Rafael Valle Rivera, MA, NL
Un incidente cotidiano, una "cogida de cuello" en el trabajo o una discusión con nuestro(a) cónyuge. Súbitamente sentimos que el corazón se nos acelera y late con fuerza inusitada. Sentimos un calentón en la cara y comenzamos a sudar. ¿Quién no ha sentido algo similar en más de una ocasión? Esto no son sino algunas de las manifestaciones de lo que conocemos como estrés. Sin embargo el estrés es mucho más. Presenta una serie de manifestaciones no tan fácilmente percibibles pero cuyos efectos pueden ser devastadores. Por otra parte no son únicamente las que por lo general consideramos como situaciones problemáticas o negativas las que pueden elevar nuestro nivel de estrés. También una alegría súbita puede según muchos investigadores ser la causa de una también súbita alza en nuestro nivel de estrés.
En los Estados Unidos se ha estimado que el 43% de los adultos sufren a causa de los efectos adversos del estrés y que entre el 75 y el 90 por ciento de las visitas a los médicos son para condiciones que se relacionan de alguna manera con éste. El estrés está relacionado con muchas de las principales causas de muerte tales como cáncer, enfermedades cardiacas, cirrosis del hígado, enfermedades pulmonares, accidentes y suicidio. Según el Dr. Paul Rosch presidente del American Institute of Stress el estrés se ha convertido en el problema de salud más común en los Estados Unidos. Como veremos más adelante el estrés puede tener como uno de sus efectos el acortarnos la vida y envejecernos prematuramente.
Durante la década de 1920 el neurólogo y fisiólogo norteamericano Walter B. Cannon descubrió que cuando un organismo tiene miedo o se enfrenta a una emergencia su cerebro responde activando el sistema nervioso simpático. El ritmo cardiaco y la respiración se aceleran, la sangre abandona los estratos superficiales de la piel y se dirige hacia los músculos proveyéndoles una mayor cantidad de oxígeno. Todo esto capacita al organismo a responder a la emergencia bien sea luchando o huyendo de la misma.
Cuando este estado de emergencia se prolonga se produce una respuesta más compleja a la cual el Dr. Hans Selye llamó el Síndrome de Adaptación General. Selye entendía que esta condición prolongada de estrés causa daños al organismo principalmente a causa a la elevación de adrenalina y hormonas corticosteroides secretadas por las glándulas adrenales...
Durante mucho tiempo los fisiólogos han sabido que el estrés puede causar envejecimiento prematuro en animales de laboratorio. Cuando un animal es sometido a condiciones de estrés continuo su cuerpo comienza a sufrir una serie de estragos y al cabo de unos pocos días muere. Al hacerle la autopsia se encuentran numerosos síntomas de deterioro y envejecimiento prematuro. En los seres humanos se produce una situación similar. Cuando el estrés sobrepasa ciertos límites se afectan numerosos órganos de nuestro cuerpo al igual que nuestra capacidad mental y el sistema inmunológico.
En situaciones normales las células de nuestro organismo emplean alrededor de un 90% de su energía en actividades metabólicas dirigidas a la renovación, reparación y creación de nuevos tejidos. Esto es lo que se conoce como metabolismo anabólico. Sin embargo en situaciones de estrés esto cambia drásticamente. En lugar de actividades dirigidas a la renovación, reparación y creación de tejidos el organismo se dedica a tratar de enviar cantidades masivas de energía a los músculos. Para lograr esto el cuerpo cambia a lo que se conoce como metabolismo catabólico. Las actividades de reparación y creación del cuerpo se paralizan e incluso el organismo comienza a descomponer los tejidos en busca de la energía que tan urgentemente necesita.
En la antigüedad el mecanismo del estrés cumplía el propósito de preparar a los seres humanos para responder a estados de emergencia que le representaban una amenaza física. La forma de responder a este tipo de emergencia era, por lo general, huyendo o peleando, respuestas para las cuales se requiere una gran cantidad de energía y fuerza muscular. Los cambios hormonales y otras alteraciones fisiológicas que se producen en estados de estrés van dirigidas a lograr esto. Imaginemos a un primitivo morador de las cavernas que tiene que enfrentarse al impensado ataque de un animal salvaje. El organismo de este cavernícola se prepara para responder a la amenaza. Los músculos se tensan, la respiración se vuelve rápida y poco profunda, el hambre y el deseo sexual se suprimen, el proceso digestivo se detiene, el cerebro se coloca en un estado de alerta máxima y los sentidos se agudizan. Las glándulas adrenales comienzan a lanzar hacia el torrente sanguíneo sustancias como adrenalina y cortisol que ayudan a aumentar la producción de energía y la fuerza muscular.
En nuestra moderna sociedad no tenemos que enfrentarnos por lo general a animales salvajes (al menos en el sentido literal del término). Sin embargo, nos enfrentamos a situaciones de otro tipo tales como problemas en el trabajo, o el matrimonio, con los mismos mecanismos con los que nuestros antepasados se enfrentaban a los animales salvajes. El problema surge a causa de que los cambios habidos en la sociedad se han dado en forma tan veloz que no han permitido al proceso evolutivo, que es sumamente lento, adaptarse a los mismos. Si la comparamos con los cientos de miles de años que el ser humano lleva sobre la tierra veremos que la vida civilizada es una condición sumamente reciente. Por lo tanto estamos utilizando aún mecanismos que fueron desarrollados para lidiar con los peligros que comúnmente se presentaban en la vida de las cavernas.
En la vida cavernícola los estados de emergencia duraban a lo sumo unos pocos minutos. Una vez superada la emergencia, el nivel de hormonas secretadas y los procesos fisiológicos volvían a su estado normal. En nuestra moderna sociedad el mecanismo del estrés se activa no tanto a causa de peligros momentáneos sino a causa de estados emocionales prolongados (como, por ejemplo, una situación de infelicidad matrimonial) o que se repiten a diario (como, por ejemplo, el tapón para ir y para regresar del trabajo). Bajo dichas circunstancias las hormonas secretadas pueden comenzar a causar grandes daños a nuestro organismo. Entre estos daños se incluyen: fatiga, destrucción de los músculos, diabetes, hipertensión, úlceras, enanismo, impotencia, pérdida de deseo sexual, interrupción de la menstruación, aumento en la susceptibilidad a enfermedades, y daños a las células nerviosas.
Algunos estudiosos apuntan que lo más que impresiona de estos daños es el hecho de que, tomados en conjunto, se parecen mucho a lo que sucede en el proceso de envejecimiento.
Podemos pensar que la causa del estrés y los daños causados por éste son determinados objetos, eventos o circunstancias. Se han elaborado escalas como la creada por los psiquiatras Thomas Holmes y Richard Rahe que intentan colocar en un escalafón diversos acontecimientos en base a cuanto estrés producen en las personas. Sin embargo, aunque este acercamiento puede servirnos de guía un tanto burda, la realidad nos indica que dos personas sometidas o un mismo evento o circunstancia probablemente reaccionarán de forma muy distinta. Esto ha sido señalado por investigadores como Arnold Lazarus que también apuntan que la forma en que las personas interpretan un evento supuestamente estresante es más importante que el evento en sí. Por esta razón las teorías sobre el estrés están siendo modificadas para incluir factores tales como la interpretación, las creencias y las actitudes. Teniendo esto en mente presentamos el siguiente cuestionario. El mismo no pretende ser una guía exacta pero puede, al menos, proporcionarnos un índice de la cantidad de factores comúnmente generadores de estrés a los cuales hemos estado sometidos(as). También nos puede alertar ante la posibilidad de que nuestra salud se esté afectando adversamente por el estrés o se vea afectada en el futuro cercano.
CONTESTE SI O NO A LAS SIGUIENTES PREGUNTAS. DURANTE LOS PASADOS SEIS MESES:
1. ¿Ha muerto su esposo(a) o compañero(a)? (20 puntos)
2. ¿Se ha divorciado o separado? (15 puntos)
3. ¿Ha muerto un familiar cercano (que no sea su esposo/a o compañero/a)? (13 puntos)
4. ¿Ha estado hospitalizado(a)? (11 puntos)
5. ¿Se ha casado o se ha reconciliado con su cónyuge tras una separación? (10 puntos)
6. ¿Ha ocurrido un cambio radical en la salud (sea para bien o para mal) de un familiar cercano? (9 puntos)
7. ¿Ha perdido su empleo o se ha retirado? (9 puntos)
8. ¿Se ha enterado recientemente de que pronto se convertirá en madre o padre? (8 puntos)
9. ¿Ha experimentado algún problema relacionado con su vida sexual? (8 puntos)
10. ¿Se ha casado o tenido un hijo(a) alguien en su familia inmediata? (8 puntos)
11. ¿Ha muerto un amigo(a) cercano(a)? (8 puntos)
12. ¿Se ha producido un cambio sustancial en su situación económica (sea para bien o para mal)? (8 puntos)
13. ¿Ha cambiado de empleo? (8 puntos)
14. ¿Ha dejado el hogar un hijo o hija? (por haberse casado, por estudios, etc.) (6 puntos)
15. ¿Ha tenido problemas con parientes políticos (suegros, cuñados) que hayan redundado en tensiones familiares? (6 puntos)
16. ¿Hay alguien en su casa o trabajo que a usted le desagrada sobremanera o con quien no se lleva bien? (6 puntos)
17. ¿Ha sufrido frecuentemente de síndrome premenstrual? (6 puntos)
18. ¿Ha tenido un importante éxito personal (ascenso en el empleo, obtención de algún premio, etc) (6 puntos)
19. ¿Ha viajado en avión por lo menos dos veces a lugares lejanos con un horario que varía, por lo menos seis horas respecto al de su país? ¿Requiere su trabajo turnos rotativos que le obliguen a alterar sus horas de sueño? (6 puntos)
20. ¿Se ha mudado de casa o ha llevado a cabo una remodelación sustancial de la misma? (5 puntos)
21. ¿Tiene problemas en su trabajo de tal naturaleza que puedan poner en riesgo su empleo? (5 puntos)
22. ¿Ha asumido una hipoteca o deuda sustancial? (3 puntos)
23. ¿Ha sido denunciado por alguna infracción menor a la ley (boleto por infringir las leyes de tránsito, etc.) (2 puntos)
Sume los puntos que se indican en cada una de las preguntas. Mientras más alto sea el puntaje mayor es la cantidad de estrés a la que usted ha estado sometido(a). En términos generales puede decirse que menos de 30 puntos indica que es poco probable que en el futuro cercano su salud se vea seriamente afectada por el estrés. Un puntaje de entre 30 y 59 indica algún riesgo a la salud mientras que un puntaje de sesenta o más indica que se ha estado expuesto(a) a una gran cantidad de estrés y si no toma medidas adecuadas su salud muy probablemente se verá adversamente afectada.
Las investigaciones recientes demuestran que existen varios factores que pueden agravar el estrés e incluso convertir una situación aparentemente inocua en una que amenaza con afectar negativamente nuestra salud. Los más importantes de éstos son:
1. Imposibilidad de anticipar o predecir - Se da cuando sabemos que una situación o evento estresante habrá de ocurrir pero no tenemos forma de saber cuando ni como.
2. Falta de control - Es lo que tenemos cuando no podemos hacer nada para modificar o escapar de una situación. Es un estado sin esperanza.
3. Falta de medios para descargar la frustración - En nuestra moderna sociedad se nos pide que disimulemos las frustraciones y no demos rienda suelta a nuestros impulsos y emociones. Esto puede tener el efecto de permitir la acumulación de diversas hormonas y otras sustancias que pueden resultar nocivas al organismo. La falta de medios adecuados para descargar la frustración y aliviar el estrés hace que muchas personas utilicen con este fin las bebidas alcohólicas, las drogas o el comer excesivamente con los resultados que todos conocemos.
Por otra parte, se ha descubierto que existen ciertas características personales que influyen sobre la manera en que somos afectados(as) por el estrés. Los psicólogos Suzanne Kobasa y Salvatore Maddi llevaron a cabo un estudio con 200 ejecutivos y ejecutivas de empresa que recientemente habían estado sometidos a altos niveles de estrés. Una buena parte de ellos había caído víctima de enfermedades relacionadas con el estrés. Sin embargo, otros aparentemente no habían sufrido ningún efecto adverso. Lo que descubrieron Kobasa y Maddi fue que aquellas personas que permanecieron saludables tenían una forma de ver y de manejar los eventos estresantes muy distinta a la de aquellas que enfermaron. Las personas que permanecieron saludables se distinguían por una actitud relajada ante los problemas, en particular estas personas:
Le dan la bienvenida a los cambios, sean positivos o negativos. Los perciben como una parte inevitable de la vida y como una oportunidad de crecimiento, no como una amenaza a su seguridad.
No ven los reveses y los desastres como "el fin del mundo" o como algo que no tiene remedio.
Tienen confianza en su capacidad para resolver los problemas que surjan o controlar el impacto de los mismos.
Poseen una amplia red de apoyo. Están profundamente involucrados con familia, compañeros de trabajo o amistades.
Poseen un fuerte sentido de compromiso, dedicación y dirección en sus vidas.
Creen en el valor y la importancia de la labor que llevan a cabo y se perciben a si mismos(as) como personas valiosas
El estrés está sumamente atado a nuestras percepciones y particulares modos de interpretar las situaciones en que nos vemos involucrados. Por esta razón no existe una "receta" que sea efectiva para todas las personas. Como ejemplo de esto podemos tomar el caso de Hans Selye, originador del moderno concepto de estrés. En varias ocasiones éste señaló que muchas personas aconsejaban como medio para aliviar el estrés ir a la playa y sentarse a descansar bajo una palmera. Sin embargo Selye decía que, en su caso particular, esa solución lejos de ser efectiva lo que hacía era agravarle el estrés.
En nuestra sociedad es común camuflagear los síntomas del estrés ingiriendo medicamentos. Sin embargo, la ausencia de síntomas no quiere decir que se ha eliminado el estrés. A pesar de la ausencia de síntomas externos el estrés continúa haciendo su insidiosa labor destructiva dentro del organismo. De hecho, depender de medicamentos para aliviar el estrés puede agravar la situación ya que, al ingerir medicamentos, lo que estamos haciendo es eliminar las señales de alerta que el cuerpo nos provee y que nos indican que debemos reducir la carga que estamos imponiendo a nuestro organismo.
Atacando el Estrés Desde Dos Frentes
Desde una perspectiva psicológica, las diversas estrategias para manejar el estrés pueden dividirse en dos tipos principales. Las que se enfocan sobre la emoción y las que enfocan en el problema.
Las primeras buscan cambiar la forma en que interpretamos o evaluamos las situaciones estresantes. Suponga que su cónyuge decide divorciarse de usted. En lugar de afligirse y desesperarse usted puede decidir que, después de todo, él o ella no es su tipo de persona preferida. Este tipo de estrategia puede, en ocasiones, resultar en una distorsión de la realidad. Sin embargo también es cierto que puede resultar en una forma muy efectiva de manejar una situación estresante permitiéndonos reinterpretar ésta de una manera más positiva y evitando estados emociones dañinos a la salud.
El segundo tipo de estrategias son estrategias de resolución de problemas que trabajan directamente con la situación estresante de modo que ésta se reduzca o desaparezca. En estas estrategias por lo general lo que se hace es identificar el problema, generar la o las soluciones adecuadas y aplicarlas al problema. Una vez esto se logra se espera desaparezca el estrés. Por lo general mientras mejor es una persona resolviendo problemas mejor podrá utilizar este tipo de estrategia. Por esta razón puede resultar efectivo el adiestrarse en técnicas y estrategias generales de resolución de problemas.