Nuestra salud mental está relacionada con el fluir de la información (energía) a través de todo nuestro cuerpo. Un flujo fuerte e ininterrumpido significa salud, mientras que un flujo débil nos indica el principio de la enfermedad, aunque los síntomas aún no sean visibles.
En realidad, en la mayoría de los casos, el proceso de la "enfermedad natural" (tanto física como mental) no es un síntoma de debilidad, sino la manifestación de la vitalidad de un organismo que intenta desbloquear el flujo de energía para restablecer el mejor equilibrio vital posible (homeostasis).
La teoría primal sostiene que nuestra salud mental está relacionada con el flujo de la información a través de los tres niveles de conciencia de nuestro cerebro:
1ª línea de conciencia: "Cerebro Instintivo" o complejo cerebral reptiliano.
Controla las funciones automáticas del organismo: la respiración, la actividad cardiovascular, las hormonas, los procesos digestivos, la presión arterial, los latidos del corazón y otras funciones vitales. Los traumas que suceden al feto o al bebé antes de los seis meses de vida tienen una probabilidad muy alta de afectar a estas funciones.
2ª línea de conciencia: "Cerebro Emocional" o sistema límbico.
Es el nivel afectivo o la mente del sentimiento. Se relaciona especialmente con la emoción y la motivación. Se empieza a desarrollar hacia el sexto mes y continúa durante la infancia.
3ª línea de conciencia: "Cerebro Intelectual" o corteza cerebral.
Organiza las cosas intelectualmente, se relaciona con el mundo exterior, e integra los niveles de conciencia inferiores, ayudando a inhibir los impulsos y dando un sentido a los sentimientos. Empieza a jugar un papel activo hacia los seis años de edad y continua desarrollándose hasta los veinte años aproximadamente.
Estos tres cerebros funcionan como ordenadores interconectados entre si, cada uno con su propia memoria y funciones.
Cuando la información (energía) fluye libremente, y no hay fricciones ni reacciones contradictorias entre los diferentes niveles de conciencia, gozamos de una buena salud. En caso contrario, se producen desequilibrios, trastornos y enfermedades.
Para la teoría primal no existe una mente separada del cuerpo, y por lo tanto no tiene sentido hablar de, o intentar tratar, los problemas puramente psicológicos. Nuestros problemas son siempre psico-fisiológicos. Los trastornos mentales son tanto biológicos como psicológicos, y ambos aspectos deben ser tratados simultáneamente para que se produzca una verdadera curación.
La teoría primal postula que los trastornos mentales son causados por un exceso de información dolorosa de un nivel de conciencia a otro superior, que es bloqueada en las etapas tempranas de nuestra vida. Esta información no desaparece sin más, sino que se almacena electroquímicamente en nuestra memoria. Los recuerdos relacionados quedan impresos en nuestro cerebro (y en nuestro cuerpo), y están siempre intentando completar su camino hacia el nivel de conciencia superior.
Cada vez que esa información (energía) bloqueada logra acercarse al siguiente nivel de conciencia, empezamos a sufrir. Este sufrimiento es difuso y no tiene un significado específico para nosotros, precisamente porque no consigue llegar a nuestra "conciencia". Solamente experimentamos el componente visceral y/o emocional de dicha memoria.
Cuando comenzamos a sufrir, el cerebro hace lo que hizo originalmente, y actúa para bloquear la información una vez más; y esto sucede continuamente durante toda nuestra vida, desde el primer momento en que se instala en nuestro cuerpo-mente la represión de una determinada experiencia.
Es como un cortocircuito que mantiene secciones del cerebro desconectadas. En función del grado de desconexión, experimentamos la vida de una forma más o menos inconsciente.
Pero no sólo se produce una desconexión, sino que, en el nivel de conciencia de nuestro cerebro en donde se produce el "corte", queda impresa una orden de respuesta automática que va a servir como reacción prototípica ante situaciones similares en el futuro, de forma que vamos a reaccionar ante nuevas situaciones con las emociones y/o reacciones viscerales "impresas" de nuestro pasado.
Como ambas cosas, la nueva situación o estímulo y la respuesta impresa del pasado, suceden al mismo tiempo, pensamos que están sucediendo en el presente, y que una es la causa de la otra.
Esta percepción errónea se mantiene oculta a nuestra conciencia, y es la causa principal de muchos de los dolorosos e incomprensibles malentendidos entre personas que están intentando relacionarse significativamente en el presente.
Los últimos descubrimientos en la investigación del cerebro, nos permiten comprender mejor cómo se bloquea el flujo de información en el cerebro, y cómo la terapia primal actúa para desbloquear ese flujo.
Para alcanzar la curación, es necesario trabajar desde el cerebro hacia el cuerpo, conectando con los sentimientos-pensamientos que despiertan nuestras sensaciones corporales.
Cuando nos libramos de la obstrucción del flujo de información (energía) en el cerebro, los trastornos mentales y problemas físicos relacionados desaparecen, unas veces inmediatamente y otras de forma progresiva.
La salud depende del fluir natural de la información (energía). Cuando se bloquea el flujo de esa información (energía) se produce la enfermedad. Cuando el flujo se restablece, se produce una vuelta a la salud.