Dr. Spicasc
Los tiempos cambian rápidamente y hoy, al final de un ciclo de tiempo, se puede develar un tanto lo que hasta ayer solo podía expresarse en forma velada. Es lo que vamos a intentar aquí. Pero no me sería posible intentar siquiera esta tarea de no haber recibido tanto de Maestros como Sri Anantram y Sri Vajra Yogui Dasa. Para ellos vaya mi recuerdo agradecido, emocionado y afectuoso. Pero hay alguien más a quien debo agradecimiento. Lo conocí en circunstancias misteriosas y me aclaró en forma magistral, precisa y breve lo esencial sobre “Luz en el Sendero”. No conozco su nombre y por ello no puedo mencionarlo aquí y solo puedo agradecerle. Pero si confió que, algún día, pueda volver a conversar con el. Esa fué su promesa: “Cuando tengamos que volver a vernos nos volveremos a ver”.
PRIMERA SERIE DE REGLAS
El libro que nos ocupa ha merecido incontables comentarios desde su aparición, lo que se justifica plenamente. Todo en la obra desde su génesis (recordemos que fue revelado por un Maestro Espiritual a Mabel Collins, episodio que ella misma narra en otra de sus obras) hasta su enorme elevación espiritual y su belleza intrínseca justifican que los buscadores de la Verdad lo reverencien y lo estudien. Pero he aquí que, a veces por un enfoque dogmático, a veces por inadecuada preparación, no siempre lo que se ha dicho sobre “Luz en el Sendero” se halla al nivel de elevación que cabría esperar. Es cierto que es una obra tan elevada y difícil como bella. Y, lo que es peor, con este libro, se cumple lo que Baltasar Gracián decía “Las cosas que más importan vienen siempre a medio decir”. El hecho está que comprender esta obra en plenitud supone una serie de conocimientos previos que no se dan ni se conocen en los cenáculos pseudo-iniciáticos habituales.
Lo cierto e ineludible es que “Luz en el Sendero” es un auténtico texto esotérico en donde, por supuesto, no todo se puede decir a todos. Y de ahí su dificultad en razón de que se han velado muchas cosas por necesidad. A menudo, aparecen como meras imágenes poéticas del libro lo que en realidad son enseñanzas espirituales ocultas, siempre plenamente acordes a la Tradición Primordial. Pero, en última instancia, estos velos son una precaución inútil. Bien afirmaba Lanza del Vasto que “el esoterismo es un secreto importante que se guarda solo”. Muchos tienen ojos y no ven y tienen oídos y no oyen. Lo único lamentable es que, muy a menudo, la soberbia impide un acercamiento más humilde y dócil a los Maestros que son, en definitiva, los que mejor pueden clarificar estas Enseñanzas...
Las Reglas de “Luz en el Sendero” son siempre ocasión de asombro por sus aparentes paradojas y contradicciones. Para el mundo moderno, donde los seres son formados bajo el imperativo falaz de vencer-ganar-dominar-ostentar, que aquí se recomiende matar la ambición resulta más que sorprendente. Nada podría resultar más chocante en este Reino de la Cantidad de que nos hablaba René Guénon. Pero luego la regla cambia y dice “Sé ambicioso”. Esto merece una aclaración necesaria pues nos reubica en la perspectiva vital correcta. De hecho la contradicción se resuelve en el acto recordando que en nosotros hay dos naturalezas: la superior (Purusha) que es espiritual y la inferior (prakriti) que es material. Y la regla de ser ambicioso es solo para la primera y la de matar la ambición es solo para la segunda. No hay pues oposición alguna entre ambas. Hay aquí -salvando las distancias - cierto parentesco con Tomas à Kempis[1][1] cuando afirmaba aquello de que “Las cosas terrenales sean para usar y las celestiales para desear”.
Naturalmente esto es aún simple pero queremos proceder gradualmente para llegar a lo más complejo, profundo y oculto. Aparecen en lo visto dos nociones inseparables, la de Dharma espiritual y la de Dharma mundano. Usualmente se traduce esta noción de Dharma como “ley moral” o “deberes éticos” pero precisamente esto no rebasaría la esfera de lo meramente ético-moral y poco o nada tendría de trascendente. En realidad la noción de Dharma debe definirse como “el conjunto de medios correctos y eficaces, necesarios y trascendentes para alcanzar el bien y evitar el mal”, lo que alcanza tanto a lo espiritual y trascendente como a la conducta cotidiana en la vida de relación.
Solo a la luz de esta definición y previas ciertas nociones que siguen es que puede ponerse en claro el significado de las siete primeras reglas de la Primera Serie de “Luz en el Sendero”. Los Maestros han dado a conocer la lista de las cualidades átmicas y dáivicas que deben ser cultivadas y desarrolladas por todo aspirante verdadero. Podríamos traducir esto aproximadamente como “cualidades divinas y angélicas”. No dicen otra cosa en esencia que las Reglas de Luz en el Sendero: la fuente es la misma. Vale la pena recordar aquí brevemente cuales son dichas cualidades, las que conviene retener in mente para servir de guía en la edificación ético-moral de nuestro carácter y, por sobre todo, con miras a nuestra elevación interior. Esto puede parecer quizás tedioso pero se debe recordar que el cumplimiento del Dharma es paso previo indispensable para acceder a lo verdaderamente iniciático. Esto último será desde luego lo que nos ocupará especialmente hoy.
El problema reside es que, cuando se menciona lo meramente ético, a muchos se les antoja que la exposición se está asemejando a un sermón. Ciertamente ese no es el caso aquí. Si se trae esto a colación es para dejar en claro lo necesario y deseable para realizaciones espirituales mucho más altas que aquellas a las que apuntan normalmente los sermones de los credos corrientes exotéricos.
Las Cualidades Átmicas son ocho y están indicadas en las slokas o versículos 9 a 13 del Capítulo 5to. titulado Siksha Dharma Gita del texto completo y original del Srimad Bhagavad Gita. Nos referimos, claro está, a la versión original e integra de esta obra suprema.
He aquí su lista:
CUALIDADES ÁTMICAS (o propias del Atma o Adi-Atma, la Divinidad Interna)
1- Anasuya Ausencia de envidia, tolerancia.
2- Daya Compasión hacia todos los seres.
3- Shanti Quietud. Tranquilidad. Paz interior y exterior
4- Aspruha Ausencia de codicia.
5- Shawcha Pureza integral física y de corazón.
6- Akarpanya Ausencia de egocentrismo. Mentalidad inegoísta.
7- Anayasa Infatigable. Perseverancia tenaz.
8- Mangalam Irradiación de felicidad. Deseo de que todos los seres alcancen suprema dicha espiritual y material.
A las anteriores debemos agregar las veintiséis Cualidades Dáivicas, contenidas en el Swarupa Dharma Gita o sea el Capítulo 8vo., slokas 2-4 del Srimad Bhagavad Gita.
CUALIDADES DÁIVICAS (o propias de los devas o ángeles)
1- Abhayam - Ausencia de miedo.
2- Satwa - Pureza integral.
3-Samsuddhihi Gnana Yoga Vyavasthi Thihi - Firme convicción en el Yoga como síntesis suprema de todo conocimiento.
4- Danam - Ofrenda y ayuda desinteresadas.
5- Danaha - Dominio de los sentidos.
6- Yagnaha - Renunciamiento con invocación.
7- Swadhiaya - Estudio espiritual.
8- Tapas - Austeridad.
9- Aryavam - Rectitud.
10- Ahimsa - Imposibilidad de herir.
11- Satyan - Veracidad.
12- Akrodha - Ausencia de deseos de venganza.
13- Thiaga - Dedicación de los actos como ofrenda.
14- Shantihi - Calma. Paz interior y exterior.
15- Apaisunam - Ausencia de bajeza y malicia.
16- Daya Butishu - Compasión por todos los seres.
17- Aloluptwam - Ausencia de codicia y posesividad.
18- Marohawam - Afabilidad.
19- Hriti - Humildad.
20- Achapalam - Constancia.
21- Tcyaha - Munificencia, generosidad espléndida.
22- Kshana - Perdón.
23- Dhritihi - Actividad unitiva.
24- Sawcham - Pureza.
25- Adroho - Ausencia de engaño.
26- Nathi Manita
Trascender el egocentrismo y la separatividad.
Todos estos principios se resumen y sintetizan en cuatro reglas básicas y fundamentales. Pasemos a detallarlas con un breve comentario siguiendo la exposición hecha por el Maestro Sri Anantram:
AHIMSA (No dañar) : El afán prepotente de sobrepasar y dominar a los demás ha convertido a la violencia en una actitud común y corriente acarreando innumerables males y sufrimientos. Se nos enseña evitar esto al máximo, ser inofensivos y verdaderos centros de paz, amor y sabiduría.
SATYAVACHANA (Veracidad): Es la segunda cualidad esencial. La falsedad es sirviente de Moha, esa fascinación apasionada que tiende a confundir las cosas induciendo así a innumerables errores. Moha es un gran obstáculo para los seres humanos pues los hace persistir en la falsedad, el error y el engaño a los demás. Solo se lo puede dominar mediante la veracidad, la cual excede en mucho la verdad a secas.
LOKA-KAINKARYA (El Servicio al Mundo) : Es la expresión real y concreta del auténtico sentimiento de Fraternidad Universal, eliminando los sentimientos egoístas y separativos. Debemos realizar esto cada día dentro de nuestras posibilidades, no exigiendo este tercer principio que arriesguemos nuestra seguridad personal o intentemos lograr algo que se halle más allá de nuestras capacidades y posibilidades.
DHYANA (Meditación) : Es el cuarto gran principio y verdadera clave real de la espiritualización de la existencia y de la elevación interior. Es la mejor e imprescindible manera de capacitarse para progresar dentro del proceso evolutivo mundial. Todos los Grandes Seres de la Jerarquía Blanca ocupan tan elevadas posiciones en esta merced a sus constantes esfuerzos meditativos.
De hecho nadie puede considerarse Discípulo o Aspirante serio si no pone en práctica estos cuatro principios en su vida diaria.
Pero sería un grave error de criterio, insistimos, querer reducir todo lo anterior a una mera perspectiva ético-moral. Desde luego la moral no es solo necesaria sino imprescindible como regla práctica de convivencia y como base insoslayable para posteriores perfeccionamientos del ser humano en cuanto purificación y elevación interior. Pero nada más: en sí misma la moral carece de toda trascendencia y envergadura metafísica y constituye solamente un necesario punto de partida. En base a ella es que el individuo propende a contribuir a la Armonía Universal y Total integrándose más y más como servidor del Gran Plan de Dios.
Querer ver en la moral otra cosa es pretender reducir la vida espiritual a la conducta diaria, lo que obviamente constituye un absurdo. Desde luego en el origen de este tipo de errores juega un fuerte papel el condicionamiento religioso ordinario. Las religiones en Occidente no tienen una idea clara ni mucho menos de la noción integral de Dharma como regla de acción positiva e integral para el desempeño y actitud vital del ser humano. La prueba rotunda de ello es, como subraya René Guénon, que sustituyen tal regla positiva por mandamientos puramente negativos en lo que hace a la convivencia humana: no harás esto, no harás aquello. Olvidan o ignoran procediendo de este modo lo que la Sabiduría de las Edades afirma: “La mejor forma de combatir al mal es progresar enérgicamente en el bien”. Y a esto precisamente apunta el Dharma, recentrando al individuo en su divina esencia y guiándolo así, teleológicamente diríamos, hacia su excelso destino. Este, desde luego, no es otro que el alcanzar las más elevadas metas espirituales.
Y solo aquí y no antes podemos entrar en lo esencial que es lo iniciático. Digamos desde ya sin rodeos ni preámbulos lo siguiente. Un gran mérito de los teósofos ha sido conservar y difundir a ”Luz en el Sendero”. Pero la teosofía no es, en modo alguno, un movimiento iniciático e, incluso desde el punto de vista del Conocimiento “Sostener que la teosofía es Brahma Vydya es una afirmación no verdadera”. Repito así textualmente las palabras de ese Gran Iniciado y Parama Gurú Sir Subrahmanya Iyer, quien entre otros cargos fuera Rector de la Universidad de Madrás, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de dicha ciudad, Vicepresidente de la Sociedad Teosófica a nivel mundial y Presidente de su Sección Esotérica. En el campo espiritual fue conocido como Sri Subrahmanyananda Swami, Autoridad Iniciática Externa de la Jerarquía y masón de Grado 33. Entre otras distinciones la corona inglesa le otorgó el título de Sir a pesar de su manifiesta simpatía y apoyo por la causa de independencia de la India liderada por Mahatma Gandhi. Si he mencionado esta serie de antecedentes (debería agregar que el fue quien convenció y alentó al Swami Vivekananda para que se hiciera presente en el célebre Congreso de las Religiones de Chicago en 1890) es para poner de manifiesto la enorme talla de este gigante espiritual, quien hablaba con completo conocimiento de causa.
Debemos ahora aclara que es la Brahma Vydya o Yoga Brahma Vidya, la Ciencia Sintética de lo Absoluto: su significado o contenido es, por cierto, cosa muy elevada pero exponerlo supone aclarar previamente ciertas cosas. Ante todo digamos que el Yoga no se limita de manera alguna a los ejercicios físicos y respiratorios a los que se da tal nombre en Occidente. Esto es solo Hatha-Yoga el que, tradicionalmente, solo constituía un paso previo preparatorio para la práctica del verdadero Yoga o Raja-Yoga, el Yoga Real. Quienes pretenden que el Hatha-Yoga es todo el Yoga son tan solo ignorantes que hacen daño a los demás con sus errores.
Aclaremos muy bien esto: la palabra Yoga deriva de la raíz Yuj- la que significa contacto o unión. Y este es el punto central de la Tradición Esotérica referida al ser humano en su estado actual. La Tradición nos enseña que en la cámara etérica del corazón de todo ser viviente mora entronizada y refulgente como muchos soles la Chispa Divina, el fragmento de Dios que es la Esencia de nuestra vida y la Gloria de nuestra alma. Esta Chispa Divina es la Fuente de inefable Dicha Infinita para nuestra conciencia individual cuando esta última se contacta con ella.
Tenemos pues a Dios en nosotros pues no otra cosa significa esta presencia divina en el corazón. Este hecho trascendente ha recibido distintos nombres a lo largo de los siglos en las distintas formas tradicionales: los más conocidos son Adhi-Atma o Morador Interno en la India y el Santo Grial de los Caballeros medievales. Jesucristo aludía a esto cuando decía “El Reino de los Cielos está en vosotros” y “No está escrito acaso: Yo os digo, Dioses sois?”. Por ello “Luz en el Sendero” afirma (Reglas 9 y 10 de la Primera Serie) “Desea únicamente lo que está en ti”, “Desea únicamente lo que está fuera de tu alcance”. Esto requiere una explicación que es un tanto compleja. El Atma, la Chispa Divina mora en el Akasha ó Cámara Etérica del Corazón en el denominado plano Suddha-Avyakta de la materia indiferenciada. Esta materia es tan sutil que, como afirmaba el Maestro Sri Janardana, solo un hilo la separa del Espíritu que es Dios, el Ser. No podemos por ello llegar al Espíritu sino empleando dos medios fundamentales. El primero es el poder vibratorio del sonido. Por ello el empleo de Mantras adecuados resulta imprescindible en nuestra empresa de elevación espiritual. El Mantra más poderoso y efectivo es el Ekakshara (sílaba o sonido del Yo átmico o Yo Superior) que el Maestro otorga al discípulo tan pronto este último está preparado. El segundo medio imprescindible es la meditación o Dhyana. Por estos dos medios y solo por ellos, en base a una elevada devoción a una forma o aspecto de la Divinidad o a un Maestro, nos preparamos para la meta ansiada. Esa meta es, repitamos, el contacto de nuestra conciencia individual con la Fuente de Dicha Infinita que es el Santo Grial, Dios en nosotros.
A esta altura resulta necesario hacer una disgresión en relación a un desatino que con el tiempo se ha tornado dicho corriente de uso constante. Ese desatino es la expresión “evolución espiritual”. Pues bien, aclaremos ante todo que hablar de evolución supone hablar necesariamente de cambio temporal: la evolución es un proceso temporal y no otra cosa. Ahora bien, el Espíritu es Dios y solamente Dios en Su aspecto inmanifestado es atemporal o sea situado más allá del tiempo y de las formas, ambos últimos parte de la manifestación solamente. Luego hablar como se hace de “evolución espiritual” resulta tan solo un disparate propio de quienes hablan de lo que no han comprendido ni aprendido de genuinas fuentes iniciáticas.
De lo anterior queda algo bien sentado y aclarado: el verdadero Yoga o Raja-Yoga es la búsqueda del contacto con la Fuente de Dicha Infinita en nuestro corazón y el conjunto de medios que debemos emplear para ello. Pero quede algo bien en claro: tal contacto no es un resultado sino diríamos un premio de lo Alto o, si se prefiere, una elevadísima y especialísima Gracia de Dios para con el ser humano cuando este se esfuerza lo bastante y se halla preparado para recibirla.
Solo tras esta dilatada cantidad de aclaraciones estamos en condiciones de retornar a “Luz en el Sendero” con ideas más claras y precisas.
Los que han seguido con atención esta exposición observarán una clara coincidencia entre la frase “Antes de que la voz pueda hablar en presencia de los Maestros debe haber perdido la posibilidad de herir” y el AHIMSA= IMPOSIBILIDAD DE HERIR mencionado en las cualidades dáivicas. La coincidencia es lógica pues, reitero, la fuente es la misma. Ahora bien, tal pérdida de la posibilidad de herir supone algo más profundo que una transformación del ser humano. Se trata de lograr una transmutación que llegue mucho más hondo hasta los umbrales de nuestra Esencia que hemos visto es de Naturaleza Divina. Esa transmutación es el resultado de las disciplinas yóguico-espirituales a través de procesos muy complejos. Reservamos la exposición de estos para futuros artículos y conferencias.
En cambio trataremos aquí en detalle la afirmación “Antes de que el Alma pueda erguirse en presencia de los Maestros, es necesario que los pies se hayan lavado en la sangre del corazón”. Esto hace referencia a la necesaria purificación del aspirante a través del Conocimiento, de las disciplinas espirituales y del sufrimiento. Este punto es particularmente importante pues las pruebas y sufrimientos de la vida no vienen generalmente a nosotros como un castigo sino como un medio necesario e ineludible de purificación. Los Maestros han insistido en esto muchas veces pero se siguen repitiendo afirmaciones inexactas sobre el Karma y se prueba así que poco o nada se ha comprendido de las Doctrinas Tradicionales. De hecho los cuerpos (o vehículos) superiores del ser humano son purísimos pero los tres vehículos inferiores generalmente no lo son y requieren de dicha purificación. Dichos vehículos inferiores son el cuerpo físico o Annamaya Kosha (cuerpo formado de alimentos), el Pranomaya Kosha (cuerpo energético) y el Manomaya-Kosha (cuerpo mental-emocional). Estos dos últimos constituyen lo que las religiones exotéricas denominan alma y ni siquiera tiene carácter permanente: los credos corrientes poco conocen de estos temas y tampoco los cenáculos pseudo-iniciáticos. En relación al problema del dolor, pruebas y sufrimientos es absolutamente necesario que el buscador de la Verdad se familiarice con el Tercer Mahavakya o Gran Principio enseñado por los Maestros. Este Principio afirma “TODO ES NECESARIO”. Todo cuanto llega a nosotros agradable o desagradable, bello o feo, atractivo o repulsivo nos está destinado por ser necesario para nuestra purificación, experiencia y elevación interior. No son pues lo malo, lo triste y lo feo formas de castigo sino que apuntan teleológicamente a nuestro bien, a llevarnos a la Suprema Meta. Esta Enseñanza nos indica que no debemos juzgar a los demás pues muchísimas veces los seres humanos deben atravesar por experiencias y circunstancias que deben experimentar pues las necesitan para la elevación y espiritualización de su existencia. Por ello es que la noción de karma debe ser bien comprendida . Etimológicamente karma proviene de las raíces kar- mover, ma- yo o sea significa "yo me muevo”. Por ello karma significa acción y, por extensión, acción ritual. Decir que una persona “tiene mal karma” en la forma usual no es más que un disparate. Lo correcto es referirse a efectos kármicos o consecuencias de las propias acciones, como resultado de la Ley Universal de Causa y Efecto.
Pero los mecanismos de acción son demasiado complejos y extensos para tratarlos aquí a la ligera. Lo haremos en próximas oportunidades aclarando solo que debe distinguirse cuidadosamente entre karma mecánico (consecuencias automáticas o mecánicas de nuestras acciones) y karma dirigido (que es la ayuda o Gracia proveniente de la Divinidad o de los Maestros para auxiliar al Sadhaka o aspirante meritorio). Remito para más detalles a mi artículo “El Sexto Diálogo” publicado en la revista Atma-Jnana con el seudónimo de Sarastro.
Al respecto de esto es necesario referirse con claridad lo relativo al Primer y Segundo Guardianes del Umbral. De tales asuntos me he ocupado muchas veces con gran detalles en artículos y conferencias. Pero si debo mencionar que “Luz en el Sendero” hace alusión a esto en diferentes pasajes. Uno muy significativo y que vale la pena citar in extenso es el siguiente: “Busca en tu corazón la raíz del mal y arráncala. Esta raíz vive en el corazón del discípulo fervoroso lo mismo que en el del hombre de deseos. Solamente el fuerte puede destruirla. El débil tiene que esperar su crecimiento, su fructificación y su muerte. Es esta una planta que vive y se desarrolla a través de las edades. Florece cuando el hombre ha acumulado en si mismo existencias innumerables. El que quiera entrar en la senda del poder, debe arrancarla de su corazón. Y entonces del corazón brotará sangre y la vida toda del hombre parecerá desvanecerse por completo. Hay que sufrir esta prueba; puede presentarse desde el primer peldaño de la peligrosa escala que al sendero de vida conduce; puede no venir hasta lo último. Pero acuérdate ¡oh discípulo! Que tienes que pasar por esta prueba, y refuerza las energías de tu alma para tal empresa. No vivas en lo presente ni en lo futuro, sino en lo eterno. Allí no puede florecer esta hierba gigantesca: esta mancha de la existencia la borra la atmósfera misma del pensamiento eterno.”(Regla 4 de la Primera Serie).
Este pasaje se refiere naturalmente al yo inferior (Asuddha-Ahamkara) y a su proceso natural que puede tardar mucho, muchísimo tiempo. Para vencerlo el aspirante debe realizar desde luego un gran esfuerzo. Sería tonto pensar que las grandes metas espirituales pueden alcanzarse con solo unos pocos minutos diarios de esfuerzo: tan gran causa exige mucha mayor dedicación y seriedad. Y algo muy importante y necesario de decir: la verdadera espiritualidad no se exhibe, se irradia. Resulta cómico o casi ver a tanto infatuado jactarse de sus logros en este campo con tanta soberbia como ignorancia. [2][2]
Lo interesante del pasaje citado es que hace recordar notablemente a un pasaje bien conocido del Evangelio de Mateo al que se interpreta en forma superficial y muy incompleta en los medios religiosos. Dice este pasaje que juntos crecieron el grano y la cizaña hasta la siega. Allí fueron separados, la cizaña fué atada en manojos para quemarla y el trigo fué guardado en el granero. Los frailes, sin comprender nada, nos dicen que los malos van al infierno y que el granero es el cielo. Las amenazas con el infierno son un absurdo perverso y una verdadera ofensa a Dios. Si hay un infierno es este mundo en que vivimos. La realidad es otra y el significado de uno y otro pasaje es el mismo. Llegará un momento en que lo inferior en nosotros deberá ser arrancado y morir aunque ello nos cause dolor. De esta manera lo bello y elevado alcanzará otros estados de gloria espiritual. A esto Jesús lo llamaba “el Reino de los Cielos” pero sus seguidores parecen no haberlo entendido hasta hoy en día.
Dicho esto podemos referirnos al Primer y Segundo Guardián del Umbral. Muchos toman en serio y literalmente lo dicho por Bulwer-Lytton en su novela “Zanoni” pero esta no es más que obra de fantasía. En realidad el Primer Guardián del Umbral simboliza los obstáculos que se oponen a nuestro avance cuando ingresamos en el Sendero Espiritual. A nadie podemos reprochar esto salvo a nosotros mismos pues tales dificultades son efectos kármicos negativos que hemos acumulado como resultado de nuestras propias acciones del pasado a lo largo de existencias innumerables. Tales dificultades son muy difíciles de vencer: provienen de nuestro entorno, de las circunstancias materiales, de la propia familia, de los amigos (o que se dicen tales). Voces que dan pavor procuran aterrorizar al aspirante y hacerlo rodar de nuevo al abismo de error, ignorancia e inconsciencia de donde ellas nacen. Todo indicaría que estas personas detectan de manera inconsciente el progreso del aspirante y ello les resulta intolerable pues no les queda más remedio que aceptar que ellas se han retrasado en el Sendero. Vencer estas dificultades exige en la mayoría de los casos mucho valor, mucha voluntad, mucho sacrificio, mucho dolor: los pies deben bañarse en la sangre del corazón como bien afirma “Luz en el Sendero”.
Pero las pruebas más graves, las que mayor problemas nos ocasionan y las que más requieren de nuestra voluntad y sacrificios para salir airosos de ellas son las que hacen a nuestra personalidad y actitud y que provienen, en suma de nosotros mismos, de nuestro interior. Son las primeras que hay que encarar resueltamente y vencerlas con la espada y el mazo, símbolos de nuestra voluntad. De hecho el ser humano se acostumbra tanto a sus enemigos internos (su soberbia, su inconstancia, su mezquindad, su envidia, todos sus defectos en general) que ella a considerarlos en su ceguera como a sus amigos. El Maestro Sri Anantram dice además algo que exige ser meditado y grabado en nuestras mentes: “Mientras los enemigos internos no estén vencidos los enemigos externos retornarán siempre”. Las peores dificultades residen siempre en nuestro interior y es menester insoslayable aceptar que tenemos faltas y defectos y corregirlos: este es el primer paso.
Como todo esto no es empresa fácil a esta lucha contra las dificultades externas e internas se la simboliza con un dragón o monstruo al que debemos enfrentar con todo nuestro valor y decisión. De allí proviene la alegoría que emplea en su novela Bulwer Lytton para representar al Primer Guardián del Umbral.
El Segundo Guardián del Umbral es aún más terrible y duro para vencer que el Primero. Este Segundo Guardián proviene exclusivamente de nosotros mismos, de nuestro interior. Representa las dudas invisibles, constantes, agobiantes que martillan en la mente del aspirante. Se imagina este que todo el esfuerzo espiritual de nada sirve, que lo conduce a su perdición, que esta perdiendo su tiempo. Las imbecilidades que recuerda de la religión organizada también lo torturan: piensa que se irá al infierno, que cuanto le enseñaron es cosa del demonio y así siguiendo. Muchos han enloquecido y hasta han perdido la vida en esta ardua lucha: conocemos casos. Pero estos no eran personas de mente clara y carácter firme y, por ello, no había llegado para ellos el momento de recorrer el Sendero.
Puede ser útil que narre aquí una experiencia personal que quizás ayude a quienes se debaten en esta terrible lucha. Cuando quien escribe tenía diecisiete años ya había conocido algunas enseñanzas espirituales y las dudas comenzaban a asaltarlo con furor. El problema residía en que, habiendo estado muy identificado con las enseñanzas de la Iglesia Católica, pensaba continuamente que estas verdades nuevas podían tal vez conducirme a la condenación eterna. Esto me hacía sufrir indeciblemente pues, a pesar de todo, me había dado cuenta que había mucho más elevación, belleza y justicia en las enseñanzas esotéricas que en las leyendas de los frailes. Y una noche llegó la ayuda que pedía a Dios para vencer a esa tortura. Soñé con un Maestro. Este nada tenía que lo distinguiera en su aspecto exterior del común de los mortales en Occidente, no usaba ni túnica ni turbante. Pero era un Maestro por la Sabiduría que encerraban sus palabras y por la Luz interior que toda su persona irradiaba. En la inocencia de mis diecisiete años yo me sentía un insecto frente a tan augusto personaje y recuerdo aún como en mi sueño lamentaba no tener un grabador para registrar todas y cada una de sus maravillosas palabras. Me habló largamente de mis dudas y temores y de la necesidad de vencerlos. Esto resultaba indispensable para poder seguir adelante en el Sendero y acercarse a la Suprema Meta ansiada. Sus palabras finales no las olvidare jamás: “Mira- me dijo- las religiones no son ningún problema. Yo puedo inventar quince por día tan incomprobables como cualquier otra. Lo único que cuenta realmente es la Realización Espiritual y hallar a Dios en nuestro propio corazón”. Allí terminó el sueño y tambien todas mis dudas y temores. Fué mi Camino de Damasco y jamás volví a tener ni sombra de temor ni de incertidumbre: el Sendero estaba ante mí y debía recorrerlo.
Existen dos óperas célebres donde se simboliza al Primer y Segundo Guardián del Umbral en forma mucho más bella y elevada que en “Zanoni” y, lo que es más importante, de manera acorde a la realidad. Esas óperas son “La Flauta Mágica” de Wolfgang Amadeus Mozart con libreto de Schikaneder y “Siegfried” de Richard Wagner. No cabe la menor duda de que estos autores poseían profundos conocimientos al respecto de la enseñanza iniciática. De Mozart y Schikaneder sabemos que eran maestros masones iniciados en el Rito Egipcio de Misraim en Viena. Este rito se halla actualmente unido al otro rito egipcio que es el de Memphis. Ambos son genuinamente iniciáticos y transmiten una iniciación real. Esto no ocurre por cierto con los ritos escocés, de York o “El Derecho Humano”. Pero no podemos extendernos aquí al respecto y remitimos a nuestro artículo “El Simbolismo de la Flauta Mágica”.
En “La Flauta Mágica” el virtuoso príncipe Tamino debe enfrentar y vencer al dragón (Primer Guardián) y luego a sus propias dudas constantes y terribles antes de entrar al Templo (Segundo Guardián). Recién despues de esto encontrará a su amada Pamina. Digamos de paso que la ópera esta centrada en la ceremonia de iniciación en el Primer Grado Masónico, a la que se alude en forma finamente cifrada en símbolos y velada por alegorías.
Richard Wagner al parecer tuvo contacto con grupos rosacruces. Era además un profundo conocedor de las antiguas sagas germánicas, plenas de contenidos iniciáticos ocultos al profano por medio de símbolos. En su gran ópera “Siegfried” (tercera jornada de su inmortal Tetralogía, la mayor y más bella obra musical jamás escrita) narra como el protagonista debe vencer al dragón Pfafnir y bañarse con su sangre para tornarse invulnerable. Luego debe Siegfried resistir el acoso del enano Alberich. Este, revestido con la capucha mágica que lo torna invisible, descarga golpes terribles contra el héroe. Que mejor analogía para las dudas invisibles que atormentan al aspirante? Grande era la sabiduría de quienes escribieron la saga original del “Anillo de los Nibelungos”.
REGLA 5 : MATA TODO SENTIMIENTO DE SEPARATIVIDAD
La separatividad abarca muchas cosas tristes e indeseables que resultan verdaderamente descalificantes para un aspirante: el egoísmo, la envidia, la intolerancia, la incapacidad de vivir y compartir con quienes son distintos a nosotros en algo o en todo. Así nacen los prejuicios de todo tipo, el chauvinismo nacionalista, el racismo, la xenofobia (Hospes, hostis! decían los romanos) y la más repugnante muestra de debilidad mental: el fanatismo. El fanático es simplemente alguien que no quiere pensar (W. Drummond) pues teme llegar a estar equivocado y que se lo demuestren. El fanatismo es algo tremendamente inferior y por cierto cosa demasiado frecuente en grupos religiosos, políticos o ideológicos. Los Maestros han reiterado muchas veces que no se debe ser fanático ni aún cuando se defienda la más bella y elevada de las causas. Pero muchas veces se encuentra que aún entre los discípulos de escuelas espirituales germina y crece esta mala hierba junto con las otras que acabamos de mencionar. Todo esto revela desgraciadamente pequeñez mental y una tremenda falta de amor al prójimo y, por sobre todo, de elevación interior. Quien de estos males padezca está completamente fuera de lugar en una escuela espiritual seria y debe antes curar su mente. Como ejemplo de lo que debe ser recordemos a Paramhamsa Yogananda. En cierta oportunidad unos seguidores suyos hablaron mal de la gente de color. El los interrumpió con estas palabras: “A Dios no le gusta que lo ofendan cuando usa trajes oscuros”. A nadie escapa cuanto dolor y sufrimiento han traído al mundo estas taras de la mente y del alma y debemos, por tanto, evitarlas a toda costa. En el jardín del Señor hay flores de muchos colores y debemos aprender a amarlas a todas aún cuando a veces nos cueste. Y una reflexión adicional sobre este punto: aquellos que alegan que no pueden estar cerca de otros porque les molestan sus malas y bajas vibraciones que recuerden que, en realidad, lo que ellos están percibiendo y padeciendo son las propias vibraciones que son las que tienen más cerca.
Vale la pena recordar además que nadie puede reconocer una virtud o una forma de elevación espiritual en los demás si él mismo no la tiene desarrollada en cierto grado. Los que a todos critican y nada bueno les reconocen son personas enfermas que carecen de toda virtud y de toda espiritualidad. San Juan Crisóstomo bien decía: “El que dice que ama a Dios y no ama a su prójimo es un mentiroso. Pues como va a amar a lo que no ve si no ama a lo que ve?”.
El mandato de evitar y terminar con la separatividad nos conduce como corolario a la necesidad de tolerancia hacia todos los seres, necesidad moral insoslayable para la convivencia. También esto suele ser mal entendido y requiere de una aclaración. Siguiendo a René Guénon debemos distinguir entre la tolerancia práctica que se ejerce a los individuos y que es la realmente imprescindible y la que podemos denominar tolerancia ideológica. Esta última encierra de hecho riesgos serios pues ubicar a todas las ideas, concepciones y filosofías en un plano de igualdad supone en los hechos una indiferencia total y absoluta hacia todas ellas.
Tolerar ideas probadamente absurdas y convivir con ellas es otro absurdo y muy nocivo: lo erróneo debe ser señalado como tal para el bien propio y ajeno. Si alguien sostiene que dos más dos es igual a cinco tal falacia debe ser rechazada de plano. Negar esto equivaldría a sostener que un Profesor debe aprobar a todos los alumnos lo cual es simplemente contrario a toda noción de justicia y de rectitud moral. Pero reitero, la tolerancia práctica es indispensable. Debemos saber convivir con los demás y permitir el libre juego de las ideas sin DAÑAR A NADIE: ESTO PERMITIRÁ DECANTAR LA VERDAD Y SEPARARLA DE LO FALSO. Pero de todas formas las cuestiones que esto plantea son muy complejas: muchas veces resulta imposible combatir una idea falsa sin causar un daño real a las personas. Y renunciar totalmente a la crítica equivale a dar carta blanca a todo tipo de errores y falacias lo cual es, visiblemente, un acto inmoral. La solución puede venir dada por el “AMA Y HAZ LO QUE QUIERAS”. Sin odio ni fanatismo en nuestro corazón y en nuestra mente tenemos pleno derecho a defender nuestras verdades e ideales y haremos bien en emprender tal defensa. Pero hay que recordar que siempre surgirá a la corta o a la larga una idea más perfecta, noble y elevada que supere a las nuestras. Por ello no hay que olvidar el brindis que José Enrique Rodó ponía en boca del Maestro Gorgias al dirigirse este en la hora postrera a sus discípulos: “Por quien me venza con honor en vosotros ”.
LA SEGUNDA SERIE DE REGLAS
La segunda serie de reglas es ciertamente muy avanzada y uno podría muy bien auto cuestionarse en cuanto si deben ser aclaradas o no. Pero, recordando siempre las palabras antes citadas de Lanza del Vasto, insistamos en que "el esoterismo es un secreto importante que se guarda solo". Las leyes ocultas de la vida llevan a que comprenda estos asuntos solamente aquel a quien le corresponde y para los demás el secreto continuará siendo impenetrable hasta que les llegue su momento. Nada puede hacerse al respecto salvo elevarse interiormente.
Considero humildemente que esta segunda serie de reglas solo puede tener sentido pleno para discípulos que hayan alcanzado las primeras Iniciaciones y que para los restantes se reducirán inevitablemente a expresiones muy poéticas pero de las que se se les escapará forzosamente el sentido último. El problema reside desde luego en las experiencias iniciáticas atravesadas y en los estados de conciencia correspondientes. Al ser humano común y corriente esto nada puede decirle y todo le sonara a vago y hasta a ridículo. El crudo materialismo de una época violenta y corrupta como la que atravesamos contribuye a que esto sea así. Los valores están trastocados y sigue teniendo vigencia aquella enseñanza tan sabia que afirma que "El Dharma del hombre espiritual se vuelve adharma para el hombre mundano". Y resulta aquí de nuevo la necesidad de lo esotérico. Si el que ha tenido determinado tipo de experiencias iniciáticas las narrara ante la gente con toda seguridad sería tomado por loco. Nadie está dispuesto a comprender más allá de sus alcances y, lo que es peor aún, el ser humano siempre tiende a destruir lo que no comprende.
Me puedo referir a un caso concreto ocurrido hace más de treinta años en Buenos Aires. Se trató de un estudiante que era asiduo practicante de Raja Yoga. Mientras preparaba un examen final tuvo de repente la experiencia iniciática conocida como la transverberación del corazón. Sintió un dolor agudísimo en el pecho y pensó que iba a morir de un infarto. A esa sensación penosa siguió un sentimiento de paz y dicha tan inefables y sublimes que no eran cosa de este mundo. Sintió plenamente que DIOS, EL ALMA DEL UNIVERSO, estaba en su corazón y que DIOS ES AMOR. En un estado de éxtasis total, de felicidad inefable y sublime comenzó a recordar a cuantos en la vida le habían hecho daño y a bendecirlos uno por uno. Lágrimas de felicidad caían a torrentes de sus ojos. Pero el estasis crecía dentro de él y de pronto se apoderó de ese estudiante el impulso de salir a la calle y abrazar a la gente que pasaba pues pensó que de ese modo podría comunicarles y compartir con ellos la dicha celestial que lo embargaba. Felizmente pudo contenerse pues de haberlo hecho hubiera acabado encarcelado o en el hospicio. Narro esto aquí conservando el anonimato de quien pasó por esa maravillosa Iniciación. Pero queda muy claro que si esta persona narrara su vivencia no importa a quien tendría muy serias dificultades. Es la historia tan bella de Juan Salvador Gaviota: la bandada no le perdonó que él atravesara por experiencias no comunes.
La experiencia narrada nos sirve para ubicarnos en el meollo de esta segunda serie de reglas. Al vivenciar que Dios mora en nosotros y que es la Esencia de nuestra vida y la Gloria de nuestra alma nuestro accionar en la vida se torna impersonal. No somos nosotros quienes actuamos sino Dios en nosotros: nos convertimos en canales de Su Voluntad y Su Gracia. De El recibiremos el verdadero sonido sagrado (Ekakshara: Sonido del Yo) que como Mantra facilitará grandemente nuestra elevación interior. Aquí es donde comienza verdaderamente el Sendero Espiritual. Es el Canto de la Vida como dice Luz en el Sendero. A partir de esto todo será distinto pero debe prestarse atención pues aun se puede caer y retrasarnos en nuestra marcha hacia la Luz. La mejor guia será escuchar la Voz insonora en nosotros y obedecerla, dejar atrás materia y emociones, no ansiar ni atender más que lo que es invisible...y no nos faltará Maestro que nos guie pues ya estaremos preparados.
[1] [1] Es incorrecto traducir su nombre por Tomás de Kempis. Lo lógico sería Tomás en Kempis aludiendo al monasterio en que se encontraba.
[2] [2] Diría crudamente y sin rodeos que los que fingen espiritualidad resultan tan ridículos como las mujeres que simulan orgasmos.