Manuel Carballal
Despreciados y difamados por la medicina oficial, los
médicos-tradicionales, brujos, meigas, marabús y curanderos de todas las
culturas, poseen desconcertantes conocimientos botánicos y fisiológicos que,
sin embargo, podrían enriquecer nuestro conocimiento de la enfermedad y la
lucha contra el dolor. Hemos recorrido diferentes países de África, América y
Europa, para conocer in situ a los médicos-tradicionales de distintas culturas.
Supongo que muchos turistas, que buscando repelente de insectos, preservativos o aspirinas, hubiesen entrado en aquel local de La Habana se sorprenderían ante el cartel que presidía las estanterías semivacías de la céntrica farmacia: "Aquí usted puede adquirir su Medicina Tradicional Natural". Ese sencillo cartel supone un excelente síntesis de la pacificación entre medicina alopática y homeopática que ha llegado a Cuba. Uno de los países que posee los médicos con mejor formacion académica y que, sin embargo, no teme acoger la medicina tradicional en su seguridad social, en sus hospitales, y en sus farmacias... ¿Cuál es el secreto? ¿Acaso la medicina oficial en Cuba presta crédito a los curanderos y sanadores (charlatanes para muchos) que en el resto del mundo los Colegios Médicos persiguen como a la peste? ¿Se trata de un ejemplar ejercicio de tolerancia y reconocimiento al saber de nuestros mayores...? Sólo en parte.
El bloqueo que sufre el pueblo
cubano hace que los medicamentos escaseen en toda la isla, y las
"famélicas" estanterías de aquella farmacia eran un buen ejemplo. Y a
causa de esas carencias farmacológicas, a los médicos "oficiales" no
les quedó más remedio que acudir a los "hierberos" y a los
"médicos tradicionales" que, desde hace generaciones, sanaban a sus
vecinos con extraños ungüentos y pócimas mágicas… De esta forma, llevados por
la necesidad, la moderna medicina "científica" y la tradicional
medicina "mágica" han encontrado en Cuba su punto de
intersección.
En diferentes viajes a la isla médicos, ATS y personal sanitario de toda índole nos comentaron...
los beneficios que la medicina tradicional puede aportar a la ciencia médica. Mas aún, algunos incluso nos acompañaron a las consultas de esos "médicos-brujos", que convinan la farmacopea natural, la manipulación de "las energías", y sistemas de diagnóstico que rayan lo extrasensorial… Algo que solo habíamos visto antes en África, la cuna de esa misma medicina tradicional cubana, y de toda la humanidad.Farmacopea de la selva
"Cuando
yo era niño, mi zona natal fue invadida por una plaga de langosta. Un anciano,
vecino nuestro, quemó una "medicina" en su campo para alejarla. Al
cabo de unas horas, las langostas habían arrasado todas las cosechas, hierba y
árboles de la zona, dejando a todo el mundo con la aterradora perspectiva de
una próxima época de hambre. Con mis propios ojos vi que, a pesar de que todas
las cosechas limítrofes estaban devastadas, la cosecha de mi anciano vecino
había permanecido intacta. Había oído hablar antes de los increíbles poderes de
las "medicinas tradicionales", pero era la primera vez que las
constataba personalmente...".
Quien esto nos cuenta es un
observador excepcional del folclore, tradición y filosofía africanas, el Dr. John Mbiti. Nacido en Kenia en
1931, John Mbiti tuvo la posibilidad de cursar estudios universitarios en
Uganda, Estados Unidos y Gran Bretaña, donde se doctoró en Filosofía. Pese a
ello, jamás perdió el contacto directo con su pueblo, al que viajaba cada año.
Esta equilibrada mezcla de tradición y formación indígena y occidental hace del
Dr. Mbiti una de las opiniones más objetivas y cualificadas sobre la medicina
tradicional africana. Sus obras, Concept
of God in África (1970), The prayers
of África (1975), o African religions
and Philosophy, entre otras, son valiosas herramientas para comprender el
complejo mundo tradicional africano.
Resulta especialmente interesante
el testimonio de un doctor en filosofía, profesor universitario y de marcada
formación occidental, que confirma tantos relatos espectaculares sobre los
prodigiosos poderes de la "medicina tradicional".
Este concepto de "medicina
tradicional" no se limita al tratamiento de las dolencias físicas del
organismo humano, ya que en la particular religiosidad y filosofía tradicional
africana, el hombre forma parte de un complejo entramado ontológico en estrecha
relación con Dios, los espíritus, los antepasados, los animales y plantas y los
objetos y fenómenos sin vida... Por esta razón, en los tratamientos para
combatir el mal en cualquiera de sus manifestaciones, la "medicina
tradicional" africana utiliza en sus diagnósticos, terapias y remedios,
herramientas tan diversas y dispares como trances, ungüentos animales, plantas
medicinales, espiritismo, mancias, piedras mágicas, danzas rituales, etc.
En sus estudios, el Dr. Mbiti
refleja claramente que las diferenciaciones entre los "especialistas"
hechas habitualmente por los antropólogos, a saber: brujos, curanderos,
hacedores de lluvia, reyes y sacerdotes, normalmente no existen. Con
frecuencia, un mismo personaje realiza varias de esas actividades, ocupando,
lógicamente, un importantísimo papel social en la tribu o aldea.
Resulta fácil comprender ese
"pluriempleo" de los médicos tradicionales africanos, conociendo la
estructura de su sistema de creencias. Creencias en las que resulta
incomprensible asumir conceptos como virus, tumor, célula, etc. Cuando un niño
enferma de malaria, sus padres no pueden aceptar sencillamente que la picadura
de un mosquito originó ese mal. Si ese mosquito picó a su hijo y no a otro
niño, es por alguna razón, y esa razón aparece siempre ligada a la actividad de
un espíritu o a un acto de hechicería.
Tal vez esa concepción mágica de
la enfermedad es la que llevó a los colonos, misioneros y
"civilizadores" blancos, a despreciar despóticamente a los médicos
tradicionales, acusándolos de charlatanes, estafadores y fraudulentos. Y
todavía hoy algunos antropólogos, médicos y demás ralea "racional"
repite cuan eco aquellas viajas y pretenciosas voces "civilizadas"
que considera un engaño cualquier tipo de medicina no certificada en una
universidad… lamentable limitación.
Sin embargo, afortunadamente,
cada vez más profesionales comienzan a replantearse que, tras esa compleja red
de creencias ancestrales que parapetan la curación de los médicos
tradicionales, se ocultan conocimientos valiosísimos para el avance de la
medicina.
Algunas de las técnicas,
aparentemente absurdas, de los médicos-brujo han resultado ser tremendamente
efectivas. Pondré algún ejemplo. La mordedura de las serpientes
"mamba-negra" es mortal. Se suponía que una persona muere a los cinco
minutos de una mordedura. Sin embargo, inmediatamente después de la mordedura
de uno de estos reptiles, el médico tradicional cavaba un agujero en el suelo
igual a la estatura de la víctima. Quemaba leña en el agujero y lo cubría de
hojas medicinales. Una vez quemada la leña, ponía aparte las brasas y colocaba
a la persona, ya aparentemente muerta, en el agujero, cubriéndola seguidamente
de más hojas medicinales y colocando nuevamente las brasas sobre esas hojas. El
carbón no tocaba el cuerpo, pero éste recibía el efecto benéfico de las hierbas
a través de los poros de la piel abiertos por el calor. Inmediatamente, la
persona vomitaba y recobraba el conocimiento, tras lo cual el curandero le
aplicaba otros remedios hasta su total recuperación. La tribu entonces
consideraba que el médico tradicional había resucitado al muerto (existen
muchos relatos de estas supuestas resurrecciones aparentemente milagrosas).
Recientemente, la ciencia ha llegado a descubierto que la serpiente
"mamba-negra" produce una catalepsia a la víctima antes de la muerte
real, la cual se produce una hora después de la mordedura.
Efectivamente, no se trata de una
resurrección, pero lo cierto es que el médico tradicional sabía, por alguna
razón desconocida (probablemente relacionada con la observación de los
animales), que el enfermo sólo estaba en coma, y conseguía sanarlo a través de
un sistema tan espectacular como éste.
Otro ejemplo: en Zambia existe un
tipo de árbol que al ser cortado expulsa un líquido que, al alcanzar el ojo
humano daña gravemente la retina en poco tiempo. Cuando esto sucede, el médico
tradicional trae a una nodriza. Esa mujer echa unas gotas de leche de sus senos
en el ojo herido y éste se recupera inmediatamente.
Para el indígena africano ni la
mordedura de la serpiente ni la savia que daña su ojo son casuales. ¿Por qué es
precisamente él quien sufre ese daño y no otro? La causa última siempre es
localizada en la brujería, los espíritus o similares. De ahí que el remedio
físico de urgencia haya de ser complementado por remedios espirituales. Algunos
personajes que tuvimos oportunidad de conocer en Centro-Africa son sumamente
representativos al respecto como Ñao,
el hechicero de Ionasa, o Yangia,
curandero mozambiqueño.
Estos personajes, como Ñao, presentan un inquietante aspecto. Con el cuerpo protegido por una especie de "armadura" de paja y ancho antifaz, junto con su hacha de piedra, sabrán espantar a los malos espíritus que traen la desgracia. Sus danzas y escalofriantes gritos aterrorizarían al más pintado... vivo o muerto. Doy fé de ello. Pero sería un error detenerse en sus estrambóticas danzas, y en su ridículo aspecto para enjuiciar su magia. Más allá de esas creencias ancestrales, que Ñao heredó de sus mayores, se ocultan los conocimientos de generaciones y generaciones de nativos, que han sabido desentrañar los secretos de la selva, para curar el dolor de sus semejantes…
Fórmulas mágicas y ungüentos secretos
Hace pocas semanas, en un mercado
de Noadibou, en la frontera de la República Islámica de Mauritania, podíamos
fotografiar a algunos "marabus" (médicos tradicionales islámicos)
comercializando sus ungüentos secretos y sus extrañas pócimas mágicas. Pócimas
y ungüentos muy similares a las que habíamos visto en otros mercados parecidos,
en otros puntos de Centro-África.
Más allá de los productos
vegetales, las sales, las arcillas e incluso los excrementos animales son
útiles en la farmacopea de la selva. La boñiga de vaca, por ejemplo, entra en
una fórmula contra la hepatitis, la de gallina contra la enuresis, etc.
No es fácil, sin embargo, conocer
el contenido íntegro de las recetas tradicionales. Los curanderos, absolutamente
discretos en su trabajo, guardan infinidad de secretos. Habitualmente, por
ejemplo, presentan a su paciente el remedio molido, precisamente para que no
pueda conocer los ingredientes.
Algunos misioneros y cooperantes
occidentales, fascinados por esos secretos mágicos, han dedicado su vida a
estudiar los efectos curativos de esas formulas secretas, llevándose grandes
sorpresas. De hecho, voces tan autorizadas como el Dr. Juan Bartolomé Martín, Coordinador de la Ayuda Humanitaria
Española en el Tercer Mundo, y médico con gran experiencia en Somalia, Ruanda,
etc, nos confesaba su admiración por los conocimientos botánicos y médicos de
los brujos y hechiceros tradicionales en Africa, la India, Sudamérica, etc. "¿Sabes que incluso hay algunos que son
capaces de controlar sus constantes vitales hasta casi detener su propio
corazón" -nos confesaba el Dr. Bartolomé hace pocas semanas en pleno
desierto del Sahara-. Más aún: existen algunos casos en los cuales nativos
graduados universitarios de vocación tardía, colgaron de pronto su título para
retornar a sus aldeas y convertirse en curanderos.
Eso ha facilitado la convivencia
de medicina convencional y curanderismo en África. Hemos visto personalmente
muchos ejemplos.
En Nwabala (Malawi) nos reunimos
con el Dr. Herman Nknoma (los
indígenas llaman doctor a cualquier sanitario o practicante), responsable de un
centro médico de la zona. Tras una larga conversación, el Dr. Nknoma nos
muestra la "despensa de medicamentos". La imagen es caótica: una
estantería de madera alberga unas cajas de aspirinas, algunas de preservativos,
alcohol, vendas y poco más.
"Igual que en otras muchas poblaciones indignas del mundo -confiesa Herman Nknoma- los médicos no tenemos más remedio que convivir con los curanderos, porque resulta materialmente imposible disponer de medicamentos para todos los enfermos". Este planteamiento resulta absolutamente comprensible teniendo en cuenta que en algunas semanas, hasta dos mil enfermos han pasado por el centro médico que el Dr. Nknoma dirige con la única ayuda de un grupo de voluntarios mínimamente instruidos. Las palabras del Dr. Nkoma podían haber sido pronunciadas por el farmacéutico de La Habana para resumir la idéntica situación de ambas medicinas…
La mágica medicina afroamericana
Una parte de esa esencia mágica
africana fué trasladada a América durante los siglos XVI y XVII. En esa época,
los países europeos que habían "civilizado" el Nuevo Mundo comenzaron
a trasladar indígenas africanos a tierras americanas en el vergonzoso tráfico
de esclavos. A aquellos desgraciados les fue arrebatado todo hasta a menudo la
vida- en el nombre de Dios y de la civilización… afortunadamente algunos
pudieron conservar en su interior sólo dos cosas, su religión ancestral, y los
conocimientos "mágicos" heredados de sus médicos tradicionales.
De esta forma en Cuba, Jamaica,
Brasil, Venezuela, República Dominicana o Haití, podemos encontrar a brujos y
curanderos que han heredado de generación en generación, los secretos de esas
formulas secretas, y ungüentos mágicos, que vimos en los mercados del África
Islámica o del África negra...
Sin duda el ejemplo más
espectacular, e imprescindible, es el increíble Putré: el polvo Zombie.
Lejos de ser un producto de extraños sortilegios esotéricos, la zonificación es producto de una excepcional aplicación de la química natural por parte de los bokor brujos vudú-. El polvo zombie es un compuesto elaborado a partir de un sinfín de productos de origen vegetal, animal y humano que, mezclados en su exacta proporción, producen el veneno más fascinante de la brujería afroamericana.
Extractos de plantas, huesos
humanos, tarántulas, sapos venenosos, gusanos y otros ingredientes no menos
pintorescos forman parte de ese polvo zombi cuyo principal elemento radica en
la tetrodotoxina contenida en el pez-globo haitiano. Esta sustancia es el
veneno de origen animal más potente que existe.
Sería largo detallar en
profundidad el fenómeno de la zombificación. Baste decir que una vez elaborado
el Putré, una auténtica obra de
arquitectura química, el polvo es depositado en el suelo donde pisará la
victima descalza, o se le soplará a la cara con la ayuda de un guante de goma.
El polvo entra en el riego sanguíneo a través de la epidermis. Llega al corazón
y produce una muerte aparente. Al menos lo suficientemente aparente como para
que los médicos certifiquen la defunción y el "zombi" sea enterrado
vivo. Después el bokor (brujo vudú)
acudirá al cementerio para desenterrar al "muerto viviente",
haciéndole ingerir otro veneno que lo mantendrá permanentemente drogado y
amnésico.
Sin embargo, para los haitianos,
los zombis son víctimas de un hechizo que les roba el alma, que los bokor
conservarían en una botellas blancas muy temidas en Haití. Ellos no conocen el
terrible secreto de sus brujos quienes, de la misma forma que conocen
extraordinarias formulas curativas, conocen los secretos más siniestros de las
plantas y los venenos de la naturaleza….Y esa interpretación mágica de los
zombis, acompañada de la habitual y pretenciosa superioridad del hombre-blanco,
ha hecho que durante años la medicina despreciase las posibilidades del Putré, y otros poderosos anestésicos
naturales, conocidos por los médicos y brujos haitianos, y que podrían ser muy
útiles en cualquier hospital del mundo.
Todavía hoy los bokor y los houngans (sacerdotes) vudú, conservan en
secreto la mayoría de sus formulas mágicas. Y confieso que la animadversión que
en Haití sienten por los hombres blancos hace especialmente difícil la
investigación de esos secretos.
Precisamente las sociedades secretas haitianas, extremadamente violentas en algunos casos, son las encargadas de velar por la confidencialidad de esos secretos, que no han de salir del país en manos blancas...
Psicólogos, masajistas y terapeutas
No cabe dudad de que la musica
puede influir en nuestro estado psicológico, y por tanto en nuestra saludo. Los
cánticos, las danzas, y las catarsis que suponen muchas veces las celebraciones
afro-americanas suponen una excelente terapia para los enfermos. Y eso lo
sabían también los médicos tradicionales americanos mucho antes de que llegasen
los hombres blancos o los negros con quienes luego serían mestizados.
Herederos de esa tradición médica
precolombina son muchos pais de santo
del Camdomblé o la Umbanda brasileña.
A pesar de su función religiosa,
estos sacerdotes pueden presentar una dimensión médica y terapéutica, como los
"médicos mágicos" de todo el mundo.
Yo mismo he asistido a sesiones
de umbanda y candomblé, en las que, aparentemente, se produjeron curaciones
espontáneas sorprendentes.
En una ocasión presencié como una mujer, que había sufrido
un aparatoso accidente, que le había dejado una pierna maltrecha, llegaba al terreiro de
Candomblé con una
la ayuda de dos familiares, ya que no podía andar por si misma.
Durante el ritual el espíritu de Boyadero -un gaucho argentino- poseyó a
la Nai de Santo que en todo momento,
y a través de la médium que han cabalgado, se mostraba amoroso con la mujer, "como el padre que es con sus
hijos". Fruncía el entrecejo mientras escuchaba su problema, como si
verdaderamente lamentase el dolor que sufría su devota. Por fin, comenzó a
imponer las manos, y después a frotar enérgicamente la pierna herida. De vez en
cuando se levantaba y propinaba fuertes abrazos a la mujer, que se dejaba hacer
sin oponer resistencia. Más tarde me explicarían que de esa forma el loa estaba
transmitiendo energía al miembro enfermo.
Después de unos minutos, la mujer
empezó a doblar un poco la rodilla y volvió por sí misma a su asiento. Cuando,
horas después, concluyó la sesión, yo mismo ví a esa mujer abandonar el
terreiro por sus propios pies. Una visible cojera y las muletas que llevaba en
la mano eran lo único que quedaba de su aparente discapacidad. A los ojos
racionales de un escéptico europeo, probablemente fueron los masajes hábilmente
ejecutados por las expertas manos de la médium los que sanaron a la enferma…
porque al fín y al cabo todos sabemos que los dioses del Candomblé no existen... ¿o sí?
Existan o no son muchos los
chamanes, médicos brujos y médicos tradicionales sudamericanos que conocen
todos los secretos del cuerpo humano, y son capaces de obrar auténticos
milagros a ojos de nuestros fisioterapeutas más expertos solo con sus manos y
oraciones.
Don Félix Morales Ceballos, por ejemplo, es uno de los chamanes
mexicanos más conocidos dentro y fuera de su país.
Nacido hace más de medio siglo en
el humilde barrio de Santa Anita, en la localidad de Cuernavaca, fué educado en
el seno de una sencilla familia de pobres recursos económicos. Desde niño
manifestaba una gran energía, siendo un joven inquieto y travieso. Y fue precisamente
durante una de sus correrías infantiles como descubrió sus poderes. Un amigo se
lesionó seriamente y Don Félix se colocó a su lado, invocó a Dios y curó al
niño utilizando solo su propia saliva. Desde entonces consagró su vida a la
curación. Durante su entrevista con MÁS ALLÁ Don Félix nos mostró alguna
documentación referida a algunas de sus más espectaculares curaciones, "incluso levantar a un enfermo de su
silla de ruedas".
Este conocido chamán mexicano se considera heredero de una tradición mágica ancestral. "Cuando Hernán Cortés llegó a México -nos explicaba Don Félix- llevaba con él soldados, sacerdotes, etc. Pero cuando la reina de España le dijo que le enviaría algunos doctores, él dijo que no los necesitaba, porque en México había mejores doctores. La ciencia, por medio de la naturaleza estaba muy adelantada, y algunos sacerdotes, al ver que aquellos médicos de Moctezuma curaban al momento lo llamaron brujería. Hoy nosotros demostramos esos poderes de curación que nuestros ancestros ya conocían".
Así en Oriente como en Occidente
Para Don Félix resulta sencillo
tratar el cuerpo humano para recomponer huesos, fracturas, etc. Y si él lo hace
en el contexto de la tradición mágica precolombina, otros curanderos lo hacen
en la tradición mágica europea. Y es que en el Viejo Continente no nos faltan
personajes tan legendarios como los chamanes rusos, los brujos mexicanos, los
houngan haitianos, los Pais de Santo
brasileños, los hechiceros africanos, y otros médicos-mágicos del mundo. Por
ejemplo las míticas meigas gallegas.
A medio camino entre la leyenda y
la realidad, lo cierto es que las meigas, aunque no creamos en ellas, haberlas
haylas...
Las meigas -y meigos-, cuya traducción
correcta sería la de sabias -y sabios-, eran (más que son) una especie de
"psicoterapeutas rurales", que hacían las veces de curandero,
psiquiatra y asesor del pueblo.
La tradición gallega está repleta de
casos ejemplares sobre la genialidad de estos personajes y de su "mágica
medicina". Ana Ferreiro -directora del Centro LAGUZ en La Coruña- y
heredera de la tradición moderna de las meigas gallegas urbanas, ha recopilado
muchos de esos casos: "Uno de los
ejemplos más geniales -declara Ana
Ferreiro a MÁS ALLÁ- se produjo aquí
mismo, en La Coruña. Un chico obeso acudió al meigo porque tenía una gran
depresión; su novia le había dejado; había perdido el trabajo y se sentía muy
enfermo. El meigo lo oscultó con "su magia" y le dijo que debía beber
todos los días, antes de que el el primer rayo del sol saliese- agua de 7
fuentes del pueblo. A partir de ese día el joven, que creía estar siguiendo una
formula mágica del Sabio, se levantaba al alba, y corriendo recorría todo el
pueblo para beber agua de 7 fuentes. Con aquel ejercicio comenzó a perder peso,
ganó energía, seguridad en si mismo, y al cabo de dos meses su vida empezó a
cambiar completamente... Si el meigo le hubiese dicho que su problema era solo
que debía hacer footing a diario no le habría hecho caso... Todos necesitamos
un poquito de magia en nuestra vida de vez en cuando…".
Y los médicos tradicionales lo saben. Tal vez por eso salpican sus recetas de oraciones, formulas secretas, y crípticos mensajes... Pero nuestra dogmática ciencia oficial debería ser la primera en realizar una cura de humildad, y saber separar el grano de la paja para enriquecerse de una forma de medicina que, a lo largo de toda la historia, en todos los pueblos del mundo, ha sanado el cuerpo y la mente de millones de seres humanos. Eso sería mucho más inteligente que el pretencioso dogmatismo de atacar como falso, lo que simplemente no conocemos… y tal vez por eso tememos...
ANEXO: La iniciación del médico-brujo en África
Los "médicos
tradicionales", "hombres de la medicina" o wanganga (como se les denomina en suahili y en muchas otras lenguas
bantúes) pueden llegar a su profesión de las formas más dispares.
Unos sienten su vocación a edades
tempranas; otros en su juventud, madurez o incluso en la ancianidad. En muchas
ocasiones, el cargo de "médico tradicional" se transmite
hereditariamente. Otros creen haber sido llamados a este trabajo por los
espíritus o por los muertos vivientes, y otros son entregados a este oficio aún
siendo niños por sus padres. En estos casos, los niños ingresan sin necesidad
de su consentimiento en "escuelas tradicionales", donde bajo rígidos
adiestramientos accederán a todos los secretos de la "medicina
tradicional".
Entre los Azande de Sudán, por
ejemplo, la preparación de un futuro wanganga comienza a los cinco años con un
ritual de iniciación. Tras pasar un examen meticuloso, desarrollado por el que
será su maestro, en el cual el aspirante habrá de demostrar que sus intenciones
son rectas y honestas, el joven ingerirá una pócima que "fortalecerá su espíritu". Seguidamente, se le conducirá
a la fuente de un arroyo, donde comenzará su aprendizaje de hierbas, árboles y
arbustos con los que en el futuro confeccionará las medicinas. Muchos de estos
curanderos son célibes y siguen una estricta moral. En esto se diferencian de
los brujos, que carecen de ética y buscan hacer el mal.
Llegado el día, el aspirante es iniciado públicamente para que toda la tribu pueda reconocerle como investido del don de la medicina. A partir de ese momento, el nuevo wanganga podrá inscribirse en las asociaciones o corporaciones que agrupan a los curanderos azandes. Desde ese momento, el "médico tradicional" se ocupará de las actividades más variopintas, que irán desde el ritual de "golpear la tumba" (una especie de medicina post-mortem que pretende despertar al muerto para que acuda a la casa del brujo que originó la enfermedad que lo mató y así vengarse para sanar su espíritu) hasta proveer de perchas o "clavijas medicinales" a una nueva casa (un remedio preventivo para alejar la enfermedad de ese hogar), pasando por la elaboración de todo tipo de amuletos y fetiches, como máscaras o figuras, que protegerán al propietario de embrujamientos o "mal de ojo"...