se le permite 'engrandecerse' dentro del aura del Maestro hasta que esta serenidad ha sido sustituida por paz. Serenidad es la calma profunda, es el desprenderse de los obstáculos emocionales, cosa que distingue al discípulo que ha sabido enfocar su mente, una mente que permanece estable en la luz. Cuando se ha conseguido este estado de mente, no hay nada en el discípulo que obligue al Maestro a desviarse de su camino. Su atención ya dirige sus esfuerzos hacia la humanidad, y puede ya dejar la tarea relativamente sin importancia de ayudar al discípulo en sus errores.
Otra valiosa ventaja de desarrollar el alma es la intuición. Esta facultad es la directa comprensión, la prerrogativa del alma, y sólo es posible cuando el alma se extiende al mismo tiempo hacia la Mónada, la pura esencia espiritual, y hacia la personalidad, el ego. La facultad de la intuición es pura luz, y cuando está en funcionamiento, nuestra visión del mundo también es luz; por tanto, los cuerpos de luz, de todas las formas, llegan a ser gradualmente visibles. La intuición nos trae con ella tres cualidades más :
1. Iluminación, la cual ilumina el alma, o el reconocimiento de la completa identificación de uno mismo con la Mente Universal,
2. Comprensión, y una habilidad creciente para amar, pero con independencia de la personalidad y un conocimiento directo del objeto de amor que sobrepasa la razón, y
3. Amor en sí mismo, en el sentido de que en el concepto de Amor se incluye la comprensión de la vida, la total identificación con el objeto amado que transciende toda crítica y separación.
Hay otra característica más que debemos abordar antes de dejar el tema del alma, y es la conexión con la muerte. Algunas veces el alma sobrevive al proceso de la muerte, el hecho está sobradamente demostrado. Los Maestros Tibetanos, que de hecho también mueren ( presumiblemente sólo debido a causa natural), se comprometen a tomar la dirección del alma. El proceso se lleva a cabo de manera automática en muchos casos, porque cuando el alma retira su atención del cuerpo, la inevitable reacción en el plano físico es la muerte. Por otra parte es deseable que así suceda, ya que cuando la enfermedad ha hecho su trabajo, entonces la muerte puede abrir la puerta para que el Alma escape de su prisión. Por tanto, la enfermedad y la muerte deberían ser reconocidas como factores liberadores. Una persona muere cuando el alma ya está lista. Frecuentemente, hoy en día se tiende a preservar formas de vida, tanto en personas de más edad como en niños, que bien podrían permitir ser liberadas, ya que no sirven a un propósito y causan mucho dolor y sufrimiento a otras formas de la naturaleza, y que por sí mismas, sin intervención de afuera, se extinguirían.
El Maestro dice que en La Ley de Causa y Efecto se contempla a menudo que cuando las formas dejan de ser útiles quedan descartadas del Plan. Lo que parece significar es que algunas veces se produce una discontinuidad en el sistema de soporte de la vida. El Maestro condena absolutamente el suicidio y el asesinato, los cuales interrumpen radicalmente el propósito del alma. Las cualidades del alma, de las cuales ya se ha hablado anteriormente, se vuelven vitalmente necesarias para el análisis de la última triplicidad que está siendo considerada: cuerpo, mente y espíritu. El concepto de espíritu se aplica a lo que es indefinible y esquivo, el impulso de la energía de la vida, la cual es la causa de toda manifestación.
La comprensión del espíritu está en relación con el grado de evolución del perceptor . Aquellos que están absortos en la manifestación física, lo perciben como vitalidad física, mientras que otros más evolucionados, lo relacionarán con las cualidades del alma. La naturaleza del espíritu en sí misma, su cualidad y el tipo de energía cósmica y su tipo de vibración, están sometidas a estudio por los iniciados en el tercer nivel, los cuales han desarrollado la intuición suficientemente. Más allá, están los reinos 'sin forma' de los tres planos más elevados, significando que la forma llega un momento en que es inadecuada para describir lo que está presente. Los adeptos ya muy avanzados entenderán que el espíritu no es cuerpo ni alma, no es fuerza ni forma. Los altamente iniciados llegarán a despertar a la vibración, a la revelación de la luz, a la nota direccional que emana al mismo tiempo desde todas las partes de este Universo Infinito.
Anteriormente ya se observó que la figura del tres no es por casualidad. Hay un hecho oculto en la secuencia de la evolución de las energías que revela que hay una serie de triplicidades interconectadas en grupos de tres. Empezando con el nivel físico, encontramos que la densa materia en sí misma tiene una masa, y también como ya hemos visto, una bajo grado de alma, y por tanto, un principio energetizante -dudamos si llamarlo espíritu- . El hombre, en el nivel físico, tiene un cuerpo con un sistema nervioso (conectado con el cuerpo etérico), un alma y una energía activada de espíritu. En el nivel más próximo están las Mónadas o células en el cuerpo manifestado de nuestro Logos Planetario. Este a su vez, posee una triple mente más elevada de inteligencia activa, intuición de amor-sabiduría y una voluntad espiritual de poder. El Logos también tiene un cuerpo, dirigido a través de la humanidad, un alma de un grado elevado, dirigida a través de la Jerarquía y un espíritu realmente avanzado, dirigido a través de Shamballa, donde la voluntad de Dios es conocida. Hay otras y más elevadas triplicidades que no es necesario conocer, basadas en conceptos que no son familiares para nosotros; todos ellos emergen y se elevan a las cada vez más refinadas energías. Estos grupos de triplicidad, se repiten y repiten una y otra vez en los tres aspectos de la divinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. En realidad, se trata del mismo principio manifestándose en la diversidad.
Esta eterna triplicidad pasa por cada departamento del mundo manifestándose la Voluntad, el Amor y la Inteligencia hasta los más altos niveles. Es necesario concluir esta exposición con una manifestación vital que recae directamente en el principio de la triplicidad, llamada de los siete rayos. Sabemos que hay siete grandes rayos en el cosmos, pero en nuestro sistema solar tan sólo uno de ellos opera. Las siete subdivisiones de este rayo constituyen los siete rayos que son manejados por el Logos de nuestro sistema solar desde una base de variaciones innumerables de Su sistema de mundos. Estos siete rayos podrían ser descritos como los siete canales a través de los cuales todos los seres y por tanto toda la energia fluye en Su sistema solar, aplicándolo no solamente a la humanidad, sino a cada ser creado. De hecho, no hay absolutamente nada en nuestro sistema solar, en ninguno de los niveles de evolución posibles, que no pertenezca o que no haya pertenecido nunca a uno u otro de los siete rayos. Los rayos conectan con la triplicidad de la siguiente manera. En los seres humanos y más allá de ellos, el rayo primario del espíritu continúa estando todo el tiempo, por tanto, los Maestros tienen un tono vibracional que los distingue. Este es el primero de los tres rayos primarios entre los siete con los cuales finalmente se asocia y reafirma la triplicidad. El rayo del alma varia dependiendo de un círculo a otro, y con las almas más evolucionadas, de una raza a otra. Finalmente, el sub-rayo de la personalidad, relacionado con el rayo del alma, también varía de reencarnación a reencarnación, dándole al hombre su coloración en esa vida. También es interesante ver que los tres primeros rayos, el primero del Poder, Voluntad y Propósito, el segundo del Amor Sabiduría y el tercero de la Activa y Creativa Inteligencia, nos conectan con la triplicidad otra vez.
Hay una pequeña duda si en la futura psicología esotérica se incluirá una determinación de nuestros rayos individuales, porque ellos predeterminan de una forma bastante precisa los límites de nuestras aptitudes y conductas en una encarnación dada. El rayo confiere a través de su energía unas condiciones físicas particulares y determina la calidad de la naturaleza emocional. Colorea la mente y controla la distribución y la intensidad de la energía, porque los rayos están en diferentes grados de vibración. El rayo también predispone al hombre a tener fuertes ciertos aspectos y a tener débiles ciertos otros, demarca las limitaciones así como dota de ciertas capacidades. Cierta actitud mental le resulta fácil a un tipo de rayo y difícil a otro; por tanto, la personalidad cambia de rayo a rayo, de vida a vida, hasta que todas las cualidades están plenamente desarrolladas y expresadas. Ahora es momento de resumir este complejo material, que ha sido rápidamente explicado con el propósito de dar una visión general. Al resumir debemos siempre tener en mente que todo el universo es energía; que no hay nada en el mundo que no sea energía en movimiento y que cada pensamiento nuestro dirige algún aspecto de la energía. Esta visión está en total acuerdo con los modernos físicos, porque si uno analiza el rostro humano, lo primero que ve es el tejido, después la estructura de la célula, las moléculas, los átomos y las partículas elementales y finalmente, sólo energía. Las apariencias son ilusorias.
Para entender el uso de la energía debemos recordar otra presuposición del sistema tibetano con el cual empezamos. Primero, la noción de la evolución espiritual, el gradual refinamiento de las energías, la progresiva expansión de la conciencia. Este proceso, para que sea un éxito, implica la segunda presuposición del libre albedrio; porque sin libre albedrio, la evolución espiritual no podría tener lugar. Y karma, o no sería posible el feedback del aspirante que se ha extraviado del camino y que necesita volver sobre sus pasos para volver al camino. Más tarde hablaré de lo que podrían ser llamados los conceptos de este sistema. El primero y el de mayor contenido es la reencarnación, sin la cual no podría haber tiempo de alcanzar una gran transformación espiritual como la que necesitamos. Algo conectado a este concepto es el significado de la redención. Pudimos ver a través del sentido especial del amor espiritual qué grande es el sacrificio que Cristo hizo para ayudarnos a seguir adelante. Esto incitó a examinar el contacto con el alma y el uso de la magia blanca en donde esta energía focalizada, concentrada y dirigida de una manera positiva se ha puesto a nuestro alcance para el beneficio de la humanidad. La idea de magia blanca o negra nos da un nuevo sentido del pecado como un desviarse del camino con el mal uso de las energías.
Más tarde, aún refiriéndome al Tratado de Magia Blanca, exploramos la presuposición original de la energía en el universo, de que nada de lo que se manifiesta a través de la materia puede producir conciencia, por tanto, la Fuerza de la Vida está enraizada en la materia. Observamos que la energía puede ser expresada de igual manera como luz (o color) y sonido; es interesante que el Maestro Tibetano se manifieste a Alice Baley en la última canalización como una nota musical. Más tarde retornamos desde el universo hacia una más detallada supervivencia de la naturaleza interna del hombre, usando el análisis del Maestro sobre el cuerpo, alma y espíritu. Se hizo una especial mención al cuerpo etérico, los peligros de la congestión etérica y de la prematura estimulación de los centros. Dimos con las características del alma y sus cualidades, tales como alegría y la separación y las recompensas del contacto con el alma, en particular la serenidad y la intuición. También consideramos el alma en su relación con la muerte; pero hubo algo más que decir acerca de del espíritu, hacer un esbozo de las regiones sin-forma de nuestra futura experiencia.
Finalmente y retornando al fenómeno universal, examinamos la eterna triplicidad en el plan de las cosas, elevándose majestuosamente a través de la materia, a través del hombre y las mónadas hasta el Logos en Sí mismo y más allá. Entonces vinieron los rayos, sus divisiones y su vibración que afecta cada cosa en torno a los cuales debería haber una unidad básica de estudio en la psicología esotérica del futuro. Concluimos con una de las despedidas tibetanas comentando y recapitulando lo que ha sido comunicado. 'Así, de peldaño en peldaño el discípulo pasa, yendo de luz en luz, de percepción en percepción, de la fuerza a la energía, de la personalidad a la integración del alma... El ha explorado todas las avenidas del conocimiento; ha descendido a las profundidades, hasta el infierno, hasta los valles, ha escalado montañas de iniciaciones, y desde allí ha nadado más allá del espacio y del tiempo; ha perdido todo interés por sí mismo y ahora es un foco de pensamiento en la mente de Dios.... Así, os he llevado hasta el final de esta serie de enseñanzas, mi responsabilidad en esta conexión ha terminado. Vuestro soy, seres."