Oscar G.-Quevedo, S.J. - Edvino A .Friderich, S.J.
El calor que surge de ciertas personas siempre constituyó objeto de curiosidad e investigación. En todos los tiempos. Dejamos, por hoy, la termógenesis o pirogénesis ambiental; para concretizarnos a la termógenesis interna, o autocombustión personal, la temperatura corporal.
Hay gran diversidad de casos que huyen a lo normal ( = parasicológico). No es propiamente parasicológico inicialmente las variaciones y aumento de temperatura, incluso hasta muy alta, que algunas personas desarrollan en la emoción, principalmente cuando la cólera toma cuenta del siquismo. Llegan a sentir gran aumento de temperatura.
En un paso más adelante, en la hipnosis se provocan modificaciones térmicas de la fiebre sugerida o alteraciones térmicas periféricas localizadas. El hipnotizado, de acuerdo a la sugestión proferida por el hipnotizador, presenta una elevación de temperatura en una de las manos, al mismo tiempo en que se produce un enfriamiento en la outra. Una orden contraria basta, la mayoría de las veces, para que se registre una inversión del fenómeno: la mano fría se pone caliente y vice-versa.
Más: en ataque histérico, la temperatura puede elevarse a 43 o incluso 44 grados Celsius, o por el contrario bajar enormente sin manifestarse alteración grave del pulso o de la respiración, o pérdida de consciencia.
Entre los clásicos, "Krafft-Ebing, en 1889, publicó la observación en una histérica, que presentaba elevaciones de temperatura hasta 4l,5 sin haber otros síntomas de fiebre. Por medio de sugestión, él hacía caer la temperatura hasta 36 grados... y proseguió realizando observaciones de esse género durante meses seguidos.
Carmine Mirabelli, de Brasil, entre tantos otros ejemplos, cuando en estado de trance escribía con extrema rapidez, ojos vítreos, sin mirar al papel. El pulso llegaba entonces a 120 e incluso a 150 pulsaciones por minuto. Y lo que aqui nos interesa: la temperatura se elevaba, pudiendo alcanzar hasta 39 ½ grados.
Esto explica el tan cacareado fenómeno atribuído a los faquires, yoguis y al tantrismo. En el estado "kundalini" siente el yogui un calor extremamente intenso; durante el avance del "kundalini" el yogui en la parte inferior del cuerpo permanece inerte y frío como un cadáver, en cuanto la parte superior es ardiente.
Calor, "fuego" interior, hasta quemaduras, son referidas universalmente en la história de las religiones y de los "místicos" más desarrollados. Como en todo fenómeno parasicológico, son más destacados los ejemplos en la Iglesia Católica por la mayor dedicación de sus místicos y mayor sublimidad y emotibidad de su doctrina. Citemos algunos ejemplos:
"San Estanislau de Kostka era tan vivamente imbuído de amor a Nuestro Señor, que sufría de desmayos y espasmos. Se veía compelido a aplicar sobre su pecho paños mojados en agua fría para suavizar la violencia del amor que sentía. Cierto día, su superior religioso lo encontró paseando sólo, de noche, en el pequeño jardín del Noviciado. Soplaba un viento frío y desagradable. Le preguntó el Rector qué hacía allí a esas horas. Respondió con toda simplicidad y sinceridad: "Estoy quemándome, padre. Estoy abrasándome".
Con frecuencia tuvo que bañar su pecho para aliviar su calor ardiente.
Tanto el biógrafo, cuanto los testigos del proceso de beatificación, declararon a respecto de Santa María Magdalena de Pazzi: "Por veces, oprimida por el exceso de amor a Dios, exclamaba: No puedo soportar por más tiempo tanto amor, retenlo en Ti mismo!"
Debido a la consumidora llama de amor a Dios que sentía, no podía hallar descanso. En pleno invierno no soportaba vestidos de lana, por causa del fuego de amor que ardía en su pecho, y aflojaba y cortaba su hábito. Sientiendo gran calor en su rostro, se abanicaba con el velo, corría al pozo y bebía buena cantidad de agua fría, humedecía con ella el rostro y los brazos, derramaba agua en su seno, siendo tan grande el calor que abrasaba su pecho, que incluso externamente daba la impresión de que se consumía.
No menor era el calor devocional de San Felipe Neri, contemporaneo de los santos mencionados. Felipe sentía tanto calor alrededor del corazón, que por vezes se extendía a todo el cuerpo y, apesar de su edad, delgadez y dieta escasa, en los días más fríos del invierno le era necesario, incluso durante la noche, abrir las ventanas, refrescar la cama, abanicarse a fín de aliviar el gran calor que sentía... El Cardenal Crescenzi, uno de sus hijos espirituales, decía que a vezes, cuando se le tocaba la mano, las personas pensaban que él tuviese violenta fiebre. Incluso en invierno andaba siempre con la ropa abierta de la cintura para arriba. Acostumbraba decír que no podría proceder de otra manera por causa del excesivo calor que sentía.
Cierta vez, cuando havía caído mucha nieve en Roma, andaba por la calle con la sotana desabrochada. Y uno de sus penitentes, que lo acompañaba, mal podía aguantar el frío, y él se reía, diciendo que era verguenza que los jóvenes sentiasen frío, cuando los viejos permanecían impasibles.
Otras veces al rezar el breviario, o después de la Misa, o en cualquier otra acción espiritual, ese "fuego" interior era de tal orden que no raramente lo hacía desmayar, obligándole a guardar el lecho, no raramente por días seguidos.
Santa Catarina de Génova era una mística de tipo seráfico. De ella tenemos numerosas referencias al estado en que caía frecuentemente por causa de la intensidad de su consumidor amor a Dios. Cierto día sufrió tal ardor, que se tornó imposible retenerla en la cama. Parecía una criatura colocada en medio de una gran llama de fuego, a punto de ojos humanos no poder soportar el espetáculo de semejante martírio. Esa angustia mortal duró por espacio de un día y una noche. No se podía ni tocar en su piel, tan agudo era el dolor que sentía al menor contacto. Este y otros fenómenos análogos, que sería largo enumerar, se cuentan en la vida de esta santa.
En esse contexto es notable el fenómeno registrado en la vida de la Venerable Serafina: En su muerte, durante y después del último suspiro, por espacio de veinticuatro horas, su cuerpo conservó tanto calor, principalmente en la región del corazón, que era posible calentar las manos, como descubrieron muchas hermanas al hacer la experiencia concreta. Con efecto, el calor, si bien en Grado menor, fue perceptible durante treinta y tres horas después de la muerte, no obstante ser el mes de marzo, época de tiempo frío. El cadáver no perdió su calor hasta la hora en que fue abierto y se le extrajo el corazón.
En los tiempos modernos tenemos el caso del Beato Pío de Pietralcina, sacerdote capuchino famoso por sus estigmas (fenómeno parasicológico chamado dermografia). El termómetro clínico, empleado por el médico en las visitas profesionales, fue diversas veces incapaz de registrar la alta temperatura del paciente y se rompió por tan gran expansión del mercurio.
Es enorme la lista de los místicos que presentan fenómenos de termogénesis. Los arriba citados ya son suficientes para ejemplificar. Puede ser indicio de gran amor a Dios, pero no es milagro, fenómeno SN (Supra-Normal), sino un fenómeno EN (Extra-Normal), transformación parasicológica de la energia somática (Telergia). Incluso sería blasfemia atribuir a Dios el perjudicar el organismo...
Y estes fenómenos de somatización en los místicos, por su superioridad, y que evidentemente no pueden considerarse milagros, acaban con este tipo de "milagrarias" atribuídas a faquires, médiuns, yoguis, etc.