Los kayapó hasta sus primeros contactos con el hombre blanco fueron una tribu guerrera muy temida por el resto de pueblos que habitaban los territorios del Mato Grosso en el Alto Amazonas, vagando por un territorio muy extenso, desde los rios Xingu al Tapajos. El gobierno de Brasil logró pacificarlos entre los años 40 y 50, no sin tener muchos problemas, incluso en la actualidad, pues sus territorios han sido y continúan siendo expoliados por multinacionales madereras y petroleras, siendo muy frecuentes los choques con quienes se aventuran a agredir su medio natural, toda una vergüenza para el mal llamado "mundo civilizado".
Algunas de las características distintivas de la cultura kayapó son los discos ubicados en el labio inferior que eran utilizados por los hombres y todavía son portados por algunos de ellos en un extraño cánon de belleza. Otra característica son las hermosas pinturas del cuerpo, consistentes en diseños geométricos intrincados que los niños y los adultos de ambos sexos utilizan, principalmente en tonos rojos y negros. Muy interesantes son también sus festivales y danzas. Los festivales viven un clímax después de un largo período de preparación, durante el cual cada miembro de la tribu ritual se adhiere con sus canciones distintivas, danzas y ceremonias especiales.
Los círculos son uno de los símbolos dominantes del Kayapó. El curso del Sol y de la Luna son entendidos como ciclos circulares, y la mayoría de las danzas y de los rituales del Kayapó se realizan en configuraciones circulares. Incluso sus muertos son introducidos sentados en huecos circulares mirando al Este y rodeados de todas sus pertenencias.
Los mitos más repetidos entre los kayapó son los que explican los orígenes de las distintas ceremonias y de los nombres personales. Son muy similares a los de otras tribus amazónicas, aunque tienen sus propias variaciones determinadas. Muchos de los mitos kayapó implican la presencia de un héroe que es secuestrado por unos seres supremos que viven bajo la superficie de la tierra. Le enseñan una ceremonia, le dan una fuente de nombres, y lo envían de nuevo a la superficie...
La agricultura es también un tema común en los mitos de los kayapó. El kayapó cree que la agricultura fue un regalo dado originalmente a sus antepasados por Nhak-poknhak-pok-ti, la hija de la lluvia. El planeta Venus la representa en su cosmogonía. Otro mito explica cómo un espíritu enseñó a los kayapó a comer maíz. El maíz es una cosecha importante para el kayapó durante la estación de lluvias, lo cual origina uno de los festivales más importantes que festejan los kayapó.
Los sabios y ancianos de la tribu creen que en un principio los kayapó vivieron en un nivel más alto (es decir, en el cielo), y cuando sus antepasados vinieron originalmente a descender a la Tierra, dejaron algunos de ellos detrás. En la noche esta gente enciende los fuegos para mantenerse calientes allá en su mundo, y eso es lo que desde la tierra, los kayapó pueden ver como estrellas.
Entre sus mitos y tradiciones destaca especialmente el recopilado por el antropólogo brasileño Joao Americo Peret en los años 50, uno de los más eminentes investigadores de las culturas indias del Amazonas, y que el suizo Erich von Däniken se encargó de difundir por todo el mundo en defensa de sus teorías sobre la llegada en tiempos remotos a la Tierra de una cultura extraterrestre.
La leyenda recogida por Joao Américo Peret y difundida a todo el mundo por von Däniken cuenta que:
......Nuestro pueblo vivía en una llanura muy lejos de aquí y desde donde podía verse la cordillera del Pukato-Ti, cuyas cimas estaban siempre ocultas por la niebla de la incertidumbre, y continúan estándolo hasta nuestros días. El Sol, cansado después de su larga caminata diaria, se recostó sobre el césped detrás del monte y Mem-Baba, el descubridor de todas las cosas, cubrió el cielo con su manto bordado de estrellas. Cuando cae una estrella, Memi-Keniti cruza el cielo, la recoge y la vuelve a colocar en su sitio. Esta es su función, es el eterno vigilante......
......Un día, llegó a la aldea un visitante desconocido; se llamaba Bep-Kororoti y venía de la cordillera del Pukato-Ti. Vestía un "bo" (un extraño uniforme) que lo cubría de pies a cabeza. En la mano portaba un "cop", arma que lanzaba rayos. Todos los de la aldea huyeron al monte aterrorizados, los hombres corrieron a proteger a mujeres y niños y algunos intentaron rechazar al intruso, pero sus armas eran insuficientes; cada vez que con ellas tocaban a Bep-Kororoti, caían inmediatamente derribados. El guerrero venido del cosmos se divertía al ver la fragilidad de sus adversarios. A fin de darles una demostración de su fuerza, alzó su "cop" y, apuntando sucesivamente a un árbol y una piedra, destruyó ambos. Todos comprendieron que Bep-Kororoti había querido demostrarles que no había venido a hacer la guerra.....
......Así, durante un buen tiempo, no hubo mayores problemas. Los guerreros más valientes de la tribu intentaron oponer resistencia, pero a la postre fueron viendo que Bep-Kororoti les estaba resultando cada vez más imprescindible, además, no molestaba a nadie. Poco a poco fueron sintiéndose atraídos por él. Su hermosura, la blancura resplandeciente de su piel, su afectuosidad y bondad para con todos fueron gradualmente cautivando a aquellas gentes. Todos fueron experimentando una sensación de seguridad y fueron haciéndose sus amigos......
......Bep-Kororoti comenzó a tomar afición al manejo de nuestras armas y empezó a aprender el arte de la caza. Al final, sus progresos habían sido tan grandes que llegó a aventajar a los más diestros de la tribu y sobrepasaba en valor a los más valientes de los nuestros, y así fue como al poco tiempo Bep-Kororoti fue aceptado como guerrero de la tribu y una joven lo escogió como esposo y se casó con él. Tuvieron varios hijos y una hija a la que pusieron por nombre Nio-Pouti. Bep-Kororoti era más inteligente que los demás y pronto empezó a enseñar cosas desconocidas para aquellas gentes. Enseñó a los hombres a construir un "ng-obi", esta asociación masculina con que hoy cuentan todos nuestros poblados. En ellas, los hombres relataban sus aventuras a los jóvenes y así ellos aprendían cómo debían comportarse ante los peligros e iban formando su criterio. La asociación masculina era en realidad una escuela y BepKororoti su profesor......
......En el "ng-obi" se hacían trabajos manuales y se perfeccionaban las armas, y todo se lo debíamos al gran guerrero del cosmos. Fue él quien fundó la "Gran Cámara" donde se discutían todos los asuntos de la tribu y así se logró una mejor organización, lo que facilitó la vida y el trabajo de todos. A menudo los jóvenes se resistían a ir al "ngobi". Entonces Bep-Kororoti se ponía su "bo" y salía en busca de los rebeldes obligándolos a cumplir con su deber. Cuando la caza se hacía difícil, Bep-Kororoti traía su "cop" y mataba los animales sin herirlos. Siempre el cazador tenía derecho a reservarse para sí la mejor presa, pero Bep-Kororoti, que no se alimentaba con la comida del poblado, sólo tomaba lo imprescindible para la alimentación de su familia. Sus amigos no compartían su opinión pero él no alteraba su forma de proceder......
......Pero, a medida que transcurrían los años, Bep-Kororoti comenzó a comportarse de un modo diferente. Empezó a eludir a los demás, quería permanecer en su choza. Cuando salía de su morada, se dirigía siempre a las montañas del Pukato-Ti, desde donde había venido. Pero un día no pudo resistir más su anhelo interior y abandonó el poblado. Reunió a su familia; sólo faltaba Nio-Pouti que andaba fuera del poblado. Partió precipitadamente. Pasaban los días y Bep-Kororoti no aparecía. Hasta que un día se presentó nuevamente en la plaza de la aldea y lanzó un terrible grito de guerra. Todos pensaron que se había vuelto loco y trataron de calmarlo, pero él se resistía a quienes pretendían acercársele. Bep-Kororoti no hizo uso de su arma, pero su cuerpo se estremecía y el que lo tocaba caía muerto. Uno tras otro iban cayendo los guerreros........
......La lucha se prolongó durante días enteros ya que los guerreros derribados volvían a levantarse nuevamente y trataban de dominar a Bep-Kororoti. Lo persiguieron hasta la cumbre de la montaña. Y ahí sucedió algo tremendo que dejó a todos espantados. Bep-Kororoti volvió hasta los primeros contrafuertes de la cordillera. Con su "cop" destrozó todo lo que había a su alrededor. Cuando llegó a la cumbre de la cordillera, había reducido a polvo árboles y matorrales. Entonces se produjo una formidable explosión que conmovió toda la región y Bep-Kororoti desapareció en el aire en medio de nubes llameantes, humo y truenos. La tierra se había estremecido de tal manera que había hecho saltar hasta las raíces de las plantas y había arruinado los frutos silvestres; la selva desapareció de modo que la tribu empezó a sentir hambre......
......Nio-Pouti, la hija de Bep-Kororoti, que se había casado con un guerrero y había dado a luz un hijo, dijo a su marido que ella sabía donde podían hallar alimento para todo el pueblo, pero que debían acompañarla a la cordillera del Pukato-Ti. Ante los ruegos de Nio-Pouti, su esposo cobró valor y las siguió hasta la región de Pukato-Ti. Al llegar, Nio-Pouti se dirigió a la región de Mem-Baba-Kent-Kre donde buscó un árbol especial y se sentó en sus ramas con su hijo en la falda. Enseguida, pidió a su marido que tirara las ramas hacia abajo hasta que sus puntas tocasen el suelo. Cuando esto sucedió, se produjo una gran explosión y Nio-Pouti desapareció entre nubes, humo y polvo, rayos y truenos.......
......El esposo aguardó unos días, estaba desmoralizado y deseaba morir de hambre cuando de pronto oye un estruendo y ve que el árbol está nuevamente en su lugar original. Su sorpresa era grande; ahí estaba de nuevo su mujer y con ella Bep-Kororoti, y traían grandes cestos llenos de alimentos que él jamás había visto. Después de algún tiempo, el hombre del cosmos volvió a sentarse en el árbol fantástico y ordenó otra vez flexionar las ramas hasta tocar el suelo. Se produjo una explosión y el árbol volvió a desaparecer en el aire. Nio-Pouti volvió con su marido al poblado y dio a conocer un mensaje de Bep-Kororoti: todos debían emigrar y erigir sus aldeas frente a Mem-BabaKent-Kre, lugar donde encontrarían alimento. Nio-Pouti agregó que debían guardar las semillas de frutos, legumbres y arbustos hasta la época lluviosa y sembrarlas entonces para tener una nueva cosecha. Así comenzó nuestra agricultura... Nuestro pueblo emigró al Pukato-Ti y allí vivió en paz; las chozas de nuestras aldeas se hicieron cada vez más numerosas y, desde las montañas, se las veía tocar el horizonte......
Esta leyenda ha sido transmitida de generación en generación por los kayapó, en la misma lengua aseguran que hablaba el héroe Bep-Kororoti, un lenguaje que tiene nada más y nada menos que 17 vocales y 16 consonantes, y un modelo de entonación que alarga o reduce las letras vocales para denotar énfasis.
Uno de los datos más curiosos de estos mitos y costumbres kayapó, es que fueron recopilados por Joao Américo una decada antes de los primeros viajes espaciales que rusos y americanos emprendieran en la década de los años 60. Por tanto la utilización de los "bo" o trajes extraños de paja que utilizan en sus danzas no pueden ser una "asimilación cultural" como muchos defienden en el caso de los "dogon" en África, dado su enorme nivel de conocimientos sobre la estrella Sirio. La introducción del "bo" o del "cop" (vara que lanzaba rayos) son elementos completamente anacrónicos en una sociedad que vive aún hoy, a años luz de los conceptos más básicos que nosotros entendemos como civilización. Argumentar una vez más que este tipo de mitos no son más que casualidades o particularidades folklóricas de pueblos primitivos es sencillamente ignorar por conveniencia una historia que no encaja de ninguna manera en los dogmas de la ciencia oficial.