Los científicos distinguen cuatro grandes formas de acción en la materia: cohesión, adhesión, atracción y repulsión. Desde el punto de vista místico estas fuerzas son diferentes manifestaciones de una energía única. La energía del espíritu.
Espíritu es la energía universal que da a la materia la expresión tangible que conocemos. Lo que significa que todo lo que constituye el universo material está impregnado de Espíritu. El cuerpo del hombre debe su existencia a esa energía, ya que es ella la que, en forma de cohesión, adhesión, atracción y repulsión le da su estructura orgánica.
La diferencia que percibimos entre las cosas, reside en su aspecto exterior, pues los elementos que las componen están impregnados de una misma energía. Lo que varía es la manera en que esos elementos se combinan, siendo esa variedad de formas diferentes el medio por el cual podemos ver, oir, oler, tocar etc.
Hago notar que cuando hablo de Espíritu no lo empleo para designar al Alma, pues el Alma es una energía cósmica independiente del mundo material, que posee funciones y atributos que no se encuentran en la materia inanimada.
La energía Espíritu es limitada y transitoria, mientras que el Alma es ilimitada y eterna. Estas dos energías son distintas pero complementarias y reunidas expresan la dualidad que se encuentra en todos los seres vivos. En el hombre la fusión de estas dos energías en el momento del nacimiento es lo que hace posible la encarnación del Alma en el cuerpo.
La alquimia material
Se debe comprender las características fundamentales de la física para llegar a comprender la dimensión metafísica de la existencia. El cuerpo del hombre es de naturaleza material. Compuesto mayormente por combinaciones de moléculas de hidrógeno y oxígeno. Todos los átomos que entran en la composición de nuestro cuerpo son la sed de de una actividad permanente. Todos están constituidos por electrones, protones y neutrones, que se mantienen en movimiento bajo el efecto de las vibraciones del Espíritu. El hombre debe su existencia material al Espíritu. Sin embargo en el plano terrenal, es un creador, ya que ha sido capaz de trabajar la materia y de darle forma de acuerdo a sus necesidades...
En el curso de su evolución el hombre, ha progresado grandemente en el dominio de los teclados del Espíritu. Pero aún esta lejos de conocer y de dominar todos los fenómenos vibratorios que cada uno de estos teclados puede generar. El estudio de los rayos cósmico enfrenta al hombre a un misterio que le sobrepasa. Pues el estudio de estos trasciende las leyes de la física y nos sumerge en el mundo de la metafísica.
Las leyes del espíritu
1- Todo el universo está compuesto por una energía vibratoria a la que se le da el nombre de "Espíritu".
2-La energía Espíritu es el origen del mundo material, pues todas las formas de materia le deben su existencia.
3- Todas las substancias materiales vibran interior y exteriormente por la acción de las vibraciones de dicha energía.
4- Las vibraciones emitidas por nuestro entorno terreno, una vez han afectado nuestros cinco sentidos son transmitidas a nuestro cerebro, donde son interpretadas. 5- Nuestra compresión del mundo material depende de la interpretación que nuestra consciencia objetiva da a las vibraciones que de él emanan.
6-Desde el punto de vista místico, nada material puede pertenecernos, puesto que todos los bienes de la tierra deben su existencia a la energía Espíritu.
Las vibraciones del Espíritu
Para los físicos, vibración es una propagación de ondas con un ritmo caracterizado por una frecuencia, una longitud y una amplitud constantes o variables.
Cuando tiramos una piedra al agua y esta toca la superficie, se producen ondas, que desde el punto del impacto, se propagan describiendo círculos concéntricos. La frecuencia de esta propagación es el número de ondas que alcanzan la orilla por segundo. La longitud de la honda equivale a la distancia que separa dos ondulaciones sucesivas. La amplitud, corresponde a la altura de cada ondulación.
Cuanto más distante estén las ondulaciones del punto del impacto, menor será su número, su altura y mayor la distancia entre ellas.
Este mismo principio puede ser aplicado a las vibraciones del espíritu. Estas vibraciones son generadas desde un centro energético situado en el universo y se propagan por todo el océano Cósmico. Mientras más alejadas estén de ese centro de propagación, menor será su frecuencia, su longitud de onda y su amplitud. La vibraciones del espíritu pueden alcanzar millares por segundo; su propagación cubre las tres dimensiones del espacio, y sus frecuencias constituyen la cuarta dimensión.
Aunque no ha sido probado científicamente, algunas vibraciones del espíritu sobrepasan la velocidad de la luz que es de unos 300,000 Km por segundo. Los científicos consideran que más allá de esta velocidad, todo fenómeno vibratorio sale de nuestro campo espacio-temporal y escapa a la interpretación objetiva del hombre. Ciertas tradiciones místicas enuncian que cualquiera que llegara a desplazarse a una velocidad superior a la de la luz, sobrepasaría los límites del tiempo, experimentando una fusión entre el pasado, el presente y el futuro.
Definiciones:
• Ritmo de una vibración: espacio recorrido por sus ondas durante todo el tiempo de su propagación.
• Período de una vibración (por segundo): tiempo pasado entre el instante en que esta pierde su equilibrio y el instante en que lo recupera.
• Frecuencia de una vibración (en hertz): número de ondas que genera por segundo. Se obtiene por medio de la siguiente fórmula: Frecuencia = 1: Tiempo ( F= 1/T )
• Longitud de onda de una vibración (en angstrom): distancia que separa a dos ondas consecutivas. Corresponde al espacio recorrido por la vibración durante un período y se obtiene por la fórmula:
Longitud de onda= velocidad de la luz: Frecuencia (1=C/F)
• Amplitud de una vibración (en micras, milímetros, centímetros, decímetros, metros): altura de cada una de las ondas. Desde el punto de vista físico, esta altura equivale a la distancia máxima que la separa de su estado de equilibrio.
Los teclados del Espíritu
La energía del espíritu se manifiesta en forma de vibraciones cuyas ondas se propagan en el espacio según un ritmo caracterizado por su frecuencia, su longitud y su amplitud.
Dado que estos tres parámetros son muy variables, se deduce que existe una multiplicidad de fenómenos energéticos.
Cierta tradición utiliza la palabra teclado para señalar los diversos fenómenos, a los que da nacimiento la energía del Espíritu a medida que desciende sobre la materia.
Teclado universal del Espíritu
Vibraciones por seg. |
|
Incalculables
|
Energía del Espíritu |
1024
a
10" |
Rayos cósmico |
1019 a 1024
|
Rayos gamma |
1016 a
1019 |
rayos X |
1014
a 1016 |
Ultra violeta |
1012
a 1014 |
Infra-rojos |
1011
a 1012 |
Calor |
108
a 1011 |
Micro-ondas(electro-magnetica) |
104
a 108 |
Ondas de radio |
104
|
Ultrasonido |
101
a 104 |
Ondas sonoras |
101
|
|
101 |
Sabores |
101 |
Infrasonido |
101 |
Materia |
Cada una de las frecuencias de estos teclados están Inter penetradas y cada una de ellas es una extensión de la precedente.
Los grandes fenómenos a los que el hombre se enfrenta resultan del hecho de que las vibraciones que los constituyen, no poseen la misma frecuencia. Esto se debe a que todos deben su existencia a una energía idéntica a sí misma en esencia: El Espíritu.
Unión de las vibraciones
Cada fenómeno vibratorio es en sí mismo un campo de unión entre vibraciones positivas y vibraciones negativas o viceversa, entre vibraciones positivas y otras vibraciones positivas, entre vibraciones negativas y otras vibraciones negativas. Dando como resultado vibraciones que, segun el caso son positivas o negativas.
Ejemplo.
Supongamos que dos vibraciones que tienen respectivamente una frecuencia 568 y 974 se encuentran. La vibración que resulta tendrá una frecuencia equivalente a la suma media de sus dos frecuencias; (568 + 974) / 2 = 1542/2 = 771
En reducción teosófica: 771= 7+7+1= 15= 1 + 5 =6
El encuentro de una vibración de frecuencia negativa(568) con una vibración de frecuencia positiva (974), produce una vibración con frecuencia positiva (771)
Supongamos que esta vibración resultante se encuentra con otra cuya frecuencia es de 315. Este encuentro dará lugar a otra vibración nueva.
(771 315) / 2 = 1086/2 = 543 = 5 4 3 =12 = 3
El encuentro de una vibración de frecuencia positiva(771) con una vibración de frecuencia negativa (543), produce una vibración con frecuencia negativa (543)
No existen reglas absolutas para definir la polaridad de una vibración resultante. El encuentro de dos vibraciones positivas pueden dar como resultado una vibración positiva o negativa. de igual manera pasa con dos vibraciones negativas. El encuentro de una vibración negativa y una positiva o viceversa puede dar como resultado una vibración positiva o negativa.
Si una vibración inicial o resultante tiene una frecuencia cuya reducción teosófica es igual a 9. esta no es considerada negativa sino neutra. Para Pitágoras, el número 9 ha sido siempre el de la neutralidad. Es el que marca el fin de un ciclo y el principio de otro en la manifestación de los fenómenos vibratorios.
Vibraciones positivas y negativas
Las vibraciones del espíritu presentan una particularidad: su doble polaridad. Existen vibraciones positivas y negativas. Pitágoras fue quien más se interesó en el modo en que esta ley se aplica a la materia. Convencido de que existían dos clases de vibraciones, utilizó la ciencia de los números para demostrar sus convicciones. Pitágoras utilizó dos métodos para determinar si una vibración era positiva o negativa. En el primer método utilizó las virtudes numéricas del número 9, e hizo de este número la clave que le permitió establecer la polaridad. Para determinar si alguna vibración era par o impar, tomaba su frecuencia vibratoria y le sustraía el mayor múltiplo de 9 contenido en ella. Cuando la diferencia era un número par, la vibración era positiva.
Cuando era impar, era negativa.
Ejemplos:
Una vibración cuya frecuencia vibratoria sea 452. El múltiplo mayor de 9 contenido en este número es 450 (50 x 9). Si deducimos 450 a 452, obtenemos 452 - 450 = 2. al ser el número 2 par, se deduce que la vibración es positiva.
Una vibración cuya frecuencia vibratoria sea 320. El múltiplo mayor de 9 contenido en este número es 315 (35 x 9). Si deducimos 315 a 320, obtenemos 320 - 315 = 5. al ser el número 5 impar, se deduce que la vibración es negativa.
El segundo método consistía en hacer la reducción teosófica de la frecuencia vibratoria. Si esta reducción daba un número par, era positiva. Si daba impar, era negativa.
Ejemplos:
En reducción teosófica:
452 = 4 +5 + 2 = 11 = 1 = 1 = 2 Polaridad positiva
En reducción teosófica:
320 = 3 + 2 + 0 = 5
Polaridad negativa
Las vibraciones negativas tienen tanta importancia como las vibraciones positivas. El calificativo de "negativo" no debe ser asimilado como "malo', "perjudicial" o "peligroso".
Hay que considerarlo en términos de polaridad.
Los términos "negativo" y "positivo" son relativos y designan los dos aspectos complementarios de una manifestación perfecta y útil. La polaridad negativa de un fenómeno puede ser comparada a su forma manifestada, y su polaridad positiva a su potencial de manifestación.
Partículas subatómicas
Las vibraciones que impregnan el universo están constituidas por tres grandes categorías de partículas subatómicas: los electrones, los neutrones y los protones. Podemos considerar que todas las vibraciones son corpusculares, ya que sólo en la fuente misma del Espíritu, son una energía en estado puro. De manera que los electrones, protones y neutrones que las componen no vibran todos en la misma frecuencia y no se combinan de la misma manera de un teclado a otro.
La mayoría de los físicos están de acuerdo en que las vibraciones están compuestas de la mismas partículas básicas. Las divergencias de sus puntos de vista se sitúan en el movimiento que conceden a estas partículas.
Hay dos grandes teorías: teoría ondulatoria y teoría propagadora.
Los partidarios de la teoría ondulatoria consideran que no se desplazan. O sea, piensan que los electrones, los protones y los neutrones no siguen el desplazamiento de las ondas inherentes a cada vibración.. Según esta teoría, son las vibraciones las que se propagan en el espacio pero no las partículas subatómicas que las componen. Estas se limitan a moverse sobre distancias infinitesimales y alrededor de un punto de equilibrio.
Los partidarios de la teoría propagadora sostienen por el contrario que toda vibración es un haz vibratorio en el interior del cual se desplazan los electrones, los protones y los neutrones. Afirman que es este desplazamiento el que, en sí mismo, constituye lo que llamamos vibración. Consideran que el espacio es un inmenso campo electromagnético formado por un número infinito de partículas subatómicas, que se mueven a velocidades vertiginosas siguiendo trayectorias determinadas por su estructura y polaridad.
Para los sabios de la antigua Grecia, el universo estaba impregnado de una Esencia Divina, la cual llamaban con el nombre de "Eter", palabra griega que significa literalmente "Fuego Divino" pensaban que este éter estaba compuesto por una infinidad de partículas que, bajo el efecto de un movimiento perpetuo, eran mantenidas en vibración. Afirmaban que estas partícula que ellos llamaban "iones", impregnaban el espacio y la materia misma. Pensaban que los iones que impregnaban el espacio vibraban sin propagarse mientras que los que componían la materia estaban sometidos a desplazamientos constantes y de una rapidez extrema. En el primer caso, seguían un movimiento ondulatorio y en el segundo un movimiento propagatorio.
Para los griegos de la antigüedad, los iones no designaban solo las partículas que impregnaban el espacio. Los consideraban también como corpúsculos del tiempo. Esto es así porque en el pensamiento de los filósofos de la antigua Grecia no había ninguna diferencia entre el mundo tangible y el universo intangible. Para ellos, toda la creación, visible e invisible, procedía de una misma realidad Cósmica: el Eter.