Por Blas Cubells Villaba
El downshifting es un movimiento surgido a finales de los años ochenta en EE.UU. que proviene de los altos ejecutivos llamados “yuppies”. Consiste, básicamente, en trabajar menos para vivir más, en renunciar a sueldos muy altos a cambio de tener más tiempo libre, en definitiva, vivir con menos pero siendo dueños de nuestro tiempo.
Todo empezó cuando estos yuppies comenzaron a darse cuenta de que ganaban mucho dinero, pero trabajaban demasiado, poniendo en peligro su salud, robándole horas a la vida familiar y al sueño, y sufriendo todo el estrés que esa vida conlleva.
Pero el caso de los yuppies, aunque es lo más llamativo, no es lo más representativo, pues el movimiento ha calado en muchos ciudadanos norteamericanos que no son altos ejecutivos, sino personas normales y corrientes que han tomado conciencia de lo que están haciendo con sus vidas, y por extensión con el planeta Tierra.
El principal valedor es Duane Elgin que con su libro “Voluntary Simplicity” ha dado origen a un importante movimiento (con aspiraciones políticas) llamado “Simplicidad Voluntaria”, o como se les suele llamar, los VS. Pero a ese libro le han seguido otros, y otros, de diferentes autores que recogen el universo ideológico de esta nueva corriente.
ANTECEDENTES EN LA HISTORIA
Y sin embargo esta actitud ante la vida no es, ni mucho, menos nueva. Ellos mismos reconocen a los antiguos filósofos Estoicos como sus principales inspiradores, especialmente Epícteto, la recopilación actualizada de su pensamiento «El arte de vivir» es uno de sus pilares.
“El valor que damos al dinero, al estatus y a la competencia envenena nuestras relaciones personales. La vida feliz será imposible mientras no simplifiquemos nuestros hábitos y no moderemos nuestros deseos”.
Epícteto
Son muchos los filósofos de la antigüedad, y modernos, los que nos podrían recetar cosas parecidas. El cristianismo decía, hace más de 2.000 años “Oh Señor, no me concedas ni pobreza ni riqueza”; el Taoísmo afirmaba que “aquel que sabe lo que es suficiente, es rico” (Lao Tsé); Platón nos regala con su frase “con el fin de buscar nuestra propia dirección en la vida, se debe simplificar lo mecánico de lo ordinario, la vida diaria”; y el budismo siempre ha propuesto “el sendero del medio” ni pobreza ni riqueza sin sentido.
También podemos mencionar a Erich Fromm cuando dice: “Los seres humanos lo tienen todo, pero carecen de sí mismos”. Y sin embargo, como dice Alex Rovira en uno de sus libros: “Vivir cuesta muy poco, pero podemos complicarlo tanto como queramos”.
En este sentido las palabras de Mario Benedetti son muy claras: “Si no hay un cambio, caminamos hacia la destrucción y el suicidio, todo ello provocado por el poder, el dinero y la tendencia al consumismo y la frivolidad”.
”Simplicidad en el vivir, en el consumo, en nuestras relaciones, y en todas las esferas de nuestra vida diaria; el movimiento de la simplicidad voluntaria aboga por eliminar todo lo superfluo e innecesario en nuestras vidas, para liberar tiempo y recursos, para vivir un vida más consciente, libre y plena.”
Duane Elgin
PRACTICANDO EL DOWNSHIFTING
Que el mundo está necesitando encontrar nuevas formulas, como la del downshifting, para vivir en sociedad y respetando la naturaleza, es algo que no se le escapa a nadie, pero la maquinaría socio-económica lleva un ritmo tal, de necesidades y obligaciones, que no hay quien la pare. Por otra parte, los que lo pasan “canutas” para pagar sus hipotecas no pueden pensar en trabajar menos, porque eso equivale a ganar menos, para ellos el downshiftingsería una broma de mal gusto. Y sin embargo es posible practicarlo, tal y como lo demuestran cientos de ciudadanos en todo el mundo. Sin pretender caer en el extremismo de la alemana Heidemarie Schwermer, psicoterapeuta de más de 60 años, y que ha conseguido vivir sin dinero, damos a continuación algunas pautas que nos pueden servir a todos para practicar, en alguna medida, la Simplicidad Voluntaria.
Algunos de los 101 mandamientos del downshifting:
Cancelar todas las tarjetas de crédito menos una, reservándola para las emergencias.
Tener una sola cuenta bancaria y pagar siempre en efectivo.
Llevar al día una libreta de gastos.
Hacer por uno mismo las reparaciones del hogar.
Renunciar al coche o comprar uno de segunda mano.
Usar el transporte público o compartir el vehículo con los compañeros de trabajo.
Vivir lo más cerca del trabajo, de forma que se pueda comer en casa e ir y venir andando.
Organizarse el trabajo para hacer 30 horas o cuatro días por semana.
Dejar de fumar.
Perder peso.
Reducir el estrés todo lo que se pueda.
No llevar reloj si uno no lo necesita.
Hacerse socio de la biblioteca para no tener que comprar, en lo posible, libros ni revistas.
Salir de compras sólo cuando sea necesario, y comparar los precios con otras tiendas.
Comprar ropa y muebles de segunda mano.
En general renunciar a gastos superfluos.
Veranear en un camping mientras se alquila la casa propia.
LOS BENEFICIOS
Este nuevo estilo de vida provocaría en cada uno de nosotros, y en el entorno, toda una gama de beneficios muy deseables y necesarios. Por ejemplo: pasar más tiempo con la familia y los amigos, participar en actividades voluntarias de ayuda, trabajar en desarrollar las potencialidades propias, se despierta un sentimiento de conexión con la tierra y la naturaleza, crece la preocupación por la justicia social, el consumo se hace de forma más responsable y boicoteando las marcas poco éticas, se genera una preferencia por los alimentos menos procesados y más naturales, la vida se hace más sencilla al no acumular posesiones innecesarias, se tiende a buscar un medio de vida que a la vez contribuya al bienestar del mundo, cobran menos importancia los roles sexistas, y hay un despertar a las formas no verbales de comunicación tales como la mirada, los abrazos, el silencio…
Si todo esto fuera cierto, estaríamos ante una de las soluciones posibles de cara a enfrentar muchos de los complicados males generados por nuestro estilo de vida. ¡No perdamos de vista el downshifting!