Gabriel López de Rojas
Dan Brown, después de su éxito editorial El Código Da Vinci, la novela que lo lanzó a la fama y que era una vulgar mixtura de verdades y mentiras, ha vuelto. La nueva entrega del escritor estadounidense, bajo el título de Ángeles y demonios, está dedicada a Los Illuminati y a la infiltración de éstos en el Vaticano. En su nueva obra, Brown muestra un notable desconocimiento de la historia de Los Illuminati, no posee el mínimo rigor en sus aseveraciones y se inventa una infiltración de éstos en el Vaticano.
Cuando las fantasías en forma de novela se apoderan de la realidad, nada mejor que recuperar un artículo mío titulado Infiltración en el Vaticano, que publiqué en el número 7 de la revista Baphomet (diciembre del 2001), actualizando su contenido. Fernando Rueda, el principal espiólogo español, en su libro Operaciones Secretas. Las acciones más sucias del espionaje mundial, reconoció haber utilizado dicho artículo como fuente de información para el capítulo Micrófonos en la habitación del papa. Y es que, más allá de las fantasías de Dan Brown, la infiltración en el Vaticano es un hecho.
La masonería, el OPUS DEI, los servicios secretos, Los Illuminati, la OTO y el satanismo han sido capaces de penetrar en el Vaticano y de colocar a sus hombres en puestos claves que dan acceso a la información y, en el mejor de los casos, al Poder.
LA MASONERÍA EN EL VATICANO
Cuando las logias masónicas se extendieron por Europa en los inicios del siglo XVIII, las condenas papales no se hicieron esperar. Clemente XII, con su bula In Eminenti del 24 de abril de 1738, condenó y prohibió las sociedades, reuniones, asociaciones o agrupaciones denominadas Liberi Muratori, masones u otros nombres, por ser “perniciosas para la seguridad de los estados y la salvación de las almas”. Otros papas como Benedicto XIV, Pío VII, León XII, León XIII y Pío X reprodujeron las condenas contra la masonería y las sociedades secretas, argumentando prácticamente lo mismo que el papa Clemente XII.
El paso del tiempo, sin embargo, ha provocado que la masonería no sólo sea aceptada más o menos por el Vaticano, sino que esté en los diferentes escalafones de Poder de éste y lo controle en parte. ¿Infiltración? ¿Intereses compartidos entre el Vaticano y la masonería? El primer hecho que provocó que la opinión pública conociese la conexión entre la masonería y el Vaticano fue el caso de la Logia P2 italiana, fundada por el ex fascista y rico empresario Ligio Gelli. En la Logia P2, fueron iniciadas personalidades ligadas a las finanzas y el Poder del Vaticano, al igual que otras personalidades de la política y las finanzas de Italia y Latinoamérica, que acabaron envueltas en tramas delictivas. El 12 de diciembre de 1987, el periodista Pier Carpi, en L'Expresso, afirmaba sobre la presencia de la masonería en el Vaticano que “se llama ‘Logia Eclesia' y está en contacto directo con el gran maestre de la Gran Logia Unida de Inglaterra, el duque Michael de Kent. A ella pertenecen más de cien personas entre cardenales, obispos y monseñores de la Curia que consiguen mantenerlo en el más absoluto secreto, pero no hasta escapar a las investigaciones de los hombres del famoso OPUS DEI”.
El libro Mentiras y crímenes en el Vaticano, escrito por unos misteriosos Discípulos de la Verdad y publicado por Ediciones B en el año 2000, sobre la citada presencia de la masonería en el Vaticano, también nos cuenta: “El hecho de que el clan masónico esté tan envuelto en el secreto como su adversario opusdeísta hace que la identificación de sus miembros resulte tan difícil como la de los de este último. En el Vaticano se rumorea que, aparte del cardenal José Rosalío Castillo Lara, pertenecen al clan masónico el cardenal Achille Silvestrini (prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, señalado como uno de los jefes del clan), el cardenal Pio Lagui (prefecto de la Congregación para la Educación Católica), el cardenal Camillo Ruini (vicario general de Roma), monseñor Celestino Migliore (subsecretario para las relaciones con los Estados)...” Podemos hablar de intereses compartidos entre la masonería inglesa o anglosajona, la que parece ser que tiene presencia en el Vaticano, y éste, pero también de infiltración. En cualquier caso, el gran éxito de la masonería inglesa o anglosajona que se encuentra en el Vaticano, según parece, ha sido limitar la parcela de Poder de los aún más conservadores del OPUS DEI e instituciones similares.
EL OPUS DEI
El OPUS DEI fue fundado en España a finales de los años veinte por José María Escrivá de Balaguer. Su crecimiento espectacular se produjo en España, durante la dictadura fascista de Francisco Franco. El papa Juan XXIII no apreciaba el conservadurismo opusdeísta, pero sus sucesores iniciaron un acercamiento a la Obra. De hecho, el 28 de noviembre de 1982 Juan Pablo II proclamó oficialmente la elevación del OPUS DEI al rango de prelatura personal. De esta forma, la organización de Escrivá de Balaguer se situó en una posición inmejorable para infiltrarse e intentar dominar a la Iglesia católica desde dentro, lo cual ha conseguido sólo a medias, por la dura oposición de la masonería “vaticana” y de otros “infiltrados”.
El OPUS DEI ha sido citado como secta secretista y “santa mafia” por aquellos que han padecido en sus carnes sus formas de proceder o que estudiaron su estructura y comportamientos sectarios. Por ejemplo, en 1997, una comisión de investigación del Parlamento belga incluyó al OPUS DEI en una lista de 189 sectas. España, bajo el gobierno de derechas del Partido Popular y José María Aznar (1996-2004), actúo siguiendo los dictados de un buen número de ministros y responsables de la justicia, la banca, etc. que eran miembros del OPUS DEI y de la secta Legionarios de Cristo. La propia mujer de Aznar, Ana Botella, ha sido una devota de estas sectas, mientras su marido, el propio José María Aznar López, ha aparecido asociado en los últimos tiempos a la orden iluminista Skull and Bones, relacionada con universidades de EE.UU. y de la cual son miembros los Bush y su oponente demócrata John Kerry.
El actual nivel de infiltración y de Poder del OPUS DEI en el Vaticano, no obstante, aún es mayor que en países tipo a España, porque, desde el papa hasta el último cura del Vaticano, existen cientos de afiliados a la Obra. Giuliano Di Bernardo, Gran Maestre de una Obediencia de la masonería italiana, harto de que se acusase a la masonería de infiltración en el Vaticano, afirmó que: “las fuerzas de la reacción católica están en pleno movimiento, reorganizan sus tropas y acusan a la masonería. Pero, ¿por qué no se dice también que el OPUS DEI, el integrismo católico, ha invadido como un pulpo las finanzas internacionales y también las italianas? Hombres del OPUS DEI ocupan los más altos cargos del poder y condicionan las elecciones de importancia nacional”. La existencia de una enorme infiltración del OPUS DEI en el Vaticano responde a un deseo de adquirir Poder y promover el conservadurismo en la Iglesia católica. Sus objetivos se enfrentan a los intereses de la masonería “vaticana”, algo más abierta en sus planteamientos.
Pero, ¿quién vencerá en la disputa? ¿Existen otros infiltrados en el Vaticano, aparte de los masones y los miembros del OPUS DEI?
SERVICIOS DE INTELIGENCIA
Los servicios de inteligencia tienen un gran poder en la sombra. La CIA de EE.UU., el Mossad israelí, los servicios británicos MI5 y MI6, el desaparecido KGB o, incluso, el CNI español (antiguo CESID) disponen de amplias redes de espías y pisos francos en el extranjero para poder realizar sus labores. De hecho, todos ellos tratan de obtener información de la organización, la estructura, el armamento, la industria bélica, el servicio de inteligencia, las tendencias sociales, las ideologías, la economía, los grupos de poder..., de los diferentes Estados que son de su interés, para poder neutralizar, desbaratar u obtener algún provecho. Resulta obvio que el Vaticano es un manjar gustoso para los principales servicios de inteligencia del mundo y que sus agentes están infiltrados en el mismo, al igual que la masonería y el OPUS DEI. Así, la cruzada derechista y anticomunista que llevó a cabo la Logia P2, tanto dentro como fuera del Vaticano, estuvo apoyada en parte por la CIA.
Varios miembros prominentes de la Logia P2 recibieron apoyo económico de la agencia para luchar contra el comunismo italiano. Y algunos agentes del servicio secreto de EE.UU. también se infiltraron en el seno del Vaticano, con ánimo de descubrir una posible infiltración comunista, la cual realmente estaba ocurriendo. De esta forma, en las mismas fechas, el Vaticano sufría la infiltración del KGB y de otros servicios secretos de países comunistas del antiguo Bloque de Este. En 1998, dos miembros de la Guardia Suiza del Vaticano aparecieron asesinados y el hecho resultó un escándalo, barajándose todo tipo de hipótesis sobre el móvil del crimen. Al final, se difundió la teoría de que Cédric Tornay había matado al matrimonio Estermann en un “arrebato de locura”.
Ahora, sabemos que Alois Estermann, uno de los asesinados, se había convertido en informador de la Stasi en 1980 y que, entre 1981 y 1984, bajo el nombre cifrado de “Werder”, había enviado a la policía secreta de la RDA, que venía a ser lo mismo que el servicio secreto, numerosos y detallados informes sobre el Vaticano utilizando una casilla postal del tren nocturno Roma-Innsbruck. El almirante Fulvio Martini, jefe del Sismi (el servicio secreto militar italiano) de 1985 a 1990, sobre Alois Estermann y las infiltraciones de servicios secretos de países comunistas en el Vaticano, apuntó: “La hipótesis de que Estermann estuviera a sueldo de la Stasi es posible. En aquellos años, los servicios secretos de Alemania del Este, Polonia y Checoslovaquia mostraban un enorme interés por todo lo que ocurría en el Vaticano”. Markus Wolf, la cabeza visible de la “inteligencia” de la antigua Alemania del Este, confirmó la infiltración en el Vaticano en el diario L'Expresso en 1999: “Nuestro punto de referencia en el Vaticano se llamaba en clave Licht blick, rayo de luz. Era un alemán, uno de los más inteligentes frailes dominicos, miembro de la Comisión Científica del Vaticano y muy próximo al ambiente de monseñor Agostino Casaroli... Se llamaba Karl Brammer”.
La infiltración de los servicios de inteligencia en el Vaticano, así, pues, es un hecho tan real como la infiltración de la masonería y el OPUS DEI. Mientras los últimos, no obstante, desean dominar y reconducir la política del Vaticano, los espías se limitan a obtener información útil, probablemente valorada como “Top Secret”, para saber más y diseñar estrategias favorables a sus respectivos Estados, lo cual parece lógico. Conocido todo ello, cabe preguntarse: ¿Aún podemos encontrar otras infiltraciones en el Vaticano?
LOS ILLUMINATI, LA OTO Y EL SATANISMO
Existen otras órdenes paramasónicas que igualmente están infiltradas en el Vaticano. Los Illuminati, fundados por Adam Weishaupt el 1 de mayo de 1776 en Baviera, siempre promovieron la estrategia de la infiltración entre los iniciados de más alto grado que ya habían culminado la iniciación. Y es que la iniciación, en principio, tiene como finalidad la transformación interna del iniciado, la culminación de la iniciación, para después entrar con plenas garantías en las cuestiones sociales, el Poder, el Nuevo Orden Mundial. Por todo ello, al tratar de la infiltración en la Iglesia católica, sólo en documentos internos de la Orden para los altos grados que habían culminado la iniciación Weishaupt reconocía: “Hemos provisto con beneficios, cargos y plazas de preceptores a todos los miembros sacerdotes… Hemos colocado a miembros de la Orden en cuatro cátedras eclesiásticas”. Cuando la Orden se reconstruyó en EE.UU., el planteamiento expuesto no se alteró. Algunos “expertos” en sociedades secretas han creído detectar infiltraciones en el Vaticano en ese sentido.
Piers Compton, ex editor de la publicación católica The Universe, por ejemplo, ha rastreado la infiltración de Los Illuminati en la Iglesia católica. Y cita como presunta prueba el que católicos prominentes utilicen el símbolo iluminista del ojo dentro del triángulo o que el mismo figure en la colección de sellos del Vaticano de 1978. Compton afirma, además, que el papa Juan XXIII utilizaba el símbolo en su cruz personal. Absurdo, ya que dicho símbolo también está presente en la masonería o en la Orden Rosacruz. Más allá de estas teorías, sustentadas en ninguna prueba rigurosa, como fundador y Gran Maestre de la Orden Illuminati, desde dentro, lo que sí puedo asegurar es que el planteamiento de Los Illuminati en los últimos años se ha mantenido, siempre entre los iniciados de más alto grado que ya habían culminado la iniciación. A través de un cargo de la Iglesia católica, próximo a la Orden Illuminati, cargos y altos grados de la Orden hemos recibido información sobre las interioridades de la Iglesia católica y el Vaticano. La información no tenía nada que ver con las fantasías de Dan Brown, sino con luchas por el Poder como las descritas, donde participaban la masonería, el OPUS DEI, Los Legionarios de Cristo, Los Caballeros de Colón, la Orden de Malta…, dentro de un Vaticano que tiene el reconocimiento de Estado desde hace décadas. La OTO (Ordo Templi Orientis), fundada por los masones alemanes de alto grado Karl Kellner y Theodor Reuss a principios del siglo XX, también ha admitido como miembros a cargos de la Iglesia católica con intereses iniciáticos. El cardenal decimonónico Mariano Rompalla (1843-1913), que ejerció de secretario de Estado del Vaticano durante el papado de León XIII, cuando falleció el papa, surgió como principal candidato al papado, aunque no alcanzó ese puesto por el veto del emperador José de Habsburgo. Tras su muerte, se encontraron papeles de éste que lo ligaban a la OTO.
Por mi condición de OHO de la Societas OTO, orden descendiente directa de la OTO de Aleister Crowley, debo reconocer que existe un interés para mí extraño en algunos sacerdotes católicos y pastores protestantes hacia la OTO. En el otoño del 2004, después de casi cuatro años de vida de la Societas OTO, varios sacerdotes y pastores de España y Latinoamérica están afiliados a la misma, escalando sus grados sin problemas de conciencia, algo que sin duda siempre ayuda a obtener y contrastar informaciones de la Iglesia católica y el Vaticano. Por último, en el terreno del satanismo, encontramos el rastro de una organización satánica que opera en el seno del Vaticano. El libro El Vaticano contra Dios (Ediciones B, 1999), escrito por un grupo denominado Los Milenarios, relata la citada infiltración en el Vaticano, contando el caso de un arrepentido que hizo confesión de sus “pecados”. Los siguientes párrafos de la obra dejan pocas dudas: “En el santuario romano del Divino Amor (sic), a última hora de la tarde, mezclado entre los demás, se acerca al confesionario un penitente muy alterado y turbado. El confesor lo anima a hablar. -Padre, pertenezco a una secta satánica, en la que desempeño un papel importante. He arrastrado a muchos a ella... (...). He llegado a convencer a muchas personas a asistir a misas negras y a otros ritos satánicos. Sin embargo, el otro día fui yo el invitado a una misa negra en un lugar donde yo jamás hubiera imaginado que se pudiese celebrar semejante rito... -¿Dónde?- pregunta el confesor desde el otro lado de la reja. -En el Vaticano. -¿Quiénes eran los demás? -No sé les podía reconocer, todos íbamos encapuchados y cubiertos de la cabeza a los pies. Las voces eran graves imposibles de identificar por el timbre...”.
La infiltración en el Vaticano ha quedado reflejada con el presente trabajo, huyendo de las fantasías de Dan Brown. Bastantes organizaciones han deseado tener presencia de una forma u otra en el Vaticano, para obtener información útil o controlar a éste y a la Iglesia católica. Y muchas son las organizaciones que, en la actualidad, consiguen esos fines. El presente trabajo nos ha acercado un poco a esas organizaciones y a esa realidad que supera la ficción y que pasa desapercibida ante los ojos de una inmensa mayoría de profanos y mortales, incluidos los millones de lectores del imaginativo Dan Brown.
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