Jorge Carvajal Muñoz. Gran Maestro
Gran Logia de Chile
La historia no es simplemente el estudio de los hechos del pasado, como habitualmente se sostiene, no todos los hechos del pasado son objeto de estudio de la historia, existen muchos acontecimientos ocurridos en el pretérito que no forman parte de la historia. La Historia, como ciencia, estudia un particular tipo de hecho, este es el acontecimiento provocado por el hombre, el fenómeno histórico, tan fáctico e independiente como son los fenómenos físicos, químicos o biológicos comienzan junto con la aparición del hombre y éste hace la historia, por ello es que el hombre es un ser histórico. Según ha dicho Marc Bloch historia es la "ciencia de los hombres en el tiempo", Heródoto, uno de los padres de la historia, dio como justificación de esta ciencia "que no llegue a desvanecerse con el tiempo la memoria de los hechos públicos de los hombre". En consecuencia hablar de historia es referirse a las obras de los hombres y de las instituciones que han formado. Distintas perspectivas nos ofrece la temática relativa a la historia de la Masonería en Chile. Existe una historia masónica intramuros, es decir la que se ha desarrollado al interior de los recintos masónicos y vinculada a la fundación de logias, los gobiernos de su estructura central o nacional denominada Gran Logia y su acción al interior, la normativa de su funcionamiento: su reforma, causas de la reforma e impacto de su aplicación.
Existe la historia de extramuros, vinculada a la conexión de la masonería con la sociedad en general, relaciones entre ambas y, particularmente, la influencia que cada una ha tenido en la otra. La Masonería declara que su obra la realiza por intermedio de sus miembros y que, como institución no se compromete en acciones contingentes. Lo anterior haría suponer que sólo existe la historia de los aportes que los masones han hecho al progreso social, cuestión que no merece dudas y que procuraremos bocetar en este trazado. Sin embargo, empíricamente existe una historia institucional que puede, a su vez, ser considerada desde dos puntos de vista: el uno, cuando la Masonería implícitamente se ha comprometido con alguna obra y ha estimulado a sus cofrades para que realicen acciones en favor de determinados objetivos; el otro, es la resultante de la acción individual, lo que modernamente podríamos denominar la sinergia masónica en la historia nacional. Esta visión pretende, fundamentalmente, hacer un trazado de la historia de extramuros, de la historia individual y de la historia institucional. Desde un punto de vista cronológico la dividiremos en algunos períodos: a) el siglo XIX; b) 1900 a 1950; c) 1950 a 1996. El siglo XIX, a su vez, debe ser considerado en una primera fase hasta 1862, correspondiente a la Masonería pre-Gran Logia, es decir la presencia de los masones y de la Masonería antes de la fundación de la Gran Logia y la Masonería a partir de la fundación de la Gran Logia de Chile en el año 1862. Ideas básicas...
Previo es, antes de entrar en materia, proporcionar algunas ideas acerca de qué es la institución. La Masonería Universal, cronológicamente, reconoce dos etapas. La primera, denominada de Masonería Operativa y la segunda de Masonería Especulativa. Es difícil encontrar los orígenes de la Masonería Operativa, existiendo autores que la remontan al nacimiento de las primeras culturas o civilizaciones. Lo cierto es que hacia la baja Edad Media y primeros siglos de los Tiempos Modernos se encuentran diseminados por Europa gremios de constructores, denominados franc-masones que dominan el arte de construir catedrales cuyos secretos, guardados celosamente, eran enseñados en cofradías denominadas logias. Por el dominio que tenían en la edificación de los recintos sagrados eran protegidos de Papas y Príncipes y les estaba permitida la exclusividad de la pertenencia a su organización. Persecuciones religiosas comunes en la época, hicieron que personas, con cultura superior y que habían recogido los aires renacentista, lograran hacerse "aceptar" en los gremios de constructores, sin conocer el arte de la construcción. Allí, al interior de las Logias podían expresar sus ideas e intercambiarlas "a cubierto" de la indiscreción de quienes nos las comprendían y, especialmente, de eventuales hostigadores. Ese fue el origen de los masones aceptados o especulativos que, con el transcurrir del tiempo crecieron en número, hasta alcanzar el momento en el que los operativos fueron menos y llegan a constituirse Logias integradas sólo por masones especulativos.
De este modo, en Londres, el 24 de junio de 1717, cuatro Logias exclusivamente operativas se unen para fundar la Gran Logia de Londres, este es el punto de partida de la Masonería Moderna, la que adoptó el lenguaje propio de la construcción para transmitir sus enseñanzas, por ello es que también a la Masonería actual se la conoce como Especulativa o Simbólica. La tolerancia es la idea matriz con la cual nace la Francmasonería, así queda establecido en la primera Constitución de la Masonería Moderna, llamada Constitución de Anderson, del año 1723, y que expresa : Aun cuando los masones estaban obligados en los tiempos antiguos a acatar en todas partes la religión del país, se ha creído más conveniente obligarlos sólo a la religión en la cual todos están de acuerdo, dejando a cada cual su propia opinión, esto es, que debe ser hombres buenos y fieles, u hombres de honor y probidad, cualquiera que sean las sectas o creencias que los diferencien. Como lo expresará, después, el escritor y masón alemán Lessing: Las diferencias individuales, nacionales y eclesiásticas son ricas y prósperas en cuanto a leyes naturales. La Francmasonería no desea proscribirlas, sino que alejar sus peligros, ya que todo lo que une a los hombres es, al mismo tiempo, motivo de división. Por tal razón, la Francmasonería busca la religión en la que todos puedan estar de acuerdo y esta religión es la moral. Al decir del historiador de la masonería chilena y ex Gran Maestro Dr. René García Valenzuela, en esta materia es posible deducir los siguientes principios generales: la Francmasonería no es una religión; no puede encontrarse en ella un explícito o implícito sentido de ateísmo; es un terreno neutral para todas las ideas confesionales en cuanto a sus principios morales. Empero, la iglesia romana comenzó su lucha contra la Masonería a poco de fundada esta última.
En 1737, una Conferencia extraordinaria del Santo Oficio, probablemente presidida por Clemente XII, dio lugar a los inicios de la condenación. En 1738, el mismo Clemente XII lanzó la primera Encíclica en contra de la Francmasonería. En 1751 apareció la segunda de Benedicto XIV, que creó los primeros mártires masones. En 1814 apareció la tercera Encíclica en contra de la Orden, esta vez firmada por Pío VII. En 1825, la Quogravioramala de León XII, fue motivo suficiente para ahorcar a siete masones españoles. Pío VIII y Gregorio XVI condenaron oficialmente a los francmasones. Pío IX gobernó la iglesia durante 32 años, condenó a la Orden no menos de ocho veces en encíclicas y alocuciones. Humanum genus de León XIII, en 1884, renovó una vez más el anatema pontificio, ruta que también siguió su sucesor Pío X que estigmatizó a la Francmasonería como "obra del diablo" y "peste impura". El derecho canónico (Codex Juris Canonici) asimismo ha exteriorizado, en nombre de la iglesia romana, su explícita condenación. No sólo se prohíbe el ingreso de los francmasones a las órdenes eclesiásticas y a las sociedades católicas (cánones 542 y 693), no sólo se les desconoce el derecho al patronato (canon 1453), sino que son, como tales, excomulgados (canon 2335). Religiosos pertenecientes a la Orden caen bajo diferentes penas (canon 2336). Están prohibidas para los francmasones las honras fúnebres de la iglesia (canon 1065) y la sepultura católica (canon 1240) y cuando ella se ha concedido equivocadamente y siempre que no signifique "gran perjuicio" debe ser exhumado el cadáver y conducido a otros sitios (canon 1242). El hijo fiel de la iglesia no puede informarse sobre los objetivos y fines de la Francmasonería, como tampoco sobre su posición frente a la religión y a la sociedad civil (canon 1399) Con posterioridad a su nacimiento con esta tendencia fuertemente vinculada a la tolerancia, en lo religioso, la francmasonería derivará hacia un sentido socio-político, en cuanto a influir, a través de sus miembros, en los acontecimientos sociales con una tendencia de progreso.
Ello lleva a connotados francmasones a tener activa participación en la Independencia de Estados Unidos, dirigidos por el masón Jorge Washington; en la Revolución Francesa, donde actúan - entre otros- Lafayette, Mirabeau, Robespìerre, Talleyrand y, de la pluma de masones saldrá aquello de que: Los hombres nacen y viven libres e iguales en derechos, del mismo modo como en 1948 se escribirá en la Declaración Universal de Derechos Humanos que: Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros; más tarde en la revolución de la independencia de América española en la cual los principales líderes americanos forman filas en la Masonería: Bolívar, Sucre, Nariño, Belgrano, Pueyrredón, San Martín, Martí. Juárez. La Masonería chilena ha recogido todas estas vertientes y por ello se autodefine, en sus Principios como una Institución universal, esencialmente ética, filosófica e iniciática, cuya estructura fundamental la constituye un sistema educativo, tradicional y simbólico. Fundada en el sentimiento de la Fraternidad, constituye el centro de unión para los hombres de espíritu libre de todas las razas, nacionalidades y credos.
Como Institución docente tiene por objeto el perfeccionamiento del hombre y de la Humanidad. Promueve entre sus adeptos la búsqueda incesante de la verdad, el conocimiento de sí mismo y del hombre en el medio en que vive y convive, para alcanzar la fraternidad universal del género humano. A través de sus miembros proyecta sobre la sociedad humana la acción bienhechora de los valores e ideales que sustenta. No es una secta ni es un partido. Exalta la virtud de la tolerancia y rechaza toda afirmación dogmática y todo fanatismo. Sustenta los postulados de Libertad, Igualdad y Fraternidad y, en consecuencia, propugna la justicia social y combate los privilegios y la intolerancia. En la búsqueda de la verdad y en el logro de la justicia, es deber de los francmasones mantenerse en un lugar de avanzada en el proceso evolutivo e integrador del hombre y de la sociedad. Los francmasones respetan la opinión ajena y defienden la libertad de expresión. Anhelan unir a todos los hombres en la práctica de una moral universal que promueva paz y entendimiento y elimine los prejuicios de toda índole. Aman a su patria, respetan la ley y la autoridad legítima del país en que viven y en que se reúnen libremente. Considera la Orden, que el trabajo en todas sus manifestaciones, es uno de los deberes y uno de los derechos esenciales del hombre y el medio más eficaz para el desenvolvimiento de la personalidad, contribuyendo con ello al progreso social. Conceptualizada la idea institucional, es decir, establecido de qué institución trazaremos los esbozos de su historia, es posible entrar en materia. Masonería Pre-Gran Logia. La Masonería tiene presencia en América y Chile desde antes de la época de la liberación de las naciones americanas, la tiene por ejemplo a través de don Pedro Pablo Abarca de Bolea, más conocido como el Conde Aranda, quien en 1767 decidió la expulsión de los Jesuitas y como Ministro de Carlos III le aconsejó conceder la libertad a los pueblos de América e impulsó el llamado Despotismo Ilustrado que trajo notables beneficios a la América Española.
Estuvo presente con la acción de la Logia Gran Reunión Americana, dependiente de la Gran Logia de Inglaterra, cuyos fundadores fueran el venezolano Francisco de Miranda y el chileno Bernardo O"Higgins y que, desde sus comienzos, planificó la independencia americana. Sin embargo, por razones de espacio y tiempo, comenzaremos desde 1810, abarcando, en esta primera parte, el período hasta 1862, año de fundación de la Gran Logia de Chile. En este lapso destaca la maciza labor de los masones Bernardo O"Higgins y José Miguel Carrera. El último es el gestor del nacimiento del Estado chileno al cual le dará forma y solidez la obra de O"Higgins. Destaca en la acción de Carrera el decreto sobre imprenta, estableciendo importantes disposiciones relativas a la libertad de prensa; el decreto sobre instrucción primariaantecedente del Estado Docente -decía el artículo XX "ninguno puede enseñar en el Estado de Chile sino en la forma dispuesta por este Reglamento-; la fundación del Instituto y la Biblioteca Nacional. Resaltan, también, los Reglamentos Constitucionales, el de 1812 es una verdadera declaración de independencia cuando en su artículo 5º declara que "ningún Decreto, Providencia u Orden que emane de cualquier autoridad o tribunales de fuera del territorio de Chile tendrá efecto alguno y los que intentaren darle valor serán castigados como reos del Estado" y en artículo 2º que "El pueblo hará su Constitución por medio de sus representantes", en tanto que en el artículo 18 se puede encontrar el origen, en Chile, del Habeas Corpus: "Ninguno será penado sin proceso y sentencia conforme a la ley".
Con razón José Victorino Lastarria señaló que este documento es la primera Constitución del pueblo chileno, pues legisla acerca de la autoridad y de la libertad. Por la inspiración de estos patriotas se instala el primer Congreso Nacional, que acaba de cumplir 185 años de existencia, siendo el primero en Latinoamérica y que junto con el Instituto y la Biblioteca Nacional constituyen las únicas tres instituciones vigentes desde la Patria Vieja. En cuanto a O'Higgins resulta más difícil resumir su extensa obra, desde que pone término al período español en Chile, hasta su obra cumbre de genio americanista: la expedición libertadora del Perú, pasando por: la proclamación de la Independencia -al decir de Campos Harriet "gesto de audacia hecho en plena campaña guerrera"-, formación de la primera Escuadra, creación de las Escuelas Naval y Militar, introducción del método lancasteriano en la educación , transformación de Santiago, reapertura de la Biblioteca e Instituto Nacional, clausurados en la etapa de la Reconquista española, y otras numerosas acciones materiales y de consolidación de la institucionalidad, como es el caso de las Constituciones de 1818 y 1822 y el reconocimiento de la República por Estados Unidos, México y Brasil. Sus convicciones doctrinarias republicanas, americanistas , tolerantes y de justicia social no variaron; de ello rinden prueba sus esfuerzos por abolir los títulos de nobleza y los mayorazgos, la creación del cementerio general y el cementerio de disidentes. Dice el historiador Pinto Lagarrigue: "Con justicia la Orden Masónica Universal y, muy especialmente, la Masonería chilena lo cuentan entre sus más preclaros hijos".
En este mismo período y junto a O'Higgins actuarán otros ilustres gestores de la independencia y de la República unidos por lo ideales de la Orden: José de San Martin, Juan Pablo Fretes, José Gregorio Argomedo, Juan Martínez de Rozas, Ramón Freire, Antonio José de Rojas, José Miguel Infante, Bernardo de Vera y Pintado, José Antonio Prieto, Camilo Henríquez, Juan Mackenna, Manuel Antonio Blanco Encalada, Manuel Rengifo, Manuel José Gandarillas, Camilo Henríquez, José Ignacio Zenteno. Se ha reconocido igualmente la gravitación de la llamada Logia Lautaro o Lautarina, en el movimiento emancipador y se ha discutido si fue o no una organización masónica. Su carácter y filosofía fueron netamente masónicas, basta leer su reglamento para comprobar el parentesco directo. La de Santiago fue la continuación de la Logia Lautaro de Buenos Aires, calcada del plan de las sociedades secretas de Cadiz y en ella estarán afiliados la gran mayoría de los conductores de la Independencia cuyos nombres ya hemos citado. Los avatares de la época no permitieron, sin embargo, que funcionara con la rigurosidad, el celo y los rituales habituales de una Logia regular, lo que es comprensible, pero que no le resta estirpe a su origen. En un gesto cumbre O'Higgins abdicó disponiendo aún de numerosos partidarios, entendió, sin embargo, que continuar en el mando podría conducir a una guerra civil en circunstancias que el país no estaba condiciones de soportarla y que pondría en grave riesgo la independencia. Se sucede un mal llamado período de anarquía en el que las fuerzas revolucionarias y de avanzada, con ideas renovadoras y liberales son derrotadas por la aristocracia terrateniente que restablece las formas coloniales sólo que, ahora, no bajo el mandato del monarca sino de un presidencialismo que constituye una dictadura constitucional.
Al término del período de anarquía no es posible soslayar la obra de Francisco Antonio Pinto, masón y líder liberal, materializada en la Constitución Política de 1828 la que, estableciendo como religión del Estado a la católica, añade en el artículo 4º: "nadie será perseguido ni molestado por sus opiniones privadas", es decir establecía la tolerancia religiosa, disposición que, de hecho, es derogada por la Constitución de 1833 que impone a la religión católica como la oficial del país. Los preceptos de esta Constitución, la de 1828, de corta vigencia, sin embargo se restablecen en las reformas de 1874 a la Constitución de 1833 y muchos de ellos, particularmente los de concepción liberal, se introducen en la Constitución de 1925 vigente hasta 1980. A partir de los decenios la República "está en forma", al estilo Portaliano. En el ámbito ideológico se discute acerca de cuál es el mayor bien de la sociedad; el sector pelucón o conservador defiende la idea del "orden", en tanto que los liberales postulan que es la "libertad"; en este último bando se ubican los masones. Surge el Club de la Reforma, que los contrarios denominan Club de las Pataguas. A este adhiere el joven Santiago Arcos Arlegui, iniciado en la masonería francesa, afiliado a logias de Londres y Norteamérica y decidido defensor de los principios de la Orden, inspirado en los utopistas clásicos y los socialistas utópicos. El Club se fusiona con la Sociedad de La Igualdad, en 1850, donde Arcos lidera junto a otro joven masón: Francisco Bilbao. Hay quienes sostienen que tuvo el carácter de Logia masónica.
La Sociedad adopta los ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad y sostiene la soberanía de la razón, como autoridad de autoridades, la soberanía del pueblo como base de la vida política y la soberanía del amor y fraternidad universales como base de la vida moral. Edita el periódico El amigo del pueblo, dirigido y redactado por el masón Eusebio Lillo. Los hechos de 1851 y la batalla de Loncomilla cubrirán con una lápida los afanes reformistas de estos jóvenes liberales. Antes de poner término a las referencias a esta etapa que hemos denominado de Masonería Pre-Gran Logia, debe mencionarse la fundamental influencia de los masones en los movimientos culturales comenzados de 1840 en adelante, donde se encuentra al propio Bilbao; al fundador de la Universidad de Chile, el venezolano Andrés Bello; Ventura Blanco Encalada y su hijo Manuel Blanco Cuartín; Eusebio Lillo; Jacinto Chacón; Aníbal Pinto; Joaquín y Guillermo Blest Gana; Vicente Fidel López; Domingo Faustino Sarmiento; Juan Bautista Alberdi; Bartolomé Mitre y, especialmente José Victorino Lastarria, quien, en el juicio de Pinto Lagarrigue: "representa la cultura humanística y el pensamiento reformador que caracteriza a la segunda mitad del siglo pasado". Agrega que en la "Sociedad Literaria" dirigida por Lastarria, el año 1842, se empezó a modelar "una brillante generación llamada a influir en el perfeccionamiento de la República. Grupo selecto de hombres que, junto con el cultivo de las letras, incubaron los anhelos de transformación jurídica, política y social del país". La Masonería chilena desde la fundación de la Gran Logia de Chile y hasta fines del siglo XIX. Sin considerar a la Logia Lautarina, la primera logia constituida en el territorio de la República fue la Filantropía Chilena en el año 1827, cuyas noticias de su fundación sólo se han conocido en este siglo, por lo cual no se tiene antecedentes de cuándo y por qué dejó de funcionar. El hecho es que hacia 1850 se comienzan a instalar logias regulares, auspiciadas por el Gran Oriente de Francia.
La desacertada acción del emperador Napoleón III de nombrar, mediante decreto de enero de 1862, al profano Pierre Magnan, Mariscal de Francia, en calidad de Gran Maestro, llevó a las logias existentes en Chile a desconocer tal autoridad y adoptar la decisión de constituir un poder independiente que, con el nombre de Gran Logia de Chile, fue fundado el 24 de mayo de 1862, el que ha funcionado ininterrumpidamente desde entonces como el único poder regulador de la Masonería Simbólica en el territorio de la república de Chile, logrando -en su oportunidad- el reconocimiento de la Gran Logia de Inglaterra, considerada como fuente de la autenticidad masónica. Fue designado primer Gran Maestro el abogado, hombre público y político don Juan de Dios Arlegui Gorbea. Al finalizar el siglo, con distinta trayectoria, se habían fundado alrededor de 30 logias dependientes de la Gran Logia, cuya primera sede estuvo en la ciudad de Valparaíso hasta 1906, año en el cual se traslada a Santiago por consecuencia del terremoto que asoló el primer puerto nacional. Desde la perspectiva individual en este período destacan, entre otros, los siguientes miembros de la Orden: Benicio Alamos González, Gran Maestro. Publicista, diplomático y político. Uno de los impulsores de la reforma de la Constitución de 1833. Ramón Allende Padín, Gran Maestro. Presidente de la primera Escuela Blas Cañas, diputado, médico del Hospital San Borja, fundador de la Sociedad Médica de Santiago, organizador del servicio sanitario del ejército durante la Guerra del Pacífico. Juan de Dios Arlegui G., primer Gran Maestro Perseguido por las ideas liberales, Intendente de Valparaíso. Rafael Barazarte, Gran Maestro Médico, ejerció gratuitamente en La Esmeralda. Diputado. Eduardo de la Barra. Ingeniero, poeta y escritor. Impulsor de las Escuelas Nocturnas para artesanos. Francisco Bilbao, precursor de los estudios de sociología, fundador de la Sociedad de La Igualdad. Jacinto Chacón, escritor, defensor de la reforma constitucional para separar la Iglesia del Estado. Isidoro Errázuriz, escritor y político. Diputado en varios períodos, gestor de leyes secularizadoras. Ángel Custodio Gallo, político. Abraham Koening,diputado, político y escritor. Demetrio Lastarria, diputado, miembro de la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia, elaboró un proyecto sobre matrimonio civil y otro sobre registro civil. José Victorino Lastarria, Ministro de Hacienda del Presidente Pérez, fundador de la Sociedad Literaria, escritor y sociólogo, parlamentario. Enrique Mac-Iver, Gran Maestro, parlamentario, brillante defensor de las leyes de secularización. Guillermo Matta, poeta, escritor, literato y político. Juan Agustín Palazuelos, precursor del matrimonio civil. Francisco Puelma Tupper, político y parlamentario. Guillermo Puelma Tupper, político y parlamentario. David Trumbull, introductor del culto protestante en Valparaíso, formó parte del primer directorio de la escuela Blas Cuevas. José Francisco Vergara, Gran Maestro, Ministro de Estado en varias ocasiones. José Ignacio Vergara, político, Ministro de Estado. Pedro Nolasco Videla, político y parlamentario. Horacio Zañartu, político y parlamentario, intervino en la redacción de los proyectos de ley sobre matrimonio y registro civil.
Si bien la Orden como tal no se involucra, en acciones específicas, en el lapso que analizamos podemos sostener que la obra institucional implícita ejecutada a través de sus miembros se centra, fundamentalmente, en abrir espacios a la tolerancia y en favor del respeto por la libertad individual de conciencia, de palabra, de creencias; por secularizar las instituciones y por democratizar la vida política. El Club de la Reforma, inaugurado en 1868, en una segunda versión, constituirá uno de los centros que aglutinar a masones y a quienes, no siéndolo, comparten las finalidades enunciadas. Allí se generaron los planteamientos y las ideas que propugnaban sustanciales modificaciones a las leyes vigentes, modificaciones cuyo objetivo es el progreso social. El artículo 1º, deja constancia que el Club "tiene por objeto impulsar el progreso político del país propagando las ideas que deben servir de fundamento a la reforma liberal de nuestras instituciones y corregir los malos hábitos que vician el sistema democrático". "Los propósitos del Club se dirigen especialmente: a elevar la política a la altura de los principios honradamente profesados; a estimular el espíritu público y a ilustrar la opinión dándole fuerza y eficacia; a hacer efectivo el principio de la fraternidad política, salvaguardia de las libertades públicas, de modo que la usurpación de un derecho o el ataque a la libertad de cualquier ciudadano sean considerados como una amenaza al derecho y a la libertad de todos; y a promover la unión de los partidarios del progreso con el fin de formar un gran partido sinceramente liberal y reformador". No sería difícil demostrar que una importante cantidad de leyes fueron fraguadas por los masones en el silencio de sus templos, en el Club de la Reforma e impulsadas valientemente - porque representar pensamientos disidentes era peligroso- por los políticos y parlamentarios masones. Entre ellas: la ley interpretativa del artículo 5º de la Carta Fundamental de 1833 - Constitución que establecía que " la religión de la república de Chile es la católica, apostólica, con exclusión del ejercicio público de cualquier otra" - tal ley interpretativa posibilita que los no católicos puedan practicar su culto dentro de recintos privados y, además, mantener escuelas para la formación de sus hijos conforme a sus creencias. Es decir, no se decretó la libertad de cultos pero, de hecho, ella quedó implantada. Debe sumarse: la ley que pone fin a los mayorazgos, la dictación del Código Civil, el Código Penal y su reforma que suprime el fuero eclesiástico, la ampliación del derecho a sufragio equivalente al sufragio universal; hasta culminar con las leyes de: matrimonio civil, cementerios laicos y de registro civil. Ingrato sería, como chilenos, no recordar a los masones que actuaron en la Guerra del Pacífico, algunos de los cuales rindieron su vida por la patria, desmintiendo así a quienes propagan que las formas masónicas limitan seriamente el sentimiento patriótico del masón.
Algunos de ellos fueron: Juan José Latorre, vencedor en el combate de Angamos y calificado como la máxima capacidad de comando táctico que actuara en el Pacífico, después de Cochrane; Manuel Thompson, muerto por balas del Manco Capac; Emilio Sotomayor Baeza, héroe de la batalla de Chorrillos, entre otras de las acciones en las cuales participó; José Francisco Vergara, que abandonó la comodidad de su quinta en Viña del Mar para trasladarse como Comandante de milicias a los territorios en los cuales se desarrolla la guerra, el historiador Encina, además de alabarlo por su genio táctico en batallas, lo destaca por "la organización y el transporte del ejército que hizo la campaña de Lima. Inútilmente se repasarán nombres; no se divisó entonces ni se divisa hoy quien hubiese podido realizar la ardua empresa con iguales energías y espíritu de sacrificio". Estanislao del Canto, participa en la toma de Pisagua y de Tacna, en Chorrilos y Miraflores y en la ocupación de Lima, a su división pertenecía la compañía que pereció heroicamente en La Concepción; Baldomero Dublé Almeyda, tuvo actuaciones sobresalientes, junto con su hermano carnal Diego, en casi todas las jornadas de la guerra, fallece por heridas que recibe en Chorrillos; Diego Dublé Almeyda, contribuye en forma decisiva al triunfo de Miraflores, junto con Lynch; José Velásquez, gracias a su táctica el ejército chileno se tomó Arequipa sin disparar un solo tiro; Pedro Lagos, llave maestra de la toma del Morro de Arica; Arístides Martínez, ingeniero militar, parlamentario, son numerosas las acciones bélicas donde actúa, fue Jefe del Estado Mayor y culmina como General de División; Patricio Lynch, según Encina "el hombre de guerra más completo que hasta hoy ha producido la América española" , llamado el último "virrey del Perú; Nicanor Rojas, prestó servicios como médico; Ramón Allende Padín, Superintendente del Servicio Sanitario en campaña; Guillermo Blest Gana, quien descubrió el tratado secreto en contra de Chile en 1873, sirvió en la Legación de Chile en Paris y Londres, Legación que tuvo la trascendental misión de comprar armas e impedir que el Perú aumentara su poder naval; Luis A. Lynch, capitán de fragata, colaboró con Blest Gana como agregado naval. En fin hay muchos más, agreguemos sólo dos: Miguel Grau y Alfonso Ugarte, ambos peruanos, mueren frente a sus hermanos Juan José Latorre y Pedro Lagos Marchant, en el combate de Angamos y el Morro de Arica respectivamente; los unos y los otros defendían a sus países, pues los masones aman a su patria. El fin de siglo fue azaroso para la Orden, sufrió el impacto de la guerra del Pacífico y especialmente de la Revolución de 1891. Los masones profesan distintas ideas y la honda escisión que se entroniza en la sociedad chilena también se hace presente al interior de las Logias, los masones actuaron -en la defensa de lo que legítimamente creían era mejor para el país- en ambos bandos: balmacedistas y anti balmacedistas, hubo líderes masones en las dos tendencias. La naciente organización no pudo soportar la herida y muchos talleres abatieron sus columnas; es así como, al año 1900 trabajaban normalmente sólo ocho Logias de la treintena que se había fundado en el medio siglo anterior, y de esas ocho, cuatro eran de reciente fundación. La Masonería 1900-1950.
La actividad del salitre, la incipiente industrialización acrecentada por la necesidad de sustituir los productos importados que dejan de afluir por consecuencia de la primera guerra mundial, el crecimiento del sector público, introducen en Chile nuevas realidades: el capitalismo en la producción, desaparece la sobriedad en las costumbres y se aspira al lujo; la riqueza es aprovechada por un sector reducido, los sectores obreros -aparecidos por el auge minero, industrial y comercial- soportan una vida paupérrima. Estalla con violencia la llamada "cuestión social", que tuvo por máxima expresión los sucesos de la Escuela Santa María; aparecen los partidos populares: el demócrata de Malaquías Concha a fines del siglo y en el filo de los siglos XIX y XX el POS., el Partido Comunista, el Partido Socialista, el Partido Radical adopta una nueva actitud con las ideas de Valentín Letelier. En el orden político el "parlamentarismo" vive su época de gloria, las iniciativas de leyes se tramitan durante años y decenas de años, no existen plazos para despachar los proyectos, la entretención política es derribar gabinetes. La clase gobernante no demuestra sensibilidad ante la dura realidad de lo que podríamos denominar el pueblo hacinado en conventillos y cités, esquilmado por las agencias de empeño o "agencias mata rotos", diezmado por las pestes y plagas derivadas de las pésimas condiciones sanitarias, sin previsión, sin leyes de protección del trabajo, una inmensa población de analfabetos pues la Ley de Instrucción Primaria, aprobada en 1860 no incluyó la obligatoriedad; el campesino está ausente de la vida pública pese a que en el país es, en lo fundamental, una comunidad rural, pero comenzará -junto con la llegada del nuevo siglo- el creciente éxodo campo ciudad.
La mesocracia que principia a constituirse a fines del siglo XIX se tonifica en el XX, con estudiantes, intelectuales, profesionales liberales, empleados de comercio, pero sufre -en las primeras décadas- de falta de identidad. La Masonería recompone sus cuadros, llegando hacia 1950 a tener cerca de noventa Logias en plena actividad, se robustece con la presencia de la clase media ilustrada y con conciencia de pertenencia social y del rol que le compete. A las Logias se integran hombres brillantes que beberán la idea de redención social y procurarán llevarla al mundo exterior conforme a su más recto y leal entender, con sinceridad y honestidad pese a que, como siempre ha ocurrido, pudieran militar en campos diversos y aún opuestos. Así se cuenta a Arturo Alessandri Palma, Carlos Ibáñez del Campo, Eugenio Matte Hurtado -quien renunció al cargo de Serenísimo Gran Maestro para sumir roles políticos- Pedro Aguirre Cerda, Juan Antonio Ríos , Gabriel González Videla, por nombrar sólo a quienes ejercieron la Presidencia de la República. A ellos habrá que agregar a otros tales como el propio Valentín Letelier, Enrique Mac Iver, Héctor Arancibia Laso, Darío Salas D., Fidel Muñoz Rodríguez, Armando Quezada Acharán, Santiago Labarca, Fermín Vivaceta, Jerónimo Méndez, Rudecindo Ortega, Eugenio Orrego Vicuña, Marmaduque Grove.
De su inspiración y obra, no exclusiva porque también actuaron otros que, sin ser masones compartían los mismos anhelos, surgirá: la legislación laboral y social que pone a Chile en la cúspide de las naciones latinoamericana en estas materias; comienza y se engrandece el desarrollo industrial con la Corporación de Fomento de la Producción. Mención especial merece la profunda reforma política que significó la Constitución de 1925, inspirada por Arturo Alessandri y otros masones entre los cuales destaca el redactor José Maza Fernández. Ella significó entregar bases para la democratización y para los derechos humanos, crear la idea de la función social de la propiedad, asentar el concepto de bien común, otorgar estabilidad al régimen político al eliminar el parlamentarismo e instaurar un régimen presidencial, establecer el sistema de las urgencias en la tramitación de las leyes, etc. Agréguese la definitiva separación entre la Iglesia y el Estado que implicó el respeto por todas las ideas sin desmedro para ningún credo o iglesia. Si se recorre la historia interna de las logias se podrá comprobar que muchas de estas reformas y nuevas ideas o fenómenos fueron plasmadas en su interior, emergiendo afuera como obra individual. Pero donde existió un compromiso concertado y aun institucional fue en lo educacional. Los cambios que se introducen durante el primer medio siglo en el ámbito de la enseñanza, en todos los niveles de ella, y que erigen a Chile como paradigma para muchos países es obra masónica. Partiendo por la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria, en cuya aprobación se comprometió institucionalmente la Masonería.
Hacía décadas que los proyectos dormían en el parlamento hasta que, a partir de 1917, la Masonería decide impulsar la aprobación y lo logra; decisiva fue la aparición en 1917 de la obra del masón Darío Salas D., denominada El Problema Nacional, en el que señala la existencia de un millón seiscientos mil analfabetos que " colocados en fila a cincuenta centímetros uno de otro, formarían una columna de 800 kilómetros de largo...si desfilaran frente al Congreso Nacional en hileras de a cuatro, a un metro de distancia una de otra, y marcharan a razón de cuarenta kilómetros por día, el ruido de sus pasos turbaría los oídos y la conciencia de nuestros legisladores durante diez días..". El proyecto de ley, definitivamente aprobado, llevó las firmas de los masones Pedro Aguirre Cerda, Armando Quezada Acharán y Héctor Arancibia Lazo. Por otra parte, en el Consejo de Instrucción Pública se ubican los sectores laicos dirigidos por masones, desde allí se pondrá en práctica el método concéntrico y la enseñanza de las ciencias influidas por el positivismo, ambos resistidos por grupos clericales; se dará auge al Liceo, poderosa herramienta de robustecimiento de la clase media que, por consecuencia natural irá engrosando las Logias; auge a las Escuelas Normales que entregarán los mejores maestros primarios o básicos que educarán sistemáticamente, con valores y principios, a los niños de Chile. Masones crearán la Escuela Unificada y las Escuelas Experimentales. Ligada a la acción educacional masónica estuvo la fundación de la institución de los Boy- Scouts y de las Ligas de Estudiantes Pobres, instituidas en muchas de las ciudades del país permitiendo, gracias al altruismo de sus integrantes, que miles de niños y jóvenes de escasos recursos pudieran llegar a obtener un oficio o una profesión universitaria. En la Universidad de Chile destaca la obra de Juvenal Hernández Jaque que le otorga definitiva preeminencia nacional. Las Logias de Concepción fundarán, en 1919, la Universidad que lleva el nombre de la ciudad y al filo del término de la primera mitad del siglo, masones fundarán la Universidad Técnica del Estado. La Masonería 1950 en adelante. Los cambios históricos continúan, la revolución científico tecnológica comienza a llegar a las puertas del país acortando distancias hasta alcanzar los crecientes procesos de internalización y de globalización que hoy nos benefician o hacen sufrir. Las colectividades políticas experimentan notables cambios: desaparecen los otrora poderosos partidos liberal y conservador, el radical de una etapa de esplendor evoluciona hacia otra de creciente disminución en su presencia pública, la segunda parte del siglo comienza con un partido comunista en la clandestinidad y vuelto a la legalidad en 1958; el partido socialista a veces es fuerte, en otras débil por sus divisiones internas, irrumpe la doctrina social de la iglesia con el partido demócrata cristiano: la fuerza individual más numerosa del momento. El movimiento sindical sufre los vaivenes de la política.
La explosión demográfica, junto al proceso de concentración urbana, acarrea serios problemas a la infraestructura de las principales metrópolis, particularmente Santiago, donde se instalan cinturones de poblaciones en precarias seudo viviendas, sin tener acceso a las mínimas condiciones de habitabilidad y salubridad. El cobre, que sustituyó la importancia del salitre, es el recurso del cual depende la economía. El agro se transforma trascendentalmente con la Reforma Agraria, los campesinos se sindicalizan. Mayores masas acceden a la educación básica y media, se crea el slogan de "Universidad para todos", el sistema de educación superior también se reforma sustancialmente en 1981. Los sucesos de 1973 acarrean cambios principales en lo político, social y económico. El Chile de hoy es muy diferente al Chile de 1950. La Masonería continúa su crecimiento y llega a sobrepasar las 175 Logias activas, varias de ellas ya celebran sus centenarios. En lo individual no es posible destacar muchos nombres, pues la mayoría aún, afortunadamente, viven y la reserva masónica impide revelar su calidad de miembros de la Orden. Sólo algunos , de los desaparecidos, que proporcionan la magnitud del hacer masónico: ya nombramos a Carlos Ibáñez del Campo, Presidente de la República, Sótero del Río, Ministro del Interior durante todo el gobierno de don Jorge Alessandri R., Salvador Allende G., Presidente de la República, los legisladores Angel Faivovich, Humberto Enríquez F. Luis Bossay L., Jacobo Schaulson. En Educación Superior: Eugenio González Rojas, Rector de la Universidad de Chile, y Horacio Aravena Andaur, Rector de la Universidad Técnica del Estado. La mayoría de los Colegios Profesionales y entidades gremiales, de tanta gravitación tuvieron o tienen el liderazgo de masones. Interés habrá en el público culto acerca del rol de la Masonería durante la etapa del gobierno militar. No podemos eludir referirnos a ello.
La Orden Masónica fue quizás la única institución que continuó funcionando sin interferencia ni intervención alguna, cuando la elección de autoridades institucionales en todo el país estaba prohibida sin permiso de la autoridad, sin solicitarlo, todas las Logias del país renovaron por elección sus directivas en el mes de noviembre de 1973, a poco más de dos meses de los sucesos del 11 de septiembre; y en 1974 se renovó, también mediante elección, a las autoridades nacionales de la Gran Logia de Chile. La Masonería nunca se pronunció y, como institución, nada hizo en contra del gobierno, pero tampoco jamás tuvo compromiso alguno que le llevara a una postura favorable, conforme a su doctrina fue absolutamente neutral. Como institución mucho hizo, sin embargo, por evitar horrores y enjugar lágrimas; la habitual reserva de la acción masónica hace que ello no sea conocido y de allí surjan muchos equívocos. Fueron los masones, los que debieron adoptar posiciones y actuar con hombría en los terrenos que su conciencia les indicaba debían hacerlo, basta decir que hubo masones en Dawson, en el exilio y exonerados y hubo masones en cargos de gobierno; tenemos la certeza que ninguno rompió con las bases éticas y morales que se enseñan en Masonería; la proximidad de los hechos impide un juzgamiento sereno y objetivo de unos u otros. La tranquilidad de los templos, y los principios de fraternidad y, particularmente, el de tolerancia, permitieron que en su seno se consideraran variados aspectos que públicamente estaban anatematizados y se intercambiara información que, al exterior, no era conocida.
Masones intervinieron en los grupos y movimientos que prepararon el regreso a la democracia y muchos han actuado en el nuevo parlamento y al servicio del país en altos cargos en el interior y exterior de Chile. Preferente preocupación, como ha ocurrido desde comienzos de siglo, ha tenido la Masonería por la educación. Así en los últimos cincuenta años se ha fundado una significativa cantidad de colegios de educación básica y media, especialmente en la zona centro sur, reconocidos por su calidad, hasta culminar con la fundación de la Universidad La República, obra de acción masónica, robusta y cada día más prestigiada. En suma, en un juicio histórico, la faz de la Masonería nunca ha sido manchada y goza del reconocimiento de la inmensa mayoría de los sectores cultos e ilustrados del país. No es una afirmación personal, sino que para demostrarla citaremos palabras de representantes de todas las entidades políticas, con motivo de los homenajes rendidos por el Congreso Nacional, en sus dos ramas, a la Gran Logia de Chile con ocasión de haber cumplido 130 años en 1992. Dijeron: Carlos González Marquez. (Radical). La vida de todos y cada uno de los masones, conocidos o anónimos, es un constante aporte a la humanidad, esforzándose por hacerla cada día más fraterna, más justa, más libre y más solidaria. En el partido político, en el club deportivo, en el establecimiento educacional, en el trabajo cotidiano, en cualquier momento y en todo lugar, hay un masón trabajando para ser un mejor hombre y para contribuir a la construcción del gran edificio de la fraternidad universal, cuyos cimientos han de ser la libertad, la igualdad, el humanismo y la tolerancia como sublime expresión del amor del hombre por sus semejantes. Estos principios y valores, inmutables desde el nacimiento de la Orden Masónica, han inspirado también su fecunda labor en nuestro país, dejando su huella silenciosa pero indeleble en todos aquellos avances de nuestra institucionalidad que significaron abrir amplios espacios a la educación y a la libertad, que fueron y han de ser siempre los insustituibles pilares de la convivencia democrática y del desarrollo nacional. William Thayer Arteaga. (Designado) Negar el papel protagónico que tantos masones ilustres han desempeñado en la causa de la independencia, desarrollo, tolerancia y progreso de nuestro país, sería como negar la historia.
No hay quien no tenga vivencias en este orden. Ricardo Núñez Muñoz. (Socialista). Quienes participamos en instancias democráticas, propugnamos la justicia social y estamos en contra de los privilegios y la intolerancia, tenemos el deber político, moral, intelectual e histórico de reconocer, en la historia de tres siglos de la Masonería especulativa y en los 130 años de la Orden en nuestro país, el espíritu de amor a la libertad que guía a quienes la integran en su búsqueda permanente de la verdad y en los esfuerzos por mantenerse en un lugar de avanzada en los procesos evolutivos e integradores del hombre y de la sociedad. Debemos reconocer, digo, que a lo largo de la historia de la Masonería se han plasmado hombres que tienen una importancia gravitante en la construcción y existencia de las instituciones republicanas. Hugo Ortiz de Filippi. (Renovación Nacional).
En nuestro país, en los tres Poderes del Estado han participado distinguidas personalidades, miembros de la Masonería: en el Ejecutivo, en forma permanente y desde el comienzo de nuestra historia; y en el Legislativo y Judicial hubo y hay gente integrante de esa organización. También han estado presentes en el campo de la intelectualidad y en las diversas actividades relevantes de la vida nacional. Siempre hemos podido constatar que ha existido un generoso aporte de personeros de la masonería. Beltrán Urenda Zegers.(Unión Democrática Independiente). Se ha dicho-con razón- que la patria la construimos entre todos. Y es indudable que, cualesquiera que sean nuestras convicciones, un examen objetivo de la historia nos hace ver que parte importante en hechos trascendentales acontecidos en Chile ha correspondido a miembros de la Orden. Tanto en la paz como en la guerra, siempre encontramos la presencia de quienes tienen la calidad de masones. Mariano Ruiz-Ezquide Jara. (Democracia Cristiana). Lo hacemos (el homenaje), en la convicción de que en la perspectiva de un Chile que madura hacia la tolerancia y el respeto, los principios sustentados por la Logia Masónica contribuyen a afianzar este camino.
Cuando señalo esto en la ocasión en que el Senado rinde homenaje a la Logia Masónica, estoy manifestando el reconocimiento a lo que ella significa en Chile, que puede entregar quien no pertenece a ella. José A. Viera-Gallo Quesney. (Pdte.Cámara de Diputados). La Masonería ha dejado también una huella imborrable en la historia de nuestra república desde su nacimiento. Gabriel Valdés Subercaseaux .(Pdte.del Senado). En efecto, en la voluntad política de los forjadores de la Independencia de Chile, la Masonería fue una fuerza intelectual y moral decisiva en la cual encontraron su apoyo no sólo don Bernardo O'Higgins, sino, asimismo, gran número de otros patriotas que ofrecieron sus vidas por la causa de la libertad, de los derechos ciudadanos, del respeto a la conciencia de cada cual. Sin la Masonería habría sido difícil que los grandes postulados que irradiaban en el mundo se hubieran plasmado en nuestro lejano Chile. La Orden Masónica ha hecho una importante parte de la historia patria. Tiene un gran espacio para continuar esta tarea, porque Chile la necesita, forma parte de nuestra cultura, aporta valores superiores que nuestra nacionalidad requiere consolidar y se expresa a través de destacadas personalidades que ocupan aquí, en el Congreso Nacional, en el Ejecutivo, en el Poder Judicial, en la Universidad, y en los distintos estamentos de nuestra sociedad, posiciones distinguidas, logradas por sus méritos y por el ejercicio de las virtudes que son de la esencia de los principios que la Masonería sostiene. Grato ha sido preparar para los lectores de estas páginas, este bosquejo de la Historia de la Masonería en Chile. Mucho ha quedado por citar o por recordar.
Nada hemos escrito de los miles de masones que antes y ahora han cumplido con los deberes sociales, más allá de sus labores cotidianas como trabajadores o integrantes de una familia, se trata de quienes son parte y dirigentes de instituciones: Cuerpo de Bomberos, también fundado por masones y con mártires como Germán Tenderini, las Juntas de Vecinos, los Partidos Políticos, Clubes Deportivos, Sindicatos y Gremios, Hogares de Niños Huérfanos, etc. Esa fase queda pendiente. La conclusión es que, sin dudas, la historia de Chile puede estar agradecida de la Masonería nacional. Bibliografía. García Valenzuela, René. Introducción a la historia de la Francmasonería en Chile. Ediciones de la Gran Logia de Chile. Santiago de Chile. Primera edición ,1992. Pinto Lagarriguue, Fernando. La masonería y su influencia en Chile. Ediciones de la Gran Logia de Chile. Santiago de Chile. Quinta edición, 1995. Campos Harriet, Fernando. Historia Constitucional de Chile. Editorial Jurídica de Chile. Santiago de Chile. Tercera edición, 1963. Izquierdo Fernández, Gonzalo. Historia de Chile. Editorial Andrés Bello. Santiago de Chile. Primera edición, 1990. Homenaje del parlamento de la república de Chile. A la Gran Logia de Chile en su 130º aniversario. Ediciones de la Gran Logia de Chile.
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