Ruben Torres Sierra
La Cosecha de Almas.
Cuando entro en alguna de las redes sociales que por desgracia centran la atención de la gente, me encuentro a menudo, que cualquier versión un tanto vanguardista de la fe o alguna breve teoría alternativa sobre donde se centra realmente la divinidad, se convierte rápidamente en debates enfurecidos en el que el mesías de turno o ese dios que creen es el real y verdadero, es la única salida y único deposito de divinidad en el que depositar la fe y la esperanza. Es una lástima, que incluso en foros de los autoproclamados despiertos se siga teniendo tanta confusión con estos temas de fe, ciega y obtusa, hasta tal punto de rozar el integrismo mas ridículo y patético, en el que al final te queda la sensación de que hay una confusión importante aun. Una mezcolanza de conceptos que embarra aun mas, las ligeras ideas que sobre este asunto se tiene en general.
Uno de los mayores culpables ha sido sin duda esos gurús de la nueva era, que han ido acaparando a aquellos que al toparse con la falsedad religiosa, aun necesitaban de creencias, llenando sus mentes de una mezcla de conceptos, con la que ahora muchos de ellos ni se aclaran. Mezclar las filosofías occidentales y orientales en una amalgama confusa, llena de arquetipos vacíos y dogmas, que la diferencian poco de cualquier otra religión tradicional. Seguir focalizando nuestra fe en algo externo, ilocalizable, inmedible e imperceptible, crea un estado de expectación e inseguridad que para nada necesitan nuestras pobres almas.
Hay que ir desterrando toda creencia de tu vida, olvidar para siempre todo dogma que te fue impuesto, desterrar para siempre cualquier concepto que te limite y deposite tu poder en algo exógeno, dar la espalda definitivamente a salvadores, mesías o corderos sacrificados por la salvación humana, nada de esto es útil, ni es verdadero. No necesitamos pastores, porque no somos ganado, no necesitamos guías por que todos tenemos un camino distinto, no necesitamos salvadores porque no hay nada de que salvarse y sobre todo, no necesitamos dioses porque todos guardamos uno dentro de nosotros, esa pequeña parte que nos han enseñado a no ver y que nos obcecamos en no sentir.
La lucha eterna entre el bien y el mal es entretenida, pero totalmente falsa solo es útil para controlarnos y mantenernos sumidos en la culpa y el miedo.
Nos enseñaron lo que es el bien y lo que es el mal. Nos dijeron que había buenos y malos y se aseguraron de que nos quedara claro. Lo extrapolaron a todo lo que nos rodea y nos pasamos la vida juzgando que es bueno y que es malo constantemente. No existe el bien o el mal, es hora que olvidemos estos conceptos para siempre, debemos desprogramarnos de este error que nos hace meter nuestra percepción en un agujero muy oscuro y muy profundo. Puedes hacer una pequeña prueba si quieres, elige a las personas de tu entorno y proponles que te juzguen como bueno o malo cualquier concepto que quieras, cuanto más sencillo mejor, comida, bebida, música, cine. Pídeles que te razonen mínimamente su respuesta y no solo te darás cuenta que lo bueno o lo malo, finalmente es solo una percepción personal, si no que todos y cada uno te darán razones de lo más dispares. Esto extrapólalo a la vida en general, y te darás cuenta, que el bien o el mal solo existe ante los ojos de aquel que juzga y si descartamos nuestro juicio, el bien y el mal desaparecen.
Es momento de asumir nuestro poder, de tomar nuestra responsabilidad y ser definitivamente valientes, desterrar el miedo a lo insondable y lo desconocido, y tomar el control de nosotros mismos. La única fe que debemos fomentar, es la fe en uno mismo, confiar en nuestras fuerzas y en nuestro criterio. No debe haber dioses menores que quieran controlarnos a través de nuestro miedo, que nos juzguen y nos amenacen con la condenación eterna, que nos sometan con rituales vacíos e inútiles, que orientan nuestro poder hacia el exterior y coartan nuestra libertad de elección. Olvidémonos de cristos y mesías salvadores, no necesitamos ningún cordero que limpie nuestros pecados, ya que son esos pecados los que nos harán crecer como seres espirituales, errar es aprender a dejar de errar y esto nos debe quedar claro. Hay que desterrar la culpa que nos trauma y nos acota, no somos culpables de nada, más que de entregar nuestro poder a otros, de no ser conscientes y de no asumir nuestra responsabilidad.
La unidad es la única forma de evolución en la humanidad.
Todos somos iguales, todos, buenos y malos, provenimos de la misma fuente, todos somos una misma cosa y todo lo que hagas, tendrá una causa directa en todos, porque todos tenemos un mismo principio y un mismo final. No hay más dios que el que hace que a diario te levantes y te esfuerces por aquello que creas importante, no hay más guía que tu propia intuición y no hay mas maestro que tú mismo. Empieza a asumir que no va a venir nadie a hacer tu trabajo, que nadie te va a salvar y que nadie si no tú, debes sacarte las castañas del fuego. Esta es una aventura en el que tu eres el protagonista, tu eres tu propio enemigo y los peores obstáculos te los pones tu mismo, una vez asumas esto lograras sortear los dramas que te lleguen de una forma mas positiva. Eliminaras culpables, eliminaras los juicios y asumirás tus riesgos, creando finalmente un ser poderoso y consciente, sin miedo y sin culpa, libre de elementos externos que limiten tu libertad y tu seguridad. Saca el Dios que hay en ti, poténcialo y haz que se refleje en tus actos, que sean estos los que te hagan crecer. Con esta actitud todo tú alrededor se impregnara inevitablemente de tu sabiduría y lograras el cambio en aquellos que te rodean simplemente por contagio.
No hay religión que no haya manchado sus manos de sangre.
Una vez seas un ser consciente, te darás cuenta que no necesitas rituales, ruegos o comulgar con inútiles creencias. Desterrar la religión es el primer paso hacia tu propio poder, tu propia consciencia y la llave de tu propio templo, donde tendrás acceso directo con el verdadero Dios que se haya dentro de ti y que guiara tus pasos a través de tu intuición y tu criterio, alejado de buenos y malos, viviendo de forma responsable y consecuente, creciendo y evolucionando espiritualmente de forma sana y adecuada, para siempre.
La unidad debe ser nuestra única meta. Todos unidos, sin necesidad de criterios que nos diferencien y nos separen, como religión, estado, bandera, orgullo o miedo. No debemos alimentar las diferencias que no sirvan para enriquecer al progimo. El enfrentamiento y la ignorancia fragmenta esa unidad natural y provoca que continúen ganando los mismos. Si después de miles de años con estos sistemas de creencias, no hemos conseguido erradicar el odio y las guerras, debe ser porque, esas creencias no son correctas y sus metas no son el amor, ni la hermandad, si no mas bien el dinero, el poder y el control. Busca dentro de ti que te hace mejor que otro, seguramente no hallaras nada especial, ya que todos somos básicamente iguales, la diferencias estiban en ideas programadas con un interés que ni siquiera conozcas, pero que consigue que te enfrentes sin razón hermano contra hermano.
Si aun piensas que tu mesías particular te va a salvar, que la religión y el estado son la base para continuar como sociedad, estarás tapando tus ojos ante lo evidente y estarás obviando todo lo que ha esclavizado al humano. No hay religión que no este manchada con la sangre de inocentes y no hay bandera que no oculte bajo sus gloriosos colores miles de muertos. Si de verdad deseas un cambio, empieza por ti, elimina de tu mente todos tus dogmas y cambia el paradigma mental en el que te encuentras. Abandona la zona de falso confort que ofrecen esos inhumanos ideales y abraza la libertad que ofrece el conocimiento y la libertad de pensamiento. Aprende a ser tu mismo.