El mundo científico está acostumbrado a trabajar con lo que se ve y toca, con lo que se puede medir y comprobar. Lo cual estaría muy bien si no se cometiera al mismo tiempo un error muy poco científico, por cierto, que es llegar a creer que la realidad sobre la que trabajan es la única que existe. Tal es el caso del cerebro como soporte de la personalidad. Científicamente cada día se conoce un poco más la realidad del cerebro. A nivel electroencefalográfico, a nivel de las más modernas técnicas exploratorias informatizadas o a nivel anatomopatológico. Se está acostumbrado a ver el conjunto molecular, de tejidos nerviosos y de centros y redes neuronales, y la tentación es reducirlo todo a esta realidad que se puede medir y comprobar. Es la tentación y la gran trampa en la que ha caído una considerable mayoría de científicos, y ha arrastrado la opinión de muchas personas que, sin una crítica por su parte, hacen suyo el pensamiento de aquellos, anexionándolo de forma automática en el gran almacén de los supuestos socio - culturales.
Y la verdad es que existen razones de peso para considerar que el hombre es mucho más que la materialidad que objetivan los estudios científicos. Desde siempre muchos han intuido la importancia de la realidad que coexiste detrás de la materia. Pero es que los estudiosos del tema han podido comprobar evidencias. La Filosofía Perenne y la Psicología Perenne están construidas sobre esta realidad trans material y sus firmes evidencias que “se ven” que están allí. Los estudiosos de los fenómenos paranormales han podido constatar, sin lugar a dudas, que no hay que reducirse a la realidad tridimensional. La Nueva Física ha abierto para el observador suficientemente profundo una perspectiva clara hacia esta dimensionalidad. Las evidencias son infinitas, pero les vamos a señalar las que, muy concretamente, proporciona un trastorno, afortunadamente raro, que los psiquiatras y psicólogos pueden observar. Es el trastorno de las personalidades múltiples. Veamos.
Existe un trastorno de la personalidad, en efecto, en el que una misma persona puede sustentar personalidades diferentes. Puede pasar de una personalidad a otra y no ser consciente ni recordar lo que hizo la anterior. La personalidad auténtica puede, como víctima de este trastorno, observar con miedo y estupefacción como se desvanece su propio yo y las consecuencias posteriores. La estupefacción invade también a cuantos tienen la ocasión de observar tal tipo de trastorno: familiares, psiquiatras, psicólogos y psicoterapeutas. Y siempre, claro está, se puede formular alguna teoría con tal de no admitir la realidad trans material que significa contar con el fenómeno de la posesión por entidades espíritas. Pero el caso es que por más que se empeñen, haberlas haylas. Y el trastorno de las personalidades múltiples viene a demostrar que el cerebro no es todo en la personalidad, ¡ni siquiera lo más esencial!.