sábado, octubre 22, 2022

Un Hombre, Una Mujer... Muchos Modelos

Silvia Salinas

Especialista en terapia de parejas; la autora narra una experiencia que le permitió comparar su propio modelo terapéutico con otros, igualmente enriquecedores, en el marco de un Congreso cuya consigna fue: crear, reflexionar enriquecer, no imitar

En los últimos 30 años se desarrollaron distintos modelos de terapia de parejas desde la línea gestáltica. A pesar de que parten desde la misma teoría, sus desarrollos muestran variantes. Las variantes y las similitudes de esos modelos fueron el eje de un congreso sobre terapia de parejas que se cumplió en junio en Cleveland y al que tuve oportunidad de asistir.

Estuvieron representados los cuatro grupos más importantes que, en EE.UU., forman terapeutas gestálticos de parejas. Sonia Nevis, que abrió el evento, subrayó la importancia de desarrollar un modelo propio y aclaró que un modelo sólo funciona aplicado por la persona que lo crea. Enfatizó la idea de que no se puede imitar el trabajo de otro y vio en el congreso la oportunidad de que cada terapeuta pudiera reflexionar y enriquecer el propio. Es decir, autorizó el derecho y la necesidad de la creatividad.

I: La cuestión del contacto

El primer modelo de los presentados fue el de Rita y Bob Resnick, de Los Angeles, quienes trabajan especialmente en la cuestión del contacto. Ellos enunciaron nueve principios para su modelo:

1)Valoramos la continuidad de la relación
2)Prestamos atención al dilema del hombre: cómo puedo estar conectado con otro, y al mismo tiempo, ser yo mismo
3)Los modelos estáticos para matrimonios y relaciones son anacrónicos
4)Muchos modelos son anacrónicos, efectivamente, y por eso no funcionan
5)Estimulamos un modelo que permita el movimiento dentro del sistema
6)Buscamos el grado de compatibilidad para resolver la cuestión «cómo ser como soy y, no ser como yo y/o otros creen que debería ser»
7) Ser quien realmente soy sin tener que controlarme, sin controlar al otro ni escindirme, es parte esencial del vínculo
8) Si el vínculo sólo funciona cuando yo no soy yo, mejor abandonarlo
9)El terapeuta se inc1uye mostrando sus sentimientos y expresando qué le pasa mientras escucha...

En el modelo de Resnick el terapeuta se abre para ayudar a la pareja a conectarse y buscar qué sentido tiene la relación para cada uno de ellos. Cuando un tipo de relación no funciona ellos estimulan a la pareja a ir buscando otros hasta encontrar uno funcional. Sostienen que la clave para sobrevivir en pareja radica en la habilidad para conectarse de nuevo.

Los Resnick trabajan con la pareja y con lo que le pasa a cada uno por separado y tienen en cuenta lo que cada uno de ellos, como terapeutas, interpretan sobre el mismo hecho. En la primera sesión preguntan qué quiere cada uno, qué buscan, qué necesitan. A partir de ahí inician un movimiento de conexión, desconexión y reconexión. Ven en esto un movimiento no lineal, sino circular, que se va dando según el ritmo de la pareja. Lo describen así:

1 Aislamiento: gruesas barreras no permeables.
2 Introversión: reserva, barreras permeables.
3 Contacto: a) movimiento; b) consciencia de las diferencias; e) expresión de lo experimentado aquí y ahora.
4 Intimidad: se dan todas las condiciones del contacto, más la suspensión del control sobre sí mismo y sobre el otro.
5 Confluencia: no hay barreras en el medio y, por lo tanto, tampoco existe el contacto.

II: Dar y recibir

El segundo modelo es el de los Borovsky, de Boston, fundamentado en el dar y recibir. Ellos hablan de crear un espacio sagrado para la relación y esto es posible a partir de los aspectos del dar y el recibir.

Dar, dicen, es contactar con mi amor, con mi atención, con mi energía, con mi verdad. Es ofrecer y preguntar si estás listo para recibir lo que voy a brindarte. Es dirigir mi amor con energía hacia el otro. Y es soltar: lo que era mío ahora es tuyo, te lo entrego.

Con el dar pueden surgir estos problemas: que se ofrezca demasiado, hasta ahogar al otro; que se retacee lo que se da, dudando, dando y retirando a la vez; o pensar que se da algo que, en realidad, no se tiene.

Recibir, a su vez, es conseguir el amor y la atención del otro. Es estar listo para recibirlos abriendo un espacio para ello. Es tomar lo que el otro da. Es asimilar y agradecer lo ofrecido por el otro.

Con el recibir puede surgir el problema de no poder tomar; el de agradecer de más, hasta ahogar al otro; o el de recibir sin interés.

A este modelo se le criticó la dificultad de su aplicación cuando la pareja está en un conflicto grave y los Borovsky respondieron que es posible trabajar aún cuando la pareja sólo tenga odio y resentimiento para dar y recibir. Personalmente creo que es un modelo interesante para aplicar una vez superados los conflictos. Entonces, con él, se puede trabajar en mejorar la calidad y el contacto de la relación.

III: Un sistema aquí y ahora

El tercer modelo es el de Sonia Nevis y Joseph Zinker. Ellos miran a la relación como un sistema, observan a ambos miembros de la pareja a la vez y trabajan exclusivamente en el aquí y ahora, es decir en lo que ocurre en la sesión, sin considerar los relatos sobre el afuera. Observan la estética del movimiento y ponen énfasis en cómo fluye la energía durante la sesión. Les importa, fundamentalmente, el darse cuenta en el aquí y ahora y consideran que cada pareja es única y diferente. Respetan a cada persona y al sistema y ayudan a que la pareja aprenda durante la sesión terapéutica.

La técnica de Nevis y Zinker parte de pedirle a la pareja que hablen entre ellos y no con los terapeutas. Estos sólo interrumpen cuando lo creen necesario. La primera intervención es para señalar lo que sí funciona, para mostrarles lo que están haciendo bien, lo que les sirve en su sistema, lo que hay de hermoso en su relación, lo que está bien desarrollado. Confían, entonces, en la sabiduría de la pareja.

Como segundo paso ven lo que no funciona, lo que no está desarrollado. Generalmente es lo opuesto a todo lo anterior. Cuando a la pareja le resulta difícil encontrar lo que funciona bien, se los invita a partir de lo que está mal y, desde ahí, buscar lo opuesto, lo polar.

De acuerdo con Nevis y Zinker, para que una sesión funcione es necesario hacer un ejercicio corporal. Si sólo se habla, dicen, no sirve, las cosas quedan en un nivel cognitivo, «y necesitamos que llegue a las tripas».

Luego del trabajo ellos preguntan a la pareja qué significado le encuentran a la experiencia que acaban de vivir, qué aprendieron de la sesión, puesto que cada sesión debe ser una enseñanza. Según su relato, el comentario de los pacientes sobre lo que aprendieron no suele coincidir con la intención de los terapeutas al proponer el ejercicio. Esto no es importante, mientras se haya aprendido algo.

Como dije antes, Zinker y Nevis no están interesados en el argumento que traen los pacientes, sino que focalizan su atención en el proceso, en la interacción que se produce en la sesión. En cuanto a esto, focalizan un camino a la vez, aun cuando sean varios los que se presentan. Insisten en que es necesario seguir uno solo y dejar los demás para otras sesiones.

IV. El eje en la comunicación

El cuarto de los modelos es el del Grupo de Cleveland. Ellos parten de la base de que una pareja funciona con pocas reglas y se trata de descubrir cuáles son cuando no están explícitas. En este sentido los dos miembros de la pareja son responsables del sistema que arman. El terapeuta, como tal, se instala como un instrumento de la pareja y observa si en ésta es posible el diálogo o si lo que se ofrece son dos monólogos paralelos, cada uno con un interés propio.

Para el Grupo de Cleveland es importante observar de cuántas maneras diferentes se puede incluir el terapeuta en el sistema de la pareja, y lo principal de su enfoque tiende a conseguir que cada miembro de la pareja acepte la forma de comunicarse del otro, que aprendan acercarse teniendo en cuenta las diferencias de sus modelos de contacto.

Parte de su técnica consiste en no permitir que los pacientes se dirijan al terapeuta; les piden que hablen pura y exclusivamente entre ellos. La terapia se centra así en la manera de relacionarse.
De las proyecciones a la aceptación

Una vez que se expusieron los cuatro modelos, los asistentes al Congreso nos reunimos en grupos de diez personas en los que cada uno exponía sus propios modelos para trabajar con parejas. A continuación sintetizaré el mío, que fue muy bien recibido:

Trabajo especialmente con las proyecciones, pues creo que el conflicto aparece cuando desplegamos con nuestra pareja un conflicto interior. El papel del terapeuta consiste en ayudar a develar cuál es el conflicto propio, personal, que cada uno está jugando en la relación con el otro.

Parto de la idea de que las dificultades son parte necesaria en el proceso de la pareja; no existe una pareja sin conflictos. Cada problema puede resultar una oportunidad de entender algo de nosotros mismos; de ese modo la pareja cobra el sentido de ayudarnos a nuestro crecimiento personal.

Yo creo que las parejas no se encuentran, se construyen. Nos tomamos el trabajo de armar una pareja para que funcione. Es importante, entonces, no tomar modelos prestados, sino inventar una forma que nos satisfaga a los dos.

Pongo atención al odio y al resentimiento acumulados y trato de ayudar a que ambos saquen todo lo que puedan, sin miedo, confiando en que, luego de atravesar los momentos dolorosos, habrá un mejor acercamiento. Observo con especial atención el modo en el que se hablan y se miran y, a través de ejercicios específicos, los ayudo a abrirse y conectarse. En esto ayuda el cambio de roles; es esencial que cada uno, al ponerse en el lugar del otro, vea la situación desde la posición del compañero. Esto contribuye a la aceptación de cada uno como es y de cómo es el otro. Es importante cómo me acomodo a la forma de ser del otro en lugar de intentar cambiarlo. Para mí es importante -e insisto en eso en mi trabajo- descubrir las necesidades de cada uno y de la relación.

Fui la única extranjera en este encuentro y asistí a una experiencia realmente movilizadora y enriquecedora. No sólo intercambiamos técnicas y experiencias sino que, en lo personal, trabajamos con lo que nos pasaba con toda esta información no sólo como terapeutas, sino con nuestras propias parejas. En esto se incluía a los matrimonios, a las parejas terapéuticas, a los compañeros de estudio, amistades, etc. Fue posible así, en pocos días y gracias a un compromiso serio, compartir experiencias muy profundas.